Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental/A-Ak

A.

Aaça
val., azaya cast. en Antonio de Nebrija (Dic. del romance al latin). Lanza. La palabra valenciana, según Engelmann, se deriva de عصاaçá, «lanza, vara, cayado, pértiga, palo de cierta forma» en Fr. Pedro de Alcalá, y asta, baculus en Raimundo Martín, ó de عصاةaçá, asta, baculus pastoralis, que trae el lexicógrafo catalán en su Voc. lat. ár. Ejemplos del vocablo عصا‎ en el sentido de lanza se hallan en la Dajira de Aben-Basám, en Aben-Aljatib (cód. del Sr. Gayangos, folio 182 r.) y en Abdelwáhed (History of the Almohades, p. 182). V. Dozy, Recherches, II, Appendice, p. XII, nota 2.ª de la 2.ª ed. y á Malo de Molina, Rodrigo el Campeador, Apéndice, p. 122, que reproduce el pasage de Aben-Basám. La forma عصاة‎ que, con ser antigua, es rechazada por los puristas, era de uso común entre la gente letrada y popular, según lo declaran el proverbio من اول غزواته انكسرت عصاته‎ «en su primera razia se rompió su lanza,» y los Libros alfonsies del saber de astronomía (edición de 1863, t. I, p. 25), donde se lee: «e dizen á la asta en aráuigo açat, açaya.» V. Dozy, Supplément aux dictionnaires arabes.
En cuanto á la azaya morisca, telum punicum de Nebrija, viene de la forma عسايةaçáya.
Como el vocablo valenciano aaça solo se encuentra en significación de lanza en el Voc. de P. de Alcalá y en los historiadores españoles Aben Basám y Aben-Aljatib, pues el empleado en dual por Abdelwáhed en el pasage apuntado pudiera traducirse por vara ó palo, sin violentar el sentido, debo consignar, como remate de este artículo, á pesar de ser para mí indudable su origen arábigo, que Cristóbal de las Casas en su Voc. de las dos lenguas toscana y castellana trae azza por alabarda, cuya palabra azza, derivada á no dudar de hasta, se halla también en Ducange y en el Voc. de la Crusca.
Aarif
val. Lo mismo que alarife.
Aba
Medida pequeña de tierra que corresponde á dos alnas. Es término usado en Aragón (v. Ordenanzas de Huertas y Montes de Zaragoza, cap. 205), en Valencia, Cataluña é Islas Baleares. La Academia dió por probable etimología de Aba la arábiga Auvala (v. Dic. de la lengua cast., 1.ª ed., in v. Aba). Pero ni este vocablo se encuentra en los diccionarios árabes con tal significación, ni, aún de hallarse, podría, por razón de su forma, haber dado origen á Aba. Casiri propone dos etimologias, á saber: الباعalbáa y اباabá, decidiéndose por la última (v. su Dic., ms. de la Acad. de la Historia). Pero esta voz no significa alna, sino «cañas, cañaveral.» La verdadera etimología es الباعálba'a (aba, sincopado el lam del art. ár., cf. ana del lat. ulna, gr. ώλενη), «passus» en R. Martín, «paso del que pasea, passada tendida» en P. de Alcalá, «orgya vulgo brassa; extensionis manus utriusque distantia» en Freytag, «braza, medida de longitud equivalente á dos brazos extendidos» en Kazimirski, Marcel, Bocthor y Catafago, «braza, medida de longitud de seis piés» en el P. Lerchundi y Simonet (v. Voc. de la Crest. Aráb.—Española), que corresponde casi exactamente á la que da el Dic. de la Academia á las dos almas del marco belga, de que se compone la Aba.
Demás de esta, la palabra Aba tiene en portugués y gallego la significación de falda, halda ó cola de todo vestido talar, falda ó extremidad de un monte. En este sentido derívase, á mi parecer, de حافةháfa ó حقةhaffa, extremidad de una cosa, borde, aba por la aféresis del h y la conversión de la f en b. Cf. algebna del الجفنةalchefna.
Finalmente, el vocablo Aba, que se encuentra en el dic. mall. como nombre de un tejido de lana que se fabrica en Oriente y como una especie de xamberga sin mangas, viene del árabe عباة‎ ó عباaba, denominación de una estofa y de un vestido de lana ó de pelo de camello, de listas anchas, blancas, pardas ó negras, abierto por delante, sin cuello y con un rudimento de mangas para pasar los brazos. V. Dozy Dict. des vêtements, 292 y sig.
Alix, que comienza su Glos. por esta voz, dice que es especie de gabán corto, sin mangas, abierto por delante. Pero el P. Terreros, de quien debió tomar el vocablo el malogrado cuanto modesto é ilustre orientalista, lo define diciendo que es especie de vestido que usan los turcos en lugar de capa, debiendo haber añadido que el mismo nombre se dá á la tela de que se hace, como puede verse en Redhouse (Turkish Dict. in v. عبا‎). La Academia no ha admitido en su Dic. esta voz exótica que se encuentra en el Viaje de Tierra Santa de Fr. Antonio del Castillo, capítulo 4, citado por Terreros. Tráela Pihan en su Glos.; más su omisión por Diez y los etimologistas de la lengua francesa prueba no hallarse incorporada en ella; y si yo le doy cabida en este trabajo, no lo hago por castellana, sino por mallorquina y además porque esta voz, en la Edad-Media, era de uso popular y común entre los moros andaluces, aunque solo con la significación de lodex, cubierta ó manta de cama, según se lee en R. Martin; pero que debió de hacer los usos de capa, lo demuestra su sinonimia con كساquisa, alquicel, vocablo que el ilustre lexicógrafo catalan interpreta también por lodex, á la manera que la almalafa servía á las moriscas de sábana de cama (malafa serir), linteamen en el escritor citado, y de manto, como se declara en el siguiente pasage del razonamiento de Francisco Nuñez Muley al Presidente de la Real Chancillería de Granada: «Veamos la pobre mujer que no tiene con qué comprar saya, manto, sombrero y chapines y se pasa con unos zaragüelles y una alcandora de angeo teñido y una sábana, ¿qué hará?» (V. Mármol, Reb. de los moriscos, lib. II, cap. IX).
Ababa
cast. Lo mismo que
Ababól
cast. y val. abeból val., hababol en R. Martín, papola, papoula port., emalopa basc. y amapola, hamapola cast. Aunque estos vocablos proceden del latino papaver (V. Diez, Etymologisches Wörterbuch y á Donkin, Etymological Dictionary) sus actuales formas se derivan respectiva é inmediatamente de حببورةhababaura, que se registra en R. Martín por hababol, y de happapaura que se lee en P. de Alcalá. La etimología corresponde al clarísimo Covarrubias, el cual en el art. amapola dice que esta voz parece traer orígen de papaver, añadiendo que Francisco Sanchez Brocense asegura ser nombre arábigo de happapaira. Finalmente, Cabrera (Dic. de etim. de la lengua cast.) deriva las voces ababa, ababol y amapola de papaver.
No se comprende como Dozy, versadísimo en Covarrubias y que debía conocer el Diccionario de D. Ramón Cabrera, pudo incurrir en el error de dar á la palabra amapola un orígen arábigo, como lo hace en el art. hamapola de su Glos. Por fortuna, sacóle de su error el siguiente pasage del Zád almosáfir de Aben-Alchazzár (cód. de la Bib. Esc. que cita Simonet á la p. 151 de su Glos.): العمان و هى الحببورا ثقيق‎ El anémone es la amapola, y rectificándose, añade: creo, en vista de esto, que los árabes españoles han formado esta palabra de la latina papaver haciéndola preceder de ha, acaso por la influencia del árabe حب‎. Las tres p de Alcalá arguyen un orígen latino, pero no es menos cierto que las formas españolas lo traen de la arábiga. (V. Suppl. 2.me liv., p. 242, 2.ª col.)
Abacería
El puesto ó tienda pública donde se vende aceite, vinagre, bacalao, legumbres secas, etc. (Acad.). Alix deriva esta voz del persa ابزارabzar, pl. ابازيرabazir que significa las legumbres aromáticas con que se condimenta la olla; pero su orígen, á mi ver, es el vocablo lat. macella, pl. de macellum, que se encuentra en Varrón, gr. μάϰελλον plaza, puesto, lugar en que se vendían los comestibles en varios parages con separación, y por sinécdoque las provisiones, vituallas ó mantenimientos que se expenden en el mercado para el consumo cuotidiano. Per synecdochen est ipsa macelli annona, seu cibi qui in macello venduntur. (V. Forcelini, Lexicon in v. macellum). De macella, por la adición de una i á la ll se hizo macellia, como de castella se hizo castillia (V. Yepes, Chron. Ord. S. Bened. I, ap. Du Cange Glos. in v. mannería, y cf. قسطيليةcastillia por castella en Aben Hayan, ap. Aben Aljatib, intr. á la Ihata, cód. del Sr. Gayangos), y mediante la sustitución de la m por la b y de la l por la r bacería y con la prótesis abacería.
Abad
abbát, abbe cast. abát cat. val. mall., abadea basc., abbade port. Derívase esta voz del ablativo de Abbas-atis, y esta á su vez de la syr. אַבָּא abba, padre, anciano, vocablo que, como observa Gesenius (Lex. hebr. et chald.), se encuentra en todas las lenguas semíticas. Á esto se debe que, entre otros, el Cardenal Saraiva (Glos. de vocab. port. derivados das linguas orientaes) y después Alix dieran el hebreo אָב‎ ab por etimología de las palabras españolas. Fué introducida del arameo en el lenguaje eclesiástico por S. Agustín y S. Gerónimo en el siglo IV (V. Brachet, Dict. Etym. de la langue française), siendo de notar que en un principio se dió este título de respeto á todos los monges (V. Scheler, Dict. d etym. de la lang. fr.)
Abada
cast. y port. Según Buffón, en la India oriental, en Java, en Bengala y en Patane dáse este nombre al rinoceronte. Entendió la Academia en la primera edición de su Dic. que Abada era la hembra del rinoceronte, fundada acaso en la interpretación de uno de los versos de un soneto de Góngora, error en que incurrieron el P. Terreros y Dominguez (V. Castro, Dic. de la leng. cast.) «No se había visto este animal en Castilla —nos dice Huerta— hasta nuestros tiempos, en los cuales trajeron uno presentado al rey Felipe II: trajeronle de la Fabana ó Habana, islas de los reinos de Portugal y así comunmente le llamaron Habada (V. Huerta, Trad. de Plinio, I, p. 387). La voz abada, cuyo orígen dá Huerta por antojo, es corrupción de واحدىuahidiy por transposición del alef, síncopa del hi medial y conversión de la i final en a, auada ó abada, palabra que trae Jacksón en significación de rinoceronte (V. Dozy, Suppl.)
Abalgar
cast. y cat. Especie medicinal purgante. Es término antiguo que trae el servidor de Abulcasís, trat. 2, folio 26 (Dic. de la Acad., 1.ª ed.). Esta voz se compone de las arábigas حب الغارhabb-algár, baya de laurel que con la significación de bacca se encuentra en R. Martín.
Abalorio
cast. y val. abalori val. avelorio port. Pedazos de cuentas pequeñas de vidrio, de varias formas, colores y tamaños. Úsanse las grandes para adornar las popas de los barcos llamados sacalevas y chaitias, y las pequeñas para rosarios, collares, guarniciones de vestidos, pulseras, etc., etc.
Sin parar mientes en que el vocablo abalorio es el griego βηρύλλος, como lo hizo notar Marina, tomándolo de Golio, el latino beryllus que menciona Plinio en su Hist. Nat. y el castellano beril que se halla en Nebrija, voz que P. de Alcalá traduce por bolara en su Vocabulista, y que estas mismas procedencias asigna Freytag á la dicción arábiga traduciéndola por beryllus, citando el lugar de Plinio (XXXVII, 5) en que se encuentra, el etimólogo español y después de él Engelmann y Dozy atribuyeron á la castellana un orígen arábigo, haciéndola venir de البلورalballor, بلورbillaur, y بللرةbollara en R. Martín, cristallus, beril, cristal, piedra preciosa en P. de Alcalá.
Sentado el origen griego de abalorio, que reconoce al fin Dozy en su Suplemento, por más que su introducción en las lenguas y dialectos de nuestra península bajo su actual forma se deba á los árabes, pienso que la etimología de Marina, reproducida por los doctos orientalistas holandeses, puede ser sustituida por el adjetivo بلورىbillaurí, cristalino, de cristal, que cuadra mejor con la significación y forma de las dicciones españolas, que la oriental propuesta por los etimologistas citados, con la cual no es dable explicar sin violencia sus terminaciones en i, io. Prefijado el art. ár. al con supresión del lam y contraido el diptongo au en o resulta el Abelori val., y, añadida la terminación o, las formas cast. y port.
Abanico
port. Esta voz, que identifica Dozy con albanega y que tenemos en nuestra habla castellana bajo las formas abanillo, adorno de lienzo afollado de que se formaban los cuellos alechugados que se usaron en otro tiempo, y abanico, porción de gasa ú otra tela blanca, de una tercia de largo, con que las mujeres guarnecían en ondas el escote del jubón, según las definiciones de la Academia, no trae su origen del árabe, sino de la palabra abanico, dim. de abano, fr. van, lat. vannus, cuya radical se encuentra en el sanscrito , flare, spirare, de vento (v. Wilson, Sanscr. Dict. y Bopp, Gloss.-Sanscr., Alois Vanicek, Etym. Vörterbuch der Lateinischen Sprache, p. 149, y á Zehetmayr, Lex. etym. lat.-sanscr. comparativum, p. 281), nombre aplicado á aquella especie de cuello ó gorguera por la semejanza de su figura. «Compunhase, léese en Sta. Rosa de Viterbo (Elucidario), de huma tira de garça, ou volante, da largura de huma mâo travessa, tomada em prega.»
Abarráz
abarrazo, albarraz, avarráz, fabarráz, favarraz, habarras, havarraz cast., paparáz, paparráz port. De حب الواسhabb-ar-rás, lit. grano de la cabeza, denominada vulgarmente hierba piojera. Es la staphysagria, que nuestro Nebrija interpreta por uva silvestre y albarraz, staphys (σταφὶς) en Plinio, llamada también por los árabes زبيب الجبلzebib-alchábal, uva de monte. V. Aben Albeitár, Traité des simples, trad. Leclerc, t. I, p. 399 y II, p. 196. La etimología es de Rosal (Dic. ms. de la Bib.-Nac.). Aunque, por pedirlo así el orden alfabético, antepongo abarráz, que se encuentra en Suarez (De la excelencia de los caballos, fol. 118), á las otras formas, debo hacer constar que, desde el siglo XV, la más en uso entre la gente popular es albarráz.
Abasis
cast., mall. y port., abasi, abassi mall. De عبسىabbasí, nombre de una moneda corriente en el reinado de Chah Abbás, que valía cuatro chajis. V. Bergé, Dict. Pers.—Franç. Sousa, de quien es la etimología, dice que es moneda de plata que corre en el Asia, cuyo valor es de 80 reis, la cual tomó su nombre del califa Abbás, que la mandó acuñar. V. Vestigios da lingoa ar. em Portugal.
Abbarrada
port. Vaso de barro para beber ó de loza de la India en que se ponen flores. Sta. Rosa, Elucid. De البرادةalbarráda, «vaso para beber, jarro con dos asas» en P. de Alcalá.
Abdelari
cast. y mall., abdelavi cast. Melón de Egipto. De عبدالارىabdelaví, nombre del melón en Siria. V. Bocthor.
Abdest
mall. Ablución usada por los turcos. De عبدستabdest, «ablución.» V. Redhouse, Turk. Dict.
Abducar
cat. y mall. De الدكارad-ducár ó الذكارadz-adzucár, «cierta especie de seda de inferior calidad.» Cf. aducar.
Abech
ant. mall. Manto real. Acaso proceda esta voz de عبايةabáya, forma sinónima de عبا‎ ó عباة‎, «manto ó capa» en Catafago, «manto con mangas cortas de tela rayada adornada de dibujos» en Bocthor (sobre este género de vestidura v. Dozy, Dict. des noms. des vétem., p. 297), ó mejor, como lo pide de suyo la ch final del voc. mall., de حبيكhabic, «bene texta vestis» en Freytag [1].
Abela
abelu. Llaman así en España al llanto que hacen los moros y los judíos cuando se les muere algún pariente. Guadix, Dic. ms. de la Bibl. Colombina, B. 4.ª, 450 11

Una y otra voz vienen de la hebrea אבלébel, luctus, plangor, llanto, gritos de dolor, con golpes en el pecho y rostro, especialmente por los muertos, nombre derivado del verbo אבלábal, moeruit. V. Gesenius, Lexicon.

