Hallándome del mundo retirado
Hallándome del mundo retirado en mi honrado, aunque pobre, humilde nido, donde al fin entregar logré al olvido cuanto por ti he sufrido y he llorado. Excusa, ingrata, el bárbaro cuidado de recordarme que tu amante he sido: ¡Ay! eso es refregar en un herido la antigua llaga de que está curado. Hubo un tiempo en que pude agradecerte el más leve recuerdo de tu parte; hoy tus memorias para mí son muerte. Yo me atrevo, señora, a suplicarte, si algún favor alcanzo a merecerte, que de mi amor no vuelvas a acordarte.