Juan el Loco
CUATRO PALABRAS DEL EDITOR
El modesto y simpático autor de este bellísimo poemita, vivía, ó mejor dicho, vegetaba allá por el año 81, en un apartado rincón del pueblo del Tala.
Disponiendo yo por aquel entonces de una pequeña hoja de publicidad, cúpome la satisfacción de hacer conocer algunas de sus composiciones poéticas, y el placer todavía mayor de merecer su amistad y la dedicatoria de Juan el Loco.
José A. y Trelles, que asi se llama el poeta que hoy tengo el gusto de presentar al público, no es hijo de esta tierra; vió la luz bajo el mismo cielo que arrulló la cuna de Campoamor y Nuñez de Arce. Español de nacimiento es oriental de corazón, pues en este suelo ha constituido su hogar, en el que además de las caricias de una tierna esposa, goza del inefable placer de recibir el calor de los besos de un hijo.
Trelles, por lo tanto, casi puede ser considerado como hijo de esta tierra, si por su talento no tuviera derechos adquiridos á la pública estimación.
El autor de Juan el Loco empezó, como todos los que llevan en su alma el fuego de la inspiración, cantando al amor que, segun él:
"...da al aire olor, rosas al prado,
"Suave voz al alado
"Bardo gentil que entre la selva anida."
A él le pidió también la fuerza necesaria para escalar el pindárico monte, ansioso, sin duda, de alcanzar un laurel para su amada. Su impaciencia se revela aquí:
"Llévame de una vez, llévame donde
"Lo ignorado se esconde,
"Que escalar quiero el templo de la Gloria!"
En otra tierra, Trelles, avivado por el estímulo y la satisfacción de ver producir el fruto de su inteligencia, hubiera logrado un respetable lugar entre los hijos mimados de la gloria.
Esperando agostó su juventud, esa
"Isla cielada de la mar bravia."
"Esos recuerdos que en el alma deja
"La adorada mujer cuando se muere."
La desilusión, el dolor despues....todo contribuyó á volverle escéptico y á hacerle llamar al amor, á ese amor que en otrora fué su númen:
"Niebla que flota aérea sobre el lago,
"Y que al primer amago
"Del sol primaveral se desvanece."
Fué mas allá en su desesperación, pues llegó á dudar de la virtud, á la que llamó:
"Sonoroso juguete del lenguaje,
"Blanquísimo ropaje
"Conque se cubre la miseria humana!"
Trelles, falto de emulación, ha colgado la lira, pero hoy ya no duda del amor ni de la virtud, porque tiene á su hijo y á su esposa que embellecen su existencia.
Lástima es que las exigencias materiales de la vida no le permitan continuar la tarea que, con tanto acierto, empezó el autor de Juan el Loco.
Sus producciones serían saludadas siempre con aplausos, como lo será la presente, cuya dedicatoria agradezco de corazón al amigo.
JUAN EL LOCO
CANTO I
La dulce aurora con rosados dedos
Descorre el velo que la luz oculta.
Y con tintes mas bellos que en el Bósforo
El matinal crepúsculo se anuncia.
Hermosas nubes de amaranto y rosa
En el lejano espacio se dibujan,
Y la plomizas sombras, pavorosas,
En las sombrías selvas se sepultan.
Despierta el aura y las flexibles ramas
Con diestra mano enamorada pulsa,
Himno primero que natura envia
Al Supremo Hacedor en las alturas.
Las gayas flores de encendidas tintas
Se alzan y el beso de las auras buscan,
Mientras el rio que á sus plantas corre
Mece sus tallos y de amor susurra.
El blanco cisne, desvelado, agita
El del lago poético nenúfar,
Y los fáunos y druidas de los bosques
Descansan hora de sus danzas lúbricas.
En la penumbra de elevado monte,
Que ya del sol los resplandores bañan,
En el césped mullido, imberbe jóven
En indolente posición descansa.
Tiene en sus manos sonorosa lira
A la que notas de placer arranca,
Imitando el concierto de las aves
Que el bosque pueblan y la humbria cercana.
Canta despues, y en voladora estrofa
Todos sus sueños deposita el alma,
Y es su voz dulce como el dulce arrullo
Conque á las aves enamora el aura.
