Historia general de el Reyno de Chile/Libro I/XI
CAPÍTULO XI.
Las órdenes generales de las Provincias unidas de Holanda concedieron al Colegio de los mercaderes de la India Oriental un singular privilegio en que prohibian a los otros mercaderes la navegacion por el Cabo de Buena Esperanza y Estrecho de Magallanes, y era prohibicion absoluta, pues no se conocian otros derroteros para navegar a la India. Hallábanse a la sazon en la ciudad de Amsterdan Isac Le Maire, vecino de Ayamonte, y Guillermo Cornelio Escouten ciudadano de Horna, el qual era muy perito y noticioso en el arte nautica y muy experimentado, por tres viages que habia hecho a la India, unas vezes como Piloto y otras como fator de las mercancias. Estos dos discurrieron y confirieron entre si que sin duda avia otro passage al Mar del Sur distinto del de Magallanes, y deseosos de adquirir gloria trataron de descubrirle. Fundaban su discurso en las relaciones y noticias que tenian de las islas y tierras que en la mar del sur descubrieron cercanas al Estrecho de Magallanes, en mayor altura polar, la almiranta de Pedro Sarmiento de Gamboa, Francisco Draque y Ricardo de Aquines, que passaron el Estrecho, para lo qual les dió muy clara luz el Padre Joseph de Acosta, de la Compañia de Jesus, en su historia de las Indias, que refiriendo los rumbos que llevó Hernando Lamero, piloto de la almiranta en este mar Austral, dice: que aviándose apartado de su capitana en una recia tormenta de viento por la trabesia que sin afloxar duró tres dias, al cabo de ellos se alió en cincuenta y seis grados muy desviado de tierra, de donde infirieron los pilotos y marineros de aquella nave que la tierra que haze lado por la parte Occidental de Magallanes torda hazia el Levante, y que sin duda se unian por alli los dos mares del Norte y del Sur, y que se cortaba y dividia en islas, pues siendo continuada forzosamente avian de zabordar en ella con la trabesia, que sopló tan bárbara y porfiada [1].
Estribando en tan solidos fundamentos propusieron sus designios a don Juan Clemente Riesio, de la Ciudad de Horna, y a Pedro Clemente, Cónsul y a otras personas de la nobleza, los quales aprobaron su determinacion y juzgaron que era bien aventurarse a probar ese descubrimiento. Y assi armaron dos naves, la una de ciento y ochenta toneladas de medida holandesa, nombrada Concordia, con sesenta y cinco hombres, diez y nueve tiros de bronce y cuatro roqueras, muchos mosquetes y municiones. La otra, de cincuenta y cinco toneladas, llamada el Cuerno, con veinte y dos hombres y ocho piezas de bronce y cuatro roqueras, y por su capitan Juan Cornelio Escouten. Vino por Gobernador y guia de esta empresa Jacobo Le Maire, aunque otros dizen que entregaron el mando de todo a Guillermo Escouten y la administracion de las mercancias a Jacobo Le Maire, hixo de Isac Le Maire. Solos estos dos sabian el fin y designios de la jornada: los demas marineros y soldados hizieron pleito omenage que no desampararian aquellos vageles y que seguirian a Guillermo Escouten a donde quiera que fuese, sin exceptuar region ninguna por contraria que se experimentase. El vulgo, ignorando el termino de aquella expedicion naval, les daba apellido y los nombraba los buscones del oro, y los mercaderes decian que era el Colegio Austral: assi entretiene la novedad al vulgo ignorante de los designios.
Hiziéronse a la vela en el Puerto de Texel a catorce de Junio de 1615. Navegaron sin divertirse a ninguna parte hasta la Bahia del Deseo, en cuarenta y siete grados y dos tercios. A cinco de Noviembre, en la costa del Brasil, en altura de quatro grados y veinte y siete minutos, oyeron un grande y espantoso estruendo hazia la proa de la nave Concordia, y vieron por aquel costado el mar teñido en sangre: no pudieron por entonces conocer la causa, hasta que despues, dando carena, averiguaron que una estupenda bestia marina barrenó tres gruessas tablas siete palmos debaxo del agua y dexó clavada en ellas una punta fornida y maziza de una tercia de longitud de hechura de un colmillo de Elefante, y a veinte y cinco del mismo mes declaró públicamente Guillermo Escouten que iban a buscar otro Estrecho para el mar Austral mas adelante del de Magallanes, en donde sin duda hallarian muchos tesoros, con que se alegraron sumamente todos consibiendo esperanzas de hallar muchas riquezas en aquel descubrimiento.
