Historia y descripción de la ciudad de La Coruña

HISTORIA

Y

DESCRIPCION DE LA CIUDAD DE LA CORUÑA

POR

DON ENRIQUE DE VEDIA Y GOOSSENS.

La Coruña es aquella, y la alta torre
del encantado y cuidadoso espejo,
que al Brigantino Puerto dá y socorre
con tempranos avisos y consejo.....
BALBUENA.—EL BERNARDO. LIB. XVI. OCT. 126.

CORUÑA.

Imprenta y librería de D. Domingo Puga.

1845.


ADVERTENCIA. editar

Este libro es mas bien fruto de un conjunto de circunstancias casuales, que de un plan meditado.

Dos años hace que un distinguido literato reconoció detenidamente, y sin mas objeto que su ardiente amor al estudio, los privilegios de esta ciudad, clasificándolos, poniéndolos en órden cronológico, formando un índice y el extracto de su contenido, y copiando íntegros los que le parecieron mas notables y curiosos. Fuí en parte, testigo de este trabajo, y dotado, no de las mismas luces, pero sí de igual aficion á nuestras cosas antiguas, pensé en aprovechar una época de ocio, á que me ví involuntariamente condenado, y me atreví á ir adelantando la misma materia, adquiriendo cuantas noticías podia sobre sucesos de esta ciudad, y recogiendo datos relativos á ella, de manera que insensiblemente me encontré con un cúmulo de papeles, que coordinado debidamente, podia formar una narracion clara, sencilla y fiel de las vicisitudes de este pueblo. Faltaba sin embargo, la hilacion de los sucesos, y para esto, era preciso reconocer el archivo del cuerpo municipal, en el que debian hallarse los materiales que fuesen necesarios. Y debo decir, que á la mas ligera insinua,cion, merecí á aquella corporacion ilustrada, la fineza de franquearmele para su exámen. Con esto, lo que en un principio habia sído mero entretenimiento, se convirtió en un verdadero trabajo, pero cuando le ví algo adelantado, tuve por cobardía y flojedad el abandonarle, y reuniendo mis escasas fuerzas, resolví darle cima, y ofrecerle al público.

Sin querer hacer alarde de mi tarea, puedo decir que me ha costado no pocas diligencias, gestiones, y trabajo material: y esto lo comprenderán con facilidad las personas medianamente versadas en nuestra historia; ha habido siempre tan poco esmero en la consevacion de documentos y papeles antiguos, que no es cosa muy llana y hacedera tejer el bosquejo histórico de una poblacion, de la cual, no sé yo que nadie hasta ahora, haya tratado especialmente. La general de Galicia, que pudiera haberme ilustrado, me ha servido de muy poco, porque puede decirse que no existe. Los Anales de Huerta comprenden solo la parte mas antigua; ocupóse mucho en la lucha con el Imperio Romano, y despues del nacimiento del Salvador, en asuntos eclesiásticos, en la aparicion del cuerpo del Apóstol y en los Santos que Galicia ha dado á la Iglesia, pero apenas trató de la Coruña, refiriendo solo la venida de Julio Cesar á su puerto. Tampoco pude utilizarme de las "Armas y Triunfos" de Gándara, compilacion puramente genealógica reducida á esplicar la sucesion de familias, pero no las vicisitudes del pais. Ha sido fatalidad, que hayan perecido muchos escritos relativos á él y de autores distinguidos. Segun D. Nicolás Antonio en su Biblioteca, ilustraron la historia de Galicia nada menos que seis escritores que fueron Alfonso de Nova, Atanasio de Lobera, Gregorio de Lobarinhas, Juan Salgado de Araujo, Felipe de la Gándara y Rodrigo de Peñuela. A fines del siglo XVII la escribia el P. Juan Alvarez Sotelo, en


PARTE PRIMERA. editar

Historia y Antigüedades. editar

LA ciudad de la Coruña está colocada al estremo N. O. de la peninsula, y el vértice del ángulo que forman la costa Cantábrica y la occidental, hallándose situado el castillo de S. Antón en 43º 22' 33" de latitud N. y 4º 41' 0" de longitud O.

Difícil es poner en claro su orígen primitivo, que como el de la mayor parte de nuestras principales poblaciones, aparece en la infancia de la historia, envuelto en la mas profunda obscuridad. Quisieron algunos(a) deducir su nombre de la voz céltica "Coryn" que significa "lengua de tierra" aludiendo a la que ocupa la ciudad, que en efecto, es notable por su estrechez y por la gran península que une a la tierra firme ó continente, pero ésto tiene más de ingenioso que de sólido, pues el nombre de Coruña es moderno, comparado con la época apartada, a que se refieren enstas averiguaciones. Otros(b) han pretendido que el nombre mismo de Coruña fue conocido muy en lo antiguo y aplicado al pueblo por recuerdo de una muger asi llamada: idea, que ni es creible, ni está autorizada con testimonio alguno fidedigno; ningun autor griego ni latino hace uso de dicho nombre, y es forzoso agregar esta fábula á las muchas que obscurecen la cuna de nuestra historia. Mas cierto es que los romanos tuvieron noticia de esta poblacion, y la llamaron ya Brigantia, ya Brigantium, ya Flavium Brigantium, nombres todos que indican una antigüedad remotísima, si como lo pretenden nuestros escritores, y como se deduce de la misma voz, se deriva esta de "Briga" que en el idioma primitivo de los españoles, significaba pueblo ó ciudad.

Verdad es que Estrabon no la cita en su obra, pues en medio de detenerse bastante en la descripcion de la costa occidental de Galicia, solo habla del puerto de los Artabros(c) ó como el dice que los llamaban en su tiempo arrotrebas, añadiendo que estos tenian muchas ciudades á la orilla del mar y en rededor de aquel gran seno, á cuya inmediacion sitúa el Promontorio Nerio. Plinio no aclara mas la dificultad(d): menciona el pueblo de Eburo Britium, voces separadas que algunos comentadores han reducido á una sola; en seguida habla de los arrotrebas ó artábros y los pone cerca de un Promontorio que antes habia llamado Céltico, y termina espresando la distancia desde él al Pirineo, sin detenerse en el puerto ó seno Brigantino. Nosotros creemos que estos cabos Nerio y Céltico son uno mismo y el llamado ahora de Finisterre y por consiguiente nos parece que ninguno de estos escritores puede dar luz en la materia. Para conseguirlo forzoso es recurrir á Ptolomeo. Este geógrafo que floreció hácia el año 140 de la era cristiana, y escribió su obra en tiempo de los emperadores Adriano y Marco Aurelio, al describir la Galicia antigua, establece su litoral en la segunda tabla de Europa, y mencionando sucesivamente las poblaciones marítimas, nombra á Flavium Brigantium(e) situándola en la costa septentrional, como perteneciente á los gallegos lucenses, y espresamente dice que estaba "in magno portu." Esta frase que solo puede referirse al seno dilatado que hace el mar, cuando forma las tres rias del Ferrol, Sada y la Coruña, manifiesta con evidencia que á ninguna poblacion de nota, puede aplicarse dicho nombre, sino á la Coruña, pues si bien Betanzos está en el estremo de una de las rias mencionadas, su situacion en lo interior no conviene con la espresion de Ptolomeo. Con esto nos parece queda probado satisfactoriamente que la Coruña es el Brigantium ó Brigantia de los romanos: si alguna duda quedase, la desvaneceria completamente Pardo Orosio que escribia su historia á principios del siglo V; describe en ella el mundo entonces conocido, y al tratar de la configuracion de la península Ibérica, nombra la ciudad y su torre ó pharo con las siguientes palabras: "Secundus ángulus circium intendit, ubi Brigantia Calleciæ civitas sita, altissimam pharum, et inter pauca memorandi operis ad speculam Britanniæ erigit."(f) Argumento fuertísimo y al cual no creemos pueda darse fundada contestacion. Asi es que los escritores españoles han aplicado dicho nombre á la Coruña casi uniformemente; asi le llama en sus obras Sepúlveda; asi Miñano en su diccionario. hasta el analista de Galicia(g) afirma decididamente al principio de su obra que la Coruña es el Flavium Brigantium ó puerto Brigantino, si bien despues lo olvidó, y aplicó el mismo nombre á Betanzos, citando en su apoyo á Paulo Orosio, á nuestro entender con poco acierto; pues ya se ha visto que este autor nombrando la ciudad de Brigancia, espresa que estaba en ella la torre ó altísimo faro (como él dice) circunstancia que de ninguna manera puede convenir á Betanzos, donde no se sabe haya ecsistido jamás monumento de esta especie, que tanto ha llamado la atencion de los historiadores. Y ya que de Betanzos se habla, creemos que es la Flavia Lambris que el mismo Ptolomeo nombra entre las ciudades mediterráneas ó interiores, pertenecientes á los gallegos bediacos: habiendo quedado para testimonio de este recuerdo é identidad el nombre del pequeño rio de Lambre que naciendo cerca del convento de Monfero corre un trecho corto, y desemboca por el puente del Porco en la ria de Sada á una legua de Betanzos.

