Hermoso siempre, siempre atormentado
Hermoso siempre, siempre atormentado,
Tu rostro agrada, vive el pecho mío,
Roba tu rostro el fácil albedrío,
Siente mi pecho el infeliz cuidado.
Tu rostro alegre de mi pecho amado,
Mi pecho amante de tu rostro impío,
Luce tu rostro en bello señorío,
Arde mi pecho en fuego suspirado.
Sufre penas mi pecho lastimoso,
Ostenta resplandor tu rostro tierno,
Con luz tu rostro, el pecho sin reposo.
Viendo tu gracia pues mi mal eterno,
Veo en tu rostro el paraíso hermoso,
Veo en mi pecho el miserable infierno.
Esta poesía forma parte del libro Música de el Parnaso (1705)