Historia III:Descubrimiento del camino de las Indias

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Capítulo 3 - Los descubrimientos marítimos
y los establecimientos coloniales

Descubrimiento del camino de las Indias

de Charles Seignobos


Los portugueses se apresuraron entonces a buscar el camino de la India por el Este. Un caballero portugués, enviado por el rey a Egipto, había ido a la India en un navío árabe. Había hecho saber que se encontrarían en la costa oriental de África ciudades árabes cuyos barcos traficaban con la costa de la India. Ya no se trataba más que de llegar a esas ciudades árabes doblando el cabo de Buena Esperanza.

Un joven noble, Vasco de Gama, fué encargado por el rey del mando de una expedición. Partió de Lisboa (julio de 1497) con cuatro navíos y 150 hombres. Llevaba una docena de condenados a muerte, que había de enviar a tierra para desempeñar las misiones peligrosas.

Vasco de Gama, para evitar los vientos contrarios, se apartó mucho de la costa de África, buscando la zona donde soplan los vientos regulares. Al llegar cerca del Sur de África se acercó a la orilla, y, bordeándola, dió vuelta al cabo de Buena Esperanza.

En la costa Oriental encontró primeramente hotentotes salvajes, luego llegó a un país habitado por negros armados con arcos y jabalinas, que cultivaban el mijo y vivían en chozas de paja.



El 2 de marzo de 1498 se llegó a la costa de Mozambique, donde vivían árabes que hacían el comercio con la India. El gobernador árabe recibió bien a los portugueses, tomábalos por turcos musulmanes; pero, cuando hubo reconocido que era cristianos, trato de apoderarse de sus barcos. Vasco, a quien se avisó, se hizo a la mar. Detúvose en otro puerto árabe, en Mombasa, donde también se intento sorprenderlo. Por último, más al Norte, en Mélinde, encontró un jefe árabe que le proporcionó un piloto de la misma nacionalidad que le condujera a la India.

La expedición, impulsada por el viento del Sudoeste (el monzón), que sopla siempre en dicha época, atravesó el Océano Índico en veintitrés días y llegó a la costa de la India, a Calicut, el gran puerto comercial adonde los árabes iban a buscar las especias venidas de Malaca, la canela de Ceilán, la pimienta de la India, el alcanfor de Sumatra. El príncipe era indio, pero los musulmanes tenían un barrio con casas de piedra y mezquitas.

Uno de los condenados a muerte portugueses fué enviado a tierra, y en el barrio de los extranjeros encontró dos musulmanes de Túnez que hablaban español e italiano. Uno de ellos le dijo en español: "¡El diablo te lleve! ¿Quién te ha traído aquí?" El portugués respondió. "Venimos para buscar especias y cristianos". (Se creía que parte de los habitantes de la India eran cristianos.)

Vasco de Gama pidió audiencia al príncipe de Calicut, que le recibió tendido en un lecho de terciopelo verde, debajo de un baldaquino dorado. Díjole que el rey de Portugal trataba de establecer con su país relaciones comerciales. Llevaba, en calidad de presentes regios, los productos de Portugal, telas, azúcar, aceite de oliva y miel. Sus regalos parecieron miserables, las gentes del príncipe manifestaron que querían oro. Los comerciantes árabes, irritados contra aquellos extranjeros que venían a hacerles competencia, aconsejaron al príncipe que se desembarazara de los portugueses.

Como hubiera ido unos personajes indios a bordo de su barco, Vasco de Gama los guardó en calidad de prisioneros. El príncipe entonces se decidió por la paz, y envió a Vasco una carta escrita en una hoja de palma para el rey de Portugal: "Vasco de Gama, noble de vuestra corte, has venido a mi país, de lo que me he regocijado. En mi país hay mucha canela, mucho clavo, jengibre y piedras preciosas. Lo que deseo de vosotros es oro, plata, coral y escarlata".

El príncipe permitió a los portugueses tener un almacén en Calicut, y algunos hombres se quedaron guardándole. La expedición volvió a hacerse a la mar, esta vez con viento contrario, y tardó tres meses en llegar a África. Más de treinta hombres murieron de escorbuto, casi todos los restantes estaban enfermos. Cuando se llegó, por último, a Portugal (septiembre de 1499), no quedaban más que 35 hombres.