Julieta y Romeo/Acto 3/Escena 3
Solo estoy… solo estoy!… pero me aterra
tal soledad.—El corazon me oprime
el silencio mortal que reina en torno…
Me ahogo aquí… me ahogo…—Tengo frio!—
Parecióme una vez que de mis pasos
al repetir las bóvedas el eco,
alzaban su cabeza descarnada
los nobles Capuletos que aquí yacen,
y el rumor espantoso de los huesos
al chocar entre sí, distinto oia,
y murmullos lejanos escuchaba,
y fosfóricas luces distinguia!
El espanto me heló! Delirio insano
mi mente fascinó. Vi que las tumbas
ancha su boca y sepulcral abrian.
y fuera los cadáveres echaban,
y todos sobre mi se abalanzaban,
y todos hacia mí se dirijian,
y moviendo sus brazos de esqueleto,
fatídicos siguiendo mi camino,
con voz fatal que el eco prolongaba
á mi oido gritaban: asesino!
Espantosa vision!
Espantosa vision! Siempre sepulcros!
Manes sagrados de la noble raza
á mi estirpe enemiga, Capuletos,
duerman en paz vuestras guerreras frentes
en sus lechos de piedra; no irritados
al verme entre vosotros abatido
levanteis vuestros brazos descarnados…
yo vine aquí… yo vine.…—Á qué he venido
Para qué vine aquí?… Porqué bajado
á la mansion eterna del olvido?…—
Tenia el corazon despedazado…
me sentia morir!…
me sentia morir!… Mi mente débil
no puede recordar…
no puede recordar… Oh! Dios! Julieta!
Allí está… allí está!… Ya en el sepulcro
descansa en paz su inanimada frente!…
Quiero verla otra vez!… yo quiero verla
La han dejado morir!…—Padre culpado
Quiero morir con ella! Yo en su tumba
mi postrer sueño dormiré á su lado.
Quiero morir!… morir! Donde hay un hiero?
donde un puñal?… No hay nada que me mate?
Bendicion!… la sortija… mi sortija!
Ya tuyo soy, Julieta!
Ya tuyo soy, Julieta! Pobre mártir!
Mi amor te fué fatal. Yo de tu vida
la pura y casta fé rasgué á pedazos,
cuando una noche de locura y vértigo
ébria de amor te recibí en mis brazos.
Dios en tu corazon puso su imajen:
no debia un mortal, oh! no debia
elevarse hasta tí.—Volaste al cielo!
Mi amor, lo sé, mi amor no merecia
encenderse en la llama
que allá en tu corazon sagrada ardia!
Pronto, Julieta, pronto seré tuyo!
El veneno eficaz que arde en mis venas
pronto tuyo me hará. Mujer celeste,
perla pura de amores, escondida
por Dios en el tesoro de mi vida,
pues conmigo partiste tus amores,
tambien conmigo partirás tu tumba.
Anjélica mujer, si Dios me diera
el escuchar tu voz solo un instante,
oirte una palabra todavia,
de amor una palabra cariñosa
por tus labios de cielo pronunciada,
yo la muerte gustoso aceptaria,
y de Romeo el alma enamorada
en éxtasis de amores subiria
del cielo hasta la bóveda azulada.
Eternidad de Dios!… Es ya el veneno
quién turba mi razon?… Aquella mano,
aquella mano, si, yo la he sentido
estremecerse…—No, delirio insano!
En todas partes agolparse veo
cien visiones fantásticas…
cien visiones fantásticas… Romeo!
Ah!… es mi nombre!… Mi nombre repetido
por la anjelica voz de mi Julieta.
Romeo!… donde estás?… No me has oido?
Dios escuchó mis ultimas plegarias
y el oirla otra vez me ha permitido!
Celeste ardor mi corazon inflama.
Desde la eternidad su voz me llama
Que oscuridad! qué sueño!… No recuerdo
porque en este lugar… Mi mente inquieta
procura en vano… en vano… tengo miedo!
Romeo, ven!
Romeo, ven! Aguardate, Julieta!
no tardaré en morir.
no tardaré en morir. Oh! mi Romeo!
lo recuerdo ya todo. Misteriosa
su voz me lo anunció. Talerm me dijo
«bajarás á una tumba mentirosa
dó irá Romeo á demandar su esposa.»
Oh! no me desperteis!
Oh! no me desperteis! Talerm diria:
«baja al sepulcro en busca de Julieta;
muerta la creen todos; vé no tardes,
un brevage la di.»
un brevage la di.» Cielos! qué escucho!
Si sola en esos sitios sepulcrales
me hubiese hallado, sí… oh! si por cierto!
el terror, y la angustia, y el martirio,
oh! no lo dudes, no, me hubieran muerto
Oh! Julieta, háblame!… Por Dios que me hables!
que escuche yo tu voz!
que escuche yo tu voz! Oh! todavía,
todavía los cielos nos reservan
inefables momentos de alegría.
Tornarán los instantes de dulzura
que, en brazos uno de otro, transcurrian
con sus horas de vértigo y locura;
tornarán esas noches voluptuosas
por la luz de la luna iluminadas,
noches enteras del amor, pasadas
á la sombra de bóvedas frondosas
bajo un techo de ramas olorosas
por la nocturna brisa acariciadas.
A oir, amado mio, tornaremos
de la alondra el cantar, y á sus cantares
de amor nuestros suspiros mezclaremos,
y cual antes, mi bien, por las estrellas
as horas que transcurran contaremos.
Ay! no me hables asi! Tu voz querida
me hace daño, mi bien!
me hace daño, mi bien! Lloras, Romeo?
Di, qué tienes encanto de mi vida?
Pesar secreto en tus miradas leo!
Tú no comprendes, no!… yo te creia
sin vida ya, que exánime en la tumba
mis ojos te han mirado, vida mia!
Entonces… yo no sé!… mas he sentido
que el dolor en mi pecho penetraba,
que opreso el corazon, de muerte herido,
á pedazos, mi bien, se desgarraba,
y frenético, loco, delirante,
pues sin tí mi existencia despreciaba,
intenté…
intenté… Qué intentaste?
intenté… Qué intentaste? Vete, vete…
te aborrezco!
te aborrezco! Dios mio! que lenguaje!
No, te adoro, mas vete!
No, te adoro, mas vete! Cielo santo!
por piedad!…—desfallece!—dime, dime,
habláme!… por favor!…
habláme!… por favor!… Sufria tanto!
qué hubieras hecho, dí, mi bien querido,
si cadáver me hubieses encontrado?
Á buscarte al sepulcro hubiera ido.
Muerto hubiera tambien.
Muerto hubiera tambien. Pues yo he creido
que muerta estabas tú.
que muerta estabas tú. Justicia eterna!
Voy á morir. El corazon te adora.
Te seguiré tambien.
Te seguiré tambien. Ay! el veneno mi pecho todo abrasador devora… siento un volcan… aquí!… Dame tu mano, tu mano… por piedad! </poem>
tu mano… por piedad! Oh! yo no quiero,
yo no quiero que mueras!… lo has oido?
Debes vivir para mi dicha toda.
En el cielo, mi bien, mi bien querido,
en el cielo quizá nos hallaremos
y felices allí nos amaremos.
Ven, mi Julieta, ven, á Dios oremos!
Ay! no puedo!… Dios mio! y á dejarla
condenado me veo?… Tan hermosa!
Tan hermosa, Señor!… Piedad divina!
siento la muerte ya… ya está vecina.
Mi corazon… oh Dios!… queda… contigo…
Adios, Ju…lieta… a… dios!
Adios, Ju…lieta… a… dios! Oh! ya te sigo.