Inmenso ardor de eterna hermosura
Inmenso ardor de eterna hermosura en vuestra dulce faz se me aparece, y en mis entrañas arde y siempre crece con inmortal incendio virtud pura. Con alteza y valor vuestra figura sin igual en mi alma resplandece, y pues ufana sufre, bien merece algún corto favor de su ventura. No puede ser mayor vuestra belleza, y no es ya justo que ceguéis mis ojos, su flaca luz gastando en tanto fuego; que si al pecho mostráis vuestra grandeza, muriendo en llama no daré despojos, los que pudiera dar viviendo ciego.