No nos ocupará tanto el moderno nombre de Coruña, que aparece por primera vez á fines del siglo XII; pues la recta razon y la sana crítica han convenido en deducir este nombre del de Columna con que fue conocido el faro ó torre, que corrompido con el uso vulgar, pasó sucesivamente de Columna á Clumna, Crumna, Cruña y en tiempos posteriores Coruña.

Por lo dicho se vé la antigüedad de la población que se pierde en la noche de los tiempos, y lo corrobora su localidad, que ofreciendo inmensas ventajas por su abrigo, seguridad é inmediacion al mar invitó sin duda á los primeros pobladores á establecerse en ella. Asi lo demuestra la primera noticia que en este particular ofrece la historia, y es el desembarco de Julio Cesar en el seno y puerto Brigantino. Dion Casio es el que nos ha trasmitido este hecho(h) y sus palabras dan á entender que la poblacion era un corto número de pescadores en la infancia de la civilizacion, y tan sencillos é inocentes, que la magnitud de las naves romanas los llenó de admiracion y de sorpresa, facilitando esto á Cesar la ocupacion de este punto. (Apéndice número 1.) Es de creer que conocido entonces el valor de tal situacion, y sus ventajas para la marina del imperio, la aprovecharon los romanos, con lo que el pueblo creceria y llegaria á ser ciudad de importancia, como lo demuestra la construccion del faro, que debió sin duda verificarse en el primero ó segundo siglo de la era cristiana, no haciéndose mérito de él, hasta los escritos de Paulo Orosio.

Ninguna noticia podemos dar de la poblacion en tiempos tan apartados, pues desgraciadamente no ha quedado monumento alguno que suministre el menor dato; solo por breves indicaciones esparcidas en diferentes escritores, por argumentos é inducciones sacadas de ellos, y por el hallazgo de varias monedas (de las cuales poseyó algunas el ilustrado y edudito D. José Cornide, segun lo afirma el P. Florez(i)) se viene en conocimiento de que la antigua ciudad era de alguna consideracion, y ocupaba la parte mas elevada de la península, empezando por donde ahora se halla situado el barrio de Santo Tomas, y extendiéndose hasta la altura llamada de Monte-alto, donde hay en el dia un almacen de pólvora. El clarísimo Sarmiento en uno de sus viages á Galicia (que permanecen aun manuscritos) dice que todavía se hallaba en su tiempo y en aquel sitio una piedra con su inscripcion, cuya lectura hacian imposible lo borrado é informe de los caractéres: mas desde entonce ha cargado la mano el tiempo y ni se halla en el dia vestigio de inscripcion alguna, ni la piedra en que estuvo.

Acerca de esta materia, solo ha llegado á nuestra noticia la ecsistencia de un conducto ó paso subterráneo que se halla en un huerto al lado del sitio que ocupaba la hermita de S. Juan hoy demolida, y que se descubrió casualmente hace dos ó tres años tratando de buscar una cañería; pero como no entró en él persona alguna, ni se hizo reconocimiento, no es facil aventurar conjetura alguna sobre datos tan vagos: quizá se nos proporcione algun dia ecsaminar dicho objeto personalmente, y entre tanto nos atreveremos á indicar la sospecha, de que esta obra pueda ser algun resto de la antigua parroquia de Santo Tomas que ecsistia en aquel barrio, al cual dejó su nombre, y fue demolida á fines del siglo XVI.

