Gaceta del Salvador/Tomo 7/Número 85
TOMO 7.NUM. 85.
Contenido
editaroficial.—Decretos imponiendo pena a los falsificadores de fierros de cualquier clase de ganado; declarando no estar en oposicion algunos artículos del Código de Procedimientos con la ley de 23 de Febrero de 1857; y suspendiendo la ejecucion del establecimiento de Pomotores Fiscales.—Ordenes facultando al Poder Ejecutivo para arreglar con el Coronel Dn. Miguel Molina el pago de lo que le corresponde como denunciante del terreno valdio Cara sucia; y concediendo al Teniente COronel Don Santiago Gonzalez al empleo de Coronel efectivo.
la gaceta.—Situacion.
remitidos.—.Uno, del Señor Gobernador del Departamento, Dn. José Escolástico Andrino.—Otro, "El Señor Dr. Menendez."
interior.—Finiquito.—Manifestacion de los alcaldes auxiliares y vecinos del barrio de Santa Lucía.—Comunicacion de la Gobernacion de Sonsonate.
exterior.—Noticias del Sur.—Revolucion de Haití.—Estados Unidos.—Europa.
avisos.
Parte Oficial
editarDecreto imponiendo pena a los falsificadores de fierros de cualquier clase de ganado
editarDecreto, declarando no hallarse en oposicion ciertos artículos del Código de Procedimientos con la ley de 23 de Febrero de 1857
editarDecreto suspendiendo la ejecucion del establecimiento de Promotores Fiscales
editar
Orden facultando al Supremo Poder Ejecutivo para que arregle con el Coronel Don Miguel Molina el pago de la parte que le corresponde como denunciante del terreno valdío Cara Sucia
editarOrden concediendo el empleo de Coronel efectivo del Ejèrcito del Salvador al Teniente Coronel D. Santiago Gonzalez
editarParte No Oficial
editarLa Gaceta
editarSituacion
editarDespues de los acontecimientos ocurridos en la noche del 3 del corriente y de los cuales dimos noticia en el número anterior de la Gaceta, nada nuevo ha sucedido capaz de perturbar la tranquilidad pública que se vió momentáneamente amenazada por el atentado tan criminal como insensato de unos cuantos perversos que por saciar sus resentimientos personales pusieron
en peligro el órden público.
Un hecho tan escandaloso merece un severo castigo. Al efecto se están siguiendo las averiguaciones correspondientes para el descubrimiento de cuantos estén complicados en la asonada: han sido capturados algunos de los mùsicos y soldados que tomaron parte en el desórden, y se han espedido òrdenes a los Gobernadores de los Departamentos para que persigan con la mayor eficacia a los que aun andan prófugos. Se han tomado, en fin, todas las disposiciones necesarias para afirmar la quietud restablecida y prevenir cualquier otro proyecto semejante de rebelion y de trastorno.
Los auxiliares y vecinos de los barrios de la Capital han estado constantemente ofreciendo sus servicios al Gobierno y multitud de milicianos han ocurrido al cuartel al primer toque de llamada, formando asi una fuerza respetable.
Entre tanto, los Gobernadores, en contestacion a la Circular que se les dirigió, manifiestan la perfecta disposicion en que se hallan sus respectivos pueblos en favor del òrden, haciendo presente que el Gobierno puede contar con suficiente número de tropas, si el caso lo demandare para mantener la paz de la República. En otra parte de este número insertamos la manifestacion del barrio de Santa Lucia y una comunicacion del Gobernador de Sonsonate.
El Señor General Barrios que salió de esta Capital para San Miguel el dia anterior al atentado del cuartel, creemos que llegará hoy o mañana y con su presencia y las medidas que le dicten su prudencia y su bien conocido zelo por el bien público, esperamos que todo volverá completamente al estado normal de que por tanto tiempo han estado gozando las poblaciones y por cuyo mantenimiento han manifestado tanto interes y estan decididos a sostenerlo.
