Historia XV:Guerra de Sucesión de España

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Capítulo 15 – Política exterior de Luis XIV
Guerra de Sucesión de España

de Charles Seignobos


Entonces comenzó una guerra general en Europa, que se ha denominado guerra de Sucesión de España.

España era entonces la aliada de Luis XIV. Pero era un país arruinado que no le daba muchos recursos y que le era preciso defender. Francia misma, agotada por la última guerra, no daba dinero suficiente, y ni siquiera se encontraban bastantes hombres para los ejércitos. No quedaban casi buenos generales. Luis XIV daba el mando de sus ejércitos a cortesanos incapaces, como Villeroi, el preceptor del Delfín, o a viejos generales tímidos que esperaban para operar a recibir órdenes de Versalles.

Cuatro ejércitos franceses operaban separadamente, uno en Bélgica contra los holandeses, otro en Baviera contra el emperador, otro en Lombardía, un cuarto en el Rin. —Al mismo tiempo, el emperador era atacado al Este por los turcos y los señores de Hungría sublevados (véase cap. XVII).

Los ejércitos franceses se aprovecharon para tomar la ofensiva, y los Estados del emperador fueron atacados por tres partes a la vez. El ejército francés de Italia invadió el Tirol y se preparó a reunirse en el Danubio con el ejército francés de Alemania, unido a las tropas bávaras. —Los jinetes bávaros invadieron el Austria alta.— Los húsares húngaros galoparon hasta cerca de Viena.

Inquieto el emperador, se decidió a dejar que dirigiese la guerra su mejor general, el príncipe Eugenio de Saboya. Era un príncipe francés, hijo de un segundón de la familia del duque de Saboya y de Olimpia Mancini, sobrina de Mazarino. Había estado en la Corte de Luis XIV y había pedido un regimiento, pero el rey se había negado con dureza. El príncipe Eugenio le conservó siempre rencor. Entró al servicio del emperador, dirigió varias campañas contra los turcos y logró victorias que le dieron fama de gran capitán.

El príncipe Eugenio reorganizó el ejército austriaco, para lo que se proporcionó dinero vendiendo los tesoros de las iglesias. Luego obtuvo permiso para adoptar un nuevo sistema de guerra. En vez de dispersar sus fuerzas intentando resistir por todos lados, hizo caso omiso de los enemigos menos peligrosos, los húngaros y el ejército francés de Italia. Reunió todas sus fuerzas en el punto más importante, contra el ejército francés y bávaro del Danubio.

Pero no contaba aun sino con 80.000 hombres contra 120.000. Las operaciones se habían paralizado durante el invierno, según costumbre de la época. Había a la sazón en los Países Bajos, contra el ejército francés de Bélgica, un ejército al servicio de Inglaterra y de Holanda, ejército que mandaba el duque de Marlborough.

El príncipe Eugenio fué al campamento de Marlborough y se puso de acuerdo con éste. Resolvieron reunir sus tropas para acabar con el ejército francés del Danubio. Pero era preciso obtener el permiso del gobierno holandés, y los holandeses querían conservar su ejército cerca de la frontera para defender la patria. Marlborough los engañó haciendo creer que se trataba de una pequeña operación. Aparentó llevar su ejército hacia el Mosela. Luego, bruscamente, pasó el Rin, atravesó Alemania y fué a unirse con el ejército del príncipe Eugenio en Baviera. Con 150.000 hombres atacaron al ejército franco-bávaro, que tenía aproximadamente igual fuerza. Fué la batalla que los franceses llamaron Hochstett, los ingleses Blenheim (13 de agosto de 1704).

El ejército francés, sorprendido, se alineó en orden de batalla, la infantería a la derecha en la aldea de Blenheim, la caballería a la izquierda. El ejército enemigo pasó un arroyo que estaba mal guardado. Eugenio mandaba el ala derecha. Su caballería huyó. La infantería, formada por alemanes, cargó bruscamente y fué dispersada por la caballería francesa. Pero Marlborough, que mandaba el ala izquierda, dirigió todas sus fuerzas, infantería y caballería, contra los jinetes franceses y los hizo retroceder. Replegáronse para formar de nuevo. Marlborough cargó contra ellos tan vigorosamente que los puso en fuga. El general francés que mandaba por aquel lado, y que veía poco, cayó en medio de una tropa enemiga y fué hecho prisionero. Marlborough se dirigió en seguida contra el ala francesa que acababa de rechazar al príncipe Eugenio, cargó contra ella de flanco y la obligó a retirarse. La infantería francesa, que había permanecido en la aldea de Blenheim, se encontró aislada, fué rodeada por todo el ejército enemigo y obligada a rendirse. El ejército franco-bávaro había perdido 12.000 hombres, muertos o heridos, 14.000 hechos prisioneros, su artillería y sus bagajes.

La batalla de Blenheim decidía la suerte de la guerra. Los franceses evacuaron toda Alemania, abandonando Baviera, que las tropas del emperador ocuparon. Los coaligados tomaron la ofensiva contra Francia.

En España una flota inglesa llegó ante el puerto de Gibraltar, encontró la fortaleza mal guardada y la tomó (1704). Inglaterra fué dueña de Gibraltar y lo sigue siendo.

Se había esta nación aliado con Portugal. El tratado que firmó el enviado inglés Methuen (1704) facilitaba la venta del vino portugués (el Oporto) en Inglaterra.

Una flota inglesa llevó a Lisboa al archiduque Carlos, segundo hijo del emperador, que reclamaba la sucesión de España. Un cuerpo de ejército inglés, desembarcado con el archiduque, comenzó la guerra en Portugal contra las tropas españolas.

