Himno epitalámico
HIMNO EPITÁLAMICO.
Placer de los cielos delicia del mundo,
Ó Númen fecuudo, propicio á mi, voz,
De tiernos amantes corona el deseo,
Desciende, Himenéo, desciende veloz.
Al mar y á la tierra y al aire sereno
Tú colmas el seno de germen feraz;
Y el orbe enlazando con dulces cadenas,
Sus ámbitos llenas de vida y de paz.
Tú al nido aprisionas con grillos suaves
Las tímidas aves en plácidaiugion;
Y al yugo amoroso tú inclinas la frente
Del tigre inclemente, del fiero león.
Si gime viiida la tórtola bella,
Con blanda querella te pide otro amor;
Sin fruto dorado la palma viüda
Te espresa, aunque muda, su triste dolor.
Sin ti los mortales, cual fieras atroces,
Ni oyeran las voces de patria y bogar:
Sus muros te deben las altas ciudades;
Las mismas Beidades te deben su altar.
Mas ya gratas pulsan las cítaras de oro,
Y aclaman en coro tu gloria inmortal;
Y al son armonioso las alas extiendes,
Y en triunfo desciendes al lecho nupcial.
Con falsa modestia la Diosa de Délos
Se ocalta en los cielos tras nube fugaz;
En tanto que Véuus mas plácida y bella
Refleja en su estrella su cándida faz.
Sin dejo amargoso purísima muestra
La copa en su diestra de dulce licor;
Y uniendo á sns rosas la blanca azucena,
Su frente serena descubre el Amor;
Mas siempre festivo tu antorcha divina,
Que el lecho ilumina con claro esplendor.
Apaga; y fingiendo temor y recelo,
Se esconde en el velo del sacro Pudor.
Los Dioses sonríen, la esposa suspira;
Ternura respira su blando desden ;
N al tímido éspóíó las Gracias y Amores
Con cándidas flores coronan las sien.