Más dulce que la miel es tu recuerdo
cuando lejos estoy, pueblo querido,
mi alma te la envío en un suspiro
y en viaje hacia el ensueño en tí me pierdo.
El agua del Cibuco es cual caricia
para mi alma sedienta de nostalgia,
y llego a un Puerto Nuevo cada día
donde es radiante el cielo y las
espumas cantan.
Aún de los naranjales queda el oro
convertido en canción, arte y poesía;
y en la dulce colmena de tus calles se afana
el revuelo que vierten tus montes y sabanas.
No importa que me marche cazador de quimeras;
yo quiero caminar por tu calle infinita,
y dormir para siempre una tarde cualquiera
en la apacible cuna de tu tierra bendita.