Historia XIII:Restauración
Después de haber abdicado Ricardo Cromwell, los soldados, dueños del poder, llamaron a los miembros del Rump Parliament expulsados en 1653, y les confiaron el mando. Pero la Cámara se indispuso muy pronto con el Consejo de los oficiales, con motivo de los tributos consignados en la época de Cromwell para pagar a los soldados.
Había entonces dos ejércitos, uno al sur, cerca de Londres, el otro en Escocia. El general que mandaba en Escocia, Monk, era un oficial de carrera, indiferente a las cuestiones de religión. Todos los partidos le pidieron ayuda. Partió de Escocia con 2.000 jinetes y 5.000 infantes, y fué contra Londres manifestando que iba a asegurar la libertad del Parlamento. Tuvo de su parte a todos los ingleses, anglicanos o presbiterianos, igualmente irritados con el ejército y con los Independientes.
Los regimientos del sur se desbandaron sin luchar. Monk entró en Londres sin hallar resistencia y se puso de acuerdo con los realistas. Hizo que volvieran al Parlamento todos los miembros excluídos en 1648. Los presbiterianos estuvieron en mayoría. El Parlamento restaurado voto inmediatamente su propia disolución, y así acabó el Parlamento largo (1660).
Carlos II, que residía en Holanda, publicó entonces el manifiesto de Breda. Prometió pagar la soldada que se debía a las tropas y hacer que el Parlamento arreglara la amnistía y la libertad de conciencia para los disidentes.
Se eligió una asamblea que se llamó Convención, porque no podía ser convocado «Parlamento» regular sino por un rey. Los presbiterianos tuvieron la mayoría.
La Convención decidió restablecer al rey y la Cámara de los Lores, y llamó a Carlos II. Desembarcó en Douvres entró en Londres, recibido por una muchedumbre que lanzaba gritos de alegría.
El gobierno fue restaurado tal como estaba en 1641, después de la ejecución de Strafford. Se empezó por perseguir a los Independientes, enemigos de Carlos I y del Parlamento. Se exceptuó de la amnistía a los regicidas, es decir, a los jueces que habían decidido la muerte del rey. Trece fueron ejecutados. Se desenterraron los cadáveres de Cromwell y de su yerno, se colgaron de una horca y allí quedaron abandonados. Otros «regicidas» huyeron y murieron en el destierro.
El ejército fué licenciado, no se conservaron más que dos regimientos que vinieron a ser los guardias del rey (1666).
Luego la Convención fué disuelta y se eligió un Parlamento regular. Los realistas, partidarios de la Iglesia anglicana, tuvieron en él enorme mayoría. Se le apellidó Parlamento caballero (1661). Carlos II le encontró tan dócil que le conservó durante cerca de dieciocho años, sin hacer nuevas elecciones.
Los anglicanos, convertidos en dueños del poder, dedicáronse a su vez a perseguir a los presbiterianos, sus antiguos enemigos.
Para arrojar a los presbiterianos de la Cámara, una ley obligó a los miembros de las corporaciones municipales que elegían los diputados a comulgar en las formas de la iglesia anglicana y a renunciar al Covenant. De esta manera quedaron excluídos los electores presbiterianos.
Para arrojar a los presbiterianos de la Iglesia, se aprobó la ley de uniformidad (1662), que obligó a todos los eclesiásticos y a los maestros de escuela a firmar la declaración de que aceptaban toda la liturgia anglicana. Doscientos pastores próximamente prefirieron retirarse.
Por último, para impedir quee los presbiterianos tuvieran iglesias, aun costeándolas, una ley prohibió todo reunión religiosa «en desacuerdo con las prácticas de la Iglesia», y todo el que a ellas asistía era castigado con penas que podían llegar hasta la deportación.
Los dos partidos que habían hecho la revolución, los Independientes primero, los presbiterianos luego, fueron excluídos enteramente de la política y de la Iglesia.