La Casa de los Sueños: Capítulo 21

<< Autor: Rubén Hernández Herrera
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Luis dice con aire alegre y ceremonioso a don Lupe: Don Lupe, sáquese la botella de cognac, Don Lupe lo voltea a ver cariñosamente asintiendo con la cabeza mientras se dirige hacia el pequeño cuarto contiguo, se oye música de Louis Armstrong.

Manuel, aprovechando el momento, dice también a Don Lupe: ―Que se hace cuando dos quieren abrir la carta el mismo día, ¿se abren dos botellas? ―, ―claro que sí, la ceremonia es la mejor parte del sentimiento, ante algo tan importante lo menos que podemos hacer es darle solemnidad ―. Se regresó sonriendo apaciblemente.

Manuel ya había decidido abrir el sobre, aunque no pensaba abrirlo ese jueves. Una vez decidido, ardía en curiosidad en ver la fecha en que se iba a morir. Bien podía ser ese mismo mes que estaban viviendo, las circunstancias coincidían perfectamente, ya había arreglado lo que tenía que arreglar, lo mismo que Luis, y se sentía listo para partir.

Una vez sentados, en respetuoso silencio, voltearon a ver a Luis, que observa el sobre, de color crema, sin pegamento, lacrado con cera roja y un sello con un sol y una luna entrelazados. Sabe que es el momento de abrirlo, se disponía a hacerlo cuando Don Lupe pone sobre la mesa una hermosa caja de caoba, la abre y se ve un hermoso abrecartas, Luis lo toma y observa una inscripción en el mango el símbolo de infinito, abre el sobre, en papel pergamino y con números arábigos ve estampados precisamente el mes y que transcurría, misma que leyó con voz segura y firme. Manuel lo observaba, a pesar de aparentar calma, le temblaba una pequeña vena en el párpado inferior izquierdo, cosa que pasaba cuando estaba nervioso. Manuel pensó que ese día acababa todo, de alguna forma Chema y don Lupe eran los de la casa, Gago ya se había ido, con lo de Luis, Manuel intuía que lo normal es que él mismo cerrara ese ciclo, y que la fecha del sobre fuera la misma.

Luis le dio el sobre a Don Lupe, se disponía a guardarlo cuando ve de reojo que Manuel toma su sobre, le pasa el abrecartas. La expresión de Manuel era serena,

Manuel pone a contraluz el sobre y lo abre ceremoniosamente con el abrecartas, desdobla el papel y poco a poco va viendo la fecha, como el jugador de póker que destapa sus últimas cartas, ve primero el mes, diciembre, el mes que transcurría, tenía la boca seca y un hueco en el estómago, al terminar de deslizar el sobre observa el año, con sorpresa ve que no es el presente, sino diez años adelante.

El sentimiento de alivio no pudo compensar totalmente la emoción, las lágrimas recorrieron su rostro, lo primero en que pensó es que podría ver a su nieto crecer, luego en su esposa, en ese momento crítico lo más relevante que se le vino a la mente era que podía seguir llevándole el café todas las mañanas, sin hablarse, por supuesto.

Manuel recorre con la mirada a Luis, Gago, Chema, por último a Don Lupe, éste, con una sonrisa tranquila, le dijo: ―parece que nos vamos a seguir viendo por un rato…―.

Diez años, parecía mucho, pero era poco, pensaba Manuel, un sentimiento de autosacrificio le invadió, quería unirse a Luis y a Gago en su viaje, en cierta forma los estaba abandonando, quería seguir perteneciendo al grupo, permaneció callado, los demás también.

Tomaron su copa y se levantaron de sus sillas, no hubo palabras, solo mantuvieron las copas en el aire con profundo sentimiento, Manuel cobró entonces conciencia de la importancia de un brindis, siempre se brindaba al mismo tiempo por el pasado y por el futuro, pero esa vez se daba cuenta de que lo que importaba realmente era el momento cósmico de estar reunidos.


La cámara amplía la toma, se les ve platicando con la copa en la mano, luego se ven imágenes del túnel, de la luz, del funeral de Luis, su esposa y sus hijos a su lado, llorando, del señor que llevó al panteón, de la señora que ayudó en Tesistán.

Se ve luego la imagen de Gago, introduciéndose por el túnel, las imágenes difusas de su esposa que lo acompaña, de sus hijos, todo pasando etéreamente, hasta que termina desvaneciéndose en la esquina superior de la sala.


Manuel despierta en su cama a las tres y quince de la madrugada.


Fin.