Historia de la conquista de La Habana por los ingleses: Nota preliminar



En la historiografía cubana, dos obras, de carácter mono­gráfico, han sido consagradas al importante acontecimiento his­tórico cuyo bicentenario se celebra en estos días: el sitio y toma de La Habana por los ingleses en 1762. Se deben, respectiva­mente, a las plumas de Antonio Bachiller y Morales y Pedro J. Guiteras, y ambas son reeditadas por esta Oficina del His­toriador de la Ciudad de La Habana, a mi cargo, con motivo de la fecha a que hemos llegado.

La primera en el orden cronológico, y muy notable, no sólo por el terso y cuidado estilo y la serenidad de juicio de su autor, sino también por la extensa documentación basada en fuentes extranjeras, que aquél logró obtener con motivo de su larguí­simo destierro en los Estados Unidos, es la de Guiteras, que reproducimos en el presente volumen.

El apellido Guiteras aparece brillantemente en la historia de Cuba con la generación nacida durante el primer cuarto del siglo XIX. En aquella constelación de dignos y meritorios hombres y mujeres se destacan con primera magnitud los tres hermanos Eusebio, Antonio y Pedro Guiteras.

Eusebio, buen latinista y gran educador, tiene por principal timbre de gloria la fundación y dirección, en Matanzas, tierra natal de la familia, del famoso colegio La Empresa, una de aque­llas magníficas instituciones que, debidas a la iniciativa de cu­banos cívicos y progresistas, suplieron en algo a la pavorosa dejadez que en cuanto a enseñanza y cultura sufrió Cuba en manos del gobierno colonial, y contribuyeron poderosamente a la formación del alma y la conciencia nacional. Para encomiar los méritos de Eusebio Guiteras como educador, bastará decir que, habiendo sido discípulo aventajadísimo del preclaro Luz y Caballero, éste le ofreció, en 1858, que lo sustituyese al frente del sin par Colegio El Salvador, que Don Pepe había fundado y dirigía.

Antonio, también buen discípulo de Luz, e igualmente lite­rato y educador sustituyó con grandes méritos a su hermano Eusebio cuando la quebrantada salud de éste lo obligó a dejar la dirección de La Empresa.

Pedro, el autor de la presente obra, nacido el 17 de marzo de 1814 en Matanzas, y mayor en edad que sus distinguidos hermanos, consagró esfuerzos brillantes a un campo entonces descuidadísimo, y muy importante: la educación de la mujer. Luego de haber escrito sobre el tema un estudio a fondo, que fué premiado en los Juegos Florales de aquella ciudad en 1848, llevó sus teorías a la práctica, creando en su ciudad natal un colegio para niñas que se hizo famoso.

Eran los Guiteras hombres de avanzado pensamiento y de fervoroso patriotismo. Muy sospechosos, justamente, de aboli­cionismo, y perseguidos por ello desde la época de la célebre Conspiración de la Escalera en 1844, fueron Pedro y Eusebio sometidos a larga prisión por órdenes del capitán general espa­ñol Roncali, en 1850, por considerárseles —con toda verdad— complicados en las conspiraciones que entonces conmovían a la Isla y de que era eje principal el general Narciso López. Ob­tenida a duras penas su libertad, salieron ambos de Cuba para el destierro, del que Pedro no regresó jamás.

Además de redactar, como su hermano, valiosos textos esco­lares, se consagró muy especialmente a los estudios históricos, publicando, en los Estados Unidos, en 1856, en Filadelfia, la presente Historia de la conquista de La Habana por los ingleses; en 1866, una obra de mayor empeño, la Historia de la Isla de Cuba; y antes, desde 1853, en Londres, un breve pero muy sus­tancioso trabajo político, titulado Cuba y su gobierno, en cuya introducción se trata de las "probabilidades a favor de la inde­pendencia de la isla de Cuba"; obras éstas tres que fueron reeditadas, en 1927 y 1932 en la Colección de Libros Cubanos que dirigía el polígrafo Fernando Ortiz. Pedro J. Guiteras, in­cansable en su devoción patriótica y en sus empeños de difusión cultural, murió muy lejos de Cuba, en Charleston, el 3 de fe­brero de 1890.

En la generación siguiente, el apellido Guiteras se vestiría de nuevas glorias en la persona de Juan Guiteras Gener (1852-1925), hijo de Eusebio, hombre de ciencia, médico famoso, y firme partiota que en 1898 dejó la cátedra titular que se había ganado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pennsilvania para venir a Cuba como médico adscripto a las fuerzas norteamericanas, con la idea de contribuir a la liberación y el mejoramiento de la Patria; amigo fiel y defensor caluroso del gran sabio cubano Finlay, fue Guiteras —además de cosechador de triunfos científicos hasta en otros continente— uno de los admirables organizadores del Departamento de Sanidad del Gobierno de los primeros tiempos de la República; y, a pesar de su educación norteamericana y de los halagos que en los Es­tados Unidos se le habían prodigado, existe de él un vigoroso pronunciamiento antimperialista en 1921.

Por fin, en la generación siguiente, este linaje privilegiado daría, en un sobrino del médico ilustre, Antonio Guiteras Holmes, hijo de Calixto Guiteras Gener, nacido en Filadelfia en los comienzos del siglo XX, y de madre norteamericana, una magnífica, recia y límpida figura de luchador antimperia­lista: la personalidad por excelencia, la más pura, enérgica y bien inspirada de la llamada "Revolución Auténtica" de 1933; el juvenil Ministro de Gobernación que después de haber com­batido heroicamente contra la tiranía de Gerardo Machado, no vaciló, al llegar al poder, en incautarse de poderosas empresas norteamericanas, sentando así el único precedente, en el Go­bierno de la República, de la gloriosa Revolución actual; el aladid ferviente, arrojado e incansable, villanamente asesinado por orden de Fulgencio Batista en 1935, pero cuya memoria vive ardiente en todos los revolucionarios de hoy.

Pocos apellidos, pues, tienen en Cuba ejecutoria tan insigne.

En cuanto a la obra que aquí presentamos, se distingue por su cuidadosa erudición, por su estilo claro y tersamente elegante en su sencillez, por sus juicios ponderados, y también por su exaltación —dentro de los límites que permitía la serena fraseología del hombre de estudio que era su autor— del arrojo y la valentía mostrados por los cubanos frente al invasor.

EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING. Historiador de la Ciudad de La Habana.