Humo y ceniza
Fumaba yo, tendido en mi butaca,
cuando, al sopor de plácido mareo,
mis sueños de oro realizarse veo
del humo denso entre la niebla opaca.
Mas ni la gloria mi ambición aplaca,
ni nada calma mi febril deseo
hasta que, envuelta por el aire, creo
verte mecida en vaporosa hamaca.
Corro hacia ti, mi corazón te evoca,
y cuando el fuego de tu amor me hechiza
y van mis labios a sellar tu boca,
de ellos, ¡ay!, el cigarro se desliza
y sólo queda, de ilusión tan loca,
humo en el aire y, a mis pies... ceniza.