Abellota
val. Lo mismo que bellota.
Abelmeluch
port. y mall. Especie de uvas. De حب الملوكhabb-el-melúc, lit. grano ó baya de los reyes, que traen Humbert, Marcel y Hélot en significación de cereza, y R. Martín bajo la forma حب الملوكhabb-almolúc en el art. ceresa. Los habitantes del Magreb y de Andalucía dan este nombre á la cereza de Balbec, القيراصيا البعلبكبة‎. V. Aben Albeitár, Traité des simples, trad. de Leclerc, t. I, p. 400. Aben Loyón, en su Poema de agricultura, dice, hablando del origen de esta voz, que se llamó Abelmelúc (grano de príncipes), porque por su ternura se deshace dulcemente en la boca. En mall. la voz Abelmeluch no tiene la significación portuguesa de uva ni la arábiga de cereza, sino la de una especie de ricino con propiedades purgantes muy activas que se encuentra en los alrededores de la Meca. Con efecto, según el autor de La Descripción del Egipto, XII, 136, el Abelmeluch es el nombre de una pepita ó semilla purgante. V. Dozy, Supl. in v. حب‎.
Abelmosco
cast., abelmósc port. Semilla de una planta que crece en Egipto y en las Antillas. Sus hojas son de color verde oscuro y afelpadas. Aseméjanse mucho á las del malvavisco, por lo cual los modernos botánicos le dan el nombre de malvavisco afelpado de las Indias (Hibiscus abelmoschus de L.). La semilla es del tamaño de la cabeza de un alfiler grueso. Su olor participa del almizcle y del ámbar, de donde se ha derivado su nombre. Castro, Dic. Procede esta palabra de حب المسكabb-elmósc, lit. grano de almizcle. La etimología se encuentra en Alix y Dozy, el cual observa que la voz abelmosco, que aún no figura en el Diccionario de la Academia, ha venido recientemente á nuestro idioma del francés abelmosch ó mejor abelmosc.
Abelmutxe
mall. Esta palabra, que el Diccionario Mallorquín trae como sinónima de abelmeluch, me parece trasposición de المشوطalmexút (especie de planta llamada por los botánicos polypodium crenatum y acrostichum dichos), precedida de حبhabb, baya ó grano.
Abencerrage
De ابن السراجAben as-serrách, «el hijo del sillero (que hace o vende sillas de caballo), como se lee en H. de Baeza. V. Relaciones de algunos sucesos de los últimos tiempos del reino de Granada, p. 9.
Abenúz
cast., abenos mall. De ابنوسabenús ó ابنوز‎, voz tomada por los árabes del griego ἐϐενος, madera negra, árbol del ébano, lat. ebenus, ebenum y hebenum. En opinión de Gesenius las formas griega y latinas tienen un origen semítico, y cita en comprobación un pasage de Ezequiel en que se encuentra aquella voz, הבניֹם‎ ligna ebena, si bien añade que de la lengua griega con terminación helénica pasó al árabe y al persa. Esta etimología la traen Rosal, Casiri, Marina y Alix, que hace también mérito del plural hebreo.
Abercoch
cat. Lo mismo que albarcoque.
Abesana
cast. y port., abezana, besana, besana, vesana cast., vessana cat. Según Marina, de الباسنةalbésana, la reja del arado. Pero como la abesana es el surco ó surcos que hacen las yuntas en la tierra con el arado y el lugar y tiempo de esta labor, y no el instrumento con que se ejecuta, carece de fundamento la etimología. La voz abesana en estos sentidos viene del vocablo de la baja latinidad versana, terra proscissa, ager de novo ad cultum redactus, ager proscissus et nondum satus, tempus, quo agri proscinduntur, derivado del verbo latino verso, volver, revolver, menear, mover de una parte á otra. Simonet. V. Ducange, Glos. y cf. el port. vessar.
Abhal
abhel cast. De ابهلabhel, sabina, yerba conocida en P. de Alcalá. Es el Βράθο de los griegos. V. Aben Albeitár (Traité des simples, trad. de Leclerc, t. I, p. 13) que lo identifica también con la sabina. Según Aben Alchazzár el abhel es en aljamia انبرةenebro; pero que incurrió en error lo demuestran los escritores citados y con ellos Dioscórides. (V. Diosc. ilustrado por Laguna, lib. I, p. 62).
Abiados
En tierra de Acevedo es abiad, blanco y denota blancos en plural. Guadix (Dic., ms. de la Bibl. Colomb.) La voz ابيضabiad, de donde se deriva la castellana, es un sing. masc. cuyo pl. es بيضabid, como puede verse en R. Martín y en P. de Alcalá. La terminación del nombre abiados denota un pl. cast. formado de un sing. aráb.
Abiar
abihar, albihar. Según Tamariz (Compend. de algunos vocabl. aráb. introducidos en la leng. cast.) son flores blancas y amarillas aliás narcisos. La Academia en la última edición de su Diccionario define el albihar: flor blanca, semejante á la del narciso ó manzanilla loca. En sentir, pues, de la ilustre Corporación, el abiar, abihar ó albihar ni es el narciso ni la manzanilla loca, sino una planta distinta con flores semejantes. En la primera edición de su Diccionario entendió la Academia que el albihar era la yerba conocida en Castilla por ojo de buey ó manzanilla loca, añadiendo que acaso las flores del narciso se llamaron albihares por ser semejantes á las de aquella planta. Prescindiendo Dozy de Tamariz y de Covarrubias, que reproduce en su Tesoro la definición del lexicógrafo granadino, saneada por la grave autoridad de Alonso del Castillo, se limita en el artículo albihar de su Glosario á reproducir, con exclusiva aplicación á la planta ojo de buey ó manzanilla loca, la etimología que apuntó la Academia en la primera edición de su Diccionario, tomada, á lo que pienso, del Dr. Laguna que trae behar como correspondencia arábiga de buphthalmos.
Pero que la denominación arábiga del buphthalmos se aplicó por los moros andaluces al narciso, lo declara Almacari en varios pasages de sus Analectas. En la p. 198 del tom. II, se lee: النرجس و هو البهارعند الاندلسيين ويسمى العبهر‎ «El narciso es el albihar entre los andaluces y es llamado alabahar». Con idéntica significación se encuentra la voz albihar en las poesías que trae aquel historiador á las páginas 199 y 368. Finalmente; en la 465 nos dice: النرجسبهار و هو‎ el albihar es el narciso. Según Abu Hanifa y otros autores, los árabes orientales daban al narciso el nombre de بعهرbahar que menciona Almacari al final del primer pasage transcrito. V. Aben Albeitár, Traité des simpl. Vol. II, p. 435, trad. Leclerc. En Marruecos el vocablo البهارalbihar tiene, como entre nosotros, la doble acepción de ojo de buey y de narciso, el narcissus tagetta de L. Véase Lerchundi y Simonet, Voc. de su Crestomatia in v. بهار‎.
Abismales
Clavos de hierro de lanza.—Tamariz (Compendio de algunos vocablos arábigos introducidos en la lengua castellana). Á mi parecer el vocablo abismales, plural del nombre abismal, cuya forma sing. no se halla en nuestros Diccionarios, no es otra cosa que el arábigo المسمارalmusmár, clavus en R. Martín, clavo de hierro en P. de Alcalá, المسمارalmismár en Marcel, Kazimirski y Bocthor, mediante la supresión del lam del art. y conversión del min en b y del ra de la terminación en l.
Abit
habit mall. Carbonat de plom ó blanquét. Término antiguo de química derivado del adj. ár. ابيضabit, albus, sin otra alteración que la conversión ordinaria de la d enfática final de dicción en t, como de alcaid (alcaide) se hizo en este dialecto alcait.
Abitaque
término de carpintería, metátesis de las dos primeras articulaciones de طبقtabac, cábrio, pieza de madera que sirve para la cubierta de una casa, la viga donde cargan los pares del tejado de una casa (V. Dozy, Supplement, in v. طبق‎), precedido del artículo الal con supresión del لlam. Del nombre árabe alterado y mudado el fatha en kesra, se produjo abitaque. «Si las paredes son hechas de compañía entre dos omes, ó por testigos, ó por alguna manera, ó por otro pleyto qualquier que sea, ó si touiere vigas, ó abitaques, y touiere las vigas de ambas las partes, ó los abitaques; todo esto es señal que la pared es de ambas las partes; en otra manera, la tal pared, es del que sobre ella tiene cargo, y el alarife assí lo debe juzgar.» Ord. de Sevilla, Tit. de los Alarifes, Cap. XXX, página 145.
Abiva
Lo mismo que adiva.
Abnue
Chacal ó lobo cerval. De ابن اوىebn ague, «hilax, animal ex cane et vulpe genitum» en Freytag. Gayangos.
«Luego recudieron el lobo e el abnue et dijeron.» Calila e Dymna, Prosistas anteriores al siglo XV, ed. de Rivadeneira, p. 30, col. I.
Abonon
Lo mismo que albañal.
Legusar ferie en sos pechos con ambos sus tucones
Salie del sangre cuemo de abonones.
Lib. de Alex., c. 994, Colec. de Poes. Cast. ant. al sigl. XV.
Abumelih
Un abumelih de oro, ابو ملح الذهب‎. Testamento mozárabe de Toledo. Simonet. No dicen los dic. que he consultado, ni áun el de trages de Dozy, qué suerte de dije ó arracada era el abumelih. Pero en el Supplément de este sábio orientalista registro la palabra ابو مليحَabumelih en significación de alondra, y es coincidencia peregrina que en las escrituras otorgadas después de la conquista de Granada y en los Embargos de bienes de moriscos de este reino en que se hace relación de sus alhajas y ajuares, se encuentre repetidamente un adorno de mujer llamado Omalhacen, nombre árabe del ruiseñor. En la carta de dote y arras que otorgó Luis Abenzaide, herrador, en favor de Isabel Mercaleza, su mujer, hija de Luis Mercalez, que tiene la fecha de 27 de Enero de 1553 (Arch. de la Alhambra) se lee: un collar de aljófar con cinco lisonjas de oro y un frontal de aljófar que dicen Omalhacen. Esto demuestra, en mi sentir, que entonces, como ahora, usaban las mujeres pequeños dijes de oro y plata con esmaltes, y con aljófar ó pedrería por adorno de sus tocados, que afectaban la forma de pájaros.
Acacalis
cast., port. y mall. Arbusto medicinal de Egipto. «El acacalis es fruto de una mata de Egipto en algo semejante al que nace del tamarisco. De aquesta planta tenemos solamente el nombre en la Europa: y su fruto nunca jamás viene por estas partes: dado que algunos muestran por él la simiente de la Thuya PlinianaDiosc. ilust. por Lag. Lib. 1, p. 73.
El acacalis es el اتلathel, que se encuentra en ár. bajo la forma اقاقايسacácalis, del gr. Ἀϰαϰαλίς. V. Aben Albeitár, Traité des simpl., trad. Leclerc, I, p. 25.
Acaduz
Minsheu, Oudin, Diccionarios. Lo mismo que alcadus y arcaduz.
Acafelar
port. Tapar huma porta, fresta, janella ou outra qualquer abertura de muro, ou parede com pedra e cal. Sta. Rosa, Elucidario.
Léese en la Crónica de Damian de Goes, Part. II, Capftulo XVIII, al hablar de la toma de Cafim: «mandou tapar as Bombardeiras ántes que os Mouros viessem com pedra e barro, e acafelar de maneira que parecía tudo parede igual.» Sin parar mientes Frai Joaquín de Sta. Rosa que en el pasage trascrito se habla de diferentes operaciones, como lo declara la partícula conjuntiva e, interpretó el verbo acafelar por tapar huma porta, fresta, janella ou outra qualquer abertura de muro ou parede com pedra e cal, en cuyo error, y por la misma inadvertencia, incurrieron Moraes y Sousa. Lo que el Cronista dijo fué, que después de tapar las cañoneras con piedra y barro, se acafelaron, ó, lo que es lo mismo, se empegaron ó revistieron con pez ó betun en términos que quedó toda la pared igual. Este verbo viene del nombre كفرcáfar que se registra en Freytag, aunque no lo haya encontrado Dozy, y significa: pix qua picantur naves, ó sea la pez con que se empegan ó embadurnan las naves, ó más bien de قفرcáfar, perixma, betun, espalde (el ἄσφαλτος gr.), betun judaico en P. de Alcalá, bitumen iudaicum قفراليهورcafar alyehúd en Freytag. La raiz de este nombre se encuentra en el verbo כפרcáfer, que entre sus varios significados tiene el de oblecit aliqua re, ut pice, picavit, como, hablando del arca de Noé, se lee en el Gen. VI, 14: וכפרת אתה מבית ומחוץ בכפר‎ y la embetunarás por dentro y por defuera con betun.
Acaiaz
acayad, alcaiaz, alcayad, alcayat. Lo mismo que Alcaide.

Un Moro latinado bien gelo entendió:
Non tienen poridad dixolo Abengalvon.
Acaiaz, curiate destos, ca eres mio Señor:
Tu muerte oí conseiar los Infantes de Carrión.

Poema del Cid, v. 2675. Sánchez, Colec. de Poes. Cast. ant. al siglo XV.
Acarnar
cast. Estrella de primera magnitud en el extremo central de la constelación de Eridano, اخر النهرajar-annahr. Alix.
Acea
gall. Lo mismo que aceña.
Acear
cast. Según los Dic. de Stevens, Giral del Pino, Terreros y Castro, ceremonia religiosa de los moros, de صالةsalá y con el art. ár asalá ó azalá, la oración. Terreros trae accear.
Acebache
cast., gall. y port. Lo mismo que azabache.
Acébar
Lo mismo que acíbar.
Le darás tres píldoras del acébar cecotrí fechas por esta guisa. Lib. de Montería del Príncipe D. Juan Manuel, Bibl. Ven. III, p. 223.
Acebibe
acebiu cast., passa, uva passada, uvas passas en P. de Alcalá, ciruela llamada aragonesa de la cual se hacía pasa. La primera de estas palabras viene del nombre de unidad الزبيبةacebibe y la segunda del colectivo الزبيبacebib. No es de extrañar que en Aragón se dé este nombre á la ciruela pasa, porque, según Aben Albeithar (Traité des simpl., vol. II, p. 195, trad. Leclerc), con excepción del dátil, la voz acebib se aplicaba á todos los frutos secos. El mismo origen tienen, aunque su significado sea el de golosina, las voces port. acepipe y acipipe.
Acebuche
azebuche cast., acebúig val., azambujo, zambugeiro, zambujo port. Las voces castellanas y portuguesas, á ser de origen arábigo, vendrían del nombre de unidad الزنبوجةaz-zembucha que se encuentra en P. de Alcalá y en R. Martín, así como la valenciana del colectivo الزنبوجaz-zenbuch que se halla en Aben Loyon, en Aben Buclarix y en Aben Alchazzár. Considerando acaso Dozy que el vocablo acebuche no se encuentra en el árabe oriental sino una sola vez, según nos dice Freytag (Léx. II, p. 257), lo deriva del berberisco ثزنبوجتtsazambucht sin reparar en que esta dicción nunca pudo producir las formas arábigas ni las españolas. Con mejor acuerdo, mi docto amigo el Dr. Simonet le hace venir del adj. lat. acerbus, por el sabor amargo del fruto y la aspereza de su madera. Abona su opinión el hecho de encontrarse en el Idrisi (Geografía, p. 206 del texto ár. y 254 de la trad. francesa) el vocablo, الزنبجارaz-zembuchár, acebuchár ó acebuchál, como nombre de un lugar entre Sevilla y Córdoba. Acaso el Acebuchar, aldea situada en los confines de la diócesis de Jaen. En los autores españoles de la Edad-Media es también frecuente este vocablo en sentido de bosque ó terreno poblado de acebuches. Léese en el Libro de Montería del Rey D. Alonso, cap. XXXI (Bibl. Venatoria, t. II, p. 296): «El acebuchar, que es entre Alcántara et Estorninos, es buen monte de puerco en invierno et en verano.» Y no desvirtúa ciertamente el origen asignado por aquél distinguido orientalista á nuestro vocablo acebuche la circunstancia de hallarse en el diccionario arábigo oriental del Camus la voz الزعبجaz-zabach en el sentido de olivo, زيتون‎ porque el autor de dicha obra floreció á fines del siglo XIV y comienzos del XV y, á no dudar, debió tomarla de autores nacidos en nuestra península. En efecto, dos escritores españoles, Aben Albeitar y Aben Loyon traen aquel vocablo, no en la acepción de olivo, sino en la de acebuchina ó fruto del olivo silvestre ó acebuche, como se lee en una nota marginal del Poema sobre agricultura de este último, fol. 14 v.: زيتوذة الزعبج الزيتون معرفة والجبلى منه الزذبوج ويسمى‎; A mi parecer este nombre azabach dado al fruto del acebuche, formado acaso del árabe persa; زبج azabache, mediante la interposición de un entre la primera y la segunda radical, para significar el color negro de la aceituna silvestre, no tiene relación alguna con la voz زذبوج‎ ó زبوج‎
La transcripción del adj. sustantivado acerbus por las formas arábigas زذبوج‎ y زبوج‎, en las que la r fué sustituida por el duplicado por el texdid ó por el ن‎, y la s por el ج‎, denota el sonido de aquel vocablo en los lábios de los hispano-latinos á la sazón de la conquista musulmana.
La palabra acebuche se usó en lo antiguo por los árabes como nombre de cierta especie de dardo, sin duda por construirse de su madera. Por P. de Alcalá sabemos que este mismo nombre daban los moros granadinos á las sacaliñas ó garrochas زذبوجه بعنخس‎.
En el tratado militar de Hozail (ms. de la Bibl. Esc., n.º 1347, part. II, cap. 18), citado por Freytag y Alix, se habla de la bondad de la madera del acebuche para hacer arcos.
Acecalar
cast. ant. Lo mismo que acicalar.
«El traía muy buena loriga e brafoneras e pespunte cubierto de muy rico paño de seda e las coberteras otrosí; e capellina de fierro traía muy buena e muy bien acecalada.» Gran conquista de Ultramar, lib. II, cap. XLII.
Aceche
azige en Nebrija y P. de Alcalá, acije, azache cast., mall. acel., port. azeche, de الزاجaz-zách atramentum en R. Martín, tinta, caparrosa, vitriolo, ácido sulfúrico, cuyo vocablo arábigo se convirtió por la iméla en az-zich ó azig, como lo trascribe P. de Alcalá. V. Aben Albeitar, trad. Leclerc, t. II, p. 193. La etimología es de Rosal y Alix.
Acechia
a. Lo mismo que acequia. Minsheu, Dic.
Acedarac
acedaraque cast., asedarac port. (Melia azedarach), de ازادرختacedarajt. Casiri y Alix. Según Aben Albeitar, esta palabra debe escribirse regularmente azád-dirajt ازاددرخت‎ conforme á la etimología persa. En efecto, la palabra azád en persa quiere decir libre y la voz dirajt árbol. Es uno de los vegetales en el que se ha querido ver el persea de los antiguos. (V. Aben Albeitar, trad. Leclerc y Aben Alawan, Lib. de Agricultura, I, 512).
Según la leyenda, se le dió el nombre de árbol libre, porque Mechnún, el célebre amante de Léila, salvó uno de esta especie del hacha de un jardinero por la semejanza que encontró entre él y el talle de su enamorada.
Acefa
cast., aceifa cast., gall. y port., ceifa port. y gall. Estas palabras, que no se encuentran en el Glosario de Ducange, se hallan bajo sus primitivas formas acepha, aceipha, azeipha y zepha en nuestros antiguos cronicones con la significación de ejército. Hablando de D. Ramiro II, dice Sampiro: «Deinde post duos menses Azeipham, id est Exercitus, ad ripam Turmi ire disposuit et Civitates desertas ibidem populavit.» (Cronicón, ap. Flores, España Sagrada, t. XIV, p. 453). Y en el Silense, refiriendo las victorias alcanzadas contra la morisma por Alfonso III, se lee: «illa quidem alia Aceipha Cordubensis Valdeniora venit fugiendo. Rege vero persequente omnes ibidem gladio interempti sunt.» Y más adelante, al narrar las campañas de Ordoño II, escribe: «Deinde alia Azeipha venit ad locum quem vocitant Mitonia et inter se conflitantes ac prœlium moventes corruerunt ex ambabus partibus. Ex hinc in anno tertio, tertia venit Azeipha al locum quem dicunt Alois. (Chronicón, ap. Berganza, Ant. de Esp., part. 2.ª, Apéndice, p. 534 y 535).
En cuanto á zepha y azepha aparecen respectivamente en la inscripción empotrada en el muro del claustro del monasterio de Cardeña, en conmemoración de los doscientos monges martirizados por el titulado rey Zepha, y en las Memorias antiguas que están despues del Chronicón de Cardeña en que se refiere el mismo suceso: «Era DCCC.LXXIX vino el rey Azepha en Castilla.» (Ap. Berganza, op. cit., part. I, p. 134 y 135). Trascripción de estas formas arcáicas son acefa, que se encuentra en el Diccionario de Castro, y aceifa que registran el de la Academia y el del dialecto gallego en acepción de hueste, ejército. Acaso pudieran traerse las formas acepha, acefa y zepha de الصفaz-zeff, acies, ordo en R. Martín; pero yo creo que el vocablo acies, sinónimo, á no dudar, de ordo, en el art. del lexicógrafo catalán, no debe tomarse por ejército, sino por la acies instructa de Cesar, es decir: por el ejército dispuesto en orden de batalla, por el haz de batalla que dá por significación P. de Alcalá á la dicción arábiga.
El origen de todas las voces que encabezan este art. no se ha de buscar, pues, en الصفaz-zeff, sino en el الصايفةaz-zeifa, az-zaifa y por reducción del diptongo ai en e az-zefa (hebreo הצבא‎ exercitus), que en nuestro romance castellano suena, no solo la escursión primaveral ó veraniega de los árabes á país enemigo, sino también, según Lane, el ejército que la ejecuta, sea de mar ó de tierra, como lo declara el siguiente pasage de Cansino (Grandezas de Constantinopla): «Despues llegaron la gente de guerra del mar que van en la armada real que llaman azafes.» V. Castro, Dic. in v. azafe. Las palabras el rey Zepha de la inscripción del monasterio de Cardeña y el rey Azepha de las Memorias, no son, en mi sentir, más que la traducción de las palabras arábigas amir, sultan, melic ó guali az-zepha, ó sea, el general, el jefe superior del ejército, el príncipe ó rey que lo mandaba.
El mismo origen tienen las palabras portuguesas aceifa y ceifa carnicería, proscripción, porque la arábiga الصايفةaz-zeifa no denota simplemente la escursión militar, sino la racia que tiene por objeto extragar, asolar, saquear al país enemigo, aventar á sus habitantes ó pasarlos al filo de la espada, como se deduce de la definición a warring and plundering expedition in the صيف‎ que nos dá Lane de aquella dicción.
Además de esta, las voces aceifa y ceifa port. y gall. denotan cosecha, mies, tiempo de la recolección, y en este sentido vienen, como se lee en Engelmann, de الصيفة‎ azzeifa, estas por aestas en R. Martín, cosecha, mies en P. de Alcalá, ó de الصايفةaz-zeifa que se encuentra en el Cartás en significación de verano, recolección ó cosecha. V. Dozy, Supl.
Aceite
cast., port. azeite, de الزيتaz-zeit. Guadix. Ap. Covarrubias, Tesoro.
Aceituna
cast., basc., azeitona port., de الزيتونةaz-zeituna, oliva pro fructu et arbore en R. Martín, oliua ó azeytuna, zeytuna en P. de Alcalá, de donde Engelmann copió la forma: «Ogaño no hay aceitunas ni se halla una gota de vinagre en todo este pueblo.» Quijote, 2.ª part., cap. LII.
Aceituní
aceitunil, azeituni, setuní, seytuní, zeitin, zeituni cast., de الزيتونيaz-zeituni. Alix.
La Academia define esta voz: vestidura antigua, hecha de terciopelo de color de aceituna. Ya demostró Dozy en el art. setuní de su Gloss. que la voz aceituní no era más que un adjetivo posesivo derivado de زيتونZeitún, trascripción arábiga del nombre de la ciudad china Tseuthung, llamada hoy, según Defremery y Sanguinetti, Thsiuan-tchu-fu. «Aunque Zeitún en árabe, léese en Aben Batuta, significa olivo, no es menos cierto que este árbol es desconocido en esta ciudad y en el resto de la China y en la India. Es una grande y hermosa ciudad en la cual se fabrican telas adamascadas de terciopelo, de seda y de raso: de ella han tomado dichas estofas el nombre de aceitunís.» (V. Aben Bat. Viajes, t. IV, p. 269). En el siglo XV existían ya fábricas de estas estofas en Italia. Conocido el origen del vocablo aceituní, ni ha de tomarse como denominación de una vestidura, según quiere la Academia, ni en significación de color de aceituna, sino en la de una estofa de terciopelo de seda ó de raso de diversos colores con la cual se hacían toda suerte de vestiduras. Demuéstralo así el inventario publicado por el P. Liciniano de Saez (Valor de las monedas, p. 534, a.), citado por Dozy, en que se menciona un jugón de aceytuní negro. En Ruy Gonzalez de Clavijo se lee (Vida del gran Tamorlán, fol. 50 v.): «Auia tiendas armadas mui ricas é fermosas de mui muchas maneras e luego junto con esta dicha cerca estaua otra que era de vn paño de Setuní blanco con labores;» y más adelante, al fol. 51, describiendo el traje de Piyr Mahomad, nieto de Timur-Bec: «Tenía vestidos vnos vestidos de Seytuní azul con vnas brosladuras de oro con ruedas.» El autor anónimo de la Crónica del Condestable D. Alvaro de Luna dice que en el Paso honroso traía Suero de Quiñones un falso-peto de aceituní bellud, bellutado verde morado. En un curiosísimo documento del archivo de Castril, rotulado: Cuenta de lo que he dado por mandato del señor Hernando de Zafra, á 2 de Abril de 1491, se lee: «en Yahen para Alnayar y su sobrino zeitin morado de Florencia. Á Benegas zeitin verde. Á los Infantes zeituní morado de Florencia para las aljubas. Á Yusa de Mora zeituní morado y verde de Florencia. Al caudillo de Baza zeituní azul. Á Aben Comixa zeituni carmesí para sayo.» Finalmente, y haciendo gracia de otros pasages, confirma mi interpretación el siguiente que registran las Ordenanzas de Sevilla, fol. 164 v., Tit. De los sastres, calceteros y iubeteros: «que las ropas de hombres ó mujeres, así briales como mongiles y tabardos e otras cualesquier ropas de brocados ó de sedas e damascos e azeytuníes ó chamerotes ó terciopelos..... vayan las labores arriba cortadas.»
Acelga
cast. y port.; celga gall. y port., cerbá basc. De السلقةas-silca, السلكةas-silca en R. Martín, metátesis del adjetivo latino sicula, la beta sicula de Plinio (Hist. Nat., lib. 19), la beta vulgaris de Aben Albeitár. «Llamábase antiguamente la (acelga) blanca, sicula, de donde castrándola después una letra, la vinieron á llamar casi todos los médicos sicla.» V. Dioscórides, ilustr. por Laguna, lib. II, p. 206, Covarrubias, Tesoro, in v. Acelga y Azelga, que señaló su origen latino, y Cabrera, Dic. de etim. de la leng. cast., I, p. 8. La etimología arábiga corresponde á Juan Lopez de Velasco. De sicula, por la síncopa, se hizo sicla, por la metátesis, silca, cuya voz, mediante la anteposición del art. ár., conversión del sin en c, del cáf ó káf en g y de la moción i en e, produjo acelga. Engelmann deriva el vocablo arábigo del griego τικελος, como lo hace Mahn, Etym. Unters., p. 95 y 96, pero, en mi sentir, aquel se ajusta más á la forma latina.
Acemar
Lo mismo que azomar.
Acémila
cast. y val., azemila cast., adsembla, adzembla, azemala cat., azemala, azemela port. De الزاملةaz-zémila. Urrea. R. Martín y P. de Alcalá solo traen el colectivo الزاملaz-zémil en significación de rocinus, roncinus, caballo albardón, caballo arrocinado, rocín, interpretando por bagla, mula, nuestro vocablo acémila. La dicción latinizada acemilla se encuentra en los fueros y privilegios de la Iglesia y villa de Alquezar otorgados en el año 1069 por D. Sancho Ramirez, rey de Aragón y de Navarra: Quod si quis... et acemillas Santæ Mariæ, vel jumentum clericis pignoraverit. V. Muñoz, Colec. de fueros municipales, p. 247. En cuanto á la forma azémila hállase en los fueros de Sepúlveda y de Nájera, donde se lee: E los caballeros escusen ungulas azemilas. V. obra cit., p. 285 y 289.
Según Castro el vocablo acémila era el nombre de un tributo que se pagaba en Aragón por las cabalgaduras. Su etimología es la misma.
El val. tiene el pl. adçembles con la acepción de acémilas y de compañías ó escuadras. En este último sentido se deriva de la الزملةaz-zemla, forma vulgar que se registra en Kaz. con la significación de troupe de voyageurs, y no de la literal الزملةaz-zomla, como quiere Dozy.
En port. azémel, según Sta. Rosa (Elucidario, I, página 156), tiene no solo la significación de «almocreve que trata e guia as azémolas, ou bestas de carga,» sino también la de «Campo, ou Arrayal, Congregação, Rancho, Ajuntamento, multidão de gente abarracada, cidade volante, e cujos edificios sáo tendas.» En la acepción primera es el árabe الزمالaz-zemél, «acemilero» en P. de Alcalá. Sousa. En la segunda es ازملazmel, forma sinónima de الزملةaz-zemala, familia, casa ó habitación, con inclusión de los criados y sirvientes, de la cual deriva Dozy la voz portuguesa.
Acemita
acemite. Estas voces que tienen respectivamente la significación de torta muy blanca amasada sin levadura (Andalucía), flor de la harina, salvado menudo, salvado, grano de trigo quebrantado, granzas limpias y descortezadas del afrecho, potage de los moros andaluces hecho de trigo tostado y á medio moler, traen su origen inmediato de la voz arábiga سميدsemid ó سميذsemidz y con el art. asemid ó acemid, simila, panis albus en Freytag, pan blanco en Kazimirski, acemite en P. de Alcalá, farina en R. Martín, flor de harina en Marcel y flor de harina de trigo en Bochtor.
Pero es de notar que la voz سميدsemid ó سميذsemidz, con encontrarse en el Kamus, no es de estirpe arábiga, sino indo-europea; es la latina simila, flor de la harina en Plinio, la helénica ζυμήτης ó ζυμίτης pan hecho con levadura y la sanscrita semida, fine wheat flour en Wilson. La palabra αζυμιτης por ζυμίτης aparece empleada por los Setenta en la versión al griego de las hebreas חלת לחם מץ‎ tortas de pan con levadura (Levit. VII, 13), cuya alfa inicial no ha de considerarse como privativa, sino como prostética. Y aunque, según observa Enrique Stéfano en su Thesaur. ling. grœc. es aquella como voz exótica en la lengua griega, por carecer de la terminación propia de los adjetivos hay que reconocer que su radical es de indubitada alcurnia helénica. Chassáng (Dict. grec. franc.) la tiene por alejandrina, es decir, greco-latina. La circunstancia, sin embargo, de haber sido usada por los Intérpretes, cuya versión de la Biblia al idioma griego se remonta á los tiempos de Tolomeo Lagos, y su existencia en el sanscrito, excluyen su origen latino. La voz caldaico-rabínica סםידא‎ semida que trae Zanolino en su Lex. Chald.-Rabbin, procede del ζυμιτης griego, como la arábiga سميدsemid, la cual, adicionada con el art. الal, cuyo lam fué omitido por ser solar el sin comienzo de dicción, mediante la conversión de la d en t, produjo las castellanas acemita y acemite.
Acemitana
Lo mismo que cimitarra, Minsheu, Dic.
Acen
V. Haçen y zahen.
Acendría
cast. Lo mismo que sandía.
Acenefa
aceneifa. Lo mismo que cenefa. Terreros, Dic.
Acenia
cast., port. y basc. Lo mismo que aceña. «O por ferida ó por pesquera de acenia
«Et qui pesquera de acenia desficiese.» Fuero de Salamanca, ap. Castro, Dic.
Acenna
Lo mismo que aceña.

