La última pena
La noche avanza tendiendo su manto
cubriendo los rayos del ardiente sol.
Veloz, presuoroso ya viene el encanto
de un cielo estrellado, dibujo de Dios.
Cumpliendo el mandato que la ley señala
los guardias se aprestan para hacer sentir
la última pena, crujen las cadenas
y el reo penoso llegó a balbucear ...
«Escuchen por favor, dice con gran dolor,
se que voy a morir, cercano está mi fin
que digan a mi juez mi última voluntad
para mi madre un beso y un último adios.»
Ceñidas sus manos por grillos y esposas
llevando en su pecho la luz del señor
el pobre penado de faz angustiosa
sus últimas frases oró con fervor
sus manos crispadas al rendir la vida
su boca entreabierta hizo concebir
su último aliento, la madre querida
para quien un ruego supo balbucir.