Historia X:Paz de Westfalia

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Ya en 1641 se habían reunido enviados para preparar las negociaciones de la paz. Como el nuncio del Papa no quería entrevistarse con herejes, se convino la reunión del Congreso en Westfalia, en dos ciudades vecinas, —los protestantes en Osnabruck— los católicos en Munster. El Congreso, anunciado para 1642, no se inauguró hasta 1645. En un principio el emperador había querido tratar sólo en nombre de toda Alemania. No se resignó sino después de las derrotas de 1645 a dejar que fueran al Congreso príncipes alemanes.

Hubo negociaciones durante tres años mientras la guerra continuaba. Todos los Estados en guerra estaban representados: —de una parte, el emperador y sus aliados, todos católicos, el rey de España y los príncipes alemanes de la Liga católica;— de otra, la reina de Suecia, el rey de Francia, las Provincias Unidas (Holanda), y los príncipes protestantes de Alemania.

Cada soberano estaba representado por embajadores. Se discutía en latín, muy lentamente. Se había dividido en tres partes las cuestiones por arreglar:

  1. Los derechos de los príncipes del Imperio (arreglo de los asuntos interiores de Alemania).
  2. La «satisfacción de los coronados» (los territorios que había que dar a los reyes de Francia y de Suecia).
  3. El «contentamiento de la soldadesca» (el sueldo que había que pagar a los ejércitos que ocupaban Alemania).

Los holandeses, los primeros, hicieron la paz con España (enero de 1648) sin el consentimiento de Francia. España no quería tratar con Francia, y sus enviados abandonaron el Congreso.

El emperador, inquieto por la guerra que tomaba mal cariz, se decidió a ceder sus dominios de Alsacia a Francia. Luego se arreglaron los asuntos de Alemania, y más tarde se discutió con el ejército sueco. Los tratados de Westfalia fueron firmados por último en agosto de 1648.

El rey de España reconoció la independencia de las Provincias Unidas, y las cedió las provincias católicas que los holandeses habían conquistado al norte del Escalda (forman hoy el Brabante y el Limburgo holandeses). Suecia obtuvo la mayor parte de la Pomeraniay dos antiguos obispados alemanes, Brema y Verden, transformados en ducados.

El rey de Francia, a más de los Tres obispados que poseía desde 1552, obtuvo todo lo que era del emperador en Alsacia, es decir, la parte sur del país y los derechos sobre las «diez villas imperiales». El Tratado estaba escrito en términos contradictorios: el país era cedido al rey de Francia en completa soberanía, y, no obstante, había de seguir formando parte del Imperio.

Los aliados de Francia y de Suecia obtuvieron como indemnización varios obispados o abadías secularizadas. El Elector de Brandeburgo recibió un trozo de Pomerania y los obispados de Magdeburgo y Halberstadt.