A arar lo pusieron, et á traer la lenna,
A veses á la noria, á veses á la acenna.

(Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 231).
En el libro de Alexandre, copl. 1304 la c de acenna se halla escrita con cedilla açenna.

De ruedas e de molinos que muelen las çeueras
De muchas ricas açennas que les dizen traperas
Auye grant auondo por todas las riberas.

Aceña
acenna, açenna cast., acea gall., cénia, sinia cat., cinia mall. y cat., sénia, sinia val., acenha, assania, azena, azenha, azenia port. De السانيةas-seniya, cinia por la iméla en P. de Alcalá, rueda para regar en Kazimirski, rueda hidráulica en Bocthor, voz derivada del verbo سناsaná regar la tierra sacando el agua con una rueda. Lane aplica este nombre al camello que acarrea el agua para regar las plantas y á la bestia que dá vueltas al rededor de la noria para elevar el agua por medio de la máquina دولابdulab. En Raimundo Martín se encuentran las formas cénia y cinia, y en Yanguas (Antig. de Navarra, I, 219) cénia. La etimología es de Rosal y Lopez de Velasco.
Acequa
port. Lo mismo que
Acequia
cast. y port., azequia port., céquia val., gall., cat. y mall., ciquia cat., zequia gall., de الساقيةas-séquiya, aqueductus en R. Martín, acequia, reguera, lugar por do riegan en P. de Alcalá.
Acerbe
Moscada silvestre ó macho. Terreros. Kazimirski trae las palabras الزربaz-zerb en significación de rosa de las Indias, rosa índica en Freytag, y الزربيaz-zarbí en la de amarillo y rojo, con aplicación á las yerbas cuyo color verde tiene aquellos matices: pero ninguna relación hay entre la voz castellana y las arábigas. Marcel Devic en su artículo azerbe (nuestro acerbe) se inclinó á asimilar la dicción francesa con las portuguesas azebre, azevar y azerve, derivándolas de la arábiga الصبارaç-çibár, fructus arboris acidi saporis en Freytag, lo que, añade, cuadra á maravilla con la moscada, cuya carne tiene un sabor tan acre y astringente que no es posible comerla cruda y sin preparación. Mas variando luego al punto de parecer, creyó encontrar el orígen de azerbe en ضبرdabr, nuez silvestre, moscada, pronunciado el vocablo á la manera persa zabr, az-zabr. Yo pienso por el contrario que así la voz castellana como la francesa no son más que el adjetivo sustantivado latino acerbus, de donde vino la dicción de la media latinidad acerba (uva acerba en Fedro. V. Ducange, Glos.) y nuestra voz castellana serba que denota la acidez y agror de la fruta, propiedades de la moscada silvestre, según nos dice el mismo Marcel Devic.
Acerola
acerolla cast., acerolá basc., aczerola val., adserola cat., adzerola mall., atsarolla, atsoroll val., atzerola cat. y mall., azarola port., azerola cast. y port., sorolla val. Marina, Engelmann y Dozy derivan esta voz de la arábiga española الزعرورةaz-zeróra, cornus (cerezo silvestre) en R. Martín, Mespilus Aronia en Dioscórides. «Esta especie de Méspero, dice el Doctor Laguna en sus Anotaciones, no tiene que hacer con ninguno de nuestros vulgares Mésperos. Es nuestro espino majuelo, planta muy familiar en el reino de Nápoles, de fruto desabrido y muy áspero, armada de duras espinas y vestida de hojas semejantes á las del ápio. Llámase aquesta planta azarolo en Italia.» V. Dioscor. ilust. por Laguna, lib. I, p. 108. Freytag, en cuyos oidos no sonaba como arábiga la voz زعرورzarór, á pesar de hallarse en el Kamus, imaginó ser de procedencia persa. Covarrubias, con más agudeza de ingenio, afirmó que la acerola tomó el nombre que lleva del acedo que tiene. Coincidiendo con Covarrubias, el clarísimo Ducange dice en la voz Acedula: es la francesa surele, ó sea la acedera que en algunas provincias conserva aun aquel nombre. Llámase acedula, porque la yerba es ácida. La surele denota en francés aceda, ácida y agria. En Richelet se lee (Dict. de la langue franc.): que la palabra surele se usa hoy en Normandía como denominación de la acedera, á la cual dan aquel nombre por su gusto agrio. Sin otra alteración que la de convertir la d de acedula en r tendríamos nuestra acerola y la francesa azerolle. Pero la derivación es aún más directa. Á mi parecer la palabra الزعرورةaz-zerora es simple transcripción de la lat. acérula, dim. de ácer, nombre aplicado por los hispano-latinos á todo fruto áspero, ácido ó desabrido, como el como ó cereza salvaje de Nebrija, la serba, el níspero aronio, el escaramujo ó gavanza y la majuela, como lo demuestra el hecho de ser conocido el fruto de todas estas plantas entre los moros españoles con el nombre de الزعرورةaz-zeróra, acerola, según puede verse en P. de Alcalá en los art. escaramujo, gavanza, maiuela, fruto de cierta yerba, serba y serbal. No es otro para mí que el ácer lat. el origen de ازرةazerra que R. Martín trae por pirus, acaso por el sabor áspero de esta especie de pera, y creo que el mismo debe asignarse á ازعرazer que, como nombre de una clase de albérchigo, trae Kazimirski.
Acerones
Planta de flor pequeña y de un amarillo vivo semejante al gordolobo. Procede la voz cast. de la perso-arábiga اذريونadzryón ó اذريونadzaryón, que, según Freytag, es nomen floris, qui falco seu anthracino colore micat, in medio orbiculum nigrum habens. Andan discordes los pareceres sobre si esta especie de flor es el cyclamino, el parthenio ó el chrysantemo. V. Sacy, Chrest. Ar. III, p. 458. En el art. ادريونadryón, forma usada por Aben-Albeitar en lugar de las perso-arábigas mencionadas, dice Isaac Ben Amrám que es una especie de parthentum de flores amarillas ó rojas. Según Abu Chinah son sus flores doradas con un pequeño botón negro en el centro. Aben-Cholchol describe la forma de sus hojas y las compara á las de la manzanilla. V. Aben Albeitar, trad. Leclerc, 1, p. 37. Kazimirski traduce la primera forma perso-arábiga por especie de anémone, y Alcalá identifica al gordolobo con el nenúfar. Como la Academia no especifica la planta, limitándose á decir que es semejante al gordolobo, no nos atrevemos á determinar á cuál de las clases apuntadas corresponde la llamada acerones, aunque Aben Alawan la identifica con la matricaria (el parthenio de Dioscórides), según puede verse en su Libr. de Agricultura, II, p. 278, trad. Banqueri.
Acetre
cetre, celtre cast., acetere port., cetri cat., de السطلas-setl. Guadix y Sousa. Demás de esta trae R. Martín la forma الصطلaç-çetl en significación de vaso, catinus parvus una ansa preditus en Freytag, vasito de una asa con el cual se saca el agua del baño para verterla sobre el cuerpo, acetre en Kazimirski. La voz arábiga, á la que Marina y Engelmann con Freytag dan un origen persa, viene, así como el acetrum de la baja latinidad, que halló Ducange en una carta del Papa Inocencio III, y nuestra dicción acecha que se encuentra en el Espejo de Gramática de Ambrosio de Salazar en el sentido de odre ó vasija para sacar agua, de la latina sítula y por síncopa sitla. V. Diez, Etym. Wörterbuch y á Donking, Etym. Dict.
Aceviche
ant. cast., azebiche, aziviche port. En mi sentir, no se derivan estas voces de la arábiga السبجas-sábach, como pretende Dozy, forma que no se ajusta á las españolas, sino de الزعبجaz-zibech ó الزعبجaz-zibich, oliva, omnis res pulchra, todo objeto lindo ó bonito, como lo son, según la acepción de aquellos vocablos, los dijes de luto y los globulitos negros que sirven de collares y adorno, figura y color del fruto maduro del olivo silvestre que se encuentra en Aben Loyon (V. art. acebuche), y en Freytag y Kazimirski in v. الزغبجaz-sagbach, la acebuchina. Sabido es que de los cuescos de este fruto se hacían cuentas para rosarios y collares.
Achaque
cast. y port., achaquia, aitzaquia basc., ajach, jaquia val., ajes cast., atxaque cat. y mall., eixaquia, xacra y xaquia cat., de الشقاax-xaque lacería por mezquindad, pasión del cuerpo, trabajo con pasión, fatiga del cuerpo en P. de Alcalá, ó de شكاxacá, morbus en Freytag ó شكاةxacá, plainte, mal, maladie en Kazimirski, ó, finalmente, de الشكوةax-xaqua aflegimiento en P. de Alcalá, querimonia en R. Martín. De la 2.ª de estas formas se derivaron los verbos castellano y portugués achacar, achaquiar (en Aragón), acusar, imputar á otro algún dicho ó hecho. En port. achacar tiene además la acepción de enfermar. En este sentido se halla en R. Martín el vocablo الشكايةax-xicaya, infirmitas. La significación de motivo ó pretexto que tiene en nuestra lengua metafóricamente la voz achaque se encuentra en el Arcipreste de Hita, donde se lee:

Dice el proverbio viejo: quien matar quier su can,
Achaque le levanta, porque nol den del pan.

