La Eneida (Graciliano Afonso)/Libro I
Eneida de Virgilio.
LIBRO I.
Nec verbum verbo curabis reddere fidus
Interpres................................
Si no eres un interprete prolijo
Ni traduces palabra por palabra.
El héroe canto, que su patria deja
Prófugo, y llega en el Hesperio suelo,
Del Olimpo la víctima y del Hado,
Monstruos,¡O Juno! de tu orgullo fiero:
Siempre por mar y tierra perseguido
Y de la guerra sosteniendo el peso,
De Ilion llevando los Penates Dioses
Al Lacio, á cimentar el grande imperio,
Cuna de Alba la fiera y de los padres,
Que de Roma esplendor y gloria fueron.
¡O Musa! dime : ¿que irritado orgullo
De Juno pudo rechazar severo
A Héreo tan piadoso? ¿ tanto enojo
Pudo anidarse en un celeste pecho?
Mirando á Italia, al Tiber no domado,
Hijo de Tirios un antiguo pueblo,
Alza la frente la Cartago altiva
Opulenta é indomable en todos tiempos;
Al mundo todo la prefiere Juno,
Ni á Sámos tributára tanto obsequio;
Su carro y armas allí están y piensa,
Que la reina será del Universo.
Pero sabe que un dia los Troyanos
Destruirán los muros de los Penos,
Y que aquel pueblo rey rendirá altivo
(La parca así lo quiere ) el Tiro imperio.
Aun recuerda los hórridos combates
Que delante de Troya diera el Griego;
Y su resentimiento en nueva llama
Arde profundamente dentro el pecho,
Y el juez que la insultára su belleza,
Y el jóven Ganimedes en el cielo.
Su odio á los Phrygios perseguia implacable
Del cruel Aquiles los indignos restos
Errantes en las ondas inhumanas;
¡Tanto importaba ¡ó Roma! alzar tu imperio!
Los Troyanos dejaban la Sicilia,
Sus bajeles cortando el Ponto fiero;
Cuando Juno abrasada en viva llama,
« Seré, dice vencida yo en mi intento?
« Ni á los Troyanos alejar de Italia?
« Lo impide el hado? pero el crudo ceño
« Y la encendida cólera rabiosa
« De Pálas, naves incendió; y los Griegos
« Abismó, y pudo hundir á Ayax impio;
« Lanza ella misma el fulminante fuego,
« El mar se agita con las rotas naves,
« Y ardiente dardo atravesando el pecho,
« Sobre un escollo lo clavó implacable.
« Y yo hermana y esposa del supremo
« Jove, combato con mortales viles;
« Y habrá quien quiera frecuentar mi Templo?
« Y á la reina de Dioses humillada
« Habrá quien le tribute sus respetos?»
Juno abrasada en un volcan de rabia
Se dirige al imperio de los Vientos;
A la Eólia donde Éolo preside
Con tempestades y huracanes fieros,
Que braman encerrados resistentes;
Sobre una roca el rey empuña el cetro
Con que su rabia y su furor modera,
Que si no, confundieran tierra y cielo.
Para estorbar tal ruina, el Dios potente,
De una gruta los guarda en hondo seno,
Y los cubriera un empinado monte;
las riendas en sus manos oprimiendo,
Retiene ó larga su furor insano.
Con suplicante voz Juno al momento
De Éolo en la presencia, dice: " Jove
« Te diera de las ondas el imperio;
« Un pueblo, que detesto, á Etruria lleva
« Los Penates de Troya últimos restos;
« Los huracanes suelta, y sus bajeles
« Devore el Ponto, y destrozados cuerpos;
« Ninfas catorce que en mi corte brillan
« Y de todas Diope su ornamento,
« Ella te dará á tí dichosos dias,
« Y hermosísima prole en su himeneo,
« De tan gran beneficio recompensa."
"Mandad, Eólo dice, yo obedezco,
« Tu siervo soy, y lo que ordenas sepa,
« Que á tu poder le debo cuanto tengo;
« De tu favor es obra esta corona,
« Y en el banquete celestial asiento.»
Así dijera, y el potente brazo
La cúspide revuelve; airados Vientos
Salen cual batallon precipitados;
El Áfrico y el Austro que violentos
Remueven de la mar el hondo abismo
Sus ondas inundando el ancho suelo:
Silvan las cuerdas, su clamor redoblan,
Tiende la noche sus profundos velos
Sobre el cielo y la tierra y los bajeles;
Y el relámpago lanza oscuro fuego:
Dó quier se pinta de la muerte el rostro.
El héroe pierde su guerrero aliento,
Gime y sus brazos levantando pio
Al cielo, esclama: « ¡Que felices fueron
« Los que á la vista de la patria amada
« Fuertes cayeron! ¡O hijo de Tideo!