A siete de Diciembre entraron en el puerto del Deseo, con arto contraste de la marea, que cresia con arrebatada corriente y soberbio escarceo, que los echaba a estrellarse en unas peñas puestas a la parte del norte. Retiráronse a una ensenada quanto pudieron, y muy apartados de tierra echaron ancoras en cuatro brazas y media, pero de vaxa mar apenas pescaron catorze pies de fondo, de tal suerte, que la popa de la Concordia se sentó en unos arrecifes: favorecióles la tranquilidad que gozaba el mar y un suave viento que soplara por el Este, que si saltara el Occidental sin duda ubiera peligrado. Mexoráronse a estacion mas segura, limpiaron y dieron carena a los vageles, y hizieron leña y aguada y provision de pescado y paxaros niños, y estando ya para proseguir el viage, perdieron el Patache con un impensado incendio, procedido del beneficio de la carena; salvaron la gente, artilleria y otros pertrechos.
Dexaron este puerto a treze de enero de 1616, y a diez y ocho dieron vista a las islas Sebaldinas, y passándolas, tiraron al sur. A veinte tomaron altura en cincuenta y tres grados, apartados de la tierra de Magallanes casi veinte leguas: ya en aquel parage vieron muchas yerbas marinas y notaron que las corrientes iban con estraña raqpidez y violencia hazia el poniente del mar del sur. Y a veinte y cuatro descubrieron tierra en cincuenta y cuatro grados y cuarenta y seis minutos. Descuéllanse tres altissimas cumbres de tres cerros cargados de nieve y se prolongan hazia el oriente. El dia siguiente se les manifestaron por el occidente otra línea de empinados montes nevados, y unos y otros se dividian con una anchurosa quebrada, y por ella vieron ir y venir numerosas tropas de Ballenas, Hibartes y varios monstruos marinos que a cada paso se encontraban con la nave y la ponian en contingencia de volcarla. Las corrientes se deslizaban con videntissima rapidez y fragoso mormullo hazia el sur, de donde infirieron que por allí estaba el camino que buscaban para el mar Austral.
Apercevidos de esta congetura, entraron con mucha atencion y desvelo con la sonda en la mano y allaron en lo mas profundo cuarenta brazas de buen fondo, arenoso y limpio, y las riberas rasas y de arena gruesa, muchos pinguines y pescado, aunque en la tierra se levantava arboleda. Entre una y otra punta midieron distancia de ocho leguas de latitud: a la oriental llamaron de los Estados, y a la occidental el pais de Mauricio de Nasau. Continuaron la navegacion, costeando por aquella avertura, en donde reconocieron y demarcaron muy seguros puertos. Y aviendo gastado en esto un dia natural y navegado ocho leguas a lo largo de la costa, entraron en el anchuroso y gran Mar del Sur, llamado por otros el mar Pacífico, forzejando contra las corrientes, que las dos mares chocaban con tanto ímpetu, que se lebantaba y encrespaba el escarceo por encima de la proa, y retardaban el curso del Vagel contra el mas reforzado viento.
Increible fué el regocixo que todos recivieron por aver allado tan afortunadamente un nuevo y fácil Estrecho, de ninguno hasta entonces navegado, aunque de muchos y famosos cosmografos Españoles ingeniosamente congeturado: entre las demas demostraciones de alegria con que aplaudieron la hallada del nuevo transito, fueron tres raciones de generoso vino que dieron aquel dia a cada uno, que en region tan fria serian de singular utilidad y recreacion para la salud, y desaogo del corazon. Confirieron en público concurso de soldados y marineros con que nombre ilustrarian aquel Estrecho, y aunque conocieron, que con mejor derecho y méritos se debia perpetuar el apellido de Escouten, pues era el cabo principal de la empresa y el mas diestro y sabio en el arte nautica, con todo eso prevalecieron las instancias e intelligencia de Jaime Le Maíre, y assi le comunicaron su nombre, el qual persevera hasta estos tiempos en las historias, tablas geográficas y memorias de los hombres nauticos, y para ello hizieron el decreto siguiente, porque quedasse en perpetua memoria, y el senado náutico hizo y firmó este auto:
"En nombre del Grande y Omnipotente criador de cielo y tierra, dador larguísimo de todos los bienes y conservador clementíssimo, a cuya gloria y sempiterna alabanza los intentos de todas nuestras acciones, progressos y fines conviene ordenarse; que como intervenga a todas las regiones, Repúblicas y Provincias, cuya felicidad depende principalmente de los comercios, trabaxos, negocios y navegaciones de la mar, para que mas se esclarezca la fama de la navegacion en tierras antes de ahora no conocidas, y desta manera a su imperio añada fuerza y Magestad, Nos, los avajo escritos, a todos y a cada uno que leyeren la presente escritura y auto, hazemos saber que en el año de 1615, en el mes de Henero, despues que surgimos y salimos de Hooren con dos naves, de las quales la una se llamaba La Concordia, la otra Hoorna, o Hooren, a explorar y descubrir las tierras Australes o Meridionales, y esto debaxo de la Proteccion y por mandado de los Ilustrissimos Señores de las Ordenes Generales de Holanda y del Ilustríssimo Príncipe de Orange Mauricio, debaxo del gobierno y guia del Maestro Capitan Jacobo Le Maire y de Gulluelmo Escouten, al fin, despues de muchos trabajos y peligros de la mar, descubrimos y passamos el no conocido hasta ahora Estrecho, por el qual fuimos llevados desde el mar setentrional en el mar del sur o Austral, puesto sobre el Estrecho de Magallanes y islas a el anexas, en altura de 55 grados, y 59 minutos, por el qual mar septentrional se va al mar Austral con mas fácil y breve camino que no por el Estrecho de Magallanes. A mas de esto, afirmamos ignorar nosotros, y no saber, que este camino antes de nosotros avia aido conocido y sabido por otros; y assi nosotros primero, a las tres islas que están en el mar hazia Euro noto, mirando hazia la América, averias puesto por nombre de las Ordenes, Mauricio y Barnevelcio. Al Estrecho, Jacobo Le Maire. Y por esto con razon y derecho a nosotros pertenesse el título de possession y prerogativa a este Estrecho, mar e islas, y esto en nombre de los Poderosíssimos órdenes generales y del Príncipe de Orange Mauricio. En fee de lo qual firmamos esta, escrita con nuestros nombres. Actum en la nao Concordia. Y firman: Jacobo Le Maire, Maestro Capitan.—Guillermo Cornelio Escouten, Maestro capitan, y los demas, cuios nombres dejo por no alargarme.
Cuio auto trae el nuevo Atlas o teatro de todo el mundo, de donde se colige que no se informaron bien Juan Laet y Juan Theodoro Bry, que juzgaron venir esta armada debaxo del Gobierno y guia de Guillermo Escouten y no de Jacobo Le Maire, y que por negociacion suya se avia puesto al nuevo Estrecho su nombre; pues de este auto consta que el venia por gobernador y guia, y assi como a tal se le debió dar la gloria principal de este descubrimiento y que en el se perpetuasse su nombre y se llamase el Estrecho de Le Maire, por aver sido el principal descubridor. Y aunque el Maestro fray Marcos de Guadalajara dize que no se ha de llamar Estrecho de Maire, con Adolfo de Quero, pero las naciones del Norte y el auto del senado Náutico referido, a quien se debe dar mas fee, le intitula Estrecho de Le Maire, y assi se debe llamar.
Descubierto en tan poco tiempo este admirable Estrecho, fueron costeando la tierra colateral de Magallanes que se llama del Fuego, padeciendo bravissimas tormentas de Sud-oeste y otras refriegas de diversos vientos que disparaban mucho granizo y nieve. A veinte y nueve del mismo mes descubrieron tres islas montuosas y enrriscadas, de moderada circunferencia, en 57 grados: llamáronlas Bernalfeldas, en honor de Juan Alten Bernafeldo, Abogado General de Holanda y Wesfrisia. Poco mas adelante montaron un grande y desarrollado promontorio que le nombraron Cabo de Horna, en memoria de la patria de Guillermo Escouten, en 57 grados y 48 minutos de la línea equinocial hazia el Polo Artico. Este cabo es dificultoso de doblar por las furiosas corrientes que se despeñan sobre ella y las impetuosas vocanadas de viento. Algunos se an tardado mas de un mes en passarlo. Pero Le Maire subió a 59 grados y 30 minutos, con que abrevió el viage y se apartó del furor de las corrientes.
Fué sobremanera notable esta navegacion, pues desde el puerto del Deseo hasta el Cabo de Hoorna, la hizieron en diez y seis dias, rompiendo y hollando monstruosas difficultades y oposiciones de elementos, porque apenas dieron la primera vista a la tierra de Magallanes por la parte del mar Atlántico, quando les embistieron las borrascas casi continuamente, creciendo en furor y corage al paso que ganaban mas altura polar, sin maior tregua de tranquilidad y descanso que el tiempo que intervenia en la mudanza de un viento a otro. Encrespábasse arrogante el mar amenazando sepultarlos en revueltos montes de olas y encapillados serros de agua; el aire se escurecia con espesas nubes y nieblas y arrojaba gruesa municion de crecido granizo, nieve y yelo; quando clareaba y con alguna serenidad y bonanza se mitigaba, causaba nuevos sobresaltos y temores el torrente impetuoso de las corrientes, reileros y remolinos de las aguas que corrian a rebentar en las rocas. La congoxa de tantos peligros y calamidades hazia flaquear en todos la confianza, de tal suerte que muchas vezes estaban rendidos, y postrados los medios del valor y el arte. Pero finalmente salió triunfante la constancia y el sufrimiento, que sin ellas no se consiguen empressas grandes.