Invadida la España por los pueblos septentrionales, hácia los años de 420 á 430 de la era cristiana desaparece el nombre y memoria de la Coruña; y el mismo silencio se observa en la irrupcion de la Coruña; y el mismo silencio se observa en la irrupcion mahometana ocurrida á principios del siglo VIII. Tal vez en la entrada de los primeros, sufriria la poblacion las ruinas y destrozos que otras muchas ciudades; tal vez decaería con la importancia que algunas adquirieron, con especialidad Lugo donde los Reyes suevos establecieron su corte. Con respecto á la falta de noticias á la entrada de los árabes, no debe ser motivo de estrañeza; la resistencia empezó en Asturias muy á los principios: Galicia es probable imitase pronto su ejemplo, á que la invitaba su posicion aventajada, y por consiguiente es de creer que la dominacion de los árabes en Galicia fuese breve y pasagera, sin que por eso quedase libre de sus acometidas repentinas.

Las reducidas especies que han quedado de la época Goda se refieren á Galicia en general. Sabemos que en 418 Walia sucesor de Alarico vencidos los alanos pasó á este reino donde se habian fijado los suevos, y los acometió, perdiendo en el intento el cetro y la vida; que Theódorico atacó y venció á Reciario Rey de los suevos en puente Orbigo el año 447; que el monarca vencido huyó en una nave al Africa; pero forzado del tiempo, volvió á naufragar y perecer en la boca del Duero: que en tiempo de Eurico permanecia todavía independiente el reino suevo de Galicia; que los gallegos dejaron la secta arriana y se convirtieron al catolicismo en 567 por la predicacion de S. Martin obispo dumiense ó de Mondoñedo; y finalmente que Leovigildo conquistó la Galicia incorporándola á sus estados, siendo depuesto Ebórico último Rey de los suevos, por traicion de su nuera Segismunda (j): pero en medio de todos estos sucesos, no se hace mencion alguna de la Coruña.

El autor moderno que hemos citado(k) supone su repoblacion en la era de 790 (año de J.C. 752) atribuyéndola al Rey Don Alfonso el católico, que reinó desde 739 hasta 757; añade que en aquella ocasion mudó el pueblo su nombre de Flavium Brigantium en el de Coruña; afirma que por documentos y papeles antiguos se halla comprobada esta variacion, y por último arrastrado de aquel vehemente deseo de nuestros escritores, de esplicarlo todo por la semejanza y analogía de nombres, insinúa que el Rey D. Alfonso pobló la Coruña con cristianos que hacia venir de las tierras que ganaba á los moros, y que como la mayor parte de estos pobladores fueron procedentes de Coruña del Conde (la antigua Clunia) añade que pudieron traer con sus personas el nombre de su pueblo nativo, y aplicarle á la nueva residencia á que venian.

No sabemos de donde sacó Huerta estas noticias peregrinas, que le condujeron á presunciones tan desnudas de ecsactitud y fundamento: seria facil y sencillo demostrar que en ninguno de los cronicones antiguos se atribuye al Rey Don Alfonso el católico la nueva fundacion ó repoblacion de la Coruña. Los únicos pueblos antiguos de Galicia que en ellos se mencionan, son el de Turonio, Anceo, Castro de Santa Cristina, Pontumio ó Pontrivio y otros tan desconocidos, que seria largo y molesto enumerar. Pero el nombre de la Coruña no se oye hasta la era de 884 (año de J.C. 846): con esta fecha refieren dos historiadores (l) una invasion de los normandos que procedentes de los mares del Norte desembarcaron primero en Gijon (Gegio) y despues en el "Farum Bregantium." Por un documento poco posterior consta que penetraron en el pais, llegaron á Santa Eulalia de Curtis nueve leguas tierra adentro, é incendiaron la iglesia matando á cuantos cristianos pudieron coger, y salvándose otros con la fuga; asi lo afirma D. Pedro obispo de Iria en una escritura de la reedificacion de aquel templo fecha segun Huerta en la era 905 (año de J.C. 867), si bien Florez que la inserta en el tomo diez y nueve de la España Sagrada, la coloca en la era de 1033 (año de J.C. 995) (Apénd. núm. 2). Los mismos escritores añaden que el Rey Don Ramiro que á la sazon ocupaba el trono, envió contra estos piratas un ejército que los derrotó, matando muchos de ellos, y quemándoles sesenta naves, mas el resto logró reembarcarse en la misma Coruña, prosiguió su navegacion, y robó y saqueó á Sevilla, degollando muchos habitantes moros, á quienes el obispo Sebastiano llama caldéos.

Otra escritura del Rey Don Bermudo II fecha en Junio de la era 1029 (año de J. C. 991) suministra algunas luces de la Coruña, que debia ser propiedad real:(m) por ella cede el Rey al apóstol Santiago y á su obispo Pedro, varios pueblos lugares y heredades y dice que una de ellas es "aquella Pinna fabricada á la orilla del mar occéano por los antiguos, llamada Farum Precantium, que siempre ha pertenecido á los Reyes &c." Y dice despues: "Tambien añadimos la ciudad fabricada por los antiguos con sus términos, cerca del mismo faro &c." (Apénd. núm. 3) Son notables las desinencias que el antiguo nombre va recibiendo con la latinidad de los siglos medios; el Flavium Brigantium se convierte en Farun Bregantium y despues en Farum Precantium, conservando la identidad de sonidos, pero variando de significacion.

Mas adelante nos ofrece la historia compostelana dos ó tres casos en que se menciona la Coruña aunque con poca claridad, pues sus espresiones dan lugar á creer que la poblacion había quedado reducida á muy poca cosa, y la voz "Castellum de Pharo" que usa siempre, se refiere á la antigua torre, que en aquellos tiempos turbulentos era una fortaleza, á cuya posesion se aspiraba con empeño. Nosostros pensamos que esta dificultad está esplicada facilmente con un hecho vulgarmente conocido: el terror que inspiraban las continuas entradas y desembarcos de los piratas normandos en las costas de Galicia obligó en muchos puntos á los habitantes á abandonar las poblaciones marítimas, y una de ellas fue la Coruña cuyo vecindario se trasladó al pueblo del Burgo, situado muy en lo interior de una ria, y por consiguiente resguardado del primer ímpetu de los enemigos: esta mudanza debió verificarse á principios del siglo X, y la poblacion no ocupó su nuevo asiento hasta fines del XII siendo precisas repetidas cédulas de nuestros monarcas para que se restituyese á su local primitivo.

Volviendo á nuestro propósito, y á las especies conservadas en la historia compostelana, dice el canónigo autor de esta obra(n) que habiéndose apoderado la Reina Doña Urraca de dicha torre ó castillo de Faro, le entregó á uno de sus nobles, quien de órden de la misma Reina, hizo pleito homenaje de él al apóstol Santiago; pasó luego á poder de Veremundo hijo de Pedro Consul, que habiendo cogido por traicion al castellano, y amenazándole sacarle los ojos sino le entregaba la fortaleza, la ocupó de esta manera. En tal situacion el arzobispo D. Diego Gelmirez empezó á gestionar con Veremundo el reconocimiento de vasallage y señorío del apóstol, y viendo que ningun efecto surtian sus palabras, determinó poner cerco al castillo, para que ya que se despreciaban sus armas espirituales, se atendiese á las materiales, que poseía. Algo debia valer esta posesion, y alguna importancia tenia, cuando dice la historia que Veremundo queria retener "tantum talemque municipium." Presentáronse á cortar la cuestion Fernando y Munio Consul, hermano aquel y cuñado este, de Veremundo, quien al fin cedió y entregó la fuerza al arzobispo; este la puso á cargo de un arcediano de Santiago, llamado Pedro Crescónides. Fióse despues su guarda al ya citado Fernando, y marchado este á Portugal á su cuñado Munio Consul, con quien para la recuperacion final de la alhaja tuvo el arzobispo Gelmirez iguales controversias que las que habia tenido con Veremundo, habiéndolo conseguido y allanado este negocio el año de 1121.

Asi continuó en poder del arzobispo hasta 1126 en que hallándose este acompañando(o) al Emperador Don Alonso VII hijo de Doña Urraca, en Castro-tierra lugar del Reino de Leon, se le cedió en cambio de la tierra ó comarca de Taberioli (dice la crónica) que parece ser la moderna jurisdiccion de Tabeyrós, la cual dió el Rey á la iglesia del apóstol. Nuevamente recobró esta el castillo en 1130(p); pero poco despues, era dueño de él, sin que sepamos como ni porque causa, el conde Rodrigo hijo del conde Pedro Froila y de la condesa Doña Mayor; accediendo este caballero á los ruegos, súplicas y ecsortaciones del arzobispo, vino tambien en ceder la fortaleza á la iglesia de Santiago, pero con la condicion de que durante su vida, la conservaría en su poder, como en feudo del apóstol, entregándose en pleno dominio al arzobispo despues de su muerte. La misma historia cuenta que Pedro Crescónides habia hecho donacion de una heredad situado "in pago Farensi" á la iglesia compostelana, y esta expresion corrobora lo que dejamos indicado de la importancia de la torre, y la cortedad del lugar que cerca de ella habia quedado.