« ¿Porque tu espada no acabó mis dias
« En los campos dó yacen mis abuelos?
« Con Hector que matára el duro Aquiles
« Y Sarpedon que duerme eterno sueño,
« A donde lleva el Janto en crespas ondas,
« Escudos, lanzas y mugrientos cuerpos.»
El viento rompe las hinchadas velas,
Las espumas salpican los luceros,
Los remos se deshacen y en la nave
Cual monte cae el espumoso piélago;
Ya se agita en la altura suspendida,
Ya la recoge del abismo el centro
Ya la bullente arena la confunde;
Tres bajeles rompiera el Noto fiero
En las rocas, que altares llamó Italia,
En donde se replega el mar inmenso
Y los combate con rabiosa zaña:
Y allí los hunde el arenoso cerco.
De fuertes Licios con el fiel Orontes,
La nave hiere el implacable viento,
Y el piloto volviendo su cabeza
Con la nave lo traga siempre hambriento,
Rápido el incansable remolino,
Del abismo despojos revolviendo.
Ya el viejo Alethes y el valiente Abante,
Achátes é Ilioneo el Ponto vieron,
La instante muerte; y Aquilon sañoso
Contra las naves desplegó su ceño.
Mas Neptuno potente oye en las ondas
Amargas un estraño movimiento,
Y observa; mas su enojo disimula.
Y apacible mirando el mar revuelto
Los troyanos bajeles vió abismados
Por Aquilon y el tempestuoso cielo.
De su hermana conoce la perfidia;
De Vientos llama al escuadron ligero;
« ¿En que fundais, les dice, tanto orgullo
« Que fieros trastornais los elementos,
« Sin que os lo mande yo mover las onda?
« Yo.... mas la tempestad calmaré luego:
« Insolentes huid y al rey decidle;
« Que por la suerte, del tridente tengo
« El mando yo; y él las altas rocas,....
« Éuro tu casa y la prision del Viento.»
Al punto del océano agitado
Calma las iras reluciente Febo;
El Triton apoyado y Cymothoe
Desencallan las naves con su esfuerzo,
Y él mismo y su tridente las sostiene,
Las Sirtes abre, torna el mar sereno,
Y en líquida llanura el carro vuela.
Cual suele suceder si en algun pueblo,
Entre los altos muros rebelada
Inquieta multitud levanta el eco,
Y vuelan piedras, las antorchas brillan,
Si allá aparece un venerado viejo;
El pueblo calla con atento oido
Y calma infunde en los rabiosos pechos;
Así Neptuno con mirar potente
Al aire impuso y á la mar silencio;
Él sus corceles vuelve, y vuela el carro
Sueltas las riendas del dorado freno.
La fatigada Troya un puerto ansiando
La proa inclina al Africano suelo;
Asilo le presenta una ensenada
Que una isla protege puesta en medio
De altísimos peñascos dó se estrellan
Las irritadas ondas con estruendo;
Soberbios se levantan los dos lados
Amenazando al encumbrado cielo;
Calla el mar en la cima y en el lago,
Y en torno la cercára un bosque ameno,
Que su imágen retrata en los cristales;
Y una apacible gruta está en el medio
De las hermosas Ninfas habitada,
Con dulces aguas y campestre asiento;
Ni el áncora la nave aprisionára
Sosteniendo su peso el corvo fierro.
Siete naves guiara el pio Eneas
Y los Troyanos con ardiente anhelo,
Saltan gozosos procurando todos
Reposo dar á fatigados miembros.
Del duro pedernal la chispa sale
Que prendió Achates en arbustos secos;
Sacan luego de Céres corrompido,
Y aun cansados, del pan los instrumentos:
Y lo tuestan y muelen en las piedras,
Cuanto servir pudiera á su aliento.
En tanto Eneas á un escollo sube,
Por si á Antheo divisa ó los remeros
Del valiente Caico, ó bien las armas
De Capys en las naves reluciendo.
Nave ninguna viera, mas descubre
A tres robustos y gallardos ciervos,
Que un escuadren guiara al bosque umbroso;
Párase y pide con el arco fiero
Las flechas que conduce amigo Achates.
Tendidos deja en tierra los primeros
Gefes, cargados con ramosas astas;
Mas luego, activo, persiguiera el resto,
Y en el bosque murieron otros tantos
Cuantos los buques de su escuadra fueron.
Torna despues al puerto y los reparte,
Y les diera tambien el vino añejo
Que en la ribera de Sicilia ofrece
Al huespede troyano Acestes bueno,
Y con dulces palabras razonando
Consolaba á sus tristes compañeros.
« Camaradas, les dice, el mal conozco,
« Y fin á nuestros males dará el ciclo.