"Madre de amor, escúchame; tú eres
"El solo cielo de la vida, tú hallas
"Belleza solo en la bondad divina,
"Y en el santuario del amor tributas
"Férvido culto á la virtud; tú al lábio
"La copa acercas del divino néctar
"Que las pasiones mundanales mata;
"Tú, del amor en los ardientes brazos
"Hasta la suma perfección nos llevas;
"Tú el mundo ensanchas, y en ignotos cielos
"De ilimitada estensidad, la mente
"Arrojas para que halle el insondable
"Arcano del misterio. ¿Quién iguala
"Tu omnimodo poder? ¿No eres acaso
"Tú quien coloras con carmíneos tintes
"Los lábios de la virgen, y en la núbil
"Pupila el fuego del amor enciendes?.
"¿Las dulces Musas que en el templo délfico
"Colóquios misteriosos sostenían
"Con el divo Platón, y aquellas otras
"Que arrancaban dulcísimos arrullos
"Al nido de las tórtolas de Dódona,
"O inspiraban oráculos sagrados
"De Délfos á la ardiente Pitonisa:
"¿No eran tus hijas, di?"—
—Calló el mancebo,
Calló, y en tanto el murmurar del rio,
Y el suave aliento de olorosa brisa,
Transformando los árboles on arpas,
Y en dulces liras las dolientes hojas,
Regalaron su oído como suelen
Hacerlo á veces las querellas tiernas
De la mujer á la que el alma rinde
Secreta adoración. Calló, y sonriendo,
Alzó de nuevo la orgullosa frente
En la que el fuego de ilusión mentida
Brilló con nuevo ardor. Calló, y llevando
La blanca mano al corazón que quiere
Loco, saltar de su prisión estrecha,
Los rojos lábios entreabrió y con fuerza
Quiso aspirar el cielo con su aliento,
¡Y sin sentir siquier.... quedó dormido!!...
Cual de otro mar la siempre hermosa Vénus,
Un mundo de fantásticos colores,
Bello, cual nunca lo soñára el génio.
Rios de luz sobre los verdes montes
Vierte á raudales esplendente Febo
Y cual rotondas de cristal las cimas
A los ojos se muestran del mancebo.
Rica y esplendorosa pedrería
Semejan las cascadas desde lejos,
Como si en verde estuche de esmeralda
Las arrojáran invisibles génios.
Palmas y sicomoros que se mecen
Al blando soplo de amoroso zéfiro,
Tienen, cual rica alfombra, verde mirto,
Y olorosos jazmines como cetro.
Junto al claro nopal el áloe oscuro
Por cuyas pencas, con ardiente anhelo,
La poética adelfa alza sus flores
Que dan al aura cariñoso beso.
Luego, la luz tranquila del crepúsculo,
La muda soledad, el vago acento
Del murmurante lago, la ambrosia
De la silvestre flor, el aletéo
De las canoras aves de la selva,
La mente embriagan, y en febril deseo
El gozo se convierte; y súbito oye
El compás de armoniosos instrumentos,
Las dulces notas de una lira, el sordo
Vago rumor del mar; ora de Homero
El cántico inmortal bañado en ondas
De armonía y de luz; ora el acento
Conque cantó la plácida Sofia
En el convite de Platon, mas lleno
De dulzura suavisima, que el himno
Del inmortal Baquilides.
Y en medio
De aquel tan bello panorama, donde
Luces y aromas, cánticos y acentos
Aúnanse en tan rítmica armonia,
Ve una mujer mas bella que un ensueño,
Mas dulce que la luz de una alborada,
A la que acaso prodigó el Sabéo
Delicados aromas, en quien puso
Quizá Golconda sus diamantes bellos,
A quien sus galas regaló Lutecia,
El Indo perlas y la selva acentos.
Una mujer hermosa, muy hermosa,
Con ojos negros y cabello negro,
Que sobre blanca, vaporosa nube
Acercándose vá; su níveo seno,
Mal velado entre tules perfumados.
Incitalo al placer; sus entreabiertos
Purpúreos lábios que un suspiro exhalan,
Pedir parecen á sus lábios secos
Un beso ardiente, sonoroso, dulce,
Un ósculo sin fin como el deseo.
¡Ay! y aquella mujer con blanca mano
Que se acerque le indica, y el mancebo
Al escuchar su voz, su voz suave,
Quiso correr y....despertó del sueño...
De la poética lira cayó el plectro,....
Y el espacio llenaron notas dulces,
Como el callado susurrar del céfiro....
"Con su hálito potente
"A hacer brotar en el desierto palmas....
