Valle bendito el de mi Otoao,
mundo de verde, de azul y sol;
tierra del pitirre y del guaraguao;
cáliz y altar de mi amor.
Es de mi patria su corazón.
Es fiel guardián de su tradición.
Es el perenne y firme bastión
del alma de mi país.
Utuado, amado Utuado,
¿cómo no has de estar en mí?
si creció mi alma en tus campos,
y mis sueños acunó el Viví.
Si algún día de ti me alejo,
o si calla al fin mi voz,
dejo como eterna ofrenda a ti,
hecho canción, mi amor.