Gotas de sangre/¿Adónde va?...

¿Adónde va?...


Otra vez Juana Weber, la mujer fatal, en cuyos brazos murieron varias criaturas, acusada últimamente de haber estrangulado al niño Bavouzet para satisfacer lubricidades de enferma, ha sido puesta en libertad.

Los médicos del pueblo donde falleció el niño hicieron la autopsia del cadáver y declararon que aquél había muerto por estrangulación. Los médicos forenses de París, que mucho más tarde reconocieron los despojos, no afirmaron rotundamente que no se hubiesen ejercido violencias; pero sí afirmaron categóricamente que la criatura sucumbió a consecuencia de una fiebre tífica, y en este proceso, como en el anterior, la divergencia de los médicos expertos fue benéfica a los intereses de la acusada.

Por otra parte, la acusada ha tenido dos grandes defensores: el criminalista Robert ante la justicia, y el periódico Le Matin ante el público, y los médicos del pueblo, el juez del pueblo y el vecindario del pueblo, todos convencidos de la culpabilidad de la procesada, fueron derrotados por el gran criminalista, con la cooperación del gran periódico.

Bien está. Pero ahora, ¿adónde va Juana Weber con su pequeño cementerio de niños? Será obra de la fatalidad; pero hay en esta historia fatídica un hecho innegable: en los brazos de Juana Weber murieron misteriosamente varias criaturas. Y ahora, ¿adónde va Juana Weber con sus brazos?... El rústico Bavouzet, apiadado, la acogió en su pobre hogar cuando una disparidad de pareceres científicos y un estado de duda la absolvieron, y poco después el niño de Bavouzet, estando a solas con ella, murió.

¡Fatalidad!... ¡Desgracia!... Concedido... Pero ya son muchas las fatalidades y desgracias de Juana Weber. ¿Adónde va ahora con esos brazos tan desgraciados y fatales?

El Sñr. Bonjean, que se ha hecho cargo de rectificar el lúgubre pasado de Juana Weber, ha dicho que la llevará a una de las casas, que dirige él, de dolor o de arrepentimiento...

De suponer y de desear es que, en dicha casa, no haya criaturas, y que si las hay no se confíen a los cuidados de Juana Weber.

Porque como niñera es una completa calamidad.