"Abrasáos en él, pobres mortales,
"Que el amor á raudales
"Surgirá del incendio de las almas."
"Hace al mortal dichoso
"Si le sigue doquier con loco anhelo;
"Tú la virtud escondes en el alma,
"Y haces que, en santa calma,
"Goce en la tierra el bienestar del cielo."
"Suave voz al alado
"Bardo gentil que entre la selva anida;
"Blanca espuma á la mar, nubes al cielo,
"Rumor al arroyuelo,
"A los racimos miel y al campo vida."
"Bajo tus alas bellas
"Está mi porvenir, está mi historia;
"Llévame de una vez, llévame donde
"Lo ignorado se esconde
"Que escalar quiero el templo de la Gloria!"
A donde el éco de su voz llegaba,
La gente que lo oia,
Conociendo en su acento al que cantaba,
De placer y emoción temblando el lábio
Entre sí se decía:
¡Oh! ¡Qué bien canta Juan!... ¡Parece un sábio!!

CANTO II
En el reloj del tiempo un año apenas
Ha transcurrido, y ¡ay! al pié de un árbol
Juan, aquel Juan que un sábio parecía,
El rostro oculta entre sus manos blancas,
Cual suele el ave entre la nivea pluma
Su cabeza ocultar cuando se duerme.
Tal vez medita. ¡Meditar! Hay horas
En las que el alma se recrea y sueña,
En que la mente con placer evoca
Dulces recuerdos de otra edad. Hay tardes
Melancólicas, dulces, bellas como
Esos recuerdos que en el alma deja
La adorada mujer cuando se muere.
Y es una de ellas la en que el pobre jóven
Meditabundo al pié del árbol yace.
El sol con rayos cariñosos dora
Las hojas de los árboles: los hilos
De aquella fuente que cercana corre
Blancos cordones de pulida plata
Esplendentes imitan; torna el ave
A la rama do amante tejió un nido,
Y espera allí su dulce compañera,
Tiernas endechas formulando, en trinos
Regalados de músicas divinas.
Aura sutil en ósculo de amores
Va repartida entre las flores gayas,
Y melódicos sones, como grato
Coro celeste, en el espacio inmenso
Siéntense, como un himno de alabanzas
Prodigados á Dios por los Querubes....
Iergue de pronto la abatida frente
Con arrogancia musitada, como
En el árido campo del desierto
Orgulloso el Leon, que su melena
Al céfiro fugaz regala ufano.
Y centellantes los hermosos ojos,
En torno gira con marcado empeño,
Cual si buscara con afán alguna
Visión que acaso á su memoria trae
Fugaz recuerdo de mujer que ha amado.
Mas ya el fulgor ha muerto; ya no brillan;
Súbita sombra los veló, y dos lágrimas
Cáen por sus mejillas, semejando
Limpidas gotas de rocío, y acaso
Son mas ardientes que la lava misma
Que vomita un volcán.
Con voz pausada
"¡Oh, juventud!—esclama,—¡Cuán breve eres
"Isla cielada de la mar bravía,
"Oásis del desierto, frágil vidrio
"Que sólo... sólo en tu bruñido espejo
"Reflejas la ilusión, y á nuestros ojos
"Su brillo muestras, ocultando pérfida
"El dardo cruel de horrible desengaño!!...
"¡Ay!... —volvió á repetir dando un suspiro,—
"—Tú el eslabón de brillo mentiroso
"Eres, que aúnas la niñez tan pródiga
"De sueños y locuras, con la escuálida
"Y achacosa vejez; tú vistes todo
"Con el color de la ilusión, tú engendras
"La sed del alma, que del cielo trajo
"Vago recuerdo de belleza, y quiere
"Apagar esa sed, rindiendo culto
"Al deleznable polvo de la tierra.—
"El alma!... ¿Cómo? ¿De dó viene? ¿Dónde
"Se elaboró ese espíritu que goza
"Si á quiméricos sueños, si á delirios
"De belleza y verdad loca se entrega
"Y guarda en los arcanos de su fondo
"La vil codicia, la asquerosa gula,
"La torpe envidia, la ambición insana,
"El innoble rencor y tantos otros
"Vicios que, monstruos de afiladas garras,
"El corazón despues hacen pedazos
"Con insaciable afán?..................
Y apagóse su voz en el espacio
Cual la nota postrera de un lamento
Que la duda arrancó; calló y en sombras
Miró trocarse del tranquilo día
La clara luz, y en báquico ruído
La silenciosa paz. Temblor nervioso,
Como eléctrica pila, por sus miembros
Que discurría sintió. Sintió agitado
El torturado corazón, y entrambas
Manos llevó á la sien, que parecía
Querer romperse al batallar cruento
De mil ideas que, en horrible enjambre,
Del cerebro los ámbitos llenaban......
¡Ay!...y ante el peso de tan ruda lucha
El sueño lo sorprende....¡¡Horrible sueño!!
Plintos caídos, destrozados zócalos,
Informes calaveras, esqueletos,
Ve alli, esparcidos por la torpe mano
De siglos que han pasado, y todo sobre
Arido o campo que la vista aterra,
Frio y glacial como el olvido mismo,
De palúdicas aguas, exhalando
Mefiticos miasmas, fiebre ardiente
Engendran en su ser; y luego escucha
Bélico estruendo, carcajada histérica,
Horroroso lamento, ahogados ayes,
Que el alma llenan de pavor, y entre ellos
Cree oir del Dante la indignada estrofa,
La risa amarga del sin par Cervantes,
De Lord Byron el hondo escepticismo,
El Lamento de Job, y de Isaías
La amenaza cruel. Y ve mas tarde
Acercarse hácia él con lento paso
La misma Gloria que anhelara tanto,
Arrastrando á sus piés los mil mortales
Que anhelan sus caricias imposibles,
Y malgastando el hálito de vida
Tropiezan impensados con la muerte.
Ve la lucha del génio en el gran Lope
Con sus dos vocaciones batallando,
Ve á Shakespeare luchar entre los dulces
Ensueños de su génio y los cuidados
De vil palafrenero, y de Molière
La triste humillación ve de su oficio,
En batalla cruél con la nativa
Grandeza de su alma. Mira luego
Mares de llanto de naufraga el hombre
Cansado de luchar con el destino,
Crímenes de ambición donde es la víctima
La virtud ó el amor; negras cadenas
Conque la ruda Tiranía aherroja
La santa Libertad; nubes rojizas
Que del vapor de humana sangre surgen
Y envuelven, cual con púrpura, los frios,
Lívidos esqueletos de los héroes!!!....
¡Horrorosa visión!!... Todo se agita,
Todo entre sombras se confunde y mezcla,
¡Ay! y el mancebo de mirar no acaba
La amarga realidad. Descubre luego
Nefando grupo de asquerosos seres
Que representan las pasiones todas,
Y en horrorosa, repugnante danza
En torno giran de beldad que aduna
La hermosura siniestra de la antigua
Torpe Trajedia, con la irresistible
Seducción de la edénica serpiente!!....
Reconoce en esta última la dulce 1600
Imágen bella que soñado había,
Y, dando un grito, despertó.....
Aquel sueño
Robó el color á sus megillas tiernas,
Dejó el espanto en sus ardiente ojos,
Y en el alma el Titán de eternas dudas.
Hizo en sus cuerdas que el dolor vibrára,
Y con acento pavoroso y ronco
Resonó su canción en las montañas.
"La ilusión vaporosa
"Que mi razón oscureció, no existe....
"La amarga realidad me la ha ahuyentado,
"Y, ¡ay de mi! me ha dejado
"Por siempre enfermo, para siempre triste!.."
"Flor de la Primavera
"Que al morir de la tarde languidece;
"Niebla que flota aérea sobre el lago,
"Y que al primer amago
"Del sol primaveral se desvanece."
"Soporoso beleño
"Que el dolor de la vida lenifica;
"Es la inmortalidad una locura,
"Pues que ofrece ventura
"Despues que el existir se sacrifica."
"Con la paz y la calma
"Huye la fé... tan solo es frase vana,
"Sonoroso juguete del lenguaje,
"Blanquisimo ropaje
"Conque se cubre la miseria humana."
Y un sollozo anudando en su garganta,
Con desaliento mira
La fuente que suspira,
La avecilla que cerca alegre canta,
Y la flor que levanta
La corola al ambiente que él respira.
Y al escuchar la campesina gente
Tras su cantar doliente
Las postrimeras notas
Que exhalaron las cuerdas al ser rotas.
Abandonando el campo poco á poco
Propagaron llorosos por la aldea
Que, el antes sábio Juan, estaba LOCO!!....