Remitidos
editarDel Señor Gobernador del Departamento, Dn. José Escolástico Andrino
editarSeñor Redactor de la Gaceta oficial.
Como no puedo persuadirme que U. haya procedido de malicia al ocultar la parte que me correspondió tomar para restablecer el órden alterado por la asonada militar del 3 del corriente en el cuartel, y por otro lado me desacreditaria infinito que siendo el Jefe del Departamento hubiera visto peligrar la sociedad sin tomar ninguna providencia, suplico a U. que como adicion a su editorial de esta fecha se sirva agregar que a mi autoridad fué a quien el comandante de serenos dió parte inmediatamente de la ocurrencia de los militares y que en cumplimiento de mi deber, a las doce y media de la noche me levantè y dirigí al cuartel en donde suponia al Señor Comandante Don Eusebio Bracamonte; pero que advertido de lo contrario e ignorando su paradero reunì en la esquina de San Martin y a vista de los grupos de la plaza de Santo Domingo la compañía de serenos dirigiéndome con ellos al Principal en donde llamé al Capitan Dn. Luis Herrador para recomendarle se sostuviera con la guardia y los serenos mientras en union del comandante de estos me dirigí a casa de los Señores Dn. Ignacio Perez, Coronel Fagoaga, Teniente Dn. José María Campos, Dn. Laureano Campos, Dn. Pablo Sarazúa y Dn. Manuel Urrutia, reclutando el Teniente Campos con la mayor velocidad algunos soldados de su compañía para acompañarme en mi proyecto de acudir a casa del Señor Senador Presidente y al Principal, lo cual al ponerlo en ejecucion nos dió el resultado desgraciado de la herida mortal del oficial Campos, entre una y otra gente de las del Gobierno, y la contusion que yo sufrí en un pié y que me obligó a quedarme en San José por hallarme desmontado.
Los cuatro últimos Señores y recomendables patriotas que dejo mencionados, llevaron mis instrucciones de no abandonar las fuerzas del Gobierno en union de la gente reclutada en el barrio de San José y se ocuparon de darme los partes del caso por los cuales quedé persuadido que habiendo aparecido el Señor Bracamonte y hallándose empeñado en la defensa el Señor Coronel DOn Santiago Gonzalez y demas buenos oficiales y patriotas nada habia que temer. Intimamente persuadido de que mis pasos fueron al principio los primeros que se dieron para salvar la situacion, y despues de la recuperacion de las armas, las medidas de policía que se espidieron por la Gobernacion, parece que he cumplido con el deber de autoridad.
Mi deseo es la paz y el órden del Salvador y como ésta no puede subsistir sin una buena Administracion como la que tenemos, no podia dejar de ofrecer su contingente para el logro de tan grandioso objeto quien es de U. atento seguro servidor Q. B. S. M.
El Señor Dr. Menendez
editarEntre los que han fallecido del cólera recientemente por acá se cuenta el Dr. Menendez. Su nombre es bien conocido a los que han leido la historia de Centro-América. Sus profundos talentos y vastos conocimientos en todas las obras antiguas y modernas lo hacian naturalmente enemigo peligroso al partido a que no pertenecia, mientras que sus amigos políticos nada hacian sin consejo suyo. Su comportamiento para con los estrangeros se distinguió siempre por la mayor bondad y generosidad, y pocos pasaban por Ahuachapan sin participar de la hospitalidad de su casa. Aunque sacerdote católico, siempre hablaba con el mayor respeto de otras sectas religiosas, y evitaba cuidadosamente toda discusion con protestantes en que pudiera proferir especie alguna que pudiese herir los sentimientos de un protestante. Era en todos conceptos hombre hospitalario, generoso y magnánimo.
(Traducido para esta Gaceta.)