En Italia el duque de Saboya, descontento de Luis XIV, le había abandonado y había entrado en la coalición. El ejército francés había desarmado a sus tropas y ocupado la mayor parte de sus tierras (1703). Pero Luis XIV tenía a la sazón en contra al emperador y al duque de Saboya.

El emperador Leopoldo murió en mayo de 1705. Su hijo José I, que le sucedió, más inteligente y activo que él, era amigo del príncipe Eugenio y condujo la guerra con más vigor.

El año 1705, los de la coalición avanzaron por dos lados a la vez. Marlborough, viniendo de los Países Bajos por el Mosela, quería ir sobre París. El príncipe Eugenio, en Italia, atacaba el Milanesado. Pero Luis XIV había formado nuevos ejércitos y contuvieron las dos invasiones.

El año 1706 fué decisivo. Luis XIV tenía ocho ejércitos para defender Francia y España: en Bélgica, en el Rin, en el Mosela, en Lombardía, en el Piamonte, en el Rosellón, en Cataluña, en Portugal.

El ejército francés que defendía Bélgica estaba mandado por Villeroy. Dejó el centro inactivo detrás de las marismas, en Ramillies, en tanto las tropas de Marlborough atacaban su ala derecha. El ejército francés fué dispersado y evacuó casi toda Bélgica, que los de la coalición ocuparon (1706).

El ejército francés de Italia sitiaba al duque de Saboya en Turín. El príncipe Eugenio, llegando a Lombardía, pasó todos los ríos sin que los generales franceses hubieran intentado detenerle. Acabó por reunirse al duque de Saboya y atacó al ejército francés en su campamento, delante de Turín. Los franceses se retiraron abandonando sus cañones (1706).

Los coaligados ocuparon todo el Milanesado. Luego conquistaron entero el reino de Nápoles (1707). Felipe V quedó completamente desposeído en Italia.

Invadieron también la Provenza y llegaron delante de Tolón; pero la ciudad resistió y los contuvo (1707).

En España, una flota inglesa llevó al archiduque Carlos a la costa de Cataluña. Los catalanes no querían obedecer a Felipe V, que dejaba que España fuera gobernada por castellanos. Reconocieron por rey al archiduque, y lo mismo hicieron los reinos de Valencia y Aragón. Todo el antiguo reino de Aragón reconoció al rey Carlos III (1706).

Entonces empezó una guerra en España que duró ocho años. Un ejército inglés obligó a Felipe V a dejar Madrid, entró en la capital y proclamó rey a Carlos III. Pero los castellanos se declararon contra el rey, a quien apoyaban los ingleses, y obligaron a Carlos a retirarse. Luego el ejército francés de España reconquistó los reinos de Aragón y Valencia (1707). No quedó al archiduque más que Cataluña.

Los coaligados vencedores se habían dividido. Dejaron que Luis XIV tomase de nuevo la ofensiva y contuviera la invasión en 1707. En 1708, intentó recobrar Bélgica. Envió un ejército de más de 100.000 hombres, mandado por su nieto el duque de Borgoña y por su primo el duque de Vendôme. Marlborough y el príncipe Eugenio fueron a detenerle. Se peleó todo un día desordenadamente. Tal fué la batalla de Oudenarde. El ejército francés resistió. Al día siguiente, Vendôme quería reanudar la batalla, y el duque de Borgoña se negó, ordenando la retirada. Al retirarse, su ejército se desbandó. El enemigo le persiguió y le cogió 9.000 hombres. Luego invadió Francia y se apoderó de Lille. Los jinetes enemigos llegaron hasta el puente de Sèvres, cerca de París (1708).

Francia ya no tenía dinero para seguir la guerra. La miseria era general. En el mismo París se comía pan negro. Luis XIV envió entonces a pedir la paz a los holandeses. Ofreció renunciar a la sucesión de España para su nieto. Pero Marlborough y el príncipe Eugenio querían aprovechar la ocasión para arrebatar a Luis XIV sus antiguas conquistas, y no le fué ofrecida más que una tregua de dos meses. Luis XIV prefirió seguir la guerra.

Francia combatía entonces, no ya por la preponderancia, sino por su defensa. Se reunió un último ejército de 90.000 hombres, mal equipados y mal provistos de víveres. Villars, que le mandaba, fué a situarse cerca de Mons, en la llanura de Malplaquet, con intento de detener al enemigo. Cuando la batalla de Malplaquet empezó, los soldados franceses, que llevaban un día entero sin probar bocado, acababan de recibir el pan, y le tiraron para correr al combate, Duró la pelea más de seis horas.

Los franceses retrocedieron, pero habían perdido menos hombres que el enemigo y se retiraron en orden (1709).

Luis XIV volvió a pedir la paz. Su enviado discutió en Holanda con Gertruydenberg. Accedía esta vez, no solamente a abandonar a su nieto, sino a pagar las tropas que fueran a combatirle, porque Felipe V manifestaba no querer salir de España. Los coaligados exigieron que Luis XIV combatiera personalmente contra su nieto. «Puesto que es necesario hacer la guerra, respondió Luis XIV, preferible es hacerla a mis enemigos y no a mis hijos» (1710).

El ejército enemigo, viniendo de Bélgica, avanzó hasta Francia. En España, el archiduque Carlos entró de nuevo en Madrid (1710). Luis XIV no sabía dónde encontrar dinero. Salvóle un cambio de política de Inglaterra.