« Si trabajos sufristeis indecibles,
« De Scila horrible su furor venciendo,
« Y los bárbaros Cíclopes burlando:
« Alejad el temor de vuestros pechos;
« Amigos, puede ser que estos trabajos
« Algun dia serán dulces recuerdos.
« La suerte en Lacio nos mostró un asilo
« Y su frente alzará Pérgamo excelso;
« Sufrid para alcanzar triunfos mas grandes.»
Asi habla, el pecho de dolor opreso,
Finge esperanza y su temor reprime.
Los Troyanos la presa dividiendo
A los ciervos despojan de sus pieles;
Rodea al bronce el centellante fuego
Y el hierro horada la sangrienta carne
Y repara las fuerzas nectar viejo.
Y el hambre satisfecha, ya la mesa
Se alza y principiaron los recuerdos
De amigos numerosos que lamentan,
Entre las ansias y el temor suspensos.
¿Los veremos aun? serán perdidos?
Lloraba Eneas por Oronte fiero,
Licas y Amico que murieron juntos
Y al valiente Cloantho y Gyas recto.
Jove, cuya ojeada lo vé todo
Y el oceáno que el bajel ligero
Corre y los grandes pueblos numerosos;
Sidon contempla desde su alto asiento.
Entonces de dolor á Venus bella,
Asaltaban crueles pensamientos
Y esplica sus recelos y temores:
« De mortales y Dioses, Rey supremo,
« Que eres señor del centellante rayo;
« Troya y Eneas, que delito hicieron?
« Será pues, que á esta raza perseguida
« Con el Tiber se niegue el Universo?
« ¿No juraste siguiera á horrores tantos,
« Que á Pérgamo sirviera en algun tiempo,
« El Poniente y la Aurora encadenados?
« ¿De donde nace esta mudanza ó ¡cielos!
« Menos lloraba yo de Ilion la pena,
« Confiando en Destinos tan serenos,
« Para que así aliviaras sus miserias?
« ¿En que tierra, Señor, estarán quietos?
« Antenor triunfó ya de Argos altiva,
« Pasa tranquilo el Italiano suelo,
« Encontrando en Liguria patria cara
« De pasados trabajos el contento,
« Y domando el Timavo y sus montañas
« Nueve bocas sus aguas divirtiendo;
« La mugidora mar su campo munda,
« Y en su lugar levanta un nuevo reino;
« Le dá su nombre y de pelear cansado,
« De la dichosa paz duerme en el seno.
« Nosotros á quien debes alto rango,
« Juno nos abismára en mar inmenso;
« ¡Que! sus pies han hollado nuestra gloria,....
« ¿Asi se nos pagára nuestro cetro?»
Mas Júpiter la acoge con sonrisa
Que al mar aplaca y animoso viento,
Benigno besa la pudica frente
Y la dice: == « Citéra, aleja el miedo,
« De tu hijo la gloria queda ilesa,
« Y de Ilion los destinos viven quietos.
« Tu verás renacer su alzado muro,
« Y espera mi palacio al rey guerrero,
« Y jamás esta ley será violada;
« Mas en tu corazon triste despecho
« Arde cruel, y quiero revelarte
« Que vencerá tu hijo muchos pueblos;
« Y en tres inviernos aniquile al Rútulo;
« Y Ascanio mas feliz que á Julio hicieron,
« Por treinta estios reinará potente,
« Y en Alba afirmará su alcazar regio,
« Allí adorado vivirá tres siglos
« Hasta que nazcan fuertes dos gemelos,
« De Ilia sacerdotisa y Marte airado,
« Y una salvage Loba les dé el pecho.
« Y Rómulo esforzado en nombre grande
« De Roma alze los muros altaneros,
« Y brillando sin término su gloria,
« Sin límites gobierne el Universo.
« Juno misma, esa Juno tan altiva
« Que contra Troya mueve tierra y cielo,
« Ya renunciando á su implacable enojo
« Al Romano dará del orbe el cetro.
« Tal es mi voluntad, edad dichosa,
« Que hasta ahora tardia oprime el tiempo,
« No tardes, vén, para que el yugo sufran,
« Argos, Thesalia y los vencidos Griegos
« A la sangre de Assáraco sumisos.
« Y tú, Cesar tambien, hijo del cielo,
« Que tu gloria cubriendo el orbe todo,
« Honre tu nombre el religioso incienso,
« Y en mi palacio habites victorioso.
« Y la Fé y Vesta con Quirino y Remo,
« Leyes darán al mundo en fuerte brazo,
« Y de Belona el ominoso templo
« Cerrado para siempre, el Furor brame
« Atado por la espalda en bronce y fierro,
« Sentado encima de sangrientas armas,
« Ni al orbe asuste con su voz de trueno.»
Del Olimpo al instante su hijo envia;
== «Tú, Mercurio, le dice, en presto vuelo
« Parte, y harás que la fermosa reina
« Abra su corazon hácia los Teucros.»
El Dios párte y su vuelo el aire hiende
Y mira al punto abrasador desierto,
Y sumisa á su voz, la Ciudad toda
Su aspereza depone, viendo luego
Que ardiente anhela por la paz tranquila.
Mas el piadoso gefe el pensamiento
Ocupado tenia; ante la aurora
Explora las riberas con intento;
Sale y registra si los nuevos climas
Pertenecen al hombre, ó son desiertos
Que los habitan las feroces bestias,
Para informar despues á los viageros.
Mas ante todo, sus bajeles puso
Al abrigo de un bosque muy espeso,
Bajo una roca, que cavada fuera
Honda, y cubriera de árboles el Tiempo,
Con sombra impenetrable en el recinto.
Achates sigue á Eneas compañero,
Lleva dos dardos de anchurosa hoja.
Venus allí aparece desde luego
Como Virgen de Esparta bien armada;
Tal se viera Harpalice en un ligero
Corcel fugaz, y mucho mas avanza
La rapidez del animoso viento.
De la espalda pendia el arco y flechas
De cazadora, al aire desparciendo
Su cabellera; y su brillante trage
Apenas cubre la rodilla el vuelo.
Venus se acerca y dice: «¿Acaso visteis
« Algunas de mis virgenes ¡Guerreros!
« Persiguiendo en clamor fuera del bosque
« Con piel de lince y arco prestos ciervos?»
Venus asi les habla; y él responde
Con un gozo mezclado de respeto:
== « Ni á tus hermanas ví, ni oí en la selva:
« Ni belleza á tí igual mis ojos vieron:
« ¿Como te nombraré virgen garrida?
« Pareces una Diosa en voz y gesto
« ¿Eres de Febo hermana, ó Ninfa bella
« Del coro de Diana ? ¡Oh! quiera el cielo
« Que piadosa alivieis nuestros trabajos:
« Dinos ¿á dó nos trajo el Ponto fiero?
« ¿En que salvages climas nos hallamos
« Por la furia implacable de los vientos?
« La sangre bañará vuestros altares.»
== « Digna no soy de tal honor supremo;
« Las hijas de Sidon llevan aljaba
« Y brillante coturno el pié ligero.
« Los hijos de Agenor aquí dominan,
« Mas la guerrera Libia no está lejos;
« Aquí la Tiria Dido el mando tiene;
« De su hermano ella huyó; largo es el cuento,
« Diré lo principal: fué desposada
« Virgen hermosa con el gran Sicheo
« Riquísimo Fenicio; ella le diera
« Tesoro de beldad en su himeneo,
« Cuya antorcha alma Venus encendiera.
« Pigmaleon su hermano, ¡mónstruo. horrendo!
« Que la Tiria nacion aborreciera,
« Fatigaba a Sidon con su gobierno.
« El odio les devora, y el tirano
« Del oro infame mas y mas sediento,
« Despreciando los lazos de la sangre,
« Un agudo puñal clavó en su pecho;
« Y engañando con vanas esperanzas
« A su hermana ocultaba el cruel suceso.
« Mas su esposo en la noche ¡O triste acaso!
« Se le aparece cual sangriento, espectro,
« De una espada su pecho atravesado,
« Y de tanta maldad corriendo el velo;
== « Deja, la dice, este lugar maldito,
« Huye que te amenaza hado funesto.
« Asustada al instante ya prepara
« Dido la fuga, y son sus compañeros
« Los que al tirano odiaran ó temieran;
« Preparada una escuadra está en el puerto
« Que del tirano la riqueza lleva,
« Y una sola muger hizo tal hecho.
« A unos lugares llega donde mira
« Se alzan los muros de Cartago excelsos.
« Que Byrza se llamó, porque los mide
« La piel de un toro señalando el cerco.
« Y tú; ¿cual es tu sangre? ¿dó naciste?
« Y hacia dó se encamina tu sendero?»
Eneas suspiraba y con gemidos
Responde: == « De Ilion narrar los hechos
« Y la historia contar de mis trabajos,
« Antes termina el dia el fiel lucero;
« Si oiste hablar de Troya, esa es mi patria;
« Y arrastrado por mares y por vientos,
« Del África he llegado á las orillas;
« Soy el piadoso Eneas, conduciendo
« De las llamas salvados mis Penates,
« La Italia sigo con inmensos riesgos;
« Mi nombre y mis reveses han volado
« Hasta los astros, y mi madre Venus
« Muestra el camino y mis bajeles guia,
« De los que solo siete están ilesos;
« Yo del Asia y Europa rechazado,
« Indigente y proscrito á este mar llego....
Interrumpe la Diosa este discurso,
== « No os aborrece infatigable el cielo,
« Ni alzó la tempestad que aqui os tragéra;
« Id de Dido al palacio sin recelo,
« Que tus bajeles hallarán bien pronto
« La proteccion de un compasivo pecho,
« (Si el paterno saber no me ha engañado)
« Si de Eólo las furias combatieron;
« ¿No ves los cisnes que en el aire vago
« Del águila de Jove van huyendo,
« Y la banda se escapa de su odio
« Y presto toca el inmediato suelo?
« Que depuesto el temor ya vá volando
« Y que girando en torno suelta el eco?
« Tales vuestros bajeles ya gozosos,
« Entran á velas llenas en el puerto.
« Apresúrate pues.» Venus separa
De ellos sus ojos y un olor sabeo
Se esparce al punto, y á sus plantas cae
De su largo ropage todo el vuelo,
Y ser Diosa en su porte manifiesta.
Reconócela el hijo y clama luego:
== « ¿Que á tu hijo engañar te place tanto?
« Así me trata tu materno pecho?
« Ese es el premio del filial cariño?
« No oiré tu dulce y melodioso acento?»
Así se queja y marcha á las murallas.
Venus los cubre con un vapor denso,
Y de profunda nube entre los pliegues,
Ambos adelantaban en secreto.
A Paphos ella vuela victoriosa
Y á ver tornaba su glorioso templo,
A donde cien altares con ofrendas
Vierten aromas de oloroso incienso.
Envueltos en el manto nebuloso,
Suben ambos la cima del repecho,
De donde miran á Cartago alzada
Sobre chozas humildes que allí fueron,
Con sus puertas doradas y anchas vias,
Grandeza respirando desde lejos.
Todo es trabajo; álzanse las torres,
Ruedan las rocas de grandioso peso.
Señala cada cual cerca y morada,
Y el palacio tambien del gran Congreso.
Se ahonda el puerto, del teatro admiten
Altas columnas con profundo escenio;
Honor eterno de la edad futura.
Cual en dia de estio el campo ameno
Con la abeja económica resuena,
El nectar de las flores recogiendo;
Y las unas reciben el tesoro
Que otras guardan al punto en el secreto,
Ahuyentando los zánganos ociosos,
Formando escuadra el batallon guerrero,
Oliendo el thimo con la miel dorada.
== « ¡Dichosos, clama Eneas, los que vieron
« Alzar los muros de la Ciudad nueva! »
Y de la espesa nube bien cubiertos
Avanzan ¡Oh prodigio! sin ser vistos.
Hay un sombrío bosque en medio al Pueblo,
Donde los Penos un asilo hallaron;
Y allí cavando, de un bridon guerrero,
Encuentra Dido la orgullosa testa
Que muestra de Cartago el hado cierto,
De riqueza y valor que Juno ostenta,
Allí elevara Dido un alto templo
Que relucía con metal brillante,
Y gira sobre el bronce el gozne fiero.
Los héroes desterrando sus pesares
En la fortuna fían sin recelo,
Por que admirando las soberbias obras
Maravillas del arte y sus esfuerzos,
Allí muda pintura retrataba
Combates que han llenado el universo;
Allí Priamo estaba y los Atridas
Y Aquiles á los dos siempre funesto.
== « ¡Que! no hay ningun país que el sol ilustra
« Que de nuestras desgracias no esté lleno!
« Aquí Priamo está.... ¡que! el infortunio
« Tambien hallára un compasivo pecho
« Y su premio reparte á la alabanza!
« Ten ya confianza y abandona el miedo
« Que salvadora fama nos protege.»
Su alma se sacia en el sagaz bosquejo
Inundando su rostro amargo llanto.
Allí los muros vé de Ilion soberbios,
Y á Hector combatiendo á los Argivos,
Y Aquiles en su carro con su yelmo
Disparando sus dardos encendidos;
Allí la tienda está del triste Rheso
Que Diomedes con sangre la bañára
De la pérfida noche en el silencio,
Degollando implacable los bridones
Sin que en el Janto beban, conduciendo
A su Real la presa victorioso,
Destruyendo de Troya los abuelos.
Sin armas y vencidos viera á Tróilo,
¡O jóven infeliz que á Aquiles fiero
Se atrevió combatir, y él derribado
Con la frente barriendo el duro suelo
Y revuelta la lanza el polvo escribe
A par que el ráudo carro iba corriendo!
En tanto al templo que preside Palas
Van las Troyanas con doliente duelo,
Un velo ofrecen y su pecho herian;
Palas las mira con mirar severo.
