Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana/Tomo I/Capítulo III

capitulo iii

la logia de lautaro

año 1812-1813


El primer Triunvirato y su filiación histórica—Estado de los partidos políticos en 1812 - San Martín y Alvear—Los Granaderos á caballo—Escuela de táctica, disciplina y moral militar—Vistas políticas y militares—La Logia de Lautaro y su influencia—La batalla de Tucumán y sus consecuencias políticas—Revolución de 8 de octubre, su objeto y trascendencia —Parte que toma en ella San Martín—Influencia de la Logia en este acontecimiento—El segundo Triunvirato—La situación militar—Planes militares sobre Montevideo y el Perú—Nuevo prospecto.
I

El Triunvirato que en 1812 regía los destinos de las Provincias Unidas, representaba la tercera constitución del poder político en el transcurso de dos años de revolución.

El primer gobierno nacional, inaugurado el 25 de mayor de 1810, bajo la denominación de «Junta Provisional gubernativa», aunque nombrado por el voto público, fué un simple derivado del derecho histórico y municipal. Legitimada por la adhesión de las Provincias como poder general, se legalizó como poder político por la elección de Diputados, efectuada por los Cabildos para constituir un congreso sobre la base municipal. La refundición de los diputados de la Junta Gubernativa, y la subsiguiente creación de Juntas Provinciales en representación de las localidades, fué una evolución retrógrada del gobierno, que tuvo su origen en la tendencia descentralizadora que llevaba en germen la federación del porvenir. Abdicando los diputados la potestad deliberativa, desvirtúa LOS PRIMEROS PARTIDOS.

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ron con su incorporación la constitución del ejecutivo, y retardaron indefinidamente la organización política sobre sus verdaderas bases. El Triunvirato, expresión del centralismo gubernamental que tenía su razón de ser, era el producto de las necesidades de la época, y respondía por el momento á las exigencias de organización, de propaganda y de lucha de la revolución. Las tres evoluciones que hemos bosquejado, - una de las cuales marcaba el punto de partida, y las otras dos las tendencias opuestas de los partidos de la revolución, - fueron, más bien que resultado de divergencias teóricas, productos espontáneos del organismo social por una parte, y exigencias de la situación por otra, que se traducían en anarquía gubernamental, entrando por algo la inexperiencia y las rivalidades domésticas. Los dos primeros partidos embrionarios con raíces en la sociedad, que se encontraron frente á frente en el terreno de la Junta Gubernativa, representaban las tendencias que caracterizan los comienzos de toda revolución: el elemento conservador, aunque patriota por una parte, y el elemento esencialmente revolucionario por la otra, personalizados por el presidente Saavedra y el secretario Moreno. En el choque de estas dos tendencias el elemento conservador prevaleció, y dueño absoluto del poder, le sucedió lo que a todos los poderes negativos, que no teniendo nada que conservar sino lo malo, y no teniendo iniciativa para crear, abdicó al fin por impotencia y por esterilidad. El elemento revolucionario con su primitivo credo democrático y con más sentido político, una vez dueño del campo en la tercera evolución que hemos señalado, se organizó vigorosamente en partido gubernamental y centralista, y rodeó al Triunvirato, que siendo su obra, era hasta cierto punto la expresión de sus ideas. El Triunvirato que se había impuesto con la autoridad de una necesidad imperiosa por todos sentida, se mantenía entre los partidos, sin perseguir á los vencidos y sin ceder á todas las exigencias de los vencedores. De aquí provenía que, después de apartar los peligros de la difícil situación que le tocara, y satisfacer algunas de las exigencias de la opinión en el sentido de las reformas democráticas, el Triunvirato solo representaba la autoridad material, sin el poder moral que dan los organismos políticos bien definidos. El Poder PRIMERA CONSTITUCIÓN.— CAP. III 153

Ejecutivo, único en el estado, era una dictadura anónima contrapesada por los partidos. La revolución carecía de una constitución, que definiendo la situación, diese base sólida a la acción y al desarrollo orgánico de la sociedad democrática.

Al constituir el nuevo Gobierno, los Diputados de las Provincias reasumieron la potestad legislativa que antes habían abdicado, y bosquejaron así, aunque vagamente, la división de los poderes. Yendo más allá, pretendieron reaccionar al atribuirse la supremacía, y dictaron en consecuencia una constitución que desvirtuaba la del poder ejecutivo, perpetuando así el de los representantes de los Cabildos sin mejorar las condiciones del poder público. La disolución de la Asamblea resolvió el conflicto con aplauso de la opinión; pero hirió un principio fundamental de gobierno.

