Poemas saturnianos (1866)
de Paul Verlaine
Il bacio


¡Beso! ¡malvarrosa del jardín de las caricias,
vivo acompañamiento en el teclado de los dientes,
dulces canciones que Amor entona en los corazones ardientes
con su voz de arcángel de languideces encantadoras!

¡Sonoro y gracioso Beso, divino Beso!
¡Voluptuosidad sin rival, embriaguez inenarrable!
¡Salud! El hombre inclinado sobre tu copa adorable,
se embriaga de una dicha que no sabe agotar.

Como el vino del Rhin, y como la música,
Tú consuelas y meces, y la pena
Expira con el gesto en tu pliegue purpurino...
Que otro más grande, Goethe o Will, te dirija un verso clásico.

Yo no puedo, mezquino trovador de París,
Ofrecerte más que este ramillete de infantiles estrofas:
Sé benigno y, como premio, sobre los labios amotinados
De Una que conozco, Beso, desciende y ríe.