A Hector, Aquiles del Troyano muro
Tres veces le arrastrára en torno huyendo,
Y á precio de oro su cadáver vende.
Saca un hondo gemido de su pecho
Al ver de Hector el carro y los despojos,
Y suplicando Príamo á los Griegos.
Él mismo allí se viera en los combates,
Y del negro Memnon á los guerreros.
Y el batallon de fieras Amazonas
Con Penthesílea al frente un pecho menos,
Con lunados escudos peleando,
Que al varon combatir le place al sexo.
Mientras Eneas mira estos prodigios
Que el arte retrataba con esmero,
Al templo se acercaba Dido hermosa
Seguida de un brillante y gran cortejo.
Así en el Cyntho monte del Eurotas
Aparece Diana precediendo
Al coro de las ninfas, que danzando
La cadencia marcaba el pie ligero.
Del hombro pende la dorada aljaba,
Alta la frente las demas venciendo,
Y á Latona en secreto el gozo inunda.
Así Dido se muestra alegre en medio
De Tirios, los trabajos alentando
De la voz el encanto al gesto uniendo,
Sobre un trono pomposo rodeada
De sus fuertes guerreros toma asiento,
Dá leyes sabias y con suerte justa,
El trabajo divide á los obreros.
Pero luego se nota entre el concurso
De Troyano caudillo, un gran congreso
Que el huracan con poderosa rabia
Lanzado habia al Africano suelo,
Del gozo y del espanto poseidos
Desean abrazar sus compañeros
Que perdonó la muerte, mas suspenden
Ocultos en la nube su deseo
Hasta saber por que fortuna rara,
Su escuadra se salvára y tambien ellos;
Con asombro contemplan los enviados
Que al templo avanzan con señal de ruego,
Al fin son admitidos hasta el trono
Y comienza Ilioneo en blandos ecos:
== « Oh reyna, á quien dió Jove omnipotente,
«Dichosa gobernar tu nuevo reino;
« A los Troyanos miserables salva
« Y á sus bajeles de la mar trofeos:
« A la pia nacion benigna acoge
« Que ni á tus Dioses insultar queremos,
« Ni piratas robar vuestros tesoros:
« Los vencidos no tienen tanto aliento.
«Hay un lugar que el griego Hesperia nombra
« Que los Enotrios antes poseyeron,
« En espigas y en triunfos abundantes
« Que Italia fue llamada por sus nietos
« Allí quiso el destino conducirnos,
« Cuando Orion tempestuoso en rudo ceño
« Nos lanzó en estas rocas y en tus mares.
« Los pocos que escapamos fueron presos
« Por un pueblo inhumano ¡cielos santos!
« ¿Tanta crueldad domina en este suelo?
« De guerra el grito suena y nos combaten,
« Ni nos dejan llegar al borde mesmo.
« Si al hombre despreciais y hasta las almas,
« El poder celestial temed al menos.
« Nuestro Rey era Eneas el piadoso,
« Justo y valiente cual jamas vió el cielo.
« Si mirase aun sus ojos la luz pura,
« Si basta ahora no duerme el sueño eterno,
« No temas excederle generosa;
« Tiene la gran Sicilia inmensos pueblos
« Donde el Troyano Acestes justo manda;
« Permitid nuestras naves reparemos
« De mástiles y remos en los bosques,
« Y si á nuestro monarca vuelve el cielo
« Nos verá un dia la soberbia Italia,
« Que á la Italia nos debe el hado fiero.
« Pero si tú, gran Padre de Troyanos,
« Y á tí las aguas el sepulcro abrieron,
« Que Acestes y Sicilia nos concedan
« De males tantos un asilo cierto. »
Él dice; y los Troyanos con murmullo
Aplauden su discurso asaz contentos.
Dido, bajos los ojos, los escucha
Y les dice; == « Troyanos, los recelos
« Disipe la esperanza; rigurosa
« Debo guardar este naciente imperio:
« ¿Quien no conoce á Troya y sus hazañas
« Y su guerra infeliz y horrible incendio?
« Ni abrigan en sus pechos los Fenicios
« Corazones tan duros á los ruegos,
« Ni de la Ciudad Tiria sus corceles
« Tan lejos no los junta el rubio Febo.
« Sea que navegueis hasta la Hesperia
« O Acestes os reciba asaz benévolo
« Mi poder os liberta en este clima;
« Mas si quereis dejando vuestros remos
« En Cartago fijar vuestra esperánza
« Troya y Sidon igual rijan mi cetro,
« Y ¡ojalá que los Dioses permitieran
« Tragese al rey el tempestuoso viento!
« Enviaré á toda Libia esploradores.