Para regularizar hasta cierto punto su situacion, el Triunvirato se dicto entonces a si mismo su ley orgánica, siendo esta la primera carta constitucional que se puso en práctica en las Provincias Unidas. Por ella se establecía la amovilidad periódica de los gobernantes y su elección por una asamblea eventual de corporaciones, compuesta de un número de notables de la capital que constituían la gran mayoría, y de los apoderados nominales de los pueblos, la que debía ser presidida por el Cabildo de Buenos Aires. Esta asamblea debía tener voto deliberativo en los casos en que fuese consultada, basta que se reuniera un congreso nacional que se prometía convocar, garantiéndose mientras tanto por reglas expresas, los derechos individuales y la libertad de escribir,(1)

Estas medidas y reformas truncas, dictadas como expedientes según las exigencias del momento, que no ajustándose a un principio ni a un plan general, mantenían la revolución entre lo eventual y lo arbitrario, no satisfacían las exigencias del partido demócrata, aunque les prestase su apoyo. Su programa era no sólo constituir el Poder Ejecutivo provisorio, sino constituir definitivamente la revolución, dándole por base la soberanía popular por medio del sufragio directo, convocando inmediatamente un Congreso Nacional que diese forma, vida y fuerza expansiva a la república que estaba en las con-


(1) «Estatuto Provisional del Superior Gobierno de las Provincias Unidas» de 22 de noviembre de 1811. 154 SAN MARTÍN Y ALVEAR.—CAP.III

ciencias, aun cuando todavía no se comprendiese bien el sistema y se gobernase en nombre del rey de España.

Los hombres superiores que componían el Triunvirato (2), participando de estas aspiraciones del patriotismo, eran ante todo gubernamentales. Opuestos a la reunión inmediata de una asamblea constituyente, por considerarla prematura y peligrosa, estaban en este punto en pugna con el partido que representaban. (3) De aquí debía nacer una oposición radical que determinaría una cuarta evolución política, la más peligrosa y la más trascendental de cuantas se habían realizado hasta entonces.

Estos antecedentes eran indispensables para comprender juzgar la actitud política que San Martín y Alvear tomaron en medio de los partidos en que se hallaba dividida la revolución cuando pisaron las playas argentinas.

II

San Martín, al regresar á su patria, era un hombre oscuro y desvalido, que no tenía más fortuna que su espada, ni más reputación que la de un valiente soldado y un buen táctico. Su compañero Alvear por el contrario, rico y precedido de la fama de generoso, llevaba un apellido que se había ilustrado en el Río de la Plata, encontraba una familia hecha y en valimiento, y con las brillantes exterioridades que le adornaban, las simpatías debían brotar á su paso. Poseído de una ambición sensual de gloria y de poder, improvisador en acciones y palabras que se dejaba gobernar por su imaginación fogosa, talento de reflejo que no emitía la luz propia, careciendo del resorte de la voluntad perseverante, Alvear formaba contraste con San Martín, en quien la reflexión y la preparación de los medios precedían a la acción, y cuyo conjunto de pasión concentrada, cálculo, paciencia, sagacidad y fortaleza de alma constituían un carácter original que sólo se parecía a sí mismo

(2) Chiclana. Passo y Sarratea como vocales, siendo los secretarios Rivadavia, don José J. Pérez y don Vicente López, entrando poco después en esta clase don Nicolás Herrera.

(3) V. la correspondencia de Rivadavia con Belgrano en el Apéndice de la "Historia de Belgrano». Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/163 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/164 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/165 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/166 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/167 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/168 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/169 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/170 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/171 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/172 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/173 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/174 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/175 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/176 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/177 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/178 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/179 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/180 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/181 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/182 Página:Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.pdf/183 SITUACIÓN MILITAR.

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— CAP.

UI

con 210 piezas de artillería, y una escuadrílla sutil, mandada por marinos valientes y experimentados, que le aseguraban el dominio de las aguas del Plata y de los ríos superiores, mientras las Pro^-incias Unidas no tenían ni un solo lanchón armado. El ejército realista vencido en Tucumáu, se había atrincherado en Salta. Contando con el apoyo de otro ejército en el Alto Perú y con los recursos del Bajo Perú, era reforzado en la misma proporción del ejército de Belgrano, de manera que ambos se halagaban á la vez con la idea de tomar la ofensiva, debiendo ser los resultados de una derrota más desastrosos para los patriotas que para los reahstas. En tal situación, los objetivos inmediatos eran Montevideo y Salta. Era necesario tomar á Monteddeo á todo trance; desalojar al enemigo de Salta venciéndolo. Los planes mihtares y las disposiciones gubernativas tenían en vista estos dos grandes resultados, y los ejércitos de que hemos hecho mención antes, respondían á ellos. En consecuencia, todos los esfuerzos y todos los recursos se concentraron sobre estos dos puntos. La posesión de Montevideo era la consoHdación de la base política y miUtar de la revolución, y la expulsión de los enemigos de Salta era la espansión de ella hasta el Desaguadero, buscando el camino para herir el poder español en su propio centro, que era Lima. Sea con el objeto de trasmitir esta conciencia al pueblo á fin de comprometerlo en los grandes esfuerzos, sea que tal modo de proceder fuese un rasgo característico de la época,

entre ellos San el Gobierno convocó una junta de militares Martín y de vecinos notables, para que asociada al Cabildo le aconsejasen el plan de campaña que debía seguir. La Junta fué de opinión que el General Belgrano, con la fuerza que reuniese después de reforzado, atacara al enemigo en Salta y lo venciese, marchando en seguida hasta el Desaguadero, y

de Montevideo se estrechase hasta rendirlo á todo Esta resolución aunque aconsejada por quien no trance. tenía competencia, era digna do un pueblo viril, y los encargados de ejecutarla mostraron que estaban á la altura de la

que

el sitio ('^)

situación.

(3>)

Oficios del Gobierno á Belf^ano de fecha 13 de octubre 182. Archivo de Guerra (M. SS.)

noviembre de

y 5 de