(Cantares, cop. 83).
Marina dá por etimología de achaque الشكاةax-xaque y Engelmann y Alix الشكاax-xaque.
La acepción, que tiene achaque, de pena pecuniaria que imponían los jueces del Concejo de la Mesta á los infractores de los derechos y privilegios de los ganaderos, soy de parecer que tiene la misma procedencia, pues con aquella voz se quiso significar el resarcimiento de daños con que tenía que pechar el conculcador de las disposiciones legales no declarado por quito y libre del acháque ó acusación contra él deducida. Ahora, si esta palabra se refería al dinero que se pagaba por indemnización del desafuero, su etimología no puede ser otra que السكةas-sacca, el dinero ó la moneda, teniendo en cuenta que el sin inicial de la dicción arábiga se convierte á veces en x, cuya letra tenía en el antiguo castellano sonido semejante al de la ch, con la cual ha podido permutarse en la escritura.
En el Fuero de Calatayud (Ap. Muñoz y Romero, Colección de fueros municipales, p. 461) se encuentra la forma achachía: «Et non sit ibi altera achachia, neque referta in iura et non pas super la cruce, et placito, de iura, de sole ad sol.»
Achega
port. Parceiro. Santa Rosa, Elucidario, I, p. 52. Lo mismo que axarique.
Acial
aciar, azial cast., aziar cast. y port., de الزيارaz-ziyar. Guadix (ap. Covarrubias) y Rosal (Dic. ms. de la Biblioteca Nac.).
Acíbar: cast. y val., aciber cat. y val., acebre port., acibre val., azebre, azevre, azevar port., azibar cast., zabila basc., de aç-çibar ó ac-cébar, que bajo una y otra forma se encuentra en R. Martín la voz arábiga en correspondencia de aloes. P. de Alcalá dá cibar por acibar.
Á pesar de que Cañes (Dic. esp. lat. ár.) y Marina traen respectivamente las formas الصبرaç-çibar y الصبرaç-çébar, que se hallan en R. Martín, Engelmann y Dozy, sin repa rar en la sílaba que lleva el acento, dieron por etimología de las voces españolas la arábiga الصبارaç-çibár, error que corrige Dozy en su Suplemento.
Acicalar
cast. y val., açacalar port. Limpiar, avivar los filos de la espada, bruñir, de صيقلsaycal, polire, splendere en R. Martín, açecalar en P. de Alcalá. Rosal dió por etimología de la voz española la arábiga zaigcal, tomada, á no dudar, como lo hizó Dozy, del lexicógrafo granadino citado, el cual trae aquella dicción en correspondencia de los verbos castellanos açecalar y espejar, luzir algo.
En los Diccionarios de la lengua clásica no se encuentra el صيقلsaycal de R. Martín y P. de Alcalá. En cambio en el sentido de polire, laevigare gladium se registran en Freytag las formas سقل‎ y صقل‎. Esto fué parte para que Dozy conjeturase que nuestro verbo arábigo-hispano se había formado del nombre de agente صيقلsycal, politor gladii, que se halla en el Kamus, como de su sinónimo سيقلsycal se hizo acaso el berberisco سيقل saycal, pulimentar.
De zaical, por la prótesis, reducción del diptongo ai en e y adición á la raiz arábiga de la terminación ar del infinitivo de los verbos castellanos de la primera conjugación se hizo acecalar ó acicalar.
Acicate
cast. y port., asicats cat., cicatea basc., açucate port. (en Vieyra). Rosal y Tamariz se limitan á decir que así llama el árabe á las espuelas ginetas. Urrea (ap. Cov., Tesoro) lo deriva de sicatum y con el artículo asicatum. Covarrubias lo hace de origen hebreo. Finalmente, Cañes lo trae de الشوكةaxxauca, etimología que pone Sousa por nota á su art. acicate (Vestigios da lingoa aráb. em Port., p. 8), donde se lee: «O nome Acicate tambem se pode derivar de nome Arábigo الشوكةAx-xaucate que significa espinho, bico, aguílhâo, ferrâo: e este de verbo شاكxaca, picar, trespassar.» La etimología corresponde á Cañes que no vaciló, como Sousa, sobre el origen del vocablo. Completóla Dozy haciendo ver que la voz castellana venía de الشوكاتax-xaucat, plural de الشوكةax-xauca, forma que, en correspondencia de éperons, se registra en Hélot. (Dict. Franç.—Arabe).
Sin repugnar yo esta etimología que corresponde á la forma de la voz portuguesa açucate que se encuentra en Vieyra, todavía no me satisface, porque entre las palabras españolas derivadas del árabe no recuerdo ninguna en que el diptongo au se convierta en e ó i. Como la verdadera acepción de la dicción الشوكةax-xauca en R. Martín y P. de Alcalá es la de espina, espina de pece ó espinazo; y como por espuela solo traen estos lexicógrafos el vocablo مهمازmihmás ó mihmíç, según la pronunciación de los moros granadinos, se me ocurre si la palabra acicate será el plural الشيقاتax-xicat de un singular الشيقةax-xica por الشيغةax-xiga, transcripción arábiga que trae P. de Alcalá de la dicción latina sica, espada corta, daga, puñal, cuchillo, punta, pua, pues sin más razón que acabar en punta, los dialectos árabes vulgares han dado el nombre de ax-xaucat á las espuelas ó acicates.
Aciche
Lo mismo que aceche.
Et desque vieres que es bien curado, toma el aciche et la casca de la encina et escoria et zumaque.» Libro de Montería del Principe D. Juan Manuel, Bibl. Ven., III p. 268.
Azige en port. significa greda de zapateros. Su origen es el mismo que el de aceche, aunque la acepción sea diversa. Pero la palabra aciche (arciche en Castro) tiene además la acepción de instrumento á modo de piqueta con dos cortes que usan los soladores para cortar las losetas y ladrillos y pulimentar sus junturas después de acomodarlas sobre la alcatifa. Dozy deriva la voz castellana de حشاشhachchach ó hachchich, según la pronunciación de los árabes de España. El ilustre orientalista alude sin duda alguna á la iméla usada por los moros granadinos. «Freytag, añade, no trae esta palabra, pero se lee en Pallme (Beschreibung von Kordofan, p. 137): «No se conoce en el Kordofan ni arado, ni rastrillo ni ningún otro instrumento aratorio: un pedazo de hierro en forma de hoz, con puntas en sus extremidades y un manubrio en el centro reemplaza á todos los instrumentos necesarios. Llámasele haschasch. M. d'Escayrac de Lauture (Le Desert et le Soudan, p. 415 y 425), continúa el docto arabista reforzando su opinión con autoridades, dá asimismo hachach en el sentido de pala de hierro que tiene la forma de una media luna en cuya parte cóncava hay un agujero por donde penetra el mango de madera del instrumento. P. de Alcalá trae esta voz, pero con forma y significación un poco diferente, pues traduce paja para leer y puntero para señalar por haxixa. Vése, pues, que es siempre un instrumento puntiagudo.»
He copiado todo el art. Aciche de Dozy para que se vea hasta qué punto se puede fantasear en materia de etimologías. No había necesidad, á mi juicio, de ir en busca de la de aciche á la Nigricia central, teniéndola á la mano, ni de señalar la existencia en P. de Alcalá del vocablo haxixa, cuyo significado nada tiene que ver con el sudanés. Más puesto en razón hubiera estado el sábio orientalista derivando la voz aciche de la arábigo-persa الزيجacich que trae Freytag en la acepción de amussis, la cual, según se lee en Nebrija, regula est fabrorum sive latomorum, ab allis ferramentum dicitur ad lapides, lignaque polienda. Por mi parte hubiera preferido á la suya esta etimología á no ser el vocablo castellano de estirpe puramente latina. La palabra aciche viene derechamente de la latina sécula, derivada del verbo seco gr. ζέω = τϰέω, por metátesis seco, tajar, hender, dividir, partir, hacer piezas, marmora en Horacio. Del sustantivo femenino sécula, hoz pequeña en Varron, se hizo por la síncopa secla, y mediante la conversión de la cl en ch, secha, como por idéntico procedimiento se formó hacha de fácula, mancha de mácula, espiche de spiculum. De cecha, permutada la e por la i y prefija la a por la prótesis, se formó aciche. Esta palabra se encuentra en el Glosario de Ducange bajo las formas secia y sectus, francés scie, italiano sega, instrumentum ferreum quo secatur distinctum a serra, falcis species. Aunque la acepción castellana de aciche no convenga con la de estas voces, no es menos cierta su derivación de la latina secula.
Acidates
pl. Lomas ó lindes que se hacen en las heredades para dividirlas. Voz anticuada de origen arábigo, que ya se dice Acirate. Dic. Acad., 1.a edic. Este vocablo arcáico se halla en el siguiente pasage, que no encontró Dozy (V. Glos., art. Acirate), del Libro de Montería del rey don Alfonso: «Recobredo Fermoso et Tronera, et el Encinoso, es todo un monte et es bueno de oso en ivierno. Et son las vocerías, la una desde el colludo de la Veguteia por cima de la cumbre de las Fuentes fasta la Tornera, et la otra desde la Tornera por cima de la cumbre fasta los Acidates et fasta el portiello del Enzinoso (Bibl. Ven. II, 192, 3).
Esta voz acidates, pl. de un sing. acidate, se deriva, en mi sentir, de اسدادasdad, pl. á su vez de un سدsedd, mons, res intercedens inter duas res prohibensque transitus en Freytag, todo lo que cierra ó impide el paso, obstáculo, barrera, montaña en Kazimirski. La trasformación de اسدادasdad en acidates se verificó mediante la sustitución de un Kesra (i), la más ténue de las mociones, por el socun del س‎ (la s), representación de esta letra por la c y conversión de la d final en t.
Acimboa
acimboga, azimboa, azimboya. Lo mismo que zamboa.
Acimud
asimut. V. azimut.
Ación
cast. Correa con que está asido y pendiente de la silla el estribo para montar á caballo. Acad. Esta voz viene de la arábiga, السيورas-siyor, pl. de السيرas-siyr, correa de que pende el estribo en Bocthor y Kazimirski, lorum en Freytag, mediante la sustitución por n del رra final del nombre arábigo.
«Otrosi: Que cualquiera que fiziere riendas e cabeçadas e aciones e látigos que los fagan de buen cuero.» Orden. de Sevilla, tit. de Correeros, fol. 198 v.
Aciqua
port., bolsa., metátesis de la dicción arábiga الكيسةalquisa, bolsa, que con supresión del لlam del art. suena asica ó asiqua. Esta suerte de trasposición es frecuente áun en los mismos vocablos árabes, así por vitriolo trae Marcel زاجzach y جازchaz, por color نولnaul y لونlaun, y Humbert por dos زوجzuch Y جوزchuz.
Acirate
Considerada esta voz como sinónima de acidates, á la cual ha venido á sustituir en la Mancha y otras provincias, donde se halla en uso, al decir de la Academia, su etimología es la misma, sin otra diferencia que la permutación de la d de acidates por la r de acirate.
Ignoro dónde vería Engelmann que la palabra acirate tiene la significación de paso estrecho entre dos tierras. Por lo menos yo no encuentro semejante acepción en nuestros diccionarios, ni creo que á las lomas que se hacen en las heredades para deslindar las unas de las otras se dé aquella interpretación, por más que se haga uso de ellas, como se hace de los ribazos y balates, para paso de personas. En este sentido lo derivan Marina, Alix y Engelmann de الصراطaç-çirat, via patens en Freytag, Ó de السراطas-sirát, camino, ruta, sendero en Kazimirski. Que en la edad media, en contra del parecer de Dozy, era esta voz de uso popular y común entre los moros andaluces en sentido de camino ó senda, lo demuestra el hecho de hallarse en R. Martín con sus sinónimas طريق‎, محجة‎ y بلط‎ en correspondencia de vía.
La Academia, en la 4.ª edición de su Diccionario, hizo extensivo el nombre acirate á las lomas ó lindes que se hacen en Jos jardines y huertos con ladrillos ú otra cosa, al rededor de las paredes, dejando media vara de terreno para poner plantas y flores. Si en tal sentido se usa en algún punto de España el vocablo acirate, no es más que una corrupción de arriate.
Acitara
Cast. y port., citara cast. Esta voz tiene las siguientes acepciones: 1.ª la de pared delgada, hecha de mezcla ó yeso y ladrillos colocados á lo largo, de plano, en series ó hileras horizontales los unos sobre los otros, á diferencia del tabique, en que se ponen de canto. En algunos puntos de Castilla se comprende bajo este nombre la pared gruesa que forma los costados del edificio. 2.ª, antemuro, muralla baja, tecnicamente barbacana. 3.ª, pretil ó pared en los lados del puente para que no se caigan los transeuntes (Nuñez de Taboada, Dic.). 4.ª, cortina, velo, cubierta de cama. En este sentido, léese en el Testamento de D. Ramiro, rey de Aragón, año 1099 (Hist. Pinnatensi, lib. 2, cap. 38, ap. Ducange, Glos.): Et meos vestitos et Acitaras, et collectras, et almucellas, et servitium de mea mensa, etc. En la donación que en 1145 hizo D.ª Dordia al monasterio de Paço de Sousa, se habla de una cappa crezisca, et una stola de ipso pano et una acitara. Y en la de su padre Egas Monis á la misma comunidad en 1147, se contienen: uno manto de grecisco, et alio de examí, tres Çappas, una de ciclaton, et alia mudbage, et alia de uno demi; et una acitara de mudbage, et duos greciscos de super altare, et duos facergenes. Documento de Paço de Sousa, ap. Sta. Rosa, Elucidario, I, p. 48. La circunstancia de encontrarse acitara en documentos latinos de la edad media del año de 812 (V. Flores, Esp. Sagrada, vol. XXXVII, p. 317) demuestra la antiguedad de este vocablo en nuestra lengua. 5.º una especie de estofa ó tela de seda ó de brocado: «Cendales nin porpolas, nin xamet, nin çiclaton, nin açitaras... nt ningun panno de seda non da peage.» Lista de las cosas que debían pagar peage en Santander, Castrourdiales y S. Vicente dela Barquera, siglo XIV. Ms. en pergamino del Escorial iij Z, n. 13, fol. 200 v. Alix. Creo que debe interpretarse del propio modo la voz acitara que se registra en un documento de la reina D.ª Estefania, mujer de D. García: De meos panos et Acitaras, quomo, delectos, sic est de vestimentis, escceptis quos dedi. (V. Yepes, Cron. de la Ord. de S. Bened. tom. 6, ap. Ducange, Glos.). 6.º manta, jaez, cubierta de la silla del caballo (arzón de la silla en Covarrubias).

Vedia sobre la siella muy rica acitara,
Non podria en este mundo cosa ser tan clara;
Dios solo faz tal cosa que sus siervos empara,
Que non podria comprarla todo alfoz de Lara.

Berceo, Vida de Sta. Oria, copl. 78.
7.ª Haces que cubrían los costados de las dispuestas en orden ó línea de batalla dando frente al enemigo, á fin de que este no pudiera acometerlas por los flancos. La Ley XVI, tit. XXIII de la Segunda Partida, que trata de Quántas maneras son de hazes, e como se deuen partir, enumera entre ellas á la que llamaban en España citaras, y pasando á explicar cada una de ellas, dice de esta última: «E las citaras pusieron, porque si acaesciesse que las hazes se alongassen mucho vnas de otras, que non pudiessen los enemigos de trauiesso entrar en ellos. E otrosí, porque quando las hazes se ayuntassen, pudiessen venir más ayna, los de las alas dellos, á ellos por ferir los enemigos de trauiesso, ó tomarles las espaldas.»
La voz acitara, como lo hizo notar el P. Guadix (ap. Cov. Tesoro), viene de la arábiga الستارةas-sitara, res omnis, qua tegitur, celum es corto confectum, aulæum, instr umentum quodduam bellicum, quod tegendis militibus inservtebat (pluteus) en Freytag, obra de madera para resguardar á los sitiadores y zapadores en Kazimirski; todo lo que encubre, abriga ú oculta á una persona ó cosa; velo, cortina, cubierta, todo lo que resguarda, protege ó escuda en Lane, acitara, pared de ladrillo, cobertura en P. de Alcalá, antemurale, cortina en R. Martín.
La acepción de panno de raz que da Sta. Rosa á la palabra acitara, y de especie de tela de seda ó brocado, que se encuentra en el pasage citado por Alix, es un neologismo expresivo de la estofa de que se hacían las acitaras, ó sean las cortinas, velos, mantos y cubiertas de las sillas de los caballos.
En cuanto á la acepción de citara que trae la Ley de Partida, es para mí evidente que reconoce el mismo origen. Sin embargo, no debo pasar en silencio que la dicción السطرas-satr, ó, según la pronunciación del árabe vulgar, as-sátar (Observa d'Slane que, cuando se suprime por la pausa la última vocal de un nombre, la letra anterior socunada toma la moción de la primera, así de نصر‎ Nazr se hizo Nazar, de قبرcabr, sepulcro, cabar en P. de Alcalá) significa ordo, seriesque lápidum, arborum, hominum.
Acral
mall. Els árabes inventaren aquest nóm per significar cért mal dels órganos genitals. Esta voz viene de القرعةalcrá, pústula, y por la supresión de la lam del art. y adición de la misma letra al fin acral.
Áçama
açaimo port. Ronzal, frenillo, prisuelo, de ازمةazimma, pl. de زمامzimám, pihuela ó correa atada al anillo que pasa por las narices del camello, á cuyo cabo se sujeta la brida, brida, correa con la cual se aprieta el calzado cruzándola sobre el empeine, nombre derivado del verbo زمzamma ligar, apretar, poner un bozal.
Açidriche
Lo mismo que ajedréz.
Açomar
Ved azomar.
Açorda
port. Comida de migas de pâo, azeite, vinagre e alho; ou adubada con ovos, assucar e manterga. Moraes. Dozy deriva esta voz, que se encuentra en el Cartás y en Aben Çahib aç-çalat, de الثردةats-tsorda, in frusta fractus panis, cut iusculum carnis infunditur en Freytag, pan partido en pedacitos sobre los cuales se vierte el caldo en Kazimirski, migas de pan cozido y sopa de pan en P. de Alcalá. R. Martín trae الثردةats-tsorda y اطرطةatrita en correspondencia de offa, masa de harina cocida como torta en Festo.
Açougagem
El diccionario portugués de Fonseca solo trae esta palabra como sinónima de açougaria, gritería, vocería, pero Santa Rosa nos dice en su Elucidario que era el derecho que se pagaba por las compras y ventas en los lugares y plazas en que se vendían carnes frescas, pan, frutas, hortalizas, pescado, etc. En el sentido expuesto, añade el sabio lexicógrafo, se halla la voz açougagem en el Fuero de Monçao dado por el rey D. Manuel en 1512. En el de Pinhel, reformado por el mismo monarca en 1510 con vista del que otorgó D. Sancho I, se lee: que o Direito de Brancagem se chamava antigamente Açougagem. O qual Direito se pagará daquellas reses que se mattarem ao talho e d'outras nam; com tanto que os açougues, em que as ditas carnes cortarem, sejam feitos e repairados per Nos, ou per aquellas pessoas que os ditos Direitos teverem. Era, pues, primitivamente el açougagem el nombre de un derecho ó alcabala que se pagaba por las reses degolladas en las carnicerías, aunque se extendiese después, como dice Sta. Rosa, á la compra y venta de los comestibles que se expenden en el mercado público. En cuanto á su origen, indicado ya en el pasage trascrito, creo que la voz açugagem no es más que una corrupción de las arábigas سوق اللحمsúc al-láham, plaza de la carne ó carnicería, cuyo nombre, como sucedió con los de acémila y alamina, expresivos de otra suerte de gabelas, vino á darse á la contribución impuesta á los mataderos por cada uno de los bueyes, vacas, cerdos, carneros, ovejas y cabras que en ellos se degollaban, la cual consistía en cierto número de ceities por pieza, como se determina en el susodicho Fuero de Pinhel.
La significación que da Fonseca á açougagem de vocería y gritería ha de entenderse figurada, por el ruido y estruendo que hay á toda hora en las plazas y mercados.
La misma procedencia pienso que tiene su sinónima açougaria, pues, si bien podía considerarse esta voz como metátesis de الغزارةalgazára, con la cual conviene en significación, no encuentro ejemplo en los vocablos de origen arábigo de la transformación del fatha en ou.
Açougue
açougui ant. Como la acepción de una y otra voz no es en portugués la de plaza, sino la de carnicería, no puede decirse simplemente, como lo hace Dozy en el artículo Azogue de su Glosario, que vienen de la arábiga سوقsóc, plaza ó mercado. Cierto que entre los moros granadinos significaba este vocablo, según P. de Alcalá, la plaza, el lugar donde venden, á diferencia de la rahba que, con denotar también plaza, por no expenderse en ellas artículos de consumo, se hallaba destinada á punto de reunión y esparcimiento delos habitantes de la ciudad y á coso en que se corrían los toros, como lo estaba la almaçdá a circo donde se hacían juegos. De سوقsóc, plaza, como dicción genérica e indeterminada de suyo, á pesar de su homonimia con la portuguesa açougue, no podía derivarse esta palabra por no convenir con aquella en significación; pero no sucede lo propio dando por complemento á سوقsóc el sustantivo لحمláham, carne, formando con una y otra voz سوق اللحمsóc-al-láham, que se encuentra en Marcel con la acepción de étal, boucherie, carnicería que es la que tiene la voz portuguesa.
De سوق اللحمsóc-al-láham, suprimida la segunda palabra por la elipse, resta سوقsóc, y con el artículo السوقas-sóc, el açougue ó açougui portugués, suavizado el caf en ga y añadida una a ó i á la terminación.
Debo finalmente advertir que si bien en los socos, que los árabes de España tenían en sus poblaciones, se vendía toda suerte de manjares y áun comidas aderezadas, había aparte de ellos mercados especiales, con separación los unos de los otros, para las aves, el pescado y la carne. Por lo menos así sucedía en Granada en los últimos tiempos de la dinastía Nazerita. Estas plazas se hallaban á espaldas del Zacatín, sobre el rio Darro, desde el puente del Caraquín, que lindaba con la Gallinería, hasta el llamado Asabuaguín, frontero á la calle de Salamanca.
Açular
port., azomar, azuzar, excitar á un perro para que se lance contra otro animal ó persona. Según Dozy, este verbo se formó del nombre de acción صولçaul ó صولةçaula, que significa: el acto de arrojarse sobre alguno. «Açular ó cào equivale á excitar al perro á hacer la çaula, es decir, á arrojarse sobre alguno.» Esta etimología no me satisface, porque el verbo صالçála solo denota arrojarse con furor contra alguno, pero no excitar, ni azuzar. Para ser pasadera era menester que el verbo árabe tuviera la significación causativa de que carece. Acaso el portugués proceda de alguna dicción celta ó latino-rústica desconocida. Me hace pensar así el encontrarse en el sanscrito los verbos y súd usados en el dialecto Vedico en el sentido de incitare, excitare. De existir la radical súd en aquellas lenguas, como es lo probable, dada su comunidad de origen con la de la antigua India, el origen del verbo portugués sería indudable, sin más que la conversión de la d en l: esta permutación se observa aun en la misma lengua latina. Así, de dacrima se hizo lacrima, de devir, gr. δαήρ, sanscrito devar, levir, de ΟδυσσεύςUlises. Del propio modo en el idioma castellano la latina cauda se convirtió en cola, médica en mielga, medicina en melecina. Sobre estos cambios eufónicos V. Bopp, Vergleich. Gramm. I, 29, 2.ª ed., y Diez, Gramm. des lang. Roman., 1, 218. Dado este cambio, la radical sud quedaría convertida en sul, la cual, precedida de una a prostética y adicionada con la terminación ar del infinitivo de los verbos de la primera conjugación, resultaría trasformada en açular.
Adafina
cast. y mall., adefina cast. Cierto género de guisa de que usaban los judíos en España. Academia. La forma adafina, la más moderna de las dos, se encuentra en la siguiente quintilla del Cancionero General motejando de judío á Juan Poeta:

El ara que es consagrada
Y de piedra dura y fina
De vuestra mano tocada,
En un punto fué tornada
Ataifor con adafina.