« En solitaria playa ó bosque yermo.»
Depuesto ya el temor el padre Eneas
De la nube romper arde en deseo
Como Achates tambien, el que le dice:
== « Cual es ahora, dí, tu pensamiento?
« !Oh hijo de la Diosa! á los Troyanos
« Y á tus bajeles sin peligro vemos;
« Tal fué el anuncio de tu madre augusta.»
Habla, y la nube se rompió al momento
Y ellos se dejan ver, el héroe brilla
Como un Dios celestial, dando al cabello
El perfume su madre, y al semblante
La hermosa juventud con ojos bellos;
Como brilla el marfil y el mármol Pário
Si añade el oro y plata artista diestro.
== « Aqui está este mortal que tu alma busca;
« El hijo de ese Anchises que el mar fiero
« De Lidia ha perdonado ¡oh reina sola
« Que sientes compasiva nuestro duelo!
« Y de Troya salvais la última gloria
« Y dás casa y Ciudad a nuestros restos!
« Daros excelsa rema justas gracias
« Ni mi poder alcanza, ni los Teucros
« Que ya esparcidos por el mundo fueran
« Y de su gloria con asombro lleno;
« Los Dioses solos, que virtudes premian
« Á tu misma virtud darán el premio.
« Que siglos venturosos te tragéran?
« Que padres tal grandeza produgeron?
« Mientras los rios á la mar desciendan
« Sus espumosas olas conduciendo,
« Y la sombra del monte gire en torno
« Del sol huyendo el luminoso vuelo,
« Y haya estrella en el polo, honor y gloria
« Y alabanza de ti dirán los pueblos.»
Dice, y alarga la siniestra mano,
A Ilioneo la diestra y á Sergesto,
A Cloantho y á Gyas; admirada
Quedó Sidonia Dido en tal aspecto,
Que el porte de los Dioses anunciára,
De varon tan insigne y caso adverso,
Y así le hablára: == « De los Dioses hijo,
« Que destino crüel te vá siguiendo,
« Y á la ribera estraña te conduce?
« No eres tu aquel Eneas, hijo excelso
« De Anchises noble y la Ciprina Diosa,
« Junto al Símois que baña el Phrigio suelo?
« Me acuerdo que á Sidonia Teucro vino,
« Por rebelde lanzado de su reino,
« Implorando de Belo el fuerte brazo,
« Cuando de Chipre vencedor guerrero
« Mi padre la mandaba; y desde entonces
« Conozco á Troya y su voraz incendio,
« Sus poderosos reinos y su nombre;
« Y aunque enemigo, ponderaba Teucro
« Vuestro valor, y con orgullo muestra
« Ser de la sangre del linage vuestro.
« ¿Que os detiene? venid á mi palacio,
« Yo tambien he sufrido el hado adverso.
« De mi pais lanzada á suelo estraño,
« Aprendió compasion mi noble pecho. »
Asi dice, y á Eneas conducia
Al alto alcázar y palacio regio;
Prepára sacrificios adornando
De las deidades los soberbios templos,
Y á las naves Troyanas enviára
Veinte toros valientes, y cien puercos
Y cien corderos que á su madre siguen,
Y del sabroso Baco el don risueño.
Con real aparato y lujo brilla
Lo interior del palacio; y ya dispuesto
Esta el banquete en el salon que cubre
El artezon de su dorado techo,
Con soberbios tapices de oro y grana
Y rioos vasos de subido precio,
Dó cinceladas cuentan las hazañas
De los mayores que no marca el tiempo.
En tanto Eneas ni acallar podia
La gran zozobra de su amor paterno,
Y mandad Achates que tragera al punto
A su hijo Ascanio de su amor el centro,
Y con el traiga de abrasada Troya
Las prendas caras y preciosos restos:
Un manto con figuras recamado;
De acanto guarnecido un rico velo,
Que Leda diera á la Espartana Helena
Cuando á Troya le trajo amor funesto:
Y de la mayor hija de Priamo
Ilione traiga la corona y cetro,
Y el precioso collar que guarnecian
De perlas y diamantes doble cerco;
Achates obedece y pronto marcha.
Pero Citera arbitra nuevos medios;
Quiere que Amor asemejando en todo
Del dulce Ascanio el porte y rostro bello,
Y llevando los dones incendiára
La tierna Dido en amoroso fuego,
Porque temiera la dudosa casa,
Y los Tirios bilingües no sinceros.
