Invocación
¡Oh Divino Pastor de las canciones!
Guía serás de mi rebaño lírico.
Confío más en tu saber empírico
que en el acierto de mis previsiones.
Estoy cansada ya de estas laderas,
y siento que mi vida se quebranta...
Para mí el manantial ¡gime!... ¡no canta!
Llévanos, ¡oh Pastor!, donde tú quieras.
¡Lejos, lejos!... Allá cerca del cielo
donde su vuelo audaz el cóndor tiende...
¡Oh! ¡Nada habrá que mi fervor no ofrende
por el goce instantáneo de mi anhelo!...
¿Riesgos?... ¡Avanza! Mi inquietud flamea,
y al paso seguirá mi mansedumbre,
sabiendo que un momento allá en la cumbre,
ebria de luz retozará la Idea.