La arcaica adefina se registra en el Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 7135:

Algunos en sus casas pasan con dos sardinas,
En agenas posadas demandan gollerías,
Desechan el carnero, piden las adefinas,
Desian que non combrian tosino sin gallinas.

En la respuesta que Juan de Guzman dá á Juan Alfonso de Baena (Cancionero de Baena, p. 457), se lee:

Señor, non manjedes manjar d'adefyna
El qual gostaredes con grand amargueça,
Por el qual sabor avrés gran peresa,
De non replicar el dicho de Dyna.

Finalmente, en la Crónica de los Reyes Católicos de Andrés Bernaldez, se dice hablando de los judíos: Nunca perdieron en el comer la costumbre judaica de manjares y olleta de adefina.
Inserto estos pasages, porque en ellos, y señaladamente en el del Cura de los Palacios, se halla la definición del vocablo adefina, el cual no tiene otro significado que el de puchero ú olla que los hebreos colocan al anochecer del viernes en un anafe, cubriéndola de rescoldo y brasas para comerla el sábado, prohibiéndoles su ley en este dia toda suerte de trabajos. Llamósele adafina ó adefina, porque la olla queda como sepultada en el anafe, y así lo entendió Casiri al derivar aquel vocablo del verbo دفنdáfana, sepelire. Los judíos de la vecina costa africana, descendientes de los expulsados de España á fines del siglo XV por los Reyes Católicos, conservan estas prácticas de sus antepasados, dando el propio nombre de adefina ó adafina á la olla ó puchero que preparan el viernes en sus casas en la forma expresada en vez de llevarla al horno. Lo propio hacen hoy los que procedentes de Marruecos se hallan establecidos en nuestro país. Esta olla, sin otra excepción que la del jamón y tocino, se compone de los mismos manjares y condimentos que la nuestra. No es, pues, como se vé, ningún guisado especial de los judíos españoles. Así debió entenderlo Dozy al interpretar los siguientes versos que se hallan á la p. 445 del Cancionero de Baena:

Johan Garcia, mi adefina
Vos diré yo mucho cedo.

En los Cuales Juan Alfonso de Baena declara á Juan García, hablando por metáfora, que vá á descubrirle sin dilación lo que encierra su olla ó adefina, es decir, su pensamiento secreto y oculto, como están los manjares en aquella.
Como Guadix se limita á decir que adefina es comida de judíos (Dic., ms. de la Bib. Colomb.) y Casiri que el vocablo castellano se deriva del verbo arábigo دفنdáfana, ocultar, esconder, sepultar, enterrar, y como la etimología de Marina va fuera de todo buen discurso, sin que por otra parte Dozy haya suplido este vacío, creo necesario exponer mi opinión sobre ella. Indudablemente la dicción española es de origen arábigo y su raíz no es otra que la asignada por Casiri y aceptada por el ilustre orientalista holandés. En hebreo no hay ni siquiera rastro de semejante palabra. La cuestión está, pues, reducida á determinar la dicción arábiga de donde se haya derivado inmediatamente la castellana. Pues bien, esta no es otra que el adjetivo sustantivado الدفينةad-dafina, la oculta, cubierta, quitada de la vista. Y así como se dice مرا دفينةmara dafina, mujer velada ó cubierta, debió decirse قدرة دفينةcadra dafina, olla oculta ó cubierta, y por la elipsis de قدرةcadra, olla, دفينةdafina ó defina, y con el art. الدفينةad-dafina ó ad-defina, la oculta ó cubierta.
Adagara
Lo mismo que adarga.

Tanta adagara foradar e passar
Tanta loriga falssa desmanchar.

Poema del Cid, ed. Riv., p. 10, col. I.
Adahala
ant. cast., adehala cast., cat. y mall., adealá basc., adehales pl. val., adheala mall. En Andalucía se entiende por adehala lo que el colono tiene que dar en especie por obligación al dueño de la finca, además de la renta estipulada. La adehala no es, pues, una donación graciosa que dependa de la voluntad del donante, es un apéndice de la renta, exigible, como esta, por el propietario. Según resulta del libro de Habices (Ms. de la Bib. Arz. de Granada) la adehala, limitada hoy á las fincas rústicas, se extendía en el siglo XV á los inquilinatos. Urrea deriva la palabra adahala de دخلdájala, que vale sacar alguna cosa ó entrar, porque se saca demás y entra con lo que se compra, y este término es usado en África». De acuerdo Engelmann con Urrea, y habiendo encontrado en Bocthor la palabra مدخولmadjúl, que es de la misma raiz (dájala) en el sentido de emolumento, sospechó que ha debido existir un sustantivo ad-dájla con el mismo significado que el español adahala. Ha existido y existe con efecto, encontrándose en Kazimirski, en P. de Alcalá y en el libro de Habices con la acepción de entrada, palabra que en el uso usual y corriente es sinónima de emolumento y de renta. Es más, para mí la dicción الدخلةad-dajla no es otra cosa que el nombre de unidad de الدخلad-dájl, rente, revenue en Kazimirski.
«Esta etimología de Engelmann (que se halla también en Marina), dice Dozy, aunque verdadera en el fondo, no es de todo punto exacta, porque el acento de la voz española (adahála) demuestra que la palabra árabe debe ser ad-dajála (الدجالة‎) Cierto, añade, que en Freytag no se halla esta forma, pero se encuentra dos veces en Maccari, aunque en sentido distinto que la española adahala
La acepción en que el historiador africano usa en los dos pasages citados por Dozy la palabra ad-dajála es la de entrada. Hablando en el primero de ellos (Analectas, I, 372) de los trece mil y tantos mancebos slavos que había en Medina Azzahra, dice: ودخالة من اللحم ذى كل يوم حاشا اذواع الطير والحوت 13 الف رطل‎ «Y la entrada diaria para ellos de carne, sin contar toda suerte de aves y pescados, montaba á trece mil arreldes.» En el segundo «I, 384), ocupándose de Almanzor ben Abí Amer, cita á un cronista español en el cual se lee: وكنله دخالةكل يوم 12 الف رطل اللحم حلشا الصيد والطير والحيتلن‎ «que tenía una adahala ó entrada diaria de doce mil arreldes de carne, además de la caza, la volatería y el pescado.» Bien se comprende que en uno y otro pasage la voz ad-dajála debe reputarse como sinónima de ingreso para el consumo, pero no es menos cierto que su verdadera significación es la de entrada, idéntica á la de ad-dajla, la cual, según hemos visto, como nombre de unidad de ad-dajl, debió tener en el habla popular y común de los moros andaluces la acepción de renta, del propio modo que la forma ad-dajála de Almacari, de donde indudablemente se derivó la palabra española adahala ó adehala, sin otra alteración que la ordinaria de representar el ja fuerte arábigo por nuestra h aspirada.
Adala
cast., adalá basc., dala cast., cat., gall. y port. Canal de madera que lleva á los imbornales el agua que sacan las bombas. Canal de tablas colocadas en la proa para que las aguas puercas corran y no la ensucien. Castro. Diez tuvo el mal acuerdo de derivar esta voz de la arábiga dalála, ductus viæ; pero Engelmann le hizo ver que el infinitivo del verbo dalla no significa conducto de agua, sino la acción de señalar el camino. Más en su punto hubiera estado el ilustre lexicógrafo aleman trayendo adala de التلat-tall, que en acepción de aquæductus se halla en R. Martín, ó de الدالad-dál, que con la de ripa, canalis trae en su Glosario Raphelengio, á serle dado probar que el تta del primer vocablo podía convertirse al pasar al castellano en d, ó que la significación del segundo era usual y corriente en los autores árabes. Pero como ni el ت‎ en principio ó medio de dicción se trasforma en d, ni los diccionarios clásicos dan á دالdal el sentido que le atribuye Raphelengio, es menester buscar en otra parte el origen de las voces españolas. En mi sentir, nuestra adala ó dala, así como las francesas dalle, dalot, la anglo-sajona dael, la alemana thal, las inglesas dalle, dale y las de la baja latinidad dayla, dailus, dalus, proceden de la antigua teutónica ó gótica dal, vocablo que, además de vallis, significa fossa. Dalle vel dale, léese en Ducange (Glos. in v. Dayla), sumitur pro fossa in quam educuntur sordes. Téngase en cuenta que en los dialectos del Norte de la Francia, como observa Scheller (Dict. d'Etym. franç.), la voz dalle es sinónima de albañal, de la cual se deriva dalot, la canal que da salida á las aguas de los buques. En cuanto al تلtall de R. Martín y al دالdal de Raphelengio hay que considerarlos como neologismos en el idioma árabe de la misma procedencia.
Adalid
cast., adalil cast. y val., adalit val., cat. y mall., adelit cat. y mall., adail port. «E por esto los llaman Adalides, que quier tanto dezir, como guiadores; que ellos deuen auer en sí todas estas cosas sobredichas para bien saber guiar las huestes é las caualgadas en tiempo de guerraLey I, Tit. XXII, Part. 2.ª

Campana, taravilla, alcahueta, nin porra
Jáquima, adalid nin guia nin andorra,
Nunca le digas trotera, aunque por ti corra
Creo, que sí esto goardares, que la vieja te acorra.

Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 900.
La Academia limita la significación de adalid al caudillo ó cabo de gente de guerra, grado superior en la milicia, como se declara en las Leyes de Partida, al de los Almocadenes y Almogábares (V. etiam Ortiz de Zúñiga, Anales de Sevilla).
He creido necesario citar al Arcipreste de Hita en demostración de que tal nombre se aplicaba á todo el que servía de guía ó guiador, perteneciera ó no á la milicia, que es lo que denota el vocablo الدليلad-dalil en P. de Alcalá, además de calador, corredor y príncipe de cosarios, dirigens en R. Martín, itineris ductor en el Arzobispo D. Rodrigo (De rebus hisp., lib. III, cap. 24). En este sentido se halla también usado por nuestros clásicos. En Cervantes se lee (Rinconete y Cortadillo): «Avisóles su adalid de los puestos donde habían de acudir.»
La forma adalil, exactísima transcripción de la arábiga, se encuentra en el Repartimiento de Sevilla hecho por D. Alfonso X, y en el siguiente pasage del privilegio dado. por este monarca á la misma ciudad (V. Memorial histórico, vol. I, 15): «...asy como las amojonaron e las determinaron por mio mandado el Obispo D. Remondo de Segovia é Gonzalo Garcia de Torquemada, é Ruy Lopez de Mendoza, é Pedro Blasco el Adalil, é Ferrand Serviçial.» Aunque la voz portuguesa adail tiene la misma significación que adalid, como Santa Rosa la hace una con la palabra zaga, que en nuestro romance castellano tiene una acepción de todo punto diversa, debo dar explicación de esta sinonimia. Escribe el lexicógrafo portugués in v. adail; «Este oficio es tan antiguo como el Reino, mas con otro nombre: llamaron Zaga al que después Adail.» En el Fuero de Thomar de 1162, se dice: De preda de Fossada non detis, nisi ad Zagam duas partes, et vobis remaneant duæ, y en su versión al habla vulgar del siglo XIII, se lee: «E de roubo, é de foçado non dedes sendo ao Adajl á duas partes, é á vos fiquem as duas partes.» Pues bien, la voz arcáica portuguesa zaga, sustituida en la traducción por adail, no es otra cosa sino la arábiga شيعةxiya, ductor en R. Martín, cuyo ش‎ transcrito por la z y el ع‎ por la g, produjo ziga ó zaga, mediante el cambio del kesra por la o. Sobre estos cambios eufónicos véase la introducción de esta obra.
La etimología de la voz Adalid se encuentra en Guadix (Dic. ms. de la Bibl. Colomb.), Cañes y Marina.
Adama
. Sustento, comida, pedazo de pan, lo que se necesita para vivir.

Tu estabas coytada poble sin buena fama.
Onde hobieses cobro, non tenias adama,
Ayudéte con algo, fui grand tiempo tu ama,
Consejasme agora, que pierda la mi alma.

Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 1329.
Este vocablo viene de الطعمةat-taama, comida, sustento, nourriture en Marcel, sustituido el ta enfático de la dicción arábiga por la d de adama, ó de الدعمad-daám, apoyo, sostén en Kazimirski, si se prefiere dar esta última interpretación al vocablo Adama del Arcipreste.
No se me alcanza por qué han omitido Engelmann, Dozy y Alix esta palabra en sus Glosarios, ni me satisface la acepción de arbitrio, remedio que le dan Sánchez y Janer.
Adan
hombre, de אדםadam, homo (ruber en Gesenio). Como nombre propio del primer hombre viene de האדםHadam. Adamus. V. Federico Leopoldo, Lex. Hebr. et Chald.
Se da este nombre por metáfora al muy desamparado y pobre ó al que anda medio desnudo.
En los baños de Manzanares los Adanes y las Evas de la Córte, fregados más de la arena que limpios de agua, etc. Velez de Guevara, Diablo Cojuelo, ap. Castro, Dic.
Adaraga
Lo mismo que adarga.
«Et no traen armadura ninguna sinon adaragas de cuerpo. et las sus armas son azagayas que lanzan, espadas con que fieren, et por que se tienen tan ligeramente pueden andar mucho.» D. Juan Manuel, El Libro de los Castigos, cap. LXXXV.
Adaraja
adraja. Nombre que se da á los dentellones que se dejan de propósito en las paredes al levantarlas, con objeto de enlazar lo hecho con lo que resta por hacer ó con la pared que se piensa erigir. Dase también este nombre á los dientes alternativamente salientes y entrantes que forman el adorno principal de los racimos (Racimo es la piña ó adorno en forma de cono invertido que pende de la clave de algunos techos góticos ó armaduras de madera). Lafuente Alcántara, de quien es esta última definición de la palabra adaraja, tomada, al decir de Dozy, del Breve Compendio de la carpintería de lo blanco de Diego Lopez de Arenas, no debió circunscribir á la clave de los techos góticos un adorno que se encuentra en las ensambladuras mudéjares. Procede la voz Adaraja de la arábiga الدرجةad-daracha ó ad-daraja (representado el ج‎ por la j, cuyo sonido era en lo antiguo el mismo), grada para subir, escalón de escalera en P. de Alcalá, gradus en R. Martín. La etimología es de Alix, aunque la trae Müller en su trabajo Sobre las palabras arábigas incorporadas á la lengua española. V. Sitsungsberichte der Königl. bayer. Akademie der Wissenschaften, Sesión de 2 de Noviembre de 1861, p. 41.
Adárame
ant. Lo mismo que adarme.
Sácanse alquilé, rabé, que tienen acento agudo en la última, ó en la antepenúltima aquestos: ánade, xénabe, adárame, etc. Nebrija, Gramática Castellana, citada por la Academia.
Adarba
cast. y mall. Mina de oro. Oudín, Tesoro. Yo creo que esta voz viene de الذهبadz-dzáhab, oro, mediante la sustitución de una r eufónica por la h y la elipsis de معدنmaádan, mina (nuestro almaden), que, á ser Adarba de orígen arábigo, ha debido precederla.
Adarbe
Lo mismo que adarve.
Adarca
(ant. de Aragón). Lo mismo que adarga.
De meas autem armas, qui ad varones et cavalleros pertinent, sellas de argento, et frenos, et bruntas, et spatas, et adarcas, et gelmos dimitto ad Sanctium, filium meum, etc. Test. de D. Ramiro de Aragón. Yepes, Coron. de la Ord. de S. Benito.
Adarga
cast., gall., cat. y mall., adarguea basc., adargues, pl., val., darga cat. y port. Escudo de cuero que usaban los árabes españoles.

Bien rompian las adargas
Con las fojas del asero,
Don Garçi Peres de Bargas
Non fue mejor cauallero.

(Poema de Alfonso onceno, copl. 1765).
Esta voz puede derivarse, según Guadix, Marina y Engelmann, de الدرقةad-dáraca, que en significación de escudo traen R. Martín y P. de Alcalá, ó de الدركةad-dáraka que el docto monge jerónimo trascribe daraqua en correspondencia de adaragadante, y darqua (دركة‎) por Escudo assi. Yo me inclino á esta última forma, como más ajustada á la dicción española, pues precedida del artículo y suavizado el ك‎ en g resulta nuestra adarga.
En R. Martín se halla ترغةtarga en el mismo sentido; pero entiendo que esta palabra es simple trascripción de la española y provenzal tarja, fr. targe, que se registra ya en la baja latinidad (V. Ducange in v. targa), la cual viene, á mi parecer, de la latina tergum, el escudo de cuero, con preferencia á la antigua alemana zarga, de donde la trae Grimm (Deutsche Grammatik, III, 445), cuya Opinión adopta Diez (Etym. Wörterbuch der roman. Sprachen) y siguen Donkin, Scheler y Brachet. Estos escudos usados por los españoles (Abbad., 11, 201) fueron adoptados por los árabes.
Sobre la importación en Oriente de esta suerte de escudos por los cruzados, V. Dozy, Suplemento in v. طارق‎
Adargama
ant. Harina de flor sacada del acemite y pan he-Cho con esta harina.
En el primer sentido se halla en Aviñon, Medic. Sevillana, cap. 10, que cita la Acad., «Y toman aquel acemite é muelenlo muy bien y esto es llamado adárgama.» En el segundo lo trae Sánchez de Oropesa, Tratado del mal de orina, donde se lee: «Hay aquí (en Sevilla) otro pan que por regalo se hace, aunque no para vender, que llaman de adargama el nombre casi hallo en Averroes que llama un género de pan darmado
Una y otra acepción tiene la adargama en las Ordenanzas de Sevilla, Tit. de la farina del adargama y almodon, fol. 74 v. «Cualquier panadera que vendiere pan de farina seca por almodon, ó almodon por adargama que por la primera vez que peche doze marauedis al Almotacen, y por la segunda veynte y cuatro marauedis, y por la tercera vez que pierda el pan, y sea para los sobredichos, y que la pongan en la picota
La voz adargama es metátesis de la perso-arábiga الدرمكadarmak, farina en R. Martín, harina, trigo candial en P. de Alcalá. Marina y Alix dan por etimología el nombre colectivo y Engelmann el de unidad الدرمكةad-darmaka, que se encuentra en Kazimirski y Freytag con la significación de panis e similagine paratus.
Adarme
cast. y port., adarmea basc., adárm, adarám val., de الدرهمad-dirhem. Guadix y Urrea. Marina da la misma etimología, derivando la voz arábiga de la persiana الدرمad-dáram, nomen ponderis duodecim قراريط‎ caratiorum, sin considerar que el vocablo dirhem no es más que una alteración del griego δραχμη, como lo hacen notar Rosal y Engelmann, latín drachma, con la doble significación de peso y de moneda que tiene la voz de que procede. V. Freytag, Lex. in v. درهم‎.
Adarve
cast. y port., adarbea basc., adarv mall., azarve port. Covarrubias define esta voz: «el espacio que hay en lo alto del muro de las fortalezas sobre que se levantan las almenas, y cuanto más ancho es el muro, tanto es él más espacioso.» En este sentido se encuentra usada la voz adarve en la copla 204 de El Libro de Alejandro:

Que ya querian los de fuera al adarve entrar
Mas bien gelo sabian los de dentro uedar,

y en estos versos del Romance viejo:

A tal anda D. Garcia
Por un adarve adelante.

El refran «Abájanse los adarves y álzanse los muladáres», que cita Covarrubias en su artículo adarve, abona, con aquellas autoridades, su definición. Pero es el caso que, demás de esta, la palabra adarve tenía de antiguo entre nosotros la acepción de muro, como lo declara el siguiente pasage de la Vida de S. Millan de Gonzalo de Berceo (copl. 290):

Empezola á lidiar muy denodadament,
Quebrantar los adarves por llegar á la yent,
Darlis mala pitanza, non sabroso present,
Qual mereçia tal pueblo tan desobedient.