Venus le abraza en la callada noche,
Y al fin dice al Amor con blandos ecos:
== « Hijo amado, mi fuerza y poderío
« Que desprecia los rayos de Tifeo,
« A tí solo me acojo suplicante;
« A tí recurro en humildoso ruego;
« Tu hermano Eneas que persigue Juno,
« Tu sabes le ha arrojado al Libio imperio;
« Y tu tambien sentiste mis pesares;
« Me oprime el corazon un gran recelo,
« Juno convierta en ruina este hospedage,
« Que no menguan su odio los sucesos,
« Yo que no sea la Fenicia Dido
« Con sus blandas caricias su instrumento;
« Yo quiero adelantarme en los engaños,
« Inflamar á la reyna en amor pienso
« Que ninguna Deidad mudarla pueda
« De Eneas en insano amor ardiendo.
« Mas como esto ha de ser, escucha ahora;
« Ya vá á partir llamado el jóven régio,
« Mi cuidado y mi amor hácia Cartago
« Con dones que perdona el mar y el fuego.
« Le llevaré dormido al bosque Idalio
« O de Otero al perfumndb templo
« A dó mi voluntad es respetada
« Sin conocer mi engaño y mis proyectos;
« Por una sola noche el rostro finge
« El porte y marcha y los pueriles juegos,
« Engáñala si quiere amabie y dulce
« Acariciarte en su oloroso gremio,
« Entre las mesas y el alegre Baco
« Con tierno abrazo y regalado beso,
« Y con tu fuego tu veneno inspira.»
El Amor obedece á los preceptos
De su madre querida, ya las alas
Deja y camina como Julio mesmo.
Venus en tanto recibiera á Ascanio
En su regazo, y apacible sueño
En sus miembros derrama y te condice
Al bosque Idalio de amaranto oliendo:
Sigue á Achates Cupido asaz gozoso,
Los magníficos dones conduciendo;
Al llegar vé á la Reina en su palacio
Ocupando un brillante y rico lecho
Y al padre Eneas; y al Troyano jóven
Sobre soberbia grana le pusieron:
El agua-manos daban las doncellas,
Y el albo pan en los canastos bellos;
Y vírgenes cincuenta bien próvistas
Lámpara regían, y oloroso incienso
A los Penates queman, y servian
Riquísimos manjares otras ciento,
Y á Liëo otras ciento en copas anchas
Dó el brillante licor está luciendo:
En gran número asisten los Tirianos
Nobles que ocupan prolongados lechos,
Y al héroe y presentes con el niño
Alaban todos; y él fingiera diestro
Y conociera de su amor la fuerza
Suaves palabras con mirar de fuego.
La desgraciada que en amor se abrasa
Nunca se sacia de mirar el bello
Niño, y al padre y los presentes ricos,
Bebiendo en todo su fatal veneno;
Ascanio al padre besa y luego abraza
Con los brazos de ardiente y puro fuego
A la infeliz Fenicia, quien le estrecha
A su pecho y recibe el blando premio,
Fijos en él los ojos ignorando
El Dios que cerca tiene tan tremendo.
Mas de su madre observa los mandatos
Borrando la memoria de Sicheo,
Y luego abrasa con ardiente llama
El corazon que ya apagó su fuego.
Cuando el banquete cesa, grandes copas
De flores coronadas brillan luego,
Estrépito y clamor llenan los átrios,
Vence la noche el luminoso incendio.
La Reina entonces se levanta y llena
Un gentil vaso que heredó de Belo.
Y remando el silencio mas profundo
Ella digera entonces: == « Jove excelso,
« Que a la hospitalidad leyes prescribes;
« Que á los Troyanos y valientes Penos
« Sea este dia de feliz memoria
« Asistiendo con Juno, alegre el Evio,
« Y vosotros, ó Tirios, con aplausos
« Llenad el aire con sonoros ecos.»
Dijo, y la libacion al punto hiciera;
Luego la gusta con sus labios bellos,
Y á Bicias animando el vaso daba,
Pronto lo toma y lo vació sin miedo,
Beben tambien los próceres y Iopas
De larga cabellera toma el pleciro,
Y su dorada cithara pulsando,
Cantó lo que enseñára Atlas excelso;
Los trabajos del sol y de la luna,
De donde el hombre y animal nacieron;
La lluvia, el fuego, Arturo y las lluviosas
Hiadas, y por que Febo en el infierno
Se apresura á bañarse en el océano
El curso de la noche deteniendo.
Aplauden los Troyanos con los Tirios,
Y en plática sabrosa pasa el tiempo;
Pero Dido infeliz que amor bebia,
De Priamo pregunta y bravo Hector,
De las armas del hijo de la Aurora,
Y de Diomedes y de Achiles fiero;
Luego le dice : « Empieza, huesped mio,
« Cuenta las asechanzas de los Griegos,
« Cuéntanos tus trabajos y tus viages,
« Perseguido del hado mas funesto:
« Que ya corrieran siete largos años,
« Que errante giras por la tierra y piélago.»