Iluso
ILUSO
Numerosos ejércitos sin piedad se desgarran
a Jesús invocando se persiguen con odio;
los cañones el aire de pólvora anubarran
y sigue a un episodio de sangre otro episodio.
En el hogar luctuoso gime a solas la viuda;
de Dios la pobre madre —de angustia medio loca—
implora noche y día, con lágrimas, la ayuda;
y es un volcán de súplicas inauditas su boca.
Los campos en estepas la metralla convierte;
la industria y el comercio se acaban en un día:
¡sólo mandan los odios, sólo triunfa la muerte!
Y Cristo paz no pone en la humana discordia
y asiste de los pueblos inerme a la agonía...
¡Iluso que creíste predicar la concordia!
Bayona, Septiembre, 1914.