Historia XVII:Los europeos en Rusia

Historia XVII:Religión rusa
Capítulo 17 – Europa oriental en el siglo XVII
Los europeos en Rusia​
 de Charles Seignobos


Seguían siendo los rusos, en el siglo XVII, un pueblo semioriental; ignorante y atrasado, que parecía bárbaro a los demás pueblos de Europa.

Los personajes más altos conservaban aún costumbres groseras. Cuando el zar envió embajadores a Europa, sorprendieron por su suciedad. Los embajadores enviados en 1656 a Venecia dormían vestidos en el suelo y metían los pañuelos en el gorro. En la mesa, cogían la comida con las manos y la ponían en los tenedores. No podían ir en una carroza sin ensuciarla. Los señores de su escolta se pegaban unos a otros, no sabían más que ruso y no comprendían nada de lo que veían. El rey de Dinamarca, que los había visto al paso, decía: «Si otra vez nos vienen enviados rusos, les mandará alojar en la cochiquera, porque nadie quiere vivir en donde han parado».

Sin embargo, muchos europeos estaban ya establecidos en Rusia, sobre todo en Moscou, cerca del zar, y empezaban a enseñar a los rusos la civilización europea.

La mayor parte eran alemanes luteranos que el zar había llevado cuando había invadido Livonia. Los había conducido a la fuerza a su capital, según costumbre de los tártaros. —Otros, ingleses, escoceses, holandeses, suizos, se habían alistado voluntariamente al servicio del zar; pero, una vez en el país, no se les dejaba marchar. Eran sobre todo armeros, mineros, carpinteros, ingenieros y oficiales.

Había también algunos comerciantes holandeses e ingleses. Unos estaban establecidos en Arkángel, que era entonces el único puerto de Rusia; otros en Moscou. Compraban los productos brutos de Rusia, las pieles, la miel, la cera, la resma, y vendían a los señores rusos los artículos de lujo de Europa occidental.

Los europeos de Moscou habían vivido primeramente en la ciudad entre los rusos, y muchos incluso iban vestidos a la rusa. En 1652, el zar ordenó a todos los extranjeros abandonar la ciudad, y mandó que se establecieran en un barrio especial, «el arrabal de los extranjeros». Allí tuvieron iglesias protestantes, y vivieron a la usanza europea. Los rusos empezaron de esta suerte a conocer la civilización occidental.


Capítulo XVII