Fundación de la ciudad de Montevideo: Reconocimiento de minas en la Banda Oriental

Reconocimiento de minas en la Banda Oriental.

I

Señor don Juan de Saiz y Carnay, abrillantador de diamantes, sobrino de don Francisco Carnay (que santa gloria haya), abrillantador que fue de la Reina Nuestra Señora, que hoy trabaja en casa de don Félix de Avilés, platero de cámara de Su Majestad, por cuenta de quien corre dicha fábrica; cumpliendo con la orden que Vuestra Señoría me dio a boca para el reconocimiento de diferentes piedras y hacer análisis de ellas, el que he hecho con la mayor vigilancia y exactitud, como lo merecen dichas piedras; pues es cierto se puede esperar de ellas un gran éxito, por lo que manifiestan. En cuya conformidad va numerado cada papel para su inteligencia.

Número 1. La piedra amatista: ésta es de mucha más dureza y más brío de las que hasta ahora se conocen de Cataluña y otras partes, como se ve por la que se manifiesta labrada del mismo pedazo que se me entregó; y si ésta tuviese más color, estaría mucho mejor, como lo tendrá internando más la mina, pues si se manifiesta esto al principio, mucho mejor estará en el centro.

Número 2. El otro pedazo blanco es cristal de roca muy bueno y muy duro, que es regular sea lo mismo que la amatista, que no ha tomado color, como se ve, en los pedazos que se han partido de la amatista, que son blancos, y sólo se labró el que tenía color, aunque claro; y es regular sea lo mismo.

Número 3. El pedazo de pedernal es ágata, más hermosa y más dura que la oriental, como se ve por el pulimento que toma; y esto lo podrá Vuestra Señoría ver por alguna caja u otro cualquier pedazo, cotejando uno con otro. Y si se sacan pedazos grandes, en que se puedan labrar columnas y piedras para mesas y otros adornos, cuanto más grandes sean, serán más hermosos; y más, diciendo hay montañas dilatadas de ello, que cuanto más vetas tengan, más hermosas serán, y no habrá jaspe, alabastro, ni mármol que le iguale; pues es cierto son sus vetas muy hermosas.

Número 4. Las piedras redondas no valen nada, según se manifiesta por la que va labrada; pues toma el pulimento, pero no arroja luces ningunas, pues es una piedra cuajada como de color de agua de jabón-piedra que no merece ninguna estimación, aunque es bastante dura. Y siendo así que no vale nada, es de la que se debe hacer más aprecio, y en la que se ha de poner más cuidado; pues en -15- mi inteligencia son éstas las piedras que arrojan los minerales de diamantes, que nosotros llamamos la hembra del diamante, y que en francés se dice sargon, como si dijéramos la madre de la perla, que es la concha de la nácar. Internando con cuidado en el paraje donde se encuentran estas piedras, sin dificultad se encontrarán diamantes; pero es menester que sea muy práctico el que corra con este encargo para el conocimiento de dichas piedras, pues no es cosa que se encontrará tan inmediatamente que no sea menester internar bastante (esto es sin asegurarlo), pues esta calidad de piedras es la que se encontró en la India del Brasil cuando se descubrió la mina de diamantes, y traían infinitas porciones de estas piedras, y entre ellas venían algunos diamantes, hasta que se encontró con perfección la veta de ellos. Esto es lo que en este asunto puedo informar a Vuestra Señoría, según mi corta inteligencia, la que ofrezco en obsequio de mi Rey y Señor, siempre que la pueda ejercer en su servicio. Madrid y julio 30 de 1749. Besa la mano de Vuestra Señoría su más afecto servidor.

Juan Bautista de Saiz.

Señor don José Banfi. __________


II

Don José Tramullas y Ferrera, ensayador por Su Majestad (que Dios guarde) de la Real Casa de Moneda de esta Corte. Certifico, como de orden del Excelentísimo Señor Marqués de la Ensenada, he ensayado seis minerales, los cuatro de polvos de oro, con una barreta, y los dos en piedra, que habiendo fundido parte de cada uno de ellos, y después ensayado, ha resultado en unos y otros lo siguiente: Número 1, que dice oro del Cerro, fundido 72 granos, ha mermado 6, y ha sido su ley 20 quilates, 1 grano ½. Número 2, que dice oro del Arroyo General, fundido 72 granos, ha mermado 2 granos, y ha sido su ley 19 quilates y ¾ de grano. Número 3, que dice oro del Lavadero, fundido 36 granos, ha mermado 1 grano, y ha sido su ley de 21 quilates. Número 4, que dice oro del Cerro, y barreta de lo del Lavadero, fundido 36 granos de lo primero, ha mermado 6, y ha sido su ley de 19 quilates; y la barreta ha sido de ley de 20 quilates, 1 grano y ½. Número 5, que dice metal de oro, y 6, que nada hay notado, habiendo fundido de lo primero tres ochavas, y de lo segundo una onza, antecediendo las diligencias que a este asunto tiene el arte dispuesto, no ha resultado metal alguno. Y por ser esto lo cierto, devolviendo las mismas especies con las sobras, hago -16- la presente en esta Real Casa de Moneda de Madrid, hoy día 13 de diciembre de 1749.

Don José Tramullas y Ferrera. __________


III

Habiendo mandado el Rey que por ensayador y lapidario inteligente se examinasen respectivamente las muestras de oro y piedras que han venido con repetición de esos parajes, ha resultado de su reconocimiento lo que entenderá Vuestra Señoría por las copias de las declaraciones de uno y otro perito, que adjuntas incluyo para que se tengan presentes.

Pudiendo de la especulación a fondo de esta materia prometerse ventajosas consecuencias a los intereses del erario, y considerables utilidades al común, conviene se vea la verdadera entidad de la mayor o menor calidad, naturaleza y abundancia de los minerales de metales y piedras, haciendo se continúen las labores con el aumento de operarios competentes a lograr el fin de tomar un perfecto conocimiento de cada uno.

Aunque del reconocimiento y análisis de piedras se colige la buena calidad de amatistas y cