Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes (Tomo I): Libro Segundo. Capitulo I

​Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes (Tomo I)​ de Roselly de Lorgues
Libro Segundo. Capitulo I



Libro Segundo.







CAPITULO I.


I.


Una multitud de embarcaciones cruzaba sin cesar por la bahia de Cádiz. La causa de esta animacion era catorce carabelas, ancladas al rededor de tres grandes carracas, de las cuales la mayor, llamada Marigalante, con bandera de capitana, contenia á su bordo los primeros elementos de una colonizacion.

Ademas de los víveres y plantones, trigo, avena, legumbres y centeno para sembrar las tierras, habia hecho embarcar el almirante, ganado, caballos para semilla, instrumentos de agricultura, hierro, ladrillos, cal etc.

Sin contar el estado mayor, los relijiosos, los soldados, labradores, jardineros, herreros, carpinteros, albañiles y criados de servicio, formando un efectivo de quinientos hombres, pagados por la corona,[1] un gran número de individuos de todas edades y clases, alucinados con las rejiones de la especeria y del oro, solicitaban el favor de que los llevasen á ellas, pagando su viaje. No pudieron admitirse mas que setecientos, que fueron repartidos en las carabelas; pero tal era el frenesí de oro, que mas de trescientos aventureros se ocultaron en los buques, agazapándose entre la carga, y algunos hasta en la bodega. ¡Qué contraste entre la consternacion y las lágrimas que señalaron la primera partida de Palos, con el regocijo y la impaciencia que se notaba en torno de la flota!

En la Marigalante tomaron sitio el bachiller Jil Garcia, alcalde mayor; Bernal Diaz de Pisa, teniente de veedor jeneral; Sebastian de Olano, contador de Real Hacienda; el astrónomo Fr. Juan Pérez de Marchena; el primer cirujano, doctor Chanca; el comendador Gallego; el comendador Arroyo; Juan Aguado, mayordomo de la capilla real; los hidalgos Gaspar Beltran, Pedro Margarit, Francisco de Peñasola, Pedro Navarro y micer Girao, de la servidumbre de la reyna; Juan de la Vega, ayuda de cámara del infante; Melchor Maldonado, pariente del cosmógrafo; Jines de Corbalan, que se habia distinguido en la guerra contra los moros; el metalúrjico real, Fermin Zedo; el injeniero mecánico Villacorta y dos intérpretes, indios bautizados, de los cuales uno era de Guanahaní, primer punto que se descubrió, y tenia por padrino al hermano del almirante, llamándose como él Diego Colon.[2]* Allí estaba tambien como pasajero el apreciado Francisco de Casaus, mas conocido con el nombre de Las Casas, y cuyo hijo Bartolomé, á quien su amor por las Indias debia inmortalizar, estudiaba entonces en Sevilla.[3]

El almirante, un poco enfermo; pero con el espíritu siempre vigoroso, tenia á su lado a su hermano mas jóven don Diego, que iba á partir con él, y á sus dos hijos, Diego y Fernando, venidos para despedirlo. En el momento en que se anunció el viento favorable. Colon se encontró repentinamente restablecido, y el 25 de Setiembre, una hora antes de salir el Sol, á la vista de sus hijos que lo miraban desde la orilla,[4] dió en la Marigalante la órden de aparejar.

Siguióle la escuadra, gobernando hácia las islas Canarias, en que debian tocar, y á las cuales llegaron el 1.° de Octubre. Se remedió la via de agua descubierta en una de las carabelas, partieron al dia siguiente á media noche, y el 5 de Octubre anclaron en la Gomera para hacer leña y agua, y comprar terneras, cabras y ovejas, que pensaba Colon debian aclimatarse mas fácilmente en el nuevo mundo que los animales traidos de España. Embarcó ocho cerdos, que uno con otro tuvieron de costo dieziocho reales de vellon, y de los que provienen cuantos existen en las Antillas y en el nuevo continente;[5] tomó también pollos, gallinas y plantas y semillas de huerta. El Lúnes 7 de Octubre, cada capitan de carabela recibió un pliego cerrado, que solo abriría en caso de que alguna borrasca lo separase del resto de la escuadra, y en él indicaba el almirante el camino que habia que seguir para llegar directamente á la Española. Inmediatamente dispuso Colon la salida; pero por siete dias lo detuvo la calma á la altura de las Canarias, hasta que el 14 se levantó un brisote del E. y con su ayuda perdieron de vista las crestas de la isla de Fierro.

