Gramática teórica y práctica de la lengua castellana: Parte primera. Sección primera. Capítulo III

Gramática teórica y práctica de la lengua castellana (1898)
de Rafael Ángel de la Peña
Parte primera de la gramática
Sección primera
Analogía
CAPÍTULO III.
Del Adjetivo.

193. Adjetivo es la palabra variable que califica ó determina al sustantivo con el cual se construye. De donde se infiere que hay dos clases de adjetivos: calificativos y determinativos.

194. Los calificativos aumentan la comprensión del término del cual forman parte ó al cual califican, y los determinativos limitan su extensión; por ejemplo, la expresión hombre justo tiene mayor comprensión que hombre puesto que á las cualidades inseparables del concepto de hombre y comunes á todos los hombres hay que agregar la de justicia propia sólo de algunos.

195. A su vez la expresión este libro por virtud del adjetivo determinativo este tiene menor extensión que el sustantivo libro.

De los Adjetivos Calificativos.

196. Los adjetivos que califican son términos connotativos que denotan un sujeto ú objeto, é implican un atributo, por donde se ve que envuelven dos ideas: la de alguna cualidad y la de la cosa ó persona á la cual se halla inherente esa cualidad. Cuando decimos bueno, bello, útil, nombramos alguna persona ó cosa en la cual hay bondad, belleza ó utilidad.

Colígese de lo expuesto que dichos adjetivos no son nombres de cualidades, pues tales nombres son sustantivos abstractos, según queda explicado en el párrafo 71. Esto no obstante entra en ellos como significado principal el del atributo ó cualidad y como menos principal el del sujeto.

197. Los adjetivos calificativos connotan propiedades, modos, caracteres, accidentes, estados y circunstancias de lugar, tiempo, distancia, peso, medida, etc.

198. Las cualidades connotadas por los adjetivos son de dos

clases: las unas convienen á la cosa significada por el sustantivo tomado en toda su extensión, y forman parte de la idea ó concepto que de esa cosa tenemos; tales son la dureza en la piedra y la frialdad en la nieve. Los adjetivos que tales cualidades significan se llaman analíticos, porque nada añaden al concepto expresado por el sustantivo, sino solamente lo desenvuelven, haciendo explícita una parte de su comprensión.

199. Otros adjetivos connotan cualidades que no convienen al sustantivo tomado en toda su extensión, ni forman parte de la idea ó concepto propio de la cosa significada por él; tales adjetivos se llaman sintéticos, y algo añaden al concepto de la cosa significada por el nombre. A esta clase de adjetivos pertenecen los empleados en las locuciones: hombre valiente, piedra preciosa, pues ni todos los hombres 6on valerosos, ni todas las piedras son preciosas. Los adjetivos valiente y preciosa añaden algo que no está contenido en el concepto de hombre ni en el de piedra.

200. Los adjetivos analíticos se llaman también explicativos, y los sintéticos especificativos. Un mismo adjetivo puede ser analítico ó especificativo según el lugar que ocupe: antepuesto al sustantivo lo explica, desenvolviendo su concepto; pospuesto, lo especifica y limita su extensión. Si decimos que los aprovechados alumnos de la Escuela Preparatoria celebrarán una velada literaria, damos á entender que todos los alumnos son aprovechados, y que el aprovechamiento es cualidad característica de ellos; pero si posponiendo el adjetivo, dijéramos: los alumnos aprovechados de

la Escuela Preparatoria celebrarán una velada literaria, ya no hablaríamos do todos, pues claramente significaríamos que había dos clases de alumnos: los unos aprovechados y los otros faltos de aprovechamiento; por donde se advierte que el adjetivo pospuesto resulta especificativo.

201. Los adjetivos pueden ser de una ó de dos terminaciones. Los primeros reciben por final cualquiera de las letras a, i, e, 1, n, r, s ó z; v. g.: idiota, persa, baladi, tenue, leal, ruin, común, hebén, singular, cortés, feliz.

Los de dos terminaciones acaban en las letras o a, e a, l a, n a, r a, s a, z a; v. g.: bueno buena, regordete regordeta, español española, haragán haragana, seductor seductora, cartaginés cartaginesa, andaluz andaluza.

Son del todo invariables los adjetivos más, demás y cada. Ambos y sendos sólo se usan en plural.

De los grados de los Adjetivos.

202. Tres son los grados de los adjetivos: el positivo, el comparativo y el superlativo.

203. El positivo connota de un modo absoluto, sin comparación, ni encarecimiento la cualidad que significa; v. g.: bueno, justo, santo.

204. El comparativo, como lo indica su nombre, al connotar la cualidad que significa el positivo, expresa comparación. Se forma, anteponiendo al positivo los adverbios, más, menos ó tan, según fuere de superioridad, de inferioridad ó de igualdad; v. g.: Pedro es más docto, es menos docto ó es tan docto como Juan.

Cobra el comparativo mayor fuerza si á los adverbios más y menos, precediere el de cantidad mucho; v. g.: mucho más docto; mucho menos hábil.

Se ha encarecido y aún se encarece su significado, anteponiéndole el adverbio muy cuando es comparativo de superioridad; v.g.: "Somos muy más flacos que ellos" (El maestro Ávila).

205. El superlativo es de dos maneras: absoluto y relativo ó partitivo. El superlativo absoluto expresa en grado muy alto y á veces en el grado supremo la cualidad que connota el positivo. Se forma anteponiendo al positivo el adverbio muy, ó bien otro adverbio ó locución adverbial de significación análoga, como sumamente, extraordinariamente, por extremada manera, en sumo grado, por todo extremo; v. g.: "Varón sumamente docto." "Caso doloroso por todo extremo" (Santiago Liniers, Discurso acad.)

206. El superlativo relativo atribuye á uno ó más individuos de una clase, la cualidad del positivo en grado más alto que á todos los demás.

Cuando afirmamos que Pedro es el más valiente de los soldados, le atribuimos el valor en mayor grado que á todos los demás soldados. El complemente partitivo de los soldados puede convertirse en atributo de la proposición, puesto en nominativo singular; v. g.: "Pedro es el soldado más valiente." Esta construcción "..... el Amor es el más feliz de todos los Dioses" (Menéndez y Pelayo); puede reducirse á esta otra; "es el Dios más feliz."