Muro y adarve, dice á este propósito Juan de Valdés (Diálogo de la leng., ap. Mayáns y Siscár, Orig. de la leng. Española, I, p. 137), son una misma cosa; y así, antes diré muro que adarve.
Esta última significación, además de los lugares citados por Dozy en su art. Adarve, se encuentra en las Ordenanzas de Granada, fol. 123 v., tit. 53, Ord. de los Taberneros, donde se lee: Que no se venda vino fuera de los adarves, y en el Libro de las costumbres, que va á seguida de la Real Provisión sobre aguas del Rey D. Felipe II al Ldo. Loaysa, se dan por linderos al Cármen de los Chilayrines, situado en el pago del Matrox, el adarve de la Ciudad y el camino que baja de la puerta de Fajalauza al Hospital Real.
En ambas acepciones, pues, se usó por los árabes españoles el vocablo adarve, á saber: en la de camino de ronda situado sobre el macizo de la parte superior del muro, y en la de muro ó muralla. En el primer sentido, dice Abul Walid, citado por Dozy (Supl. in v. درب‎): الفصيل حايط قصير يكون السور ذحو الستارة ويقال لمكان الذى يحتوى عليه عندنا درب El muro interior es un pequeño muro que está sobre la muralla cerca de la cortina ó lienzo de la misma, y al espacio ó lugar que comprende se llama entre nosotros adarbe.
Dozy que, siguiendo á Müller, había dado en su Glosario por etimología de Adarve la arábiga الذروةadz-adztrwe ó adzorwe (almena), desentendiéndose del درب‎ de Marina, se rectifica en su Suplemento, diciéndonos, á continuación del pasage transcrito, que درب‎ es el origen de nuestro vocablo adarve, y, como el arábigo no tiene otro valor en Freytag, Kazimirski y Lane que el de camino, ruta, calle, puerta y desfiladero (via angusta per montes), añade que aquel término se dió por extensión á la muralla. No lo dieron ciertamente los españoles, sino los árabes andaluces, de quienes aquellos lo tomaron, como lo demuestra el siguiente pasage de una escritura de compra venta otorgada en Granada á fines del siglo XV: جميع الفدان الكاين بقرب درب الشريل قبلية الساقية جوفية عمة المبيع عليهما ام الفتح شرقية ابن عم المبيع عليه طاهر غربية الطريق‎ que Micer Ambrosio Xarafí Toda la haza que está cerca del adarve Ayatril (léase Ax-xaril), que alinda por la parte solana con la Acequia, é por la parte del Zierzo con la tia del vendedor (de ambos) Omalfata, é por la parte de Levante con el (hijo del) tio de dicho vendedor Tahyr é por la parte de Pontente con el camino.
Entre los moros granadinos era frecuente el empleo de adarve por muralla. En un libro de escrituras del año de 1495, que se conserva en el Archivo municipal, se halla la palabra Darbalmoco, como denominación del muro que había por aquél tiempo sobre el rio Darro á espaldas del Caraquín (la zapatería), y en el Libro de Habices varios lienzos del muro de la ciudad morisca llevan respectivamente los nombres de Darbalcata (el adarve del corte), Darbalgeuze (el adarve del nogal), Darbalhanra (el adarve rojo ó de la Alhambra), Darba albayasin (el adarve del Albaicín ó de los alconeros), etc.
La palabra Adarve tiene también la significación de Alarve, como se lee en la copla CLXXXIII de El laberinto ó las trescientas de Juan de Mena:

O bolueremos á ser sometidos
A aquellos adarues maguer no deuamos,
Porque los tuyos muriendo podamos
Ser dichos muertos, más nunca vencidos.

Adaçama
adacema port. V. azafama.
Adaza
cast., adacza cat. y mall., adaxa cat., daxa val. é ibicense. Esta voz tiene diferentes acepciones. R. Martín la trae como sinónima de mélica, vicia, dándole por correspondencia arábiga قطنيةcatniya, bajo cuyo nombre genérico se comprenden todas las farinaceas, como alubias, chícharos, arvejas, garbanzos, habas y lentejas. la cast. adaza (término pr. de Aragón) es, según la Academia, una planta semejante al maiz en el tallo y en la hoja y mazorca. Su grano es como el mijo, y se emplea para pasto de las caballerías en Aragón y Valencia. En cat. y mall. la adacza es una planta que se parece al trigo moruno y su simiente á la del mijo. La etimología que corresponde á las formas cat., mall. y val. es الدقسةad-dacsa, grana parca, milio similia en Freytag, y á la cast. عدسةadasa (Alix), arueja en P. de Alcalá, lens en R. Martin, Freytag y Kazimirski.
Adazal
Describiendo la pesca del atún, dice Gaspar de Escolano (Hist. de Valencia, lib. IV, p. 730): De estas redes, la una es de esparto y llámanla adaçal, la otra de cáñamo y llámanla cinta gorda.
Dozy deriva esta voz valenciana, que no se encuentra en Escrig (Dic. val.-cast., 2.ª ed.), de الدسارad-disár que en el árabe clásico significa una cuerda hecha de fibras de palmera, nombre, añade, que puede aplicarse muy bien á una red hecha de esparto. No encuentro en los diccionarios la acepción de cuerda que da Dozy á la voz دسار‎, pues el filaceum quid ex fibris trunci palmæ, quo seu stupa stipantur navtis rimæ no es, para mí, más que la hilaza de las fibras del tronco de la palmera, con la cual, como con la estopa, se calafatean las hendiduras de la nave. Es, pues, el filaceum una suerte de estopa y no una cuerda, y así lo entendió Kazimirski, que solo da la última significación y la de clavo á la voz دسار‎.
Acaso el adazal de Escolano veríga del árabe الوزالaluazál, esparto en Bocthor, y permutado el lam del art. por la d (cf. adarue por alarbe en Juan de Mena), aduazal, y con la síncopa del و‎ adazal.
Adefera
Según el P. Guadix (Dic. ms. de la Bibl. Colomb.) es una suerte y pieza de açulejos y las cintillas es todo una pieza. Esta voz, que no se encuentra en el Dic. de la Academia, se deriva de الضفيرةad-defira, trenza, trenza de cabello, banda en Kazimirski, crinis en R. Martín, crines plexi en Freytag, trançado (por trenza) de mujer en P. de Alcalá, por el entrelazado que, á modo de trenza, forman las cintas de los azulejos en los zócalos de las tarbeas ó aposentos moriscos, y acaso también por la banda de piñas ó almenillas que los corona. Aben-Batuta (Viajes, III, 380 y 386) trae el pl. de adefira en el sentido de red y de trenza, y en los Libros del Saber de Astronomía del Rey Sábio (I, lib. II, p. 70) la palabra arábiga es sinónima de lazo: «Et a estas tres. que son la sessena. et la setena. et la ochena. et son fuera de la forma. dizen açafera. que quier dezir lazo
Adefina
Lo mismo que adafina.
Adejije
adijeje. Nombre que dan los Árabes á la constelación del Cisne. Alix deriva esta voz del colectivo الدجلج‎ ad-dechách, gallina; pero encaja mejor con la forma española el nombre de unidad الدجاجةad-dechache, y por la iméla adechiche ó adejije, dando á la j, como lo tenía en lo antiguo, la pronunciación de la ch.
Adel
adelo, adello port. Ropavejero que vende fato nas feiras e pelas ruas, de الدلالad-dallál, corredor de mercadurías en P. de Alcalá, prendero, buhonero, chalán, el hombre que publica en alta voz las cosas que se venden y el precio que dan por ellas, agente medianero entre el comprador y el vendedor en el P. Lerchundi (Diccionario ms. del dialecto arábigo-marroquí). La etimología es de Sousa.
Adelfa
cast. y port., metátesis de الدفلةad-defla, herba quæ dicitur baladre en R. Martín. Es el Nerio de Dioscórides, llamado de los unos ροδοδαφνη, rododaphne, y ροδοδενδρον, rododendro de otros, el nerium oleander de Aben Albeithar (Trait. des simp., trad. Leclerc, IT, p. 88). Rosal señaló el origen griego de este vocablo que, con efecto, no es más que una alteración de δάφνη, cuya n se convirtió en l al pasar á la lengua arábiga. Entre los musulmanes españoles se usó de antiguo la forma الدلفad-delf, como se lee en Aben-Alchazzár bajo بهرامج‎ el jazmín silvestre, según observación del Dr. Simonet. De esta forma vulgar deriva Casiri nuestra Adelfa, fundándose en que الدخلى‎, de donde la trae Engelmann, pertenece á la lengua culta. No estoy yo lejos de este parecer; pero en todo caso daría por origen del vocablo español el nombre de unidad الدلفةad-delfa, cuya forma se encuentra en el P. Lerchundi (Dic. ms. del dialecto arábigo-marroquí).
Adema
ademe. El madero que sirve para apuntalar las minas, la cubierta ó forro de madera con que se aseguran y resguardan los tiros, pilares y labores de las minas. Academia. Alix y Müller derivan estas voces de la arábiga الدعمةad-dima, pilar, viga, columna; pero á mí me parece preferible la forma الدعيمةad-daima, y por reducción del diptongo ai en e, ad-dema ó adema que trae R. Martín por fulcimentum, apoyo, sostén, todo lo que sirve de apoyo ó sostén.
Aderra
En Aragón es la maromilla de esparto con que se aprieta el orujo. Casiri, Marina, Alix y Müller derivan esta voz de الدرةad-dirra, strophium ex fune aliave re contestum en Golio, apretador, faja ó ceñidor hecho de cuerda ó de otra cosa. Rechazó Dozy esta etimología fundándose en que la voz arábiga solo denotaba el vergajo del toro ú una suerte de azote hecho de cuerdas retorcidas para dar golpes. Cierto que en Freytag se halla esta significación juntamente con la de Golio, y que Kazimirski interpreta el vocablo por cuerda y pañuelo retorcido para pegar; pero entiendo que no debe confundirse la una con la otra acepción. Abona mi parecer el encontrarse en Alcalá la voz aderra en el sentido de estera delgada de pared, y aunque los ruedos ó esterillos de esparto en que se pone el orujo son de suyo gruesos y toscos, como es la pleita de que se hacen y las tomizas con que se atan antes de meterlos en la viga de la almazara, el hecho es que la materia es la misma. Por mi parte, prefiero esta etimología á la de الديرةad-deira de Dozy, que vale una cosa que rodea en Freytag y cincha en Aben-Batuta (Viajes, III, página 223).
Adeza
Describiendo Juan Lorenzo de Segura á la reina Calectrix, dice:

La beldat de los oios era fiera nobleza
Las pestannas mesturadas de continual adeza
Quando bien los abria era fiera jadeza
A Cristiano por fecho tolrrie toda pereza.

(El Lib. de Alexandre, copl. 1714).
En el Glosario de Sánchez se explica adeza por pintura, colorido y, con efecto, aquella voz no es, en mi sentir, más que la arábiga الدبسةad-dobsa y, sincopada la b y mudada la o en e, adesa que R. Martín trae en significación de nigredo, negrura, color negro.
Adiafa
cast., diafa port. Refresco que solía darse á los marineros al llegar al puerto después de un viaje. En portugués, lo que se da á los obreros, á más de su salario, después de rematado el trabajo. Es la voz arábiga الضيافةad-diyafa, conctivium, hospitari, (hospitalitas) en R. Martín, conbite, presente que se da al huesped en P. de Alcalá. Á las citas de autores árabes que trae Dozy, en que se registra el vocablo, puede añadirse Aben Batuta (Viajes, IV, p. 138). La etimología es de Alix y Müller.
Adibal
gall., adival port. Soga gruesa y larga para atar las cargas de los cerros y otros usos. Medida agraria hecha con cuerdas. En el siglo XIII compró el Monasterio de San Juan de Tarouca una heredad que tenía XI adivales in amplo et in longo. Santa Rosa, Elucidario, p. 55. En el mismo autor se halla el pl. adivaes con igual significación.
Vienen estas voces de la arábiga الطوالat-tiwal, cuerda, funis en R. Martín, طوالtuwal en Dombay (Gràmm. ling. Mauro-Arab., p. 92).
Adinas
pl. Lo mismo que adivas.
«Esta inflamación (la parótida) es la que la Albeitería llama adivas, aunque su nombre propio es adinas.» Garcia Cabrero, Albeit., cap. 24, p. 150. Yo creo que esta forma, que se encuentra en Tamariz, de quien la han copiado otros autores, es errata de adiuas.
Adiva
cast., adibac basc. Cierta inflamación de garganta en las bestias. Acad. Casiri, Marina, Alix y Engelmann derivan esta voz de la arábiga الذيبةadz-dziva, morbi species qua affici solet guttur jumenti en Freytag.

El caballo con el miedo huyó aguas vivas,
Habia mucho comido de yerbas muy esquivas,
Iba mucho cansado, tomáronlo adivas;
Ansí mueren los locos golosos de tu ibas.

(Arcipreste de Hita, copl. 292).
Adive
adiva cast. y mall., adibe port., adire mall. Cierta suerte de lobo ó zorra que vive en los desiertos de África y en el Oriente; oculto de dia, caza animales pequeños durante la noche con el auxilio de otros de su misma especie.
«Et otras bestias pequeñas ha y que cazan cazas pequeñas et de noche á fuerza et con engaño, así como ximios é adives, et raposos, et maimones, etc
(Libro del Caballero et del Escudero del infante D. Juan Manuel, cap. XL).
Marina, Alix y Engelmann traen esta voz de la arábiga الذيبadz-dzib, lupus en R. Martín, lobo en P. de Alcalá. El nombre femenino adiva es trascripción de الذيبةad-dziba, lupa en el lexicógrafo catalán. Dice Engelmann en la primera ed. de su Glosario, que no debía traducirse esta palabra por lobo; porque, según Almacari (Analectas, 1, 122), aunque había en España un animal salvaje llamado lobo, era, sin embargo, un poco más grande que el adive. En el juicio que de esta obra hizo M. Defrémery en el Journal Asiatique (5.ª série, t. XIX, p. 82) se lee á propósito del vocablo español adive: que en la Argelia, según el Dr. Lagger, los indígenas usan constantemente de la palabra dib por chacal, añadiendo, que las descripciones que los poetas y los naturalistas árabes hacen del dib no pueden aplicarse más que al lobo. Á pesar de esto, Dozy afirma que el español adive y el port. adibe han indicado siempre el mismo animal, pero nunca al lobo, y aunque P. de Alcalá traduce lobo por dib, cree, no obstante, que la gente popular y común de la España sarracena designaba con aquél nombre al chacal. La verdad es que no autorizan en absoluto esta conclusión los lexicógrafos españoles citados, si bien, hasta cierto punto, abona el parecer de Dozy el encontrarse en P. de Alcalá en correspondencia de uva de raposa las palabras arábigas ainab a dib, por donde se ve que el vocablo dib era expresivo de lobo y de raposo entre los moros granadinos.
Adobar
cast., cat., mall. y val. Curtir las pieles. Esta voz viene, como se lee en Cañes, del verbo arábigo دبغ‎ dábaga, tanner en Kazimirski, adobar, curtir las pieles en el P. Lerchundi. Así lo demuestra el siguiente pasage del Tratado que en el año de 1339 celebró el rey D. Jaime de Mallorca con el sultán de Marruecos Abulhaçan Ali: و على ان لا يحمل النصرى المذ لورون من بالد المسلمين المذ لورة زرعا و لا سالحا و لا خيال و لا جلدا مملوحا و لا مدبوغا من البقرى و المعزى‎ cuya antigua versión catalana dice: «Item q'els mercaders del Seyor rey de Malorcha no traguen de la terra del Seyor rey don Abolchaçen cavayls ni armes, ni blat, ni cuyrs salatz ni adobatz, sos á saber: cuyrs de bous e debachs (léase cabras). Chartes inédites de la Bibl. Royale en dial. cat. ou en arab., publicadas por M. Champollion Figeac. Donde se vé que el vocablo catalán adóbatz responde al arábigo مدبوغاadobado. De dabaga por la anteposición de una a prostética, permutación de la vocal de la primera radical en o, apócope de la sílaba final y adición de la terminación ar del infinitivo del verbo castellano se formó adobar.
Adobe
cast., adoba, adova port. Hierros que ponen en los piés de un criminal.
Cuando le vió, preguntóle cómo tardara tanto, é sí le traia á don Boymonte, é al duque Gudufre, é al duque de Normandía, é á Tomás de la Feria, é á don Yugo Lomaines, é á los otros ricos hombres con ellos, en buenas cadenas é en adobes de fierro. La Gran Conquista de Ultramar, lib. 2.º, cap. CCIX, p. 292, ed. Riv.
Á mi parecer, el vocablo adobe se deriva del arábigo الضبةad-daba, repagulum ferreum en Freytag, sinónimo de vectis en Forcellini, es decir, pasador, cerrojo, como lo es la barra ó barreta cilíndrica que atraviesa los extremos de las argollas que forman los grillos. En R. Martín se encuentra la palabra الضبةad-daba en correspondencia de nébula, sinónima también de vectis.
Adobe
cast. y port., adob y atoba val., adobo port., de الطوبةat-tobe, later en R. Martín, forma arábigo-española, cuyo plural es الطوبat-tob. Et otra vez estando Romayquía en una cámara sobre el rio vió una mujer que estaba. descalza revolviendo todo cerca el río para facer adobes.
El Conde Lucanor, Enx. XXX.
Adonai
Voz hebrea que expresa uno de los nombres de Dios. Quiere decir Señor. Santaella. Voc. Eclesiástico. Viene de אדניadonai, dominus. En la Biblia vieja de Ferrara, en los Salmos de León Hebreo y en el Cancionero de Baena, p. 83, se halla la forma Adonay.

Su padre de aqueste, un Dios conosçido,
Sabet que non ouo por nonbre hagundo
Sy non Adonay...