Interior
editarFiniquito
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Manifestacion de los Alcaldes auxiliares y vecinos del barrio de Santa Lucía de esta Capital
editarComunicacion de la Gobernacion de Sonsonate con ocasion del atentado del 3 al 4 del corriente en esta Capital
editarExterior
editarNoticias del Sur
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Revolucion en Haití
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Estados Unidos
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California
editarA la vez que somos testigos del movimiento incesante que trae a nuestras riberas del Pacìfico el sobrante de la poblacion del viejo mundo, otro espectàculo, doloroso a la verdad, nos hiere en sentido contrario. Tal es el de la antigua raza californiana tocando retirada ante el movimiento de la inmigracion. Vemos a esos antiguos posesores de este suelo abandonar sucesivamente sus penates en bandanas mas o menos numerosas, para replegarse sobre la Sonora. Allí espera encontrar su naturaleza indolente esa monòtona quietud que ha venido a perturbar el elemento estrangero.
Así lo exige la ley del progreso. La fuerza impulsiva triunfa de las resistencias inertes. La gota de agua horada la dura roca. La humanidad misma obedece a ese decreto fatal. La actividad, la energia y el espìritu de las empresas barren por donde quiera sin misericordia alguna las naturalezas enervadas en la indolencia y la inaccion. El Indio cede el lugar al hombre civilizado; el Californiano va desapareciendo poco a poco ante el vivo ardor de una raza vigorosa, cuyo contacto la inquieta, la humilla y pone en claro su inferioridad.
Profundamente triste es ver a esas caravanas emigrantes alejarse asì de sus hogares. Despues de la conquista americana se sienten como desbordadas; parece que no están ya en su casa, y toman aversion a su propio suelo desde el momento en que la actividad que viene del esterior empieza a fecundarlo. Cerrando los ojos sobre todas sus propiedades, que no comprenden, creen huir de una tierra maldita. En vez de sacudir su entorpecimiento y de levantarse resueltamente al nivel del movimiento de transformacion que se opera sin que participen de él, prefieren cubrirse el rostro y absorverse en estériles lamentaciones. Se les ve complacerse en representar el papel de mártires de la conquista; se dicen víctimas de la falta de ejecucion de los tratados, objeto de todas las iniquidades cometidas en nombre de la justicia, despojados de sus bienes, destituidos de sus derechos civiles, embarazados en el ejercicio de su religion.
Debemos decirlo: hay en el fondo de estas quejas alguna verdad y mucha exajeracion. La oleada de la invasion americana parece a menudo poco compatible con el respeto de los derechos adquiridos, su marcha precipitada no se acomoda bien con las exigencias de una veneracion profunda por el pasado; pero es preciso hacerle justicia, diciendo que introduce consigo en todas partes donde penetra bruscamente, la libertad de accion para la defensa de un derecho desconocido. Desgraciado del que se deje oprimir: la impetuosidad invasora no se detiene sino delante de la energìa que le hace frente; pero cuando la encuentra se vuelve afable y dispuesta a las alianzas.
La gran falta que se puede echar en cara a los antiguos californianos es no haber coomprendido de qué arma debian usar en la lucha. Mientras mas se han resignado, mientras mas han doblado la cabeza en lugar de afrentar la osadìa de la inmigracion, mayor es la indiferencia y casi el desden que se han atraido de una nacion que ordena a cada uno no cuente sino consigo mismo: help-yourself!
Esas emigraciones de los californianos no son por esto menos deplorables. Ellos van a llevar a otra parte la semilla de la enemistad. ¿Què van a hacer por otro lado a la Sonora esos nuevos emigrados? Antes de que se hayan instalado en el lugar que han escogido para refugiarse, esa misma oleada que ha determinado su desercion se habrà estendido tal vez hasta su retiro. Que den crédito a la esperiencia y se entreguen a la vida activa: este es el único medio que tienen de reconciliarse con la conquista, y de encontrar ellos mismos su propio interes en ella.
Europa
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