"Solían nuestros clásicos expresar el superlativo, empleando el adjetivo enfáticamente en toda la extensión de su significado, sin la intervención de más, y agregando como en el caso anterior el complemento partitivo..." Filón uno de los elocuentes y graves filósofos del mundo. (Granada.)

"Era uno de los valientes soldados y capitanes que había en toda la infantería española" (Cervantes), "Sevilla es en nuestros tiempos de las célebres, ricas y populosas ciudades del mundo" (Diccionario de Const. y Reg. de Cuervo, tomo II).

207. En lo antiguo era frecuente formar el superlativo absoluto, posponiendo al positivo el adverbio además; "Pensativo además quedó D. Quijote" (Cervantes). " .... se tendrá (la infanta) por contenta y pagada además" (Cervantes); esto es: por muy bien pagada. Alguna vez se halla en autores modernos esta misma forma: "..... quedó algo menguado su juicio | Que era claro además" (D. Ángel Saavedra).

208. La partícula por antepuesta al positivo, encarece su significado, convirtiéndolo en superlativo; v. g.: Por grande que sea su afición á las letras, es mayor su amor á las ciencias; es decir: aunque sea muy grande su afición á las letras, etc.

209. También se forma el superlativo, repitiendo el adjetivo precedido de la preposición entre; v. g.: Pedro es docto entre los doctos, que es como si se dijera: "Pedro es el más docto de los doctos," empleando un superlativo relativo.

210. Por modismo de nuestra lengua tiene fuerza de superlativo la locución formada de un sustantivo regido de sí mismo en genitivo de plural, en frases como ésta : "El amor maternal es el amor de los amores." La frase adjetival "el amor de los amores" tiene el valor de un superlativo. Fr. Luis de Granada dijo: "Es la virtud arte de la3 artes y ciencia de las ciencias."

211. Debe tenerse también por forma superlativa la que resulta de anteponer al comparativo un artículo y algunas veces un pronombre posesivo; v. g.: Pedro es mi mayor amigo ó el mayor amigo que tengo. Este giro se usa con frecuencia por nuestros mejores hablistas. "¿Quien deja de estimar la elocuencia como el mayor tesoro de un hombre extraordinario?" (Nocedal).

".... ejemplo el más antiguo que tengo de la construcción aplicada al femenino " (Cuervo). "Penetrando en el fondo se halla la más alta y generosa filosofía que los hombres imaginaron" (Menéndez y Pelayo). "Tú eres, Sancho el mayor glotón del mundo y el mayor ignorante de la tierra(Quijote, Cervantes). ".... la

octava rima... es la forma consagrada por los mayores poetas italianos y españoles " (Cuervo, Anuario Colombiano)

212. El superlativo orgánico se forma por lo general añadiendo la desinencia ísimo á los positivos; si éstos terminan en consonante, no alteran su forma, al recibir esa desinencia, y así de ágil y fácil nacen agilísimo y facilísimo; mas si el positivo acaba en vocal, deberá suprimirse ésta y añadirse la terminación indicada, como de suave y delicado suavísimo y delicadísimo.

213. Los positivos en ón que consienten superlativo, lo forman añadiendo c á la 'inflexión ísimo, como briboncísimo, y glotoncísimo de bribón y de glotón. La Academia aún no da cabida en su Diccionario á tales superlativos; pero nos autoriza á aceptarlos la analogía que se advierte entre su formación y la de los diminutivos que exigen el incremento c antes de las desinencias ito ita, illo illa; v. g.; briboncito briboncillo; glotoncito glotoncillo. Por otra parte no sólo entre nosotros, sino también en Colombia y aun en España, son de recibo tales superlativos.

Respecto de los adjetivos en or, casi siempre rehusan el grado superlativo por razón de su significado. Los que consienten tal grado lo forman, según el uso más general, con la inflexión císimo, como habladorcísimo de hablador. Un insigne filólogo reprueba este uso, y quiero que se diga habladorísimo, fundándose en autoridades respetables.

214. Los positivos derivados de adjetivos latinos terminados en er toman para el superlativo la terminación érrimo en este caso se hallan los siguientes : pulcro pulquérrimo, pobre paupérrimo, áspero aspérrimo, acre acérrimo, íntegro integérrimo, libre libérrimo, célebre celebérrimo, salubre salubérrimo, mísero misérrimo. Ubérrimo no tiene en castellano positivo homoradical. Lo mismo hay que decir de potísimo.

215. Los positivos en ble forman el superlativo en bilísimo, como amable amabilísimo, afable afabilísimo, noble nobilísimo.

216. Ajustan á la forma latina su superlativo algunos adjetivos terminados en volo y fico, que toman la desinencia entísimo; así de benévolo, munífico, benéfico y magnífico nacen benevolentísimo, munificentísimo, beneficentísimo y magnificentísimo.

217. Están calcados en la forma latina los siguientes superlativos: fidelísimo, crudelísimo, sacratísimo, frigidísimo, antiquísimo, amicísimo y sapientísimo.

218. Muchos adjetivos que en su parte radical tienen el diptongo ie, pierden la i en el superlativo. En este caso se hallan certísimo, ardentísimo, ferventísimo, ternísimo, destrísimo y valentísimo.

No siguen esta regla los derivados de adjetivos latinos cuando éstos en el positivo contuvieren el diptongo ie; como ejemplo citaremos pacientísimo cuyo positivo viene del latín patiens.

219. Convierten el diptongo ue en la vocal o algunos adjetivos, cuando pasan del positivo al superlativo, como bueno, nuevo, fuerte y grueso cuyos superlativos son bonísimo, novísimo, fortísimo y grosísimo.

