La Bagatela: N.º 1: (14 de julio de 1811)
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Nº 1
Tomo 1
(1)
Es costumbre de todos los periodistas dar un prospecto de sus periódicos y amontonar todas las voces técnicas de las materias que ofrecen tratar. El público con semejantes entradas cree hallar un tesoro: se suscribe, se afana porque llegue el díaen que se rpartael papel, y a pocos pasos se encuentra con el parto de los montes.
El título del presente no nos provee de voces técnicas para engañar al público pero en recompensa tiene la ventaja de que los críticos no pueden ejercer su azaña contra el; porque mientras mas se empeñe en querer hacer creer que lo que contiene son bagatelas, mas ayudan a llenar su título y lo elogian. No obstante, por no dejar de saber y que quizás no saben:
Un egipcio tocador de laud soñó que tocaba delante de un burro. Se dice que por lo pronto reflexionó sobre este sueño; pero que habiendo pasado a Menfis, Antioco rey de Siria, a visitar a su sobrino Tolónico, este envió a llamar al músico para que divirtiera a su tió. El tal Antiocono entendía, ni gustaba su música y así oyó tocar con distracción, y al fin mandó a retirar al músico. Bien habia soñado, dijo el músico que tocaría delante de un burro.
Pase este cuentecillo, y el que se lo aplicare con su pan que coma: la culpa será suya y no del músico.
Tu eres un tesoro escondido, mi querida amiga, lo que si hubieras nacido en Atenas hubieras frecuentado, como Aspasia y Lais, la escuela de Sócrates, vives ignorada entre nosotros; pero ¿para qué necesitas que te conozcan lo que no te pueden dignamente admirar? ¿No tienes una recompensa mas satisfactoria en el fondo de tu corazón con esa filosofía delicada, a que han concurrido la naturaleza y el estudio? Tu embelleces hasta el mismo amor, y el que ha tenido la fortuna de oir a tu lado los encantos de tu voz, y ese momento inimitable, de los asuntos mas serios, tratados con la mano de las gracias, no puede menos que admirarte, y que... quererte.
Te quejas amargamente de que no haya escrito una palabra en unos tiempos tan fecundos en acontecimientos, cuanddo sé que en tu pecho, puedo depositar con confianza mis secretos ¡Yo ingrato! ¡Yo olvidarme de ti! Tu sabes, bella hechicera, que el que una vez te ha conocido y tratado, jamas se te puede olvidar. La razón de no haberte escrito ha sido porque, aunque las cosas se mudaran, no por esto hemos estado mas seguros de poder decir la verdad impunemente, ni en las correspondencias privadas. (2) Pensabas lo que son hábitos de la corrupción de un gobierno: el corazón humanono se desprende de sus preocupaciones con mudar a los gobernantes, todos los vicios del antigüo gobierno continuaron, y hemos visto después de nuestra transformación abrirse las corresponddencias con descaro increíble y formarse cargos y prisiones de los secretos de un amigo para con otro. ¿Querías que yo expusiera a las mas adorable de las criaturas a su interrugado en un juicio por los mismos que deberían estar en sus pies? Nuestra revolución no solo fue necesaria, fue justa justisima, pero la justicia de la causa no prueba que las cosas vayan justamente.
El desorden en que vivimos ocho o nueve meses, y algunas cosillas de que aun no nos vemos libres, ha hecho pensar mas a algunos que nuestra transformación fue prematura. Prescindo de que nuestros tiranos nos forzaron con sus impolíticos e inicuos tratamientos, multiplicados al tiempo que ya era de su propio interés el aflojar; ¿qué habríamos con vivir otros cien o doscientos años mas en a esclavitud? Embrutecernos mas, acabarnos de persuadir que el Americano y el Africano ha nacido para servir a un puñado de Europeos, porque aprendieron a matar y a engañar antes que nosotros; y de este modoes preciso entonces convenir en que jamas llegaría el caso en que nos emanciparamos, y que semejantes a los fatuos nuncadeberiamos salir de la tutela. Nuestra esclavitud se habria redoblado, a proporción que el temor se hubiera aumentado en nuestros opresores. Los sucesos de Quito, La Paz y los Llanos, no fueron mas que el exordio de la gran tragedia que pro segunda vez le estaba preparada a la América.
No hace muchos dias que, si no te desagrada, en casa del Mercurio de tu amiga, oí tu silencio, como yo la tengo de costumbre, una larga y graciosa discusión sobre las ventajas que nos traería un sistema liberal propuesto por la España. te confieso que me avergoncé oyendo en esta opinión a personas que estan por otra parte bien acreditadas de luces y patriotismo. Quise haberles preguntado ¿Si una hacienda estará gobernada por sus dueños, o por un hombre manco y cojo que ni la conoce ni lo puede asistir personalmente? A la verdad, hombres que piensan de este modo, bien merecían ser gobernados, no digo por la españa moribunda, sino por las potencias berberiscas. ¡Qué el cielo nos preserve, mi bella amiga, de volver a caer en manos de nuestros antigüos amos!. La Sangre que aun no ha hecho derramar el azote de la guerra, la veriamos correr a nuestros arroyos por las amnos de los verdugos. pero supon que no hubiera nada de esto y que esto lo que es mas que imposible, quisieran olvidar la injuria de que nos hayamos conocido nuestros derechos y procedan de buena fe. ¿Qué especie de sistemanos pidan proponer, que distando de su centro dos mil leguas, (3) no fuera duro y agresivo? Depender de un mundo entero de un puñado de hombres con el Océano de por medio y ser su gobernante suave, es una paradoja que no cobra en la cabeza de un negro de Africa si lo dejaran pensar.
