Julieta y Romeo/Comentario
Si yo fuera crítico…
Dos veces me han conducido mis circunstancias particulares á ocupar las columnas de un folletin con mis revistas críticas, y ambas veces la pluma me ha quemado la mano.—No hay cosa ninguna que gaste el corazon y seque tanto como la crítica.
Si yo, pues, fuera crítico,—lo que Dios espero que no permita ya mas—juzgaria las obras bajo tres diferentes aspectos: como obra de imaginacion, como trabajo histórico ó como cuadro social.
Juzgaria siempre la obra tal como la hubiera escrito el autor, no como pudiera haberla escrito; mi crítica no seria individual; y á las obras hijas del corazon, á las obras inspiradas por una calenturienta imaginacion de veinte y cinco años; á las obras, por fin, que llevaran el sello de circunstancias particulares y que por estas pudieran creerse motivadas, no pediria ni la gravedad, ni la meditacion, ni los helados arranques de la edad madura.
Si me llegara á las manos por ejemplo la trajedia que se acaba de leer, la juzgaria puramente como obra del corazon; no buscaria en ella ni las formas ni las reglas clásicas, y no culparia, severo Aristarco, al autor, por no haberla calzado con el coturno de Cleopatra y vestido con la túnica de Lucrecia.
Y tales observaciones hago, porque sé de antemano lo que sucederá.
Ese nuevo buque que lanzo resueltamente al mar y que enarbola su modesto pabellon, sufrirá no pocos embates y vaivenes antes que pueda tornar al puerto, y quiera Dios darle fuerzas bastantes para resistir, sereno, cuando ruja atronadora la tempestad!
Sí, sé lo que sucederá!
Comenzarán por preguntarme: qué es trajedia?—ya que tal es la denominacion que doy á mi obra;—me citarán los clásicos griegos, y acabarán por hablarme de Shakespeare, de Rojas, y de Soulie.
Yo no sé si mi obra es trajedia; yo no sé mas sino que Julieta y Romeo es mi obra del corazon, como fueron mis Flores del alma la obra de mi venganza, como es mi N. de V.—las poesías que voy dentro breves dias á publicar—el fruto de todo un año de felicidad pasado á los piés de un ánjel.
Yo no sé mas sino que mi Julieta no es ni la Julieta de Shakespeare, ni la de Soulié, ni la de Rojas.
Mi Julieta es una Julieta mia, que yo conozco, que yo respeto, que yo admiro; una Julieta á la cual debo los pocos dias de sol que han alumbrado mi agitada vida.
Tambien conozco á Romeo.
Tambien existe entre ambos un Capuleto.
Por lo demas, y no debiera dar semejante satisfaccion ni al público ni á los periodistas, mi Julieta y Romeo, mi pobre drama ha sido escrito en dias, en horas, aguardando el aprendiz en mi antesala las cuartillas de papel para llevarlo a la imprenta—precipitacion forzada, que me ha hecho luego ver en las pruebas no pocos defectos que mi indolencia me ha impedido correjir.
Sin embargo, aunque escrita con precipitacion, hace ya tiempo que tenia pensado y trazado el plan de esta trajedia; hace ya tiempo que la personificacion del amor rodeada de todo poético idealismo, era lo que yo deseaba poner en escena.
Tenia un cuadro, me fallaba un marco, y escojí los trájicos amores de Julieta y Romeo, romancesca tradición que en toda su pureza nos han transmitido las empolvadas crónicas, poética parábola quizá, que santifica el amor, y á la cual ni Shakespeare ni Rojas, ni Soulié, ni Romani han podido quitar su novedad. Los amores de Julieta y Romeo no morirán nunca.
Las lágrimas que han asomado á mis ojos mientras escribia algunas escenas de esta trajedia, han borrado mas de una vez las letras que trazaba mi pluma. Ciertas situaciones hay en mi obra que hacian vibrar una cuerda demasiado sensible en mi corazon, para que impasible y sereno pudiera transmitirlas al papel.
Pero todo esto qué le importa al crítico?
Qué monta á sus ojos todo un tesoro de lágrimas, si los críticos no tienen corazon?
Oh! los críticos!
Los críticos como creo haber dicho en otra parte, son no mas que los eunucos de la inteligencia; su mision se reduce á permanecer de pié en el umbral del dorado serrallo de las ilusiones, sin serles permitido entrar á gozar la magia de sus encantos, la poesía de sus sueños.
El autor de esta obra creerá pagado con usura su trabajo si una mujer, una mujer á quien en secreto está destinada, y que ejerce sobre su vida una poderosa influencia, encuentra fieles algunas palabras y halla un eco en la resignación de Julieta. Pedirle á esa muger una lágrima de sus bellos ojos, seria pedirle demasiado. El poeta se contentará con una mirada y con que le tienda tal vez la mano el día después de haberle entregado el drama.
Y ahora bien, digo yo á mi vez, qué montan todas las críticas del mundo al lado de esa lágrima ó de esa mirada?
Y mediante que he dicho ya algalias palabras que me hubieran quemado los labios si no las hubiese dicho, no me queda mas que retirarme á deshojar nuevamente el libro de mi corazon para encontrar una nueva página que me proporcione una nueva historia.
Barcelona 17 Abril de 1849.
Nota. He observado, al leer lo que acabo de escribir, que tan pronto llamo á la obra que antecede drama como trajedia. Esto probará tal vez á los críticos que el autor no la cree ni lo uno ni lo otro.