220. Hay algunos adjetivos que admiten dos formas en el superlativo, de las cuales una se aproxima más á la estructura latina; constan en la lista que sigue:

Pobre, pobrísimo, paupérrimo;
Cruel, cruelísimo, crudelísimo;
Difícil, dificilísimo, dificílimo;
Fiel, fielísimo, fidelísimo;
Cierto, ciertísimo, certísimo;
Ardiente, ardientísimo, ardentísimo;
Fácil, facilísimo, facílimo;
Ferviente, fervientísimo, ferventísimo;
Frío, friísimo, frígidísimo;
Amigo, amiguísimo, amicísimo;
Grueso, gruesísimo, grosísimo;
Valiente, valien tísimo, valentísimo;
Áspero, asperflimo, aspérrimo;
Humilde, humildísimo, humílimo (ant.) de húmil (ant.)

221. Son enteramente anómalos los comparativos y superlativos que constan en la lista que á continuación se pone :

Bueno, mejor, óptimo;
Malo, peor, pésimo;
Grande, mayor, máximo;
Pequeño, menor, mínimo;
Alto, superior, sumo y supremo;
Bajo, inferior, ínfimo.
222. Según Bello primero se usa como adverbio comparativo en frases como esta: Primero es la obligación que la devoción, y es adjetivo superlativo en locuciones como las que siguen: El primero de los reyes de España; lo primero de todo.

223. Algunos tratadistas no cuentan entre los comparativos los adjetivos interior, ulterior y exterior; seguramente por tener el valor y significado de positivos, puesto que valen lo mismo causas internas que causas interiores; causas externas que causas exteriores. Ulterior tampoco tiene sentido comparativo, cuando significa "lo que está de la parte de allá de un sitio ó territorio," ni citerior puede ser comparativo, puesto que simplemente significa "lo que está de la parte de acá.' Ulterior envuelve comparación cuando significa "lo que sucede, se dice ó se ejecuta después de otra cosa." Interior toma color de superlativo cuando significa: muy adentro. (Véase el Dic. de la Acad.)

224. Superior [1] se usa también como sustantivo, y en este ca- so consiente la forma femenina superiora,

225. Anterior y posterior encierran la idea de comparación, aun cuando no se resuelvan en algún adjetivo positivo precedido del adverbio más. Ultimo, íntimo, extremo, postremo y postrero son superlativos por razón de su significado.

226. Único en la significación de singular ó excelente, se ha usado con la forma propia de superlativo por escritores notables; Cervantes, hablando de la "Fortuna de Amor" dijo que "era el mayor y más único libro." "Muy única y viva" se lee en Garcés.

No obstante que único vale lo mismo que solo en su especie, por una antífrasis es común darle plural; v. g.: "Son los dos únicos en que lo encuentro usado de esta suerte" (Clemencín, Comentario).

227. El adjetivo singular consiente los grados más singular, muy singular, singularísimo, si se usa en la significación de raro ó excelente; pero los rehusa en la acepción de único. Este último carece de superlativo cuando significa "solo en su especie."

228. Fórmanse algunos superlativos anteponiendo á los positivos los prefijos per, pre y re, tales son perdurable, pertinaz, preclaro, refulgente, reviejo y rebueno. En la Pepita Jiménez se lee: "El tonto del Conde creyó que Pepita había de ser tan rebuena, etc."

En el lenguaje familiar se forman superlativos con la partícula rete; v. g.: retebueno, reteviejo.

229. El pseudoprefijo archi sirve para encarecer y aumentar la

significación del superlativo, en estilo festivo y familiar; así es como Cervantes llama á Teresa Panza "mujer dignísima de un gobernador archidignisimo." También se antepone á adjetivos positivos como se advierte en archimillonario.

230. Por regla general no pueden reunirse dos formas superlativas en un mismo adjetivo, ni consiente el uso que los superlativos vayan acompañados de palabras ó expresiones de encarecimiento, porque de ello resultan locuciones viciosamente pleonásticas como ¡cuan gravísimo está el enfermo!

231. Esta regla no siempre fué observada por escritores de nota. Cervantes dijo: "muy sabrosísimo queso;" "una mujer por bellísima que sea;" ".... puedo jurar, señora mía que (el cielo) muy grande además."

Escritores contemporáneos de Doña Isabel la Católica la llaman muy devotísima y muy esforzadísima; Jorge de Montemayor dijo: "muy finísimo oro;" y Santa Teresa "¡cuán gravísima cosa." Escritores modernos y profundos conocedores de la lengua han dicho: "¡Qué vastísimo campo abriría......" "¡Qué hermosísima estás!" Pero tales construcciones han de mirarse como arcaísmos sólo consentidos á los grandes maestros.

232. Son excepciones de la regla dada en el párrafo 230 los superlativos mínimo, ínfimo é íntimo. " .... todos mis contradictores

han sido amigos míos y lo fué muy íntimo aquel gran crítico Manuel de la Revilla" (Menéndez y Pelayo). ".... teniendo además un sentimiento tan íntimo," etc. (Menéndez y Pelayo). Cervantes en el Quijote escribió estas frases: "..... á la más mínima voz de su amo;" "el más mínimo pelo de la cola." "Á precio tan íntimo" (Gramática de Bello).


De los Adjetivos que carecen de grados.

233. Carecen de comparativo y superlativo los adjetivos calificativos cuyo significado no consiente aumento, como eterno, inmenso, infinito, inmortal.

234. No admiten grados los adjetivos determinativos, por lo cual no los tienen los adjetivos numerales y los demostrativos este, ese, aquel, tal y semejante; se exceptúa mismo que se usa en el grado superlativo; v.g.: "El mismísimo Ente Dilucidado" (Menéndez y Pelayo).

235. Igualmente están faltos de grados los adjetivos que denotan transcurso determinado de tiempo como anual, mensual, semanario; los que expresan la materia de que es alguna cosa; v. g.: áureo, etéreo, ebúrneo; los que se refieren á determinada medida; v. g.: cubital, métrico,

236. Los correlativos tal y cual, tanto y cuanto.

237. Los gentilicios ó nacionales como inglés, francés y español Cuando estos adjetivos consienten grados, por este mismo hecho mudan de significación. Si se dice que: "Pedro es más francés que Juan" ó que es "muy francés;" francés significa adicto á Francia.

238. Rehusan el superlativo orgánico, esto es, el que se forma en virtud de una inflexión ó desinencia, los adjetivos yuxtapuestos, como carilargo, boquirrubio y pelinegro; los aumentativos como grandote; los diminutivos como blanquito; los esdrújulos terminados en ico, fero, gero, voro y vomo como colérico, empírico, pestífero, flamígero, carnívoro é ignívomo; los acabados en eo ea, cuando tienen acentuada la sílaba anterior; los en io ia, ío ía, uo ua como etéreo, rancio, recio, sombrío, baldío, vacío, tardío, asiduo y melífluo. Carilargo en el estilo jocoso y en el ponderativo admite el superlativo carilarguísimo.

Se exceptúan pío, impío, frío, limpio, amplio, y quizá alguno que otro más, cuyos superlativos son piísimo, impiísimo, friísimo, limpísimo, amplísimo.

Es de notarse que los terminados en ío, acentuada la í, la duplican en el superlativo. Carecen también de superlativo orgánico los acabados en í acentuada como baladí; los terminados en ble que constan de más de tres sílabas, como deleznable é insoportable; los que llevan il en su terminación y se derivan de algún nombre castellano ó latino, como infantil, juvenil, pueril, senil, señoril y pastoril. Admiten el superlativo los terminados en il que proceden de verbos como ágil y fácil que vienen de agere y facere.

Los posesivos mío, tuyo y suyo rehusan él superlativo orgánico; pero consienten el que se forma con el positivo precedido de muy; v. g.: "Y desde ahora sepa | Que es muy suya aquesta casa" (Moratín N., La Petimetra).

Lo mismo hay que decir de los otros adjetivos clasificados en este párrafo, excepto insoportable.

239. Considerados los superlativos orgánicos y algunos comparativos formados de un modo anómalo; v. g.: mayor y menor, desde el punto de vista de su estructura, tienen su lugar en la Morfología, del mismo modo que los otros adjetivos derivados y los compuestos y yuxtapuestos de que se tratará en esa parte de la Analogía; pero como en los grados adjetivales lo principal es su valor ideológico, ha sido necesario tratar de ellos en la primera parle.

De otros adjetivos derivados.

240. Se dividen los adjetivos derivados en gentilicios, étnicos ó nacionales, verbales, diminutivos, aumentativos y despectivos.

241. El adjetivo gentilicio denota la nación ó patria de las personas, y el lugar de procedencia ú origen de las cosas.

Generalmente se sustantivan estos adjetivos, cuando se aplican á las personas ó cuando por ellos se designan los idiomas. Es común decir el francés, el inglés, el español al hablar de la lengua francesa, inglesa ó española.

Para designar á las personas se dice: los franceses, los ingleses, los españoles; se usan también estos adjetivos en el número singular, y se dice el francés, el inglés, el español.

242. Á veces de un mismo primitivo nacen varios gentilicios que tienen diferentes usos, como lo comprueban los ejemplos siguientes: de Galia proceden galo y galicano; el primero se aplica á las personas, y el segundo á ciertas doctrinas sostenidas en otro tiempo por la iglesia de Francia, y aún á esta misma iglesia; de Inglaterra nacen inglés y anglicano. Arabe, arabesco y arábigo se derivan de Arabia. Como es notorio todos estos adjetivos tienen diversos usos. También se aplican diversamente madrileño y matritense; hispalense y sevillano; habano y habanero; ibero, español, hispano, hispánico; persa, pérsico, persiano; alcalaino y complutense: malagueño y malacitano; poblano y angelopolitano.

De los adjetivos verbales.

243. Entre los adjetivos calificativos son de uso constante los que se derivan de algún verbo castellano ó latino. Amable, amoroso, amante nacen del verbo amar; ágil, dúctil y fácil proceden de los verbos latinos agere, ducere y facere.

En la Morfología se dará noticia de las terminaciones más usuales propias de esta clase de adjetivos, y de la significación

que á esas terminaciones corresponde.
De los diminutivos, aumentativos y despectivos.

244. Los adjetivos diminutivos, en virtud de su terminación indican que la cualidad que expresan, conviene en corto grado á la persona ó cosa calificada por ellos. Riquito se dice de una persona que no tiene gran caudal, é instruidito se aplica al que no tiene muchos y profundos conocimientos.

Algunas veces, sin embargo, el adjetivo diminutivo no denota disminución en el grado de la cualidad. De un niño muy blanco podrá decirse que es blanquito; y en este caso expresará cariño.

245. Los aumentativos denotan aumento en el grado de la cualidad que significan. Algunas veces la idea de aumento se refiere á la persona ó cosa calificada. De una mujer pequeña, por blanca que sea, no se dirá que es blancota, sino muy blanca ó blanquísima; mientras que sí se aplicará el aumentativo á una mujer corpulenta.

Si comparamos la significación del adjetivo superlativo con la que corresponde al aumentativo, advertiremos que aquél denota aumento solamente en el grado de la cualidad; mientras que éste también lo expresa con relación á la persona ó cosa calificada.

246. Los adjetivos que en virtud de su terminación denotan desprecio se llaman despectivos ; v. g.: calvete, pobrete.

De los adjetivos determinativos.

247. Los adjetivos determinativos limitan la extensión del nombre, al cual se juntan.

Se dividen en numerales y demostrativos.

De los adjetivos numerales.

248. Los adjetivos numerales expresan la idea de número de un modo absoluto ó bien de un modo relativo. Tienen significado absoluto los cardinales como uno, dos y tres, y relativo los ordinales como primero, segundo y tercero. 249. Los numerales, se dividen en cardinales, ordinales, proporcionales, partitivos y distributivos.

250. Los cardinales, según queda dicho, significan número de un modo absoluto; v. g.: uno, dos, tres. Son sustantivos cuando no se usan para contar, sino simplemente son nombre de un signo, como cuando se dice: un dos bien hecho; un nueve bordado.

251. Pueden considerarse como adjetivos sustantivados en las siguientes frases: el cinco de la calle de Donceles; el cuatro del mes actual.

252. El cardinal uno es singular, y los demás de dos en adelante, tienen que ser plurales por razón de significado, aun cuando su terminación fuere singular. Mas si los cardinales tienen el carácter de sustantivos, consienten el número plural; son locuciones correctas éstas: hay dos nueves en esta calle; estos cincos son de metal.

253. Uno una exigen la forma plural cuando se aplican á sustantivos faltos de singular; sirvan de ejemplo las frases: unas tijeras, unos pantalones.

Se usa también en plural este adjetivo, cuando precede á otro cardinal, para denotar número aproximado; v. g.: Pedro tendrá unos treinta años.

254. El cardinal ciento pierde la sílaba to, si se antepone como factor á otro cardinal; pero la conserva si tiene el carácter de sumando, por lo cual se dirá cien mil pesos y no ciento mil; y por el contrario ciento veinte en vez de cien veinte.

También la conserva cuando se sustantiva, como se verifica en las frases: á veinte reales el ciento; el tanto por ciento. Asimismo la retiene cuando no concuerda con el nombre que va expreso; v. g.: pasan de ciento los casos de fiebre amarilla; pero si concuerda con el sustantivo, habrá que^ suprimirla; v. g.: hubo cien casos de cólera y ocurrieron veinte defunciones.

255. Dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve convierten en c la z del simple diez; algunos conservan esta última letra y escriben dieziséis.

Desde veintiuno hasta veintinueve la e del simple se trueca en i, y se suprime la copulativa y. Salva todavía admite la forma veinte y uno así como diez y seis hoy caídas en desuso, particularmente

la primera. Bello también autoriza la forma diez y seis.

256. Los ordinales sirven para contar por orden ó para señalar el lugar que corresponde á una cosa ó persona en la serie de que forma parte; tales son primero, segundo y tercero.

Algunos entre ellos tienen dos formas, como primo y primero; tercio y tercero; séptimo ó sétimo y septeno ó seteno; noveno y nono; undécimo ú onceno; duodécimo y duodeno; treceno, tredécimo y decimotercio; vigésimo y veinteno; vigésimo segundo y veintidoseno; treinteno, treeésimo y trigésimo, trigésimo segundo y treintaidoseno; vigésimosexto y veintiseiseno; cuarenteno y cua- dragésimo; centesimo y centono. Los ordinales en eno son de muy poco uso y casi todos se hallan anticuados. Según observa D. Rufino José Cuervo provienen de distributivos latinos que en la edad media se usaron como ordinales.

257. Los números cardinales hacen oficio de ordinales cuando se aplican á los días del mes; se dice, por ejemplo, el día dos, el día veinte, en vez del día segundo ó del día vigésimo. Se aparta de este uso el día primero pues nunca se dice el día uno.

También se distinguen por números cardinales los batallones y regimientos de un ejército, como el once de infantería, el cuatro de caballería.

Los capítulos de un libro se designan por cardinales ó por ordinales; v. g.: capítulo diez ó capítulo décimo.

Los nombres de pontífices y de monarcas se distinguen por ordinales hasta el décimo; del undécimo en adelante es más frecuente emplear los cardinales, diciendo Alfonso doce y León trece. Tambien se dice: León diez y Alfonso onceno.

258. Los números proporcionales ó múltiplos expresan las veces que una cantidad contiene exactamente á otra como duplo, triplo, cuádruplo y décuplo.

259. Algunos proporcionales consienten dos, tres y aun cuatro formas, como doble, duplo y duplicado; triplo, tríplice, triple y triplicado; cuádruplo, cuádruple y cuadruplicado. Precedidos de artículo pasan á ser sustantivos, como el doble, el duplo, el duplicado. Parece que tríplice y cuádruple no se sustantivan.

260. Se han formado algunos múltiplos, posponiendo á ciertos cardinales la palabra tanto y se ha dicho cuatro tanto y ciento tanto; v. g.: ".... pagará con el cuatro tanto en la muerte, las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida" (Quijote). "Él vendrá y alegrará con ciento tanto a la que entristeció con justicia" (Maestro Ávila). "Y si en estos castigos no quisiéredes atender, yo añadiré siete veces tanto otros mayores" (Trat. de la Trib. por Rivadeneyra).

También se han formado proporcionales añadiendo al cardinal el adjetivo doblado, doblada. En Amat se lee el cien doblado, y en Puente el cuatro doblado.

261. Los numerales partitivos denotan parte de un todo. Á esta especie pertenecen mitad que siempre es sustantivo y medio media, tercio tercia. Los adjetivos tercera, cuarta, quinta, sexta y otros más aplicados al sustantivo parte, pierden el carácter de ordinales y adquieren el de partitivos.

Cuarto, quinto, sexto, séptimo, etc., sustantivados, también son partitivos; v. g.: dos quintos de arroba, tres séptimos de libra, tres cuartos de gallina.

262. Los partitivos cuyos denominadores son ocho, nueve ó diez, se expresan por los numerales octavo, noveno y décimo; v. g.: cuatro octavos, cinco novenos, seis décimos.

De once en adelante el nombre con que se expresa el denominador del quebrado termina en avo ava en singular, avos avas en plural; v. g.: nueve onceavos, doscientos milavos.

263. El nombre con que se expresa el denominador de las fracciones decimales termina en ésimo ésima, ésimos ésimas; v. g.: 0'826 se lee ochocientos veinticinco milésimos ó bien ochocientas veinticinco milésimas.[2]

Cree un insigne gramático que la terminación masculina es más usual que la femenina.

264. Por lo expuesto os fácil advertir que los ordinales sustantivados se convierten en partitivos. En esta frase : "A su quinto hijo dejó el quinto de sus bienes," se ve que quinto adjetivo es ordinal, y ya sustantivado es partitivo.

Los partitivos tercia y cuarta sustantivados, expresan subdivisiones de la vara.

265. Los numerales colectivos son sustantivos que denotan un conjunto determinado de unidades ; v. g.: decena, docena, millar. 266. Los numerales distributivos son adjetivos que denotan repartición que se hace de una cantidad en partes ó porciones iguales.

De esta naturaleza es el plural sendos sendas correspondiente al singuli latino cuyo acusativo es singulos singulas. Con notoria impropiedad de lenguaje se hace por muchos al adjetivo sendos sinónimo de desmesurado, desmedido, extraordinariamente grande.

Según el Diccionario de la Academia significa "uno ó una para cada cual de dos ó más personas ó cosas," y en este sentido lo han

empleado y lo emplean todavía escritores de primer orden. Hablando Gómara do los habitantes do cierta población, dijo : "Casaban con sendas mujeres y los médicos con cada dos ó más si querían." Cada habitante casaba con una mujer. "Algunos vacilan en la conjugación de los verbos acrecentar, aventar, derrengar, etc.. "para que se desvanezca toda duda irán sendos ejemplos" (Cuervo); esto es: un ejemplo para cada verbo. ".... de los demostrativos salen sendos sustantivos terminados en o, esto, eso, aquello" (Marco Fidel Suárez).

267. El adjetivo cada es distributivo indefinido, cuyo significado numérico se determina por el numeral cardinal y á veces ordinal al cual precede, como lo aclaran y comprueban las locuciones cada ocho dias, cada tercer día.

268. Para la fácil inteligencia de escritores antiguos, no será ocioso advertir que cada se aplicaba al nombre que expresaba la cosa ó cantidad distribuida, á diferencia del uso actual que aplica el distributivo mencionado al nombre que designa las personas ó cosas, entre los cuales se hace la distribución. De ello nos ofrece ejemplo Gómara cuando dice que "los médicos casaban con cada dos mujeres," hoy se diría que cada médico casaba con dos mujeres." Casaron.... con dos tías del rey de Castilla, que llevaron en dote cada treinta mil ducados" (P. Mariana). Cada una llevó treinta mil ducados.

269. Como se advierte, el distributivo sendos se usa cuando la cantidad que toca en la distribución no pasa de uno; pero si excede de uno, debe emplearse cada.

Es de notarse la combinación pleonástica de cada y sendos observada por el Sr. Cuervo y comprobada por él con este pasaje: "Presentaba á los clérigos ó curas cada sendas peras" (Mend. Laz. 6. K. 3. 88). Esta construcción es anticuada.

270. A lo dicho acerca del distributivo sendos hay que agregar

que este adjetivo y el cardinal ambos son esencialmente plurales.

Cuando "ambos" concuerda con el sujeto ó con el complemento de una oración negativa, la negación no comprendo á las dos personas ó cosas expresadas por uno ú otro término, sino sólo á una de ellas; si por ejemplo decimos: "no eran valientes ambos ejércitos," significamos que no lo era uno de ellos, lo cual basta para que sea verdadera la proposición.

"Para negar el valor á los dos ejércitos, habría sido preciso decir: "ninguno de los dos era valiente."

De la misma suerte, si se dice: "no alabo á ambos ejércitos" se

da á entender que niego la alabanza á uno de los dos.
De los adjetivos demostrativos.

271. Los adjetivos demostrativos sirven para señalar alguna persona ó cosa, denotando alguna circunstancia que la distingue de cualquiera otra. Los más usuales son este esta, ese esa, aquel aquella, tal, tanto y semejante.

272. Tres son las principales determinaciones que á estos adjetivos corresponden: la de lugar, la de tiempo y la intelectual.

273. Este esta señala alguna persona ú objeto que está cerca del que habla. Ese esa denota que la persona ó cosa significada por el nombre está próxima á la, persona á quien se habla, y aquel aquella se refiere á personas ó cosas distantes de los interlocutores. Aclararán lo último estos dos ejemplos: ".... las fuerzas del Empecinado que por aquella parte militaban" (Marqués de Molins). "..... todo aquello que había quedado en pie de la fortificación nueva que había hecho el Fratín" (Cervantes).

Aquella denota en el primer ejemplo un lugar distante del lector y del autor; y aquello expresa un objeto que se supone también distante de ambos.

274. Si decimos esta semana, el demostrativo indica que nos referimos á la semana en que nos hallamos. Esa semana es una semana pasada y aquellos días, son días lejanos que pueden ser pasados o futuros; v. g.: aquellos días fueron de ruina y desolación ó serán de ruina y desolación. Cervantes dice en el Quijote: "Sólo fuí el triste entre tantos libres, porque fueron quince mil cristianos los que aquel día alcanzaron la deseada libertad." "El P. Haedo, autor muy instruido en las cosas y particularidades de aquel tiempo, cuenta que el Uchalí vivía aún el año de 1580" (Clemencín, Comentario).

275. Nos servimos también de los demostrativos para expresar determinación intelectual. Este esta se refiere á alguna cosa que se halla en nuestra mente y ese esa se usa cuando hablamos del pensamiento de otra persona; quien exponga alguna teoría propia, hablando de ella, dirá: esta teoría es verdadera, y quien la escuche, podrá replicar: esa teoría no descansa en sólidos fundamentos.

276. Aquel aquella desempeña el oficio de voz alusiva, puesto que nos servimos de este demostrativo, para aludir á alguna persona ó cosa de que se ha hablado antes; v. g.: "Bueno será no divulgar aquella noticia;" esto es: cierta noticia de que se ha hablado en otro ocasión. "Este tal caballo fué compuesto por aquel sabio Merlín" (Quijote).

277. Aquel hace el oficio de adjetivo ponderativo, cuando encarece á la persona ó cosa á cuyo nombre precede, ya vaya éste solo ó calificado por algún adjetivo; v. g.: "....todos mis contradictores han sido amigos míos, y lo fue muy íntimo aquel gran crítico Manuel de la Revilla" (Menéndez y Pelayo). "Preguntaron á Julio Cesar, aquel valeroso emperador romano, cuál era la mejor muerte."

"Llamo yo filosofía de la elocuencia aquella sabiduría, aquélla discreción en producir con vigor, gracia y propiedad de palabras, lo que se engendra en nuestro discurso " (Capmany).

El mismo oficio ponderativo desempeña á veces cuando precede al infinitivo; v. g.: "Pero con todo alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura" (Cervantes, Quijote). "Aquel andar tan airoso" (Moratín N., La Petimetra).

278. También el demostrativo ese, esa, esos, esas, tiene algunas veces sentido ponderativo, como en este pasaje del Quijote: "...seremos todos unos padres y hijos, nietos y yernos.... y no casármela vos ahora en esas cortes y en esos palacios grandes."

Frecuentemente ese es despectivo; v. g.: "....Ese estúpido | de Barón" (Bretón de los Herreros, La Escuela del Matrimonio).

279. Pospuesto el demostrativo aquel á un nombre individual ó propio, es voz explicativa, como se advierte en los siguientes versos tomados de la versión de Virgilio hecha por D. Miguel Antonio Caro:

"Tirreo, aquel que en campos de verdura
Custodiaba del rey greyes sin cuento."

280. Observa D. Juan Valera que á veces nos servimos de los demostrativos para expresar algún símil; v. g.: "El cielo, ese campo sin limites por donde giran las estrellas." "El aire, ese manto azul que envuelve el seno de la tierra."

281. Si hay que excusar la repetición de sustantivos expresados antes, este reproduce al que va en último lugar, y aquel al anterior. Sirva de ejemplo el siguiente pasaje de D. Vicente de la Fuente : "Veinte años de edad tenía Rivadeneyra más que Cervantes; pero aquél vive más años que éste." ".... hombres bajos hay que revientan por parecer caballeros; y caballeros altos hay que parece que aposta mueren por parecer hombres bajos: aquellos se levantan ó con la ambición ó con la virtud; éstas se abajan con la flojedad ó con el vicio" (Cervantes, Quijote.)

282. Antes de sustantivos femeninos que comienzan por a acentuada, escritores notables han usado aquel en lugar de aquella. Santa Teresa, en diversos pasajes de sus obras dice: aquel alma; la misma expresión se lee en Luis de León, en Rivadeneyra y en otros escritores. Granada escribió aquel arca y Martínez de la Rosa aquel acta.

283. Un mismo nombre consiente ir precedido de un adjetivo posesivo y de un demostrativo; v. g.: "En esta su escuela tal cual es" (Alcalá Galiano, Discurso Académico). "....ya fuera que contrariara este su intento la falta de dinero" (Amador de los Eíos).

284. Si los demostrativos van acompañados de sustantivos, sólo son adjetivos. No pueden considerarse como pronombres, porque no reemplazan al nombre, antes lo acompañan y determinan. Nadie en efecto, podrá sostener que en las siguientes locuciones: este libro, ese palacio, aquellos hombres, este, ese y aquel ocupan el lugar de los sustantivos expresos libro, palacio y hombres. Mas tendrán el carácter de verdaderos pronombres, cuando se sustantiven, como se verifica en los ejemplos citados en el párrafo 281.

285. Esto, eso y aquello no pueden considerarse como adjetivos. Todo adjetivo necesita del arrimo de un sustantivo expreso ó callado, sin el cual no puede subsistir en la oración; mas estos demostrativos neutros no concuerdan ni pueden concordar con ningún nombre sustantivo; antes conciertan con ellos adjetivos calicativos, como se verifica en las locuciones siguientes: "esto es bueno;" "aquello es malo."

En el ejemplo que sigue se advierte que esto subsiste por sí solo: ".... la línea de separación entre las dos clases no está fundada en la naturaleza, esto es, en su significado" (Bello, Gramática). Véanse los párrafos 117 y 118.

Además rigen á sustantivos y aun á locuciones enteras, mediante preposición; v. g.: aquello de la respuesta de la carta (Cervantes, Quijote). 286. Asimismo reproducen sustantivos, una ó más oraciones y aun discursos enteros. Confirman lo dicho los ejemplos que á continuación se ponen : "Honores, poder, riquezas; esto es lo que constituye la felicidad, en concepto de casi todos los hombres." "... fortificó el puente y puso en él su guardia; mas no por eso había adelantado mucho en su intento " (Quintana). "A mí se me ha sentado que es (mi amo) un mentecato; pero como yo tengo esto en el magín, me atrevo á hacerle creer lo que no lleva ni pies ni cabeza" (Quijote, Cervantes).

287. Esto precedido de la preposición en reproduce todo lo dicho y forma una locución adverbial de tiempo equivalente á entre tanto, "Ya en esto era Adorno muerto" (Quintana).

"Eso" tiene en algunos casos el valor de adverbio de afirmación: En Un Novio para la Niña, comedia de Bretón do los Herreros, se lee este pasaje: Libonia.— "¿No he de aprobarla? Abrazadme" [La abrazan"].... Diego.— "¡Eso, eso!"

288. Además de los demostrativos simples este, ese y aquel, hay que considerar sus compuestos estotro, esotro, aqueste y aquese. En lo antiguo también se dijo ellotro.

289. Tal es adjetivo demostrativo en locuciones como éstas: "Tal origen tuvo su ruina;" "no conozco á tal hombre" (Dic. de la Academia). "En tal número se contaba el mozalvete riojano" (Marqués de Molins).

290. Es también adjetivo ponderativo; v. g.: "La pluma se niega á seguir escribiendo tales crímenes" (Quintana). ".... tal era su poder y tanta su cólera y su brío" (D. Juan Valera). "Y si tal y tan incomprensible es este poder, cuál será el Sér que se conoce por tal poder" (Fr. Luis de Granada). Si el sustantivo va precedido de un, el ponderativo tal irá pospuesto; v. g.: "volvieron al combate con un furor tal, que entraBon por todas partes el fuerte " (Quintana).

291. Desempeña oficio de sustantivo neutro; v. g.: "El cuadrillero que tal oyó" (Cervantes). "Para destruir un pueblo no hay tal como dividirle y corromperle " (Dic. de la Academia). "¡Ah, felices ojos que tal vieron!" (Marqués de Molins, Biog. de Bretón).

292. Tal precedido de que forma con esta partícula una locución adverbial ponderativa; v. g.: "Qué tal estará un ánima cuando esté tomada de este vino celestial? (Granada). 293. Tal sustantivo, si se repite, se usa en sentido indefinido y distributivo; v. g.: "Tal hubo que aconsejó la retirada y tal que prefirió morir peleando." Mas si no se repite, pierde su carácter de distributivo, como en este pasaje de Cervantes: "Tal podrá venir entre ellos que sólo bastase á destruir toda la potestad del Turco." En este lugar tal es también ponderativo, pues es como si se dijera; "tan valiente y poderoso caballero, podrá venir entre ellos, etc.