Apartándose de la punta de Hoorna y no viendo mas tierra ni señas de ella, navegaron desde 29 de Enero hasta primero de Marzo, dia en que cogieron puerto en la isla Occidental y la menor de Juan Fernandez, hizieron agua y pescaron cantidad de pege, de que refieren aver infinita cantidad, facilissima de coger, y procurando passar a la oriental, amanecieron sotaventados cuatro leguas de la isla, y aunque instaron en arribar, por saber que aquella isla es mayor, de mas abundancia de pezes y excelentes maderas, fué en vano, por estorvárselo el viento contrario. Y assi a onze de Marzo continuaron el viage para las Molucas, sin tocar en las costas de Chile, con harto disgusto de los enfermos, que tenian librada su salud y convalecencia en la amenidad y agradable frescura de aquella tierra. A nueve de Abril murió despues de un mes de gravissima enfermedad Juan Cornelio Escouten, Capitan del Patache, que se abrasó, y hermano de Guillermo Escouten. A diez y siete de Setiembre dieron fondo en Ternate y fueron mui celebrados y aplaudidos de sus conterráneos, y con razon.
Passaron a Fidore y otras islas, donde cargaron gran cantidad de especeria y otras mercancias del Oriente, dieron vuelta a Europa, y en Jatara les embargó la nave y quanto traian Juan Pedro Quevio, natural de Hoorna, capitan y Gobernador de aquella fatoria: haziales cargo, que avian contravenido a los mandatos de los estados y privilejios de la compañia Oriental, pues sin su licencia navegaban por aquellas mares. Ellos se defendian alegando el nuevo camino que avian descubierto, y que la lei solo vedaba la navegacion por el cabo de Buena Esperanza y Estrecho de Magallanes. No les dieron crédito porque les faltaban las noticias del nuevo Estrecho, y es dictamen de la milicia humana condenar lo que se ignora. Prosiguieron en la execucion, apelaron ante el tribunal de los Estados, otorgóseles la apelacion y depositaron la nave y bienes en otros mercaderes, para que con diferentes pilotos y marineros la llevassen a Holanda. A Le Maire y su gente con la de Escouten remitieron en otros navios de Jorge Spirvergen. Sintió gravemente esta adversidad Le Maire, y consumido de melancolia se rindió a la comun suerte a veinte y dos de Diciembre.
Llegó Guillermo Escouten a primero de Julio de 1617 a Celandia, aviendo dado vuelta el mundo en dos años y dies y ocho dias con admiracion de todos, y solamente murieron tres hombres de su compañia. Viage verdaderamente faustissimo y digno de las mayores alabanzas por lo nuevo y extraordinario de sus circunstancias [2].
- ↑ El padre Rosales confirma en esta parte por completo la tésis histórica que en otra ocasion hemos sostenido (Historia de Valparaiso, cap. VII): que los verdaderos precursores del descubrimiento del cabo de Hornos partieron del Pacífico i no del Atlántico, cabiendo este honor a un encomendero de Chile i almirante del mar del Sur, que fué dueño de la hacienda de Longotoma, el piloto de Sarmiento, Hernando Gallegos Lamero. El padre Acosta habia sostenido, antes que naciera talvez Guillermo Schowten, que los dos mares se juntaban mas allá del Estrecho de Magallanes, porque así se lo habia dicho en persona Lamero en Lima en 1590, esto es, treinta años ántes del descubrimiento del piloto holandes. Por esto la presente relacion es mui interesante como comprobacion. No estará de mas digamos aquí que en el libro citado, i que publicamos hace diez años se encuentran los retratos de todos los almirantes holandeses que visitaron el Pacífico, incluso el de Schowten i el facsímil del bombardeo de Valparaiso por el cruel Spilvergen en 1612.
- ↑ Rosales se muestra a la misma altura en materia de ortografía i de lengüística, porque ademas de su estraña puntuacion, que fielmente respetamos (escepto cuando daña al sentido de la sentencia), escribe un mismo nombre propio de tres maneras, como Celandia, Selandia i Zelandia. Mucho peor trata todos los nombres patronímicos i los de náutica estranjera. Así, en el presente capítulo, despues de haber dicho que la nave almiranta de Le Maire se llamaba Hooren, Horn u Hoorna (que estos tres nombres da al Cabo de Hornos i al pueblo patria de Schowten), lo llama tambien Cuerno, traduciendo el holandes horn, cuerno. Pero estas peculiaridades, que anotamos como simples curiosidades del lenguaje, en nada disminuyen la gallardía i soltura de éste ni su fondo.