Adoquin
cast., adoqui val. La piedra cuadrilonga de sillería que sirve para empedrados y otros usos. Dozy deriva esta voz de la arábiga الدكانad-doccán ó ad-docquin por la iméla, según la pronunciación de los moros granadinos. Pero es el caso, que la dicción دكان‎, á pesar de las autoridades que aduce, inclusa la para él decisiva de Aben Batuta (Viajes, 1, 30), no significa otra cosa que el locus altior et planus in quo sedet mercator et merces suas exponit, officina en Frevtag, tienda en Kazimirski y Lane, sinónima de حاذوط‎, un دكة‎ ó banco ancho de piedra ó ladrillo arrimado generalmente á un muro, bancus, operatorium en R. Martín, pero no piedra para pavimentar las calles.
Á mi parecer la palabra adoquin no es más que la transposición de la arabizada كذانcadsdzán ó كدانcaddán que, según Alcheuhari, es حجارة رخوة كانها مدر‎, una piedra blanda á modo de barro seco, lapidum species qui luti instar molles sunt en Freytag. Sin embargo, muchos pasages de autores árabes, dice Dozy en su Suplemento, parecen indicar que es más bien una piedra dura, como lo ha hecho notar W. Wright en su Glosario sobre Aben Chobayr. En Aben Iyás, citado por Quatremére (Recherches sur l'Egypte, 282, n. b.), añade el ilustre orientalista, se lee: la piedra de cadzdzán es una piedra que emplean en los pavimentos de las casas y en los peldaños de las escaleras. Todos los edificios (de Palermo), escribe Aben Chobayr, están construidos con piedras labradas, conocidas por alcadsdzan (The travels of Ibn Jobayr, p. 336). El Idrisi (Geografía, I, p. 263, ap. W. Wright, Glos. Chob., 30) afirma que las casas de Cartago se hallan labradas con piedras calcáreas duras de bondad incomparable de la especie llamada كدانcaddán. Esta suerte de piedras, usadas, como se ha visto, para pavimentar las casas, pudo aplicarse al empedrado de las calles. Fundado en las palabras del Idrisi الكدان الكى‎ (p. 211) alcaddán al-loqui, cree Dozy que dichas piedras venian probablemente del puerto de Locca en África. En cuanto al vocablo, el docto lexicógrafo lo reputa de origen extranjero, comparándolo con ὁ ϰαῒᾶς que tiene en el griego moderno la misma significación. Más natural, á mi ver, parecía buscar su alcurnia en los idiomas africanos, dada la procedencia de aquella piedra. Y á este propósito es de observar que en los dialectos de las cabilas de Argel se encuentra la palabra ادغغadgag, pl. ادغغنadgaguen en Marcel en la acepción de piedra, y bajo las formas respectivamente ادغاغadgág y ad'ra'ar, pl. i-en en el Dic. Franç.—Berbére y en el Français-kabyle del P. Olivier, donde el غ‎ está representado por la r.
De caddán, por la metátesis, se hizo dacán, por la iméla daquín y con el artículo adaquin ó adoquín, mudada la a de la primera radical en o.
También pudiera acaecer que el término adoquin no sea más que el adjetivo posesivo Loquí, nombre que da Idrisi, indicando á la vez su origen, á este linaje de piedra, como lo son aceituní, formado de Zeitún (la ciudad China Tseuthung) y mazarí (cierta suerte de ladrillo) de Misr (Egipto). En esta hipótesis, sin otra novedad que la elipsis de الكدانalcaddán y la sustitución de la l de اللكىallocguí por nuestra d, tendríamos adoquí, forma valenciana de la palabra española adoquin que, en tal caso, vendría del pl. del nombre arábigo sustantivado.
Abor
Turno en el riego. Borao. Esta voz aragonesa, sinónima de adra y dala, la traen Casiri, Marina, Alix y Dozy de الدورad-daur, círculo, vuelta, período.
Abra
En la mayor parte de Castilla la Vieja el turno establecido entre los barrios de un pueblo para el repartimiento de alguna contribución ó carga concejil. Academia. Guarda de los puercos que se hace por vecindad en las sierras de Buytrago. Marina. En el primer sentido, su etimología es الدارةad-dara y por contracción adra, vuelta, turno, círculo, como dice el escritor citado. En el segundo, no es más que corrupción de الدولةad-dula, grex, rebaño, manada, ya de cerdos ó de cualquier otro ganado mayor ó menor en Dombay y Lerchundi.
La interpretación de pecho ó tributo que da Marina al vocablo adra que se halla en el Cronicón de Cardeña: este rey dió las adras á Santiago en todo su reino pudiera sustituirse por renta, en cuya hipótesis la voz adra podría considerarse como corrupción de الدخلad-dajl ó الدخلةad-dajla (rente, revenue en Kazimirski, como hemos visto en la palabra adahala), por contracción y síncopa de la j adl y adla, y, mediante el cambio de la l por la r, adra.
Adrassana
adressana cat. y mall. Lo mismo que atarazana.
Adrelle
Lo mismo que arrelde.
....et dent síngulos adrelles de sevo.
Fueros de Villavicencio, ap. Muñoz y Romero, Colec. de Fueros Municipales, p. 173.
Aduana
cast., cat., mall. y port., aduaná basc., aduanes pl. val. Urrea, Guadix, Cañes, Sousa y Engelmann derivan esta voz de la perso-arábiga ديوانad-diwan, pero corresponde más á la forma española la arábigo-marroquí الديوانةad-diwana que se encuentra en el P. Lerchundi y se echa de menos en el Suplemento de Dozy. Según Sousa, además de edificio ó lugar en que los administradores de la Real Hacienda cobran los derechos impuestos á las mercaderías, la voz Aduana se emplea también para significar el consejo ó junta de los Ministros de Estado. La etimología es la misma que la anterior, encontrándose la voz en Frevtag en la acepción de senatus, consilium.
Aduar
cast., cat., mall. y port., aduars pl. val. Población movible entre los árabes, compuesta de tiendas, chozas ó cabañas. Academia.
Cada aduar es una población de ciento ó ciento y cincuenta tiendas puestas en rueda. Marmol, Descrip. general de África, Lib. I, cap. XXIX, fol. 36 v.
Alix deriva esta voz de ادوارaduar pl. de دار‎ siguiendo á Kazimirski, en el cual se lee que este vocablo es conocido en Europa bajo la forma de douars, de donde los españoles tomaron la palabra aduar para significar las barracas ó rancherías de los jitanos. De las dos etimologías dadas por Marina y Engelmann se decidió Dozy por la de الدوارad-dauwar, mansio en R. Martín, الدوارad-duar en Marcel. Como ambos orígenes son aceptables, yo dejo al curioso lector que se decida por el que más le plazca. Debo, sin embargo, advertir que á Urrea corresponde el honor de haber designado la raíz arábiga de donde procede el vocablo castellano, y al P. Guadix la etimología de ادوارaduár, vocablo que interpreta (V. Dic. ms. de la Bibl. Colomb.) por cerco, círculo en Marcel que es, como hemos visto en el pasage de Marmol, la disposición que guardan en su asiento las tiendas ó chozas que componen los aduares.
Aduca
cast. y mall. Lo mismo que aducar.
Además de esta, tiene aduca en castellano la acepción de droga para curar el mal venéreo, y en este sentido pudiera venir del arábigo الدواad-dugua, droga en Marcel, pronunciado el vocablo á la manera de P. de Alcalá que trae digui en correspondencia de medicina, significado que se encuentra también en R. Martín bajo la forma الدواad-dagua.
Aducar
cast., alducar cast., cat., mall. y val. La seda que rodea exteriormente el capullo del gusano de seda, la cual siempre es basta. La seda que se saca del ocal, y también el mismo ocal. La tela hecha con la seda del mismo nombre. Academia. En mallorquín denota además el vestido de seda de inferior calidad.
Otrosí: ordenamos y mandamos que ninguna ni alguna persona de dicho arte no sean osados de tramar los dichos paños de seda que assi texeren ó fizieren texer con hilo ni algodon ni cadarco, ni aducar ni filaduras ni con obra cosa alguna: salvo con seda que sea pura. Ord. de Sevilla, Tit. De los texcedores de terciopelo, fol. 184.
El ocal ó capullo que produce esta suerte de seda es de doble tamaño que el construido por un solo gusano. Su forma revela luego al punto el aducar, y si se abre se verá que contiene dos ó más. Se cree que la confusión dela baba ó hebra de los gusanos constructores es la causa de que resulte la seda más gruesa y de peor calidad.
Fundado Dozy en un pasage de las Mil y una noches (ed. Habicht, I, 311), derivó la voz española de la arábiga القذرalcadzar, la cual no tiene otra significación en los diccionarios que la de sordicies, sordes, spurcus, sordidus, pero no la de seda. La verdadera etimología de Aducar ó Alducar es الدكارad-ducár, palabra que se echa de menos en el Suplemento de Dozy, y que en la acepción de seda de inferior calidad se encuentra en el P. Lerchundi y en las escrituras arábigo-granadinas de los últimos tiempos de la dinastía Nazarita.
Adufa
port. y val. Compuerta. Según Sousa hay dos clases de adufas, una de ventana y otra de molino: esta es una tabla que encaja en la boca del cauce para impedir que el agua vaya al molino. La de la ventana son unas tablas unidas que se ponen en su parte exterior y sirven de reparo á modo de persiana. El distinguido lexicógrafo portugués deriva la voz adufa de la arábiga الدفةad-daffa que se encuentra en Freytag y kazimirski, aunque sin la significación de puerta y puerta de madera que traen respectivamente R. Martín bajo la forma الدفةad-duffa y P. de Alcalá con la de الدفad-duff, pl. الدفافdiféf ó difáf, nombre de una puerta del Albaicín que ponía en comunicación aquel populoso arrabal con la ciudad de Granada, según se lee en las escrituras árabes de aquel tiempo y en Müller, Die letzten Zeiten von Granada, p. 24. Dozy, que acepta la forma arábigo-española, expone en su artículo Adufa los varios significados que tiene esta voz, tanto en los Autores como en los Diccionarios árabes de la lengua vulgar.
Adufe
cast. y port., adufle, adufre cast., alduf cat., de الدفad-duf timpanum en R. Martín, pandero para tañer en P. de Alcalá. Dan la etimología Guadix, Urrea (ap. Cov. Tesoro) y Francisco del Rosal.
Aduja
Cada una de las vueltas que hace el cable ú otra cuerda recogida. Vocab. Marit. de Sevilla. Podrá venir de الدجةad-ducha (ó según la antigua escritura aduja) ó الدجاجةad-duchacha (ad-dujaja) ovillo, pelotón. R. دج‎. Alix.
Adúl
cast., de عدولadúl cordón de trenzado en P. de Alcalá. Esta voz, que no se registra en los diccionarios de la lengua clásica en el sentido de adorno mujeril, es el nombre de un cordón ó collar que usaban las moriscas de Granada, el cual se componía de trenzas de seda con labores de oro y borlas de la misma clase de color de grana, amarillo, azul, y azul y morado. Las borlas con bellotas de oro, que pendían de estos cordones ó collares, eran de ordinario tres, pero los había también con cinco. En vez de broche el adúl se sujetaba á la garganta con botones de oro ó de aljófar. V. Escrituras granadinas de dote y arras otorgadas por los moriscos ante Ambrosio y Bernardo Xarafí á comienzos del siglo XVI y los legajos que contienen los Embargos de bienes de Moriscos. Arch. de la Alhambra.
Adula
, dula. Rueda de riego. Ordenanzas de las aguas. Real Provisión de D. Felipe II al Licenciado Loaysa de 20 de Mayo de 1575 sobre aguas, dias, noches, rafas, albas, horas y alquezares. viene esta voz de الدولةad-daula, leción del que lee en P. de Alcalá, lectio, vicis en R. Martín, vez, alternativa, vuelta, turno, sucesión en el riego entre los labradores de la tierra de un pago, los cuales utilizan las horas ó dias de agua á que tienen derecho sus predios por orden de prioridad, comenzando por los situados á la cabeza de la acequia que la conduce y concluyendo por la última de las heredades. El propietario ó colono que no respetara esta sucesión ó turno rigoroso, se haría reo de despojo, porque, aunque condueño, no puede hacer uso de su derecho hasta que ha regado sus tierras el que le precede.
Doy esta explicación para completar la de Yanguas (Antigüedades de Navarra, I, 7, 8). Pero la voz adula ó dula denota también la grey, rebaño ó manada de ganado, acepción que, como dejamos dicho en el vocablo Adra, dan Dombay y el P. Lerchundi á الدولةad-dula y sin artículo dula. La significación de esta voz, cuya raíz es la misma de la anterior, es también la de turno, alternativa, sucesión. En la Alpujarra el dulero, antes que rompa el dia, recoge el ganado, compuesto de cerdos, cabras y áun de asnos, mulos ó caballos, comenzando por un cabo del pueblo y rematando por el otro para llevarlo al campo. Venida la noche penetra con la manada por el punto de salida, dejando sucesivamente á cada animal en su domicilio, operación que repite cuotidianamente.
El Diccionario de la Academia no trae esta última acepción de la palabra adula ú dula. La etimología es de Marina.
Aduladin
Un aduladin de aljofar con piedras. Embargo de bienes de Diego Mendez, año de 1517. Archivo de la Alhambra. Ignoro si, como el adul, sería este adorno una suerte de collar. En cuanto á su etimología, creo que es una palabra compuesta de las arábigas عبد الدينabduladin el siervo de la religión, ó mejor de عدول الدينadúladin, el cordón de la religión.
Adunia
cast., port. y gall. El mundo, metafóricamente harto, mucho, en abundancia, de الدنياad-dunia, el mundo, Marina y Engelmann.
Los viejos bebieron sine fine, los mozos adunia, las señoras los quiries. Cervantes, Rinconete y Cortadillo. Si en Marruecos se pregunta á alguno اشدون كانوا ثم ‎ ¿quiénes han estado allí? El interrogado, para expresar que ha habido mucha gente en el lugar por que se le pregunta, contesta: الدنيا كلها ار كاملة‎ todo el mundo, ó simplemente الدنيا‎ el mundo. También es frecuente la expresión شتت النيا‎ ha llovido mucho ó en abundancia. Aunque al portugués adunia solo le dan los diccionarios la significación de por todas partes, la que tiene este adverbio de en abundancia en el dialecto gallego, me hace suponer que esta última no debe ser extraña á aquella lengua. El ejemplo que trae Moraes: vejo tormentos adunia, puede muy bien traducirse por veo tormentos en abundancia, ó, lo que es lo mismo, veo muchos ó hartos tormentos, en vez de por doquier ó en todo lugar.
Aduque
Lo mismo que aducar.
«Item, que qualquier maestro ó oficial que texiere en paño de seda y hechare en ellas atanquia, ó azache, ó aduque, ó cadarço ó seda de Murcia ó otra seda basta semejante, etc.»
Ordenanzas de Granada, Tit. 21, fol. 63. Del arte y oficio del texer y labrar de las sedas.
Adur
port. Bellaquería, traición, engaño, maldad.
«Aonde tantas virtudes moravâo adur podia nenhun cuidar.» Vida del Rei D. Juan I, por Fernâo Lopes. Part. II, cap. CLXXXXIII, ap. Santa Rosa, Elucidario.
Es la palabra arábiga الضرad-dur que en Freytayg suena noxa, malus rei status y en el P. Lerchundi engaño.
Adutaque
cast. y mall. La primera harina que se saca del acemite: la segunda es la del adargama. «Otrosí, la farina que apartaren del azemite, que llaman adutaque, deue ser cernida con el padron del almodon y venderla aparte por el precio del almodon, y no más, y no voluella con la farina del adargama.» Ordenanzas de Sevilla, fol. 74, Tit. De la farina del adargama y del almodon.
Esta voz es una alteración de la arábiga الدقاقad-ducác que con la significación de harina de altramuz se encuentra en Kazimirski, á cuya forma, como más acomodada á la dicción española, doy la preferencia sobre دقيقdaquíc, farina en R. Martín y P. de Alcalá, de donde la deriva Dozy.
Adzur
cat. y mall. Lo mismo que azul.
Afalar
gall. Aguijonear, de جللjálal, punzar, y por la conversión de la ج en f y del ل en r, afalar.
Afarám
val. Faroton. V. Haron.
Afice
cast. y mall. Lo mismo que hafiz.
Afion
Opio de افيونofion, griego οποιον, el jugo lechoso de la amapola negra en Aben Albeitar. Casiri, Marina y Alix. Pudiera creerse, añade este último, que todas estas voces proceden del sanscrito apéna; pero, según Wilson, es probable que sea esta última de fecha moderna.
Afir
Especie de inedicina aplicada por los albeitares y sacada de las bayas del enebro. Casiri y Alix derivan esta voz de عبرabir, pero como este término no significa más que lágrima, no es aceptable la etimología. Á mi juicio, afir es un compuesto de los vocablos حب عراعرhab-irár, las bayas del enebro, el cual, mediante la supresión de la h inicial, el apócope de la sílaba final y la permutación de la b por f, se convirtió en afir.
Aforra
cast., aforro gall. Manumisión, declaración de libertad, libertad. Lo mismo que alforria.
Aforrecho
Horro, libre ó desembarazado, de حريةhorreyya, pl. de حرhorr, hombres libres, nobles, palabra que, según Kazimirski, se aplica á los árabes puros sin mezcla de otra raza. De horreyya con el art. ár., cuyo ل fué suprimido, conversión de la h en f, de la doble y en ch y de la e final en o, se hizo aforrecho. Alix lo deriva de فراشةfarracha, vir agilis, que hasta cierto punto conviene con el sentido del pasage de la Crónica General (Part. IV, cap. III, fol. 303) que cita la Academia.
Agá
cast., port., cat. y mall. Es el turco اغاagá, caballero, señor, título de los oficiales del ejército y armada y de varias dignidades superiores en el orden civil, como قيزلر اغاسىKizlar agasí, el jefe de los eunucos de la Casa Real, حرم اغاسىharem agazí, el jefe del harem.
Agarrama
Ant. Lo mismo que garrama.
Acarvia
de الغربيةalgarbia, el Occidente.
Y el que sacare capullos fuera del Reino de Granada, assi de la Xarquía, como del agarvia, etc. Ley IX, tit, XXX, lib. 9, Nueva Recop.
Agazela
port. Lo mismo que gacela.
Agengibre
gengible, gengibre, jengibre cast., gingebre cat. mall. y port. Marina, Engelmann y Dozy derivan esta voz de الزنجبيلaz-zinchibil, el amomum zingiber de Aben Albeitar. Error es este inexcusable en tan eximios etimologistas, que no debieron olvidar el origen indo-europeo del vocablo. Es el sanscrito sringacéra, el pracrito singaber, el griego ζιγγιβερι y los latinos zingiber, zingiberi, que traen Paladio, Celso y Plinio. De estas formas, mediante la permutación de la z por la y se hizo gingiber, que se encuentra en Nebrija, Forcellini y Ducange, vocablo de donde vienen el francés gengimbre, como lo hicieron notar Ménage y Roquefort, el provenzal gingever y los españoles que encabezan este artículo. Aunque, según Abu Hanifa, citado por Aben Albeitar, esta suerte de especia se produce en Arabia, en el país de Omán, como se lee también en Dioscórides, otro escritor griego, Galieno, dice que aquella planta procede de la India. El término, pues, de que se trata es exótico á la lengua arábiga, encontrándose en el Corán una sola vez (Sura, 76, v.17. V. Flügel, Concord. Cor. arab.). Ya directamente de la India, ya de la Siria debieron los árabes tomar el término sanscrito ó griego de donde pretenden derivar nuestro vocablo gengibre los orientalistas citados. Aunque esta última forma es la más común, la he subordinado á la arcáica agengibre, que se encuentra en el Exemplo XXX de El Conde Lucanor:
Estonce, por le facer placer, mandó henchír de agua de rosas aquella albuhera de Córdoba, en lugar de agua, et en lugar de lodo, fízola henchir de azúcar, et de canela, et de agengibre, et de espique, et de musco, et de alambar, et algalina.
Agenuz
ajenuz, axenuz, de الشنوزax-xenúz, forma que se encuentra en P. de Alcalá, de donde derivan Casiri, Marina y Engelmann el vocablo castellano, الشنوزةax-xenúza en R. Martín, git, la planta llamada por otro nombre neguilla, el شونيز‎ de Aben Albeitar y el Μελἁνθιον de Dioscórides. Francisco del Rosal dice en el artículo Agenuz: así le llama el árabe, como githinus de gith latino. V. Paulo Jovio, Ópera.
Agomia
agumia, gomia port. Lo mismo que gumia.
Aguacil
cast., gall. y val., alguacil cast.,: ahuacil, alguacir, alhuacir val., agutsil mall., agusil, agutzir, algotsil, algotsir, alguasil, alguatzil, algutsil, algutzir cat., aguasil, alguazil, alvacil, alvasil, alvasir, alvazil y alva zir port., de الوزيرalguazir, consiliarius et administrator imperii reive publicœ, et vicarius principis, vulgo Vezirus en Freytag, ministro, visir.
Aguajaq
aguajaque, aguaxaque, aguayaq, agujaque, de الوشقalguaxaq, la goma resinosa llamada amoniaco. Marina y Alix. La forma aguayaq se encuentra en Covarrubias y en el Libro de la Montería del Rey D. Alfonso, citado por Dozy.
Aguajas
Especie de úlceras que se hacen á las bestias caballares sobre los cascos. Academia. Es la voz arábiga الوجىalguacha ó alguaja, pronunciada la j como la ch, ungulæ læsio en Freytag. Alix. Según Kazimirski vale dolor en el casco del pié del caballo.
Aguanafa
Palabra híbrida, compuesta de la castellana agua y de la arábiga نفاحnafáh, odoriferum en R. Martín, es decir, agua olorosa, ó de نفحةnafha (aroma) de olor, como quieren Casiri y Alix. Esta voz se usa en Murcia en significación de agua de azahar.
Aguazil
Lo mismo que aguacil.
E yo Aguazil Abubacre Abuadah...
Memorial Histórico, I, p. 231-232.
Agüela
Hagüela. Renta de la Agüela ó Hagüela. Legajo de bienes de propios. Archivo Municipal de Granada.
Sospecho que esta renta, sobre cuya naturaleza no he encontrado dato alguno, procedía de los derechos impuestos á los préstamos, transferencias de créditos y acaso también á las hipotecas y fianzas que se hacían por documento público, autorizado por los alfaquíes, que desempeñaban el oficio de Notarios, y competente número de testigos. En este supuesto, el vocablo castellano procede del arábigo حوالةhagüela, comisión, transferencia de un crédito ó de una obligación á un tercero, caución en Kazimirski. Sobre el uso de esta voz véase á Silvestre de Sacy, Chrest. Arab, T. III, p. 382.
Aguijón
Parece sinónimo de orilla en el pasage siguiente de las Ordenanzas de Sevilla (Tit. de las islas y marismas), fol. XXIX v.
«Otrosí en las veras é aguijones é marismas puedan andar é pacer los ganados.»
En tal caso podrá derivarse de وجينguachin ó guajin (como se escribía antiguamente) ora fluvii vel vallis. Alix.
Agumy
«Calças, alfreses, especias, basias, agumys, o outras cousas, que tragem pera si.» (Carta del Rey al Almojarife de Oporto sobre la libertad de los mercaderes, año de 1352. V. Santa Rosa, Elucidario, in v. Alfreses.
Procede, á no dudar, esta palabra de القماalguime ó alquimi por la iméla, pl. الاقميةalacmiya, y, mediante la supresión de la l del artículo, dulcificación de la q en g y cambio de la i por u, agumi. Encuéntrase esta voz en R. Martín en correspondencia de vaso; pero como no se registra ni en los diccionarios clásicos ni en los vulgares de la lengua arábiga, hay que buscar su origen en otra parte. Por lo que á mí toca, no he tenido la fortuna de halarlo ni aun en los vocabularios berberiscos. Acaso sea alguna palabra íbero-celta ó latino-rústica, como otras muchas que se encuentran en el vocabulista de aquél ilustre lexicógrafo.
Ahenia
Lo mismo que acenia.
Et unam Aheniam in ipsa ripa illius fluminis supradicti. Testamento del Rey D. Alfonso, ap. Ducange, Glosario.
Aheña
Lo mismo que alheña.
Ahilo
Desmayo, languidez, desfallecimiento. Podrá venir de حلةhila, languor, debilitas. (R. حل‎). Alix.
Ahorrar
aforrar. En el sentido de dar libertad, lo derivan los etimologistas de horro, hombre libre: pero yo entiendo que viene de حررharrar, segunda forma del verbo sordo حر‎ manumitir, dar libertad á un esclavo. (Cf. Guadix, Dic. ms. de la Bibl. Colomb.). En el de economizar, lo trae Müller de وفرguaffara, acaudalar, ahorrar en el gasto en P. de Alcalá, reponere en R. Martín. Dozy acepta esta etimología aduciendo en su confirmación un pasage del Ajbár Machmua referente al Emir Abdalláh en que se emplea aquél verbo en la acepción de economizar. Rosal hace extensiva á este último sentido la 1.ª etimología.
Aixabega
cat. Lo mismo que jabega.
Aixaloch
cat. Lo mismo que jaloque.
Aixaróp
cat. y mall. Lo mismo que jarabe y jarope.
Aixedrés
cat. y mall. Lo mismo que ajedréz.
Aixorga
cat. y mall. Lo mismo que ajorca.
Aixovar
Cat. y mall. Lo mismo que ajuar.
Aja
de عايشةAixa ó Aija, nombre propio de hombre y de mujer. Así se llamaba la hija de Abu-Bekr, mujer de Mahoma.
Aja no tiene qué comer y convida huéspedes. Prov.
Si vos Aja, yo Alí. Prov.
Ajabeba
ajaveba, ayabeba, xabeba. Lo mismo que axabeba,
Ajaez
port. Lo mismo que jaez.
Ajaqueca
Lo mismo que jaqueca.
Ajaquefa
axaquefa ant. Según la Academia es cueva ó sótano.
Otrosí ordenamos que el dicho maestro sepa fazer vn molino de aceyte, haciendole su torre, y almacen, y axaquefa, y alfarje, y ornillas, y todo lo que le pertenece. Ord. de Sevilla, tit. de los Albañíes, fol. 150 v.
No veo, dice Dozy, que la voz axaquefa pueda ser otra cosa que الشقافach-chiquéf, pl. de ach-chácaf (cuya forma de plural se encuentra en las Mil y una noches, I, 22, ed. Macnaghten) que significa pot (de terre) y también tuile, tuileau (V. Alcalá bajo Tejuela y al Mostaini bajo خزف‎).
Con efecto, en las Mil y una noches, citadas por Freytag, se encuentra la palabra axácaf en el sentido de vas fictile, ó, lo que es lo que mismo, vaso de barro, y si en vez de tratarse en el pasage de las Ordenanzas de Sevilla de los Albañiles, se tratara de los Alfareros, que son los únicos hacedores de toda suerte de vasos de barro, tejas y atanores, acaso estaría en su lugar la peregrina etimología del lexicógrafo holandés. La voz ajaquefa ó axaquefa, que es como debiera escribirse, viene, en mi sentir, de la arábiga السقفas-saqf, toit bombé, vouté en talus et non pas en terrasse' (سطح‎) en Kazimirski, tectum domus en Freytag, tectum en R. Martín, techo en P. de Alcalá.
De السقفas-saqf, por razón de la pausa, se hizo asaquef, y con la terminación femenina castellana asaquefa. El س del vocablo arábigo, ó sea nuestra s, fué representado en la trascripción castellana por la x, cambio que reconoce Dozy y lo comprueba con varios ejemplos en la Introducción de su Glosario. (V. p. 18).
También pudiera traerse el vocablo axaquefa del arábigo السقيفةas-saquifa, locus discumbendo idoneus instar latiorís scamni, constructus ante ædes en Freytag, banco construido ordinariamente delante de una casa para reposar en él y acostarse en Kazimirski, porticus en R. Martín. Yo prefiero, sin embargo, la primera etimología como más ajustada al pasage de las Ordenanzas.
Ajaquera
ant. Lo mismo que ajaqueca. Minsheu, Dic.
Ajaraca
azuraca, de الشركةax-xáraca, laqueus en R. Martín. Alix dió por origen el colectivo الشركax-xárac; pero la forma que más conviene á la voz castellana es el nombre de unidad que le adjudicó Engelmann. Tamariz y Rosal se limitaron á señalar como árabe la palabra, interpretándola por lazo.
Ajarafe
alxarafe, axarafe. «Covarrubias dice que es azotea alta ó mirador, desde el cual se descubre el campo, añadiendo ser nombre arábigo, y en su terminación, según Diego de Urrea, exxerafun, del verbo xérefe, que significa descubrir algo con la vista, y propiamente es el andén y corredor que sale al rededor de la torre.»
Esta etimología de Urrea que, como se ve, deriva la voz castellana de الشرفax-xáraf, altitudo, excelsitudo, locus altus, elatus, es la misma de Marina y Alix y la que el P. Lerchundi y el Dr. Simonet traen en el Vocabulario de su Crestomatía, donde se lee que شرف‎ la altura ó el terreno elevado, el famoso Aljarafe ó Axarafe de Sevilla, cuyo territorio comprende hoy casi todos los pueblos del partido de San Lucar la Mayor y algunos del de aquella capital.
La propia significación de terreno elevado da el Sr. Gayangos al vocablo axarafe, que se encuentra en el pasage siguiente de La Gran Conquista de Ultramar (ed. Riv. p. 512):
«E á derredor de la villa (Alejandría) había gran axarafe é muy buenas huertas que eran todas llenas de árboles é de frutales de muchas maneras.» Igual acepción tiene la voz axarab en este otro pasage del Arzobispo D. Rodrigo (Hist. Arabum, cap. 40, citado por Marina). Et intrantes loca arborum quod axarab dicitur apud eos.
Pero como en el ajarafe tuvieron los reyes moros un palacio del mismo nombre, Tamariz, Rosal y Urrea interpretaron el vocablo por mirador, azotea alta, corredor. En este sentido lo derivan Casiri y Engelmann de الشرفةax-xorfa acroteria (ἄϰρωτηρια) las almenas de las murallas en Vitruvio, pinna arcis aut muri, galería, balaustrada al rededor de un minarete que se encuentra en Bocthor, y bajo la forma del plural choraf en Aben Chobayr (Travels, p. 254). Dozy, que cita este pasage, añade en su Glosario y repite en el Suplemento que la gente popular en España pronunciaba axarafa. Acaso fuera así, porque Kazimirski trae, como plural de ax-xorfa, الشرفax-xáraf la acepción de crenaux d'une muraille. De modo que, de aceptarse esta etimología, el nombre axarafe vendría, no del singular, sino del plural de ax-xorfa, significando el palacio de las almenas, denominación que no sería peregrina, pues una de las tarbeus del famoso alcázar que Badis ben Habús tenía en la alcazaba cadima ó vieja de Granada llevaba la de Dar axorráfa (mœnia en R. Martín), la casa de las almenas. V. Aber Aljatib, Ihata, cod. del Sr. Gayangos, Biografía de Badis ben Habús.
En Sevilla había, según Almacari (Analectas, II, p. 257), un edificio llamado دار الاشراف‎ Dar-alixráf, que era la casa donde tenía su oficina el almojarife ó funcionario público encargado de cobrar los impuestos.
Yo creo, sin embargo, que la etimología de Urrea explica satisfactoriamente la significación que de suyo tiene la palabra axaraf, sinónima de altura. No por otra causa está عاية‎ en Bocthor en correspondencia de belveder, y vli en P. de Alcalá en la de miradero, lugar por donde miramos. Sobre la voz axarafe ó alxarafe, véase á Zúñiga, Anales de Sevilla, p. 4, á Rodrigo Caro, Antigüedades, fol. 219 y el Repartimiento de Sevilla hecho por el Rey D. Alonso X (ms. de mi propiedad).
Ajarave
ant. Lo mismo que jarabe.
Ajárea
axarea, Oratorio de moros. Alix, que deriva esta voz de الشريعةax-xaria, instituto, doctrina religiosa, religión, no cita la autoridad donde ha encontrado el vocablo. De cualquier modo, la acepción de oratorio de moros no corresponde ciertamente con la que tiene la palabra arábiga de «ley de institución divina, especialmente el código Mahometano, el Alcorán.» Quizá aquél término no sea más que alteración de الشعيرةax-xaira, víctima, ofrenda, rito, ceremonia, al cual, por ignorar su valor, le dieron acaso nuestros naturales el de sitio ó lugar en que se verificaban aquellas prácticas religiosas. Debo advertir, á este propósito, que la dicción مشعرmaxar, formada de la misma radical, denota juntamente las ceremonias observadas por los musulmanes durante su peregrinación á la Meca, el lugar en que se realizan y el sitio en que se inmolan las víctimas. Este último vocablo se encuentra en R. Martín en significación de oratorium.
Ajarquia
aiarquia cast., axerquia gall. La banda ó parte oriental, la tierra que está al Oriente. Barrio de Córdoba. Nombre de un distrito de la provincia de Málaga.
«Y estaban apoderados de las torres y castillos del arrabal que llaman axarquía.» Guzman de Alfarache, part. I, lib. 2.ª cap. IX.
Dice el P. Guadix (ap. Cov., Tesoro) haberse dicho así por estar hácia el Oriente, el cual se lama en arábigo xarquia. Con efecto الشرقيةax-xarquia, femenino de الشرقيax-xarquí, es el origen de nuestra ajarquia.
Ajaveba, axaveba. V. axabeba.
Ajebe
Lo mismo que jebe.
«Del agua se hace la nieve, la sal, el salitre, el ajebe, el azufre, etc.» Cascales, Disc. Hist. de Murcia.
Ajedrea
axedrea cast., acitaraya basc. Planta olorosa semejante al tomillo que se cultiva en los jardines. Engelmann, sin reparar en su origen latino, derivó esta voz de la arabizada الشطيةax-xatriya, satureia hortensis, que traen Aben Albeitár (II, 97) y P. de Alcalá. Corrigió Dozy este error en la 2.ª ed. del Glos. de Engelmann, haciendo notar que aquél vocablo no era más, como ya lo tenía dicho Alix, que la transcripción del latino satureia ó satureja, formas que respectivamente se hallan en Plinio y Columela.
Ajedrez
aljedrez, arcidriche, axadrez, axedrez cast., aixedrés cat. y mall., axedrech, enxadrez, xadres, xadrez port., eixedría val., axedreza basc. De الشطرنجax-xatranch, scacus en R. Martín, «tablero para jugar, tablero de axedrez, escaque, trebejo, juego de axedrez» en P. de Alcalá.
«Y así como se consiente en las repúblicas bien concertadas que haya juegos de ajedrez, de pelota y de trucos... así se consiente imprimir y que haya tales libros, etc.» D. Quijote, 1.ª Part., Cap. XXXII.
Dice Urrea (ap. Cov. Tesoro) que es voz persiana, que corrompieron los árabes en xatrang, de donde vino nuestro axedrez. En efecto, الشطرنجax-xitránch, latrunculorum ludus en Freytag, es el سترنك o شترنك persa, pero procede del sanscrito chaturanga, vocablo compuesto de las palabras chatur cuatro y anga cuerpo. Es un adjetivo que va unido con bala, ejército, aunque se usa también como sustantivo. Chaturanga, pues, denota el ejército formado de cuatro cuerpos, á saber: alfiles ó elefantes, roques ó carros, alferces ó caballos é infantes ó peones. Tal era la composición del ejército indio que sirvió de modelo al inventor del juego de ajedrez. V. Van der Linde, Geschichte des Schachspiels, I, 74 y siguientes, ap. Dozy, Suplemento, y el Libro de axedrez escrito de orden de D. Alfonso el Sábio, Bibl. Nac., ms. Q. 317.
También se da el nombre de ajedrez á cierta especie de celosía ó enrejado hecho de listones de madera cruzados á escuadra, por la semejanza con el tablero del juego.
Ajenabe
ajenabo, axenabe. V. jenabe.
Ajenuz
Lo mismo que agenuz.
Ajeña
Lo mismo que alheña.
Ajevio
Ant.