Me preguntas en que estado se halla tu sexo sobre materias políticas, cuestión delicada si tu vas a leer mi carta en tu tertulia. ¿y si por satisfacer tu curiosidad me voy a ver pellizcado, a lo que es mucho peor, envuelto en la indignaciónde todo lo que mas amo? ¿Con qué me pagarás este sacrificio?... Tendré que irme o refugiar a tu lado y tuyos serán las consecuencias. El bello sexo es un organo que suena segón la tecla que le ha tocado en suerte. Acostumbrado a ver tus pies el nuestro y amandarnos con todo el imperio que le dan sus atractivos, creen que la elicidad está en que unos manden con absoluto poder, y otros obedezcan con humilde sumisión; la menor contradicción las irrita por no estar acostumbrados y como desgraciadamente la variedad de opiniones y de intereses se desarrollan al tiempo de una transformación política. Figurate como estará mi adorado sexo en un tiempo de fermentación como este. Yo me veo en mil amarguras para sostener el idioma de Pafos y Amatane en medio de las varias contiendas ruidosas que todos los dias se ofrecen, no solo en los estrados, sino en las calles y plazas, y si no fuera por tus lecciones, creeme ya mas de una vezhubiera perdido aquel pequeño ascendente que tú misma me has confesado. es verdad de que ya ha mudado aquella monotonía de las conversaciones de la mayor parte de nuestras bellas: las tertulias se animan, y se oyen cosas que antes estaba prohibido pensar; pero tambien lo es que la guerra civil está en tu sexo y como de su volntad a la del sexo esclavo no hay mas que un paso; estamos muy en peligro de que por alguna travesura del hijo de Afrodita, nos veamos a ver en alguna tragedia sangrienta.
Vuela pues, mágica mía, vuela con todo el sequito de tus gracias y derrama en tu corazón de tus amigas aquella dulce persuación que todo lo arrastra. Yo te conjuro como Xerxes* a Thargela, para uqe me ganes, no en el coprazón de los Generales sino de tus amigas. Tu sabes Por experiencia el influjo del sexo sobre nuestras opinoones y les pondrás hacer conocer el mal o el bien que nos pueden causar según lo manejen. ¡ Qué bendiciones no mas darán hasta las mas heladas sobre quienes no tiene ya el imperio de tu hermosura!.
Quizás alla e tu picarillo corazón creerás que mi interés es solo el que me mueve a llamarte con tanta instancia. No, no interrumpiría solo por mi comodidad el razonado epicureismo en que vives; pero ya que la patria te necesita. ¿Podré dejar de alegrarme con la esperanza de volver a gozar de tu amable compañia? Suspiro por este momento, y ruego no me lo retardes.
- Jerjes
Si yo tuviera que escoger entre los mas legisladores, quizás preferiría entre todos a pen. La envidia no ha pedido imputarle crimenes, y ha hecho leyes con el único objeto de poner al globo bajo el imperio de la naturaleza.
Este Platón del Nuevo Mundo (y creo honrar al Platón de Grecia explicandome así) era un hijo de un Almirante inglés que Cromwell lo había estimado, lo mismo que los dos estuardos que subieron al trono de Gran Bretaña después de este malvado feliz. Pen el marino, había empeñado de su fortuna para sostener las expediciones que se le habían encargado y no teniendo el Estado con qué pagarle durante toda su vida, propuso a su hijo, para indemnizarlo, la donación de un territorio inmenso en la América, a orillas del rio Delaware, situado a 40 grados. El jovén Pen acpetó la oferta de su Soberano, no para hacerse despota, sino para cultivar aquellos desiertos y hacelos el asilo del género humano.
Pen tenía una política propia, muy diferente de la de ese código razonado de los latrocinios que se llama Derecho de gentes, no creyo su Soberanía legítima adquirida por donación del gobierno inglés. A su llegada, lo primero que hizó fue comparar a los indigenas el país que proponía cultivar. le dió un nombre y un ejemploa la europa que admirará, pero que no tendrá valor de imitar.
la Legislación de este grande hombre es la de la naturaleza. Los Pensilvanios fieles a ella no tienen que quejarse de sus rigores: su clima es templado, habitan una tierra que se presta con facilidad a la cultura, su población semejante a la de esa Sichia¹ que se llamaba la fábrica de la especie humana, se dobla cada quince años según calculos de Newton de la electricidad.
la Pensilvania tiene un medio donde asentarse que no tienen los otros pueblos de los dos contienentes. Ella mira la guerra, como un crimen de lesa sociedad. Cuando se propuso que se armasen para disputar la Francia los desiertos helados de la Arcadia²; se negaron diciendo: Los hombres son de un barro que se desmorona por si mismo, sin que sea preciso que nosotros vamos a ayudar a destruirlos.
Cuando el penúltimo siglo de los Maquiavelos de las cortes de España y de Portugal, esos hombres no sabían conquistar sino degollando, vieron establecese a la sombra de la paz y de las leyes, esta república de filósofos, se sonrien de lástima y pronosticaron pronto su ruina. Felizmente las profecías salieron falsas, y los pensilvanios que cambiaron sus desiertos en ciudades, han fundado en el Nuevo Mundo un imperio mas estable, que el de los europeos que cambiaron las ciudades en desiertos.
- 1. Sithia
- 2. La actual Canadá