294. Tal precedida de artículo es á veces adjetivo despectivo. "Atrevidilla era la Doña Mónica, y gran cuco el tal D. Sinforiano" (Baralt).

295. Tanto, tanta, tantos, tantas, son adjetivos demostrativos en locuciones como ésta: "No vivo con tanta abundancia, como usted asegura;" es decir: con esa abundancia que usted asegura. "No lo dije por tanto" (Cervantes). Los demostrativos tal y tanto son además enfáticos; tal encarece la calidad y tanto la cantidad.

296. Los adjetivos tanto, tanta en singular denotan unas veces cantidad continua que no puede contarse; v. g.: tanta luz, tanto aire, y otras veces se aplican á objetos susceptibles de ser contados; v. g.: "Tanta bandera descogida al viento | Tanto pendón, divisa y estandarte" (Ercilla, citado por Bello).

En plural sólo se aplican á cosas que pueden numerarse; V. g.: tantos soldados, tantas banderas. Aclaran y confirman los usos expresados los siguientes pasajes de escritores insignes: "Era tanto el deseo de saber y tantos los jóvenes que pasaban á España para completar allí su educación" (¿García Icazbalceta?). "¡Qué vergüenza..... ir á confundirse y aun quedar por bajo de tantos y tantos pelafustanes plebeyos" (D. Juan Valora).

297. Tanto es adverbio si modifica á un adjetivo, á un verbo, á un adverbio ó á un sustantivo adjetivado. Antes de adjetivo, de sustantivo adjetivado ó de adverbio, pierde la sílaba to; pero la conserva si precede á los comparativos de superioridad ó de inferioridad. Hace oficio de adverbio en los ejemplos siguientes: "Es tan discreta como hermosa;'' "Estudió tanto que enfermó." "Olvidemos.... los arrebatos del filósofo extraviado y con tanto mejor voluntad, cuanto que la filosofía de Quintana, crimen fué de su tiempo" (D. Leopoldo Augusto Cueto). Nótese que habria sido incorrecta la locución con tanta mejor voluntad, porque tanto aquí es adverbio que modifica al comparativo mejor, y no adjetivo que concuerde con voluntad; lo cual se advertirá más claramente, si mudando el orden de las palabras, decimos: con voluntad tanto mejor; de ningún modo podría aceptarse la construcción tanta mejor.

Tanto cuanto es locución adverbial en frases como esta de Cervantes: ".... y así no se hubo movido tanto cuanto, cuando se desviaron los juntos pies de D. Quijote" (Cervantes).

En este pasaje de las Ilusiones del Doctor Faustino: "Aunque la ciudad era chica, no tanto que no hubiera en ella un laberinto de calles;" tanto es adverbio que modifica al yerbo callado era.

Tanto precedido de un forma una locución adverbial de cantidad; v. g.: "Obsérvase en toda guerra un tanto larga curioso fenómeno" (Sra. Pardo Bazán).

Por tanto tiene el valor de conjunción causal; en muchos casos hace oficios de conjunción ilativa.

En tanto es locución adverbial de tiempo; v. g.: "En tanto que comía (el roto) ni él, ni los que le miralban hablaban palabra" (Cervantes).

Frecuentemente se usa como sustantivo neutro; v. g.: "El Señor Zumárraga no dejaba de conocer que sus rentas no alcanzaban para tanto" (García Icazbalceta). "Yo no me atrevería á decir tanto" (Gramática do Bello, pág. 193). "No lo dije por tanto" (Cervantes).

Es sustantivo masculino en esta frase: "el tanto por ciento," y en esta otra de Cervantes: "trocar por otros dos tantos."

298. Antes de dar punto á la sección de este libro dedicada á los adjetivos, veamos qué partes de la oración pueden hacer el oficio do éstos.

Así como los adjetivos se sustantivan, según queda explicado en el párrafo 192, sucede también lo contrario, que los sustanti- vos se adjetivan. Esto se verifica:

a.] Cuando se construyen con el neutro lo, como en las expresiones: lo príncipe, lo capitán, lo mujer. En locuciones semejantes lo príncipe y lo capitán, significan todas aquellas cualidades que constituyen á un príncipe ó á un capitán, como luego so echa de ver en esta construcción: "En San Fernando no se sabía qué admirar más, si lo príncipe ó lo capitán."

En unos versos citados por Salvá se halla la frase lo mujer que connota los defectos propios de las mujeres:

"Con decir que es granadina
Te doy suficiente luz
De esta insoportable cruz;
Porque más no puede ser
Si á lo terco y lo mujer
Se le junta lo andaluz."

b.] También desempeña el sustantivo oficio de adjetivo, cuando es atributo do una proposición, como en el ejemplo siguiente: "D. Fernando es rey" en donde rey no denota persona, sino cargo y dignidad. Lo contrario pasa en esta otra oración: "El rey es justo," en ella el sujeto rey principalmente denota persona. c] Puede considerarse como adjetivado el sustantivo, cuando puesto en aposición con otro, explica alguna circunstancia de éste ó lo especifica. Es ejemplo de lo primero esta construcción: "Aristóteles preceptor de Alejandro;" es término especificativo en estas expresiones: buque escuela; pontífice rey. Si los sustantivos pospuestos fueran unidos por medio de un verbo, los que van primero se considerarían como sujetos.

d.] Se usa á modo de adjetivo el sustantivo, cuando precedido de los adverbios más, meno, tan y muy, tiene el valor de un comparativo ó de un superlativo; v. g.: Pedro es más hombre que Juan; es tan soldado como su hermano ó bien es muy soldado, muy maestro, muy hombre.

  1. Alguna que otra vez se halla la forma superiorísimo usada por escritores de primer orden. D. Juan Valera dice: "objeto de un afecto superiorisimo" (Pepita Jiménez).
  2. La terminación de los ordinales ó partitivos derivados de diez, once y doce debe escribirse con c: décimo, undécimo, duodécimo.