Insulto
Yo perdonara la traición artera, huésped eterno de tu pecho ingrato, si alguna vez en tu amoroso trato me hubieses dicho una verdad siquiera. ¿Yo perdonarte, infame?... ¡Cuando adquiera todos los bienes que te di insensato, el ardor de mi cándido arrebato, el noble arranque de mi edad primera! ¡Pido al cielo que, en cambio de tu calma, te dé mi pena, y que tu pecho herido llore con sangre la perdida palma!... Mas ¡ay! en vano la venganza pido; que estos males se sienten en el alma, ¡y tú, perversa, nunca la has tenido!