Gobernó Colon mucho mas al S. en este que en el viaje precedente, pues quería llegar á la tierra donde moraban aquellos terribles caribes, de que tan pavorosas descripciones le hicieran, y así tomó directamente su camino. Lo mismo que en la primer travesia, su buque era uno de los mas pesados, y a menudo la flota necesitaba acortar vela para esperarlo. Habia izado su bandera en él, solo porque se llamaba Marigalante. Ya sabemos Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/388 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/389 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/390 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/391 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/392 llamó Colon Monserrat, en honor del celebre monaste- rio de la vírjen que hay en una montaña de Cataluña. Pero ni el mas leve indicio de cultivo, ni de moradores se divisaba en sus orillas. Utias, aguti ses, loros é igua- nas, eran sus únicos habitantes, pues abusando de su cercanía los antropófagos de la Guadalupe la tenian con- vertida en un desierto. La raza humana habia desapa-. recido de allí '^devorada por los caribes,'^ dice Fernan- do Colon. 1 Colon la contempló con ojos tristes, y sin detenerse prosiguió su rumbo. '}¡iim'->^ Por la tarde vióse una isla, á la cual puso el almi-^ rante bajo el patrocinio de la vírjen con el nombre de Santa Maria de la Rotonda. Al otro dia se diseñó en el horizonte otra con her- mosas apariencias, que mereció llamarse Santa Maria la Antigua, apelativo que conserva abreviado en Antigoa. Al siguiente abordaron á una isla con aldeas y al- gún cultivo, 'y aunque Colon no hubiera estado nunca en ella, se guiaba perfectamente, dice el cirujano ma- yor,2 admirado de la pasmosa exactitud que tenia hasta en las cosas desconocidas. Por indicación suya llegó la jente á una cabana, cuyos huespede? huyeron, sin que pudiera cojerse mas que seis mujeres y algunos niños, igualmente robados de las playas vecinas. Al volver con su presa la chalupa, se divisó á lo lar- go de la costa una canoa con cuatro hombres, dos muje- res y un niño, que salia de una ensenada, oculta entre rizóforas, y quedaron los indíjenas tan admirados con la vista de la flota, que durante mas de una hora permane- cieron inmóviles á dos tiros de mosquete, absortos en su contemplación; y como en su sorpresa no reparasen en la chalupa, esta se deslizó por la orilla, para córtales la re- tirada. Mas, apercibidos los caribes de la maniobra, to- , Historia del almirante, cap. XLVII. . Dr. Chanca. Carta á los señores de la municipalidad de Sevilla. Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/394 Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/395

  1. Oviedo y Valdes. Historia jeneral de las Indias, lib. II. cap. VIII.
  2. El mismo indio que el P. Spotorno confunde torpemente con su padrino.
    N. del T.
  3. La mayor parte de los historiadores confunden con su padre al célebre Bartolomé Las Casas, y lo hacen salir para la Española en 1493; pero en esta época Bartolomé no habia concluido sus estudios, y solo á la vuelta de su padre en 1498, fué cuando paso á estudiar á la universidad de Salamanca derecho civil y canonico.
  4. "Un'hora avanti il levar del Solé, essendovi lo e mió fratel presente."—Fernando Colombo, cap. XLV.
  5. Las Casas. Historia de las Indias, lib. 1. cap. LXXXIII.—Herrera. Historia jeneral de los viajes y conquistas de los castellanos en las Indias Occidentales, decada 1. lib. II. cap. VI.