Andaba en el muladar el gallo ajevio,
Estando escarvando mannana con el frio,

Falló zafir culpado, mejor ome non vido,
Espantóse el gallo, dixol como sandio.

(Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 1361).
Esta voz es la arábiga عجبىachebí ó ajebí, como se escribía antiguamente, y con la terminación castellana ajebio, bouffon, plaisant, farceur en Hélot.
Ajez
Lo mismo que yeso en el reino de Murcia y otras partes. V. algez.
Ajimenez
Solana, según Rosal. Lugar donde el sol da de lleno, el corredor ó patio destinado en la casa para tomar el sol. Es la voz arábiga الشميسax-xemis que se encuentra en R. Martín con la significación de solaris, é interpreta Dozy por endroit oú lesoleil donne en plein. V. Suplemento in v. شميس‎.
De ax-xemis ó aj-jemis, por la inserción entre la segunda y tercera radical de una n eufónica seguida de e, transposición de las vocales y cambio de la s por la z, se hizo ajimenez.
Ajimez
Ventana de arco de herradura con una columna en el centro. Término de Andalucía.
En R. Martín se encuentra la palabra شمسيةxemsia en correspondencia de fenestra, y en P. de Alcalá xemicia en la de ventana de yeso como rexada, ventana vidriera. Aben Batuta (Viajes, I, 199), al hablar de los ajimeces que había en la mezquita de Damasco, emplea la forma شمسةxemsa, de donde Engelmann deriva la dicción andaluza. De estas formas, dice Quatremére (Hist. des sult. maml., II, Apéndice, p. 280, nota 2), es más usual la primera. Ambas, añade, tienen muchas acepciones, entre ellas la de claraboya cuadrada abierta en lo alto del muro, con vidrieras ó sin ellas, para que penetre el aire y la luz en el edificio. Otra forma de la voz ajimez y con la propia significación de ventana es شملسة‎ que se halla en Host (Maroco und Fes, p. 215), citado por Quatremére en el pasage apuntado, y en al-Sharishi, segun W. Wright (V. Glos. sobre Aben Chobayr, p. 26). Esta etimología la propone Dozy en sustitución de la de Engelmann, si bien ignora cuál es la moción de la primera radical.
Por mi parte debo declarar que, no correspondiendo exactamente ninguna de las expresadas formas á la de la palabra andaluza, doy la preferencia á la de R. Martín y P. de Alcalá por ser la más usual de todas, como nos dice Quatremére, y la más genuinamente española, pues, además de aquellos lexicógrafos, la emplea con repeticion en sus Viajes el escritor valenciano Aben Chobayr, registrándose tambien en el Idrisi y en Almacari (Analectas, I, 405, 2, a f.).
Ajofaina
Lo mismo que aljofaina.
Ajonge
Lo mismo que aljonge.
Ajonjolí
Lo mismo que aljonjolí.
Ajorar
Llevar una cosa arrastrando ó tirando de ella, llevar á remolque una embarcación, de جرcharra, traycere, tirazar (sic) en R. Martín, arrastrar, navegar á jorro en P. de Alcalá, en el cual se halla el verbo جر‎ en segunda forma con la propia significación, así como la voz jarra en correspondencia de arrastradura. La etimología es de Casiri, Marina, Alix y Müller.
Ajorca
aljorca, axorca cast., aixorca cast., mall y val., xorca port. Cerco de oro ó plata con engaste de piedras preciosas que se traen en las muñecas y junturas del brazo y la mano. Covarrubias.
«En aquel dia quitará al redropelo el Señor á las hijas de Sion el chapin que cruxe en los piés, y los garuines de la cabeca, las lunetas, y los collares, las axorcas, y los reboços: las botillas, y los calzados altos:» Fr. Luis de León, De los nombres de Cristo, lib, I, p. 22 v.
Es la palabra arábiga الشركةax-xorca, axorca en P. de Alcalá, manilla en Tamariz y Francisco del Rosal, corrigia en R. Martín, de donde debió tomar su nombre, por haberse hecho acaso primitivamente de correa, esta suerte de manillas ó brazaletes. Traen la etimología Urrea, Marina, Alix y Engelmann.
Ajorrar
Lo mismo que ajorar.
Ajorre
Lo mismo que alhorre.
Ajovar
Lo mismo que ajuar.
Ajuagas
axuagas. Enfermedad de las bestias caballares. Esparavan. Dozy deriva esta voz de الشققax-xaacác fissura, quâ iumentorum tarsi afficiuntur. Pero como el esparavan se hace en las piernas de los animales por la parte de adentro sobre el internodio ó coyuntura, según se lee en Arredondo (Obras de Albeytería, cap. LXX, p. 113) y no en el tarso ó empeine del pié, ni consiste en grietas ni hendeduras de las rodillas, ni del casco, sino en el garbanzuelo ó tumor que ocupa las articulaciones del corvejón, hay que convenir en que las dicciones castellana y arábiga no corresponden en significación, por lo cual entiendo no ser aplicable á ajuagas la etimología propuesta por el orientalista holandés. Más en relación con ella estaría el vocablo aguajas, considerando este término como metátesis de الشقاقax-xucác ó de الشقةaxucca, rima en R. Martín, resquicio, hendedura, resquebrajadura en P. de Alcalá.
Ajuar
axovar, axuar, axuuar cast., aixovar cat. y mall., aljuvar cat., eixovar val., enxoval port. La dote que en dinero, prendas de vestir, alhajas y moviliario aporta la mujer al matrimonio. Los muebles y demás objetos de la casa. Es el árabe شوارxuár, y con el artículo axuár, casamiento, el dote, dote ó casamiento de hija, joya en P. de Alcalá, el شوار المروس‎ de Aben Jaldún (Hist. des Berbéres, II, 396, ap. Dozy, Glos.), utensilios, efectos en Kazimirski, supellex doméstica en Freytag. La etimología es de Guadix y Rosal.
Como en la definición de la Academia se limita el ajuar á los adornos personales y muebles que la mujer lleva al matrimonio, me parece bien traer á este lugar, en demostración de que comprendía así mismo el dinero, el siguiente pasage del Poema del Cid:

Hyo quiero-les dar axuuar III mil marcos de plata:
Daruos mulas e palafres muy gruessos de sazon:

Cauallos pora en diestro fuertes e corredores:
E muchas vestiduras de pannos e çiclatones.

Poetas castellanos anteriores al siglo XV, ed. Riv, p. 28, v. 2572 y siguientes.
Ajunjulí
ant. Lo mismo que ajonjolí y aljonjolí.
Guárdense... de ajunjulí, porque enjendra humor grueso y viscoso. Gutierrez de Toledo, Cura de la piedra, ap. Marina.
Akarnar
Lo mismo que acarnar.

  1. Tal vez el término mall. no sea más que el hebr. הבּגדabbéged, por apócope abég, vestis en el Génesis y en el Libro 1.º de los Reyes, sinónimo de los griegos στολή y ἱματὶον, vocablo este último que vale habit, vêtement, manteau. V. Alex. Dict. Grec-Franç.