Josef Ribera (Retrato)
JOSEPH RIBERA.
editar
Italia y España se han disputado la cuna de este excelente Pintor, como si la casualidad del nacimiento de un hombre grande pudiera dar verdadero lustre á pais alguno, quando ni con sus exemplos ni con sus instituciones ha contribuido á la formación de sus talentos. Es cierto sin disputa que Ribera nació en Xátiva en el Reyno de Valencia, y que los primeros elementos de la pintura los bebió en la escuela de Francisco de Rivalta: mas era muy niño todavía, quando el ansia de adelantar le conduxo á Italia y a Roma, en cuya Academia se aventajo tanto, que viéndole tan muchacho y tan aplicado, le pusieron el Españoleto: nombre que su talento ha inmortalizado, y con el que la posteridad le conoce.
Sin auxilio, sin recomendación alguna el jóven Ribera vivía en Roma sosteniendo apenas su mendiguez con los desperdicios que le daban los demás dibuxantes de la Academia. Pero la aplicación y el estudio eran el solo alimento de este espíritu totalmente embebecido con su arte. Un Cardenal que le vió un dia dibuxar en la calle, prendado de su aplicación, y viéndole tan andrajoso, le llevó á su casa, le vistió y colmó de regalos. Al cabo de cierto tiempo el pintor abandona á su protector y y se vuelve á hundir en su miseria antigua. El Cardenal encontrándole después le motejó de ingrato; mas Ribera le hizo conocer que con sus agasajos su inclinación se viciaba, y su aplicación fallecía; y que él estimaba en mas las ventajas de su carrera que las comodidades del bien estar. Con un espíritu de este temple era difícil que el Españoleto no arribase á la altura en que se halló después.
Sale de Roma, y marcha casi mendigando á Nápoles. Allí para sostenerse entra en un obrador público de pintura, y pide que le admitan á trabajar. El dueño para tantear su capacidad le mandó pintar una cabeza, executada con tal manejo y valentía por Ribera, que el Napolitano admirado le muestra su casa y bienes, le lleva á su hija y se la ofrece por esposa. Túvolo á burla el Español, y se díó por sentido: mas el otro le replicó seriamente, que mas quería por yerno á un hombre pobre y de habilidad, que á un rico ignorante. La aventura parece de novela; mas lo cierto es, que Ribera se halló de repente casado con la hija de aquel artista, y abundante en riquezas y comodidades. Estas se aumentaron despues en gran manera á fuerza de estudio y de trabajos. Él era el primer hombre de su profesión en Nápoles, y uno de los mas célebres de Italia. Sus quadros buscados á porfía por los Príncipes de Europa, se derramaron por toda ella haciendo la admiración y la delicia de los inteligentes: espectáculo bien agradable y bien honroso para el siglo y la nación en que se da, el del talento, que con solas las alas de su mérito desde una humillación tan baxa, se sabe elevar á altura tan sublime.
Habíase dedicado á imitar el estilo de Caravagio, y con el estudio continuo del natural consiguió aquella valiente manera de claro obscuro que caracteriza sus obras. Parece que este espíritu original quiso separarse del objeto que se proponen los demás pintores; y en vez de ganarse los ojos con las gradaciones, y conmover agradablemente el corazón con objetos bellos y dulces, tiraba á espantar con los contrastes mas fuertes y con la imitación de cosas tristes y horrendas: su pincel terrible y severo prodiga las luces y las sombras, y busca casi siempre para emplearse el horror de los martirios, la austeridad de la penitencia, los accidentes de la vejez, las lóbregas sombras de la noche: entonces es quando el relieve de las figuras manifiesta toda la valentía de su estilo. Sus Profetas, sus Mártires y sus Ancianos tienen impreso robustamente el carácter de su imaginación tétrica y elevada.
Gran número de excelentes quadros executados por este Pintor se conservan en el Escorial, en Madrid y en Salamanca, sin contar la mayor y mejor parte de ellos, que se ve en Nápoles y en Roma. Él murió en la primera de estas dos ciudades lleno de reputación y de riquezas en el año de 1656 á los 67 de su edad. Dexó un discípulo en el célebre Lucas Jordan, que abandonó muy pronto la escuela de su maestro para seguir otro estilo mas rico, mas ameno y mas fácil, y que por sus talentos, su abundancia y sus negligencias es considerado como el Ovidio de la pintura.