No debe sorprender al lector esta pobreza de noticias; los cronistas de aquellos tiempos miraban con interes preferente los sucesos de la reconquista: fijaban en ellos su atencion, los referian con curiosos pormenores y se ocupaban poco de los acontecimientos de Galicia libre hacia ya mucho tiempo, del yugo sarraceno.

Sin embargo, á los sesenta años poco mas ó menos de los sucesos que hemos referido, se oye por primera vez el nombre moderno de Coruña; en efecto el reverendísimo Flores dice que la poblacion se llamaba ya vila da Cruña á fines del siglo XII(q) y cita en apoyo de su aserto, una carta del Rey D. Fernando II de Leon ecsistente en su tiempo, en el archivo de la ciudad. Inútiles fueron todas nuestras diligencias para encontrar este documento por no constar en el índice ó tabla de privilegios, y llegamos á perder las esperanzas de dar con él, hasta que la casualidad nos favoreció, hasta el punto de proporcionarnos una copia integra: hállase esta en el libro de acuerdos de la ciudad correspondiente al año de 1574, pues con motivo de una distribucion de granos dispuesta por el Ayuntamiento, se presentó el cabildo de la colegiata á alegar su ecsencion, y exhibió en prueba el referido privilegio, tan curioso y notable á los ojos del concejo, que dispuso se insertase copia literal en el acta: lo mismo nos ha parecido á nosotros, y por esta razon lo presentamos al lector (Apénd. núm. 4). Nada diremos de la monstruosidad y desatino de la gracia concedida, inesplicable en nuestros tiempos, pero muy natural y sencilla en aquellos, cuando el clero era el primer brazo del Estado, cuando los negocios públicos se confiaban á su guia y direccion, y finalmente cuando este poder era el único escudo y guarda del miserable pueblo, no diremos que en todas, pero sí en algunas ocasiones.(r)

Estaba por consiguiente poblada la Coruña el año de 1180; mas ningun documento original hemos visto de aquella época remota; y el primero que abre el índice que tiene la ciudad es un privilegio del Rey D. Alonso el Sábio, que con fecha del mes de Diciembre de la era de 1293 (año de J. C. 1255) determina en contra de Betanzos y favor de la Coruña, para que solo en esta ciudad pudiese desembarcarse libremente la sal y no en la otra.

Hemos anticipado la noticia del documento de privativa de la sal, por dar á conocer el que ecsiste de mas antigua fecha, pero se hallan dos posteriores que demuestran con evidencia la época de la repoblacion formal de la Coruña, que aunque ecsistente en el reinado de D. Fernando II de Leon, recibió el fuero de poblacion de su hijo D. Alonso IX padre de san Fernando. Asi lo comprueban los dos privilegios citados, espedidos ambos por D. Sancho el Bravo IV de su nombre. El primero (Apénd. núm. 5) fecho en Santiago á tres de Setiembre de la era de 1324 (año de J. C. 1286) cita en resúmen los concedidos á la Coruña por su padre D. Alonso el Sabio, su abuelo D. Fernando III, y asi sucesivamente hasta llegar á D. Alonso IX de Leon, cuyo privilegio digno de atencion por su interesante contenido, inserta á la letra. Consta de él, que este monarca concedió al pueblo de la Coruña, el dominio y jurisdiccion de dos leguas en contorno, con el uso de las aguas, maderas, leñas, pastos &c. dá á sus habitantes el fuero de Benavente, con el cual se poblaron la mayor parte de lugares de Galicia; dispone que no se admitan como vecinos á soldados ni religiosos (salvo á los monges de Sobrado) y concluye, amenazando con su enojo é imponiendo graves penas, á cuantos vayan en contra de lo dispuesto en su carta, la cual es fecha en Santiago en el mes de Junio de la era de 1226 (año de