Historia II:Cautiverio de Francisco I

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Capítulo 2 - Política europea (1498 - 1559)
Cautiverio de Francisco I

de Charles Seignobos


Francisco pensaba tratar con el emperador como si hubiera sido vencido en un torneo y lograr la libertad mediante rescate. Pero Carlos V mandó que le condujeran a España y que lo encerraran en una torre del recinto de Madrid. Allí Francisco cayó en gran melancolía y tan enfermo que se le creyó perdido.

En Francia su madre había tomado las riendas del gobierno, y se proporcionó dinero bastante para pagar a las tropas y poner el reino en estado de defensa. Carlos V ya no tenía dinero y los otros príncipes empezaban a inquietarse al ver que se hacía demasiado poderoso. Enrique VIII, aliado suyo hasta entonces, trató con Francia y prometió esforzarse cuanto pudiera para libertar a Francisco I. El Papa y los príncipes italianos comenzaban a ponerse secretamente de acuerdo contra el emperador. Los turcos acababan de destruir el ejército cristiano y habían conquistado casi toda Hungría (1525). Carlos V se decidió a ofrecer la paz al rey de Francia. El tratado se firmó en Madrid en enero de 1526.

Carlos se aprovechó de que Francisco deseaba ardientemente recobrar la libertad, y le obligó, no sólo a renunciar a Italia, sino a entregar el ducado de Borgoña, que ya llevaba medio siglo reunido en Francia. Francisco I prometió aportar una flota y un ejército para ayudar a Carlos a hacer la cruzada contra los turcos. Como garantía de sus promesas entregó dos de sus hijos, que el emperador debía guardar prisioneros hasta la ejecución de lo pactado (1526). Pocas horas entes de firmar el tratado de Madrid, Francisco I había mandado llamar en secreto a dos testigos y había mandado escribir un documento en que manifestaba de antemano considerar nulo todo lo que iba a prometer, porque se abusaba de su situación de prisionero para obligarle a aceptar condiciones demasiado duras. Se le dejó en libertad, quedando sus dos hijos mayores como rehenes.

Una vez libre, Francisco I se negó a ceder la Borgoña y ofreció dos millones de escudos para rescate de sus hijos. Se entendió con los príncipes italianos y con el Papa, inquietos por el poderío de Carlos V, e hizo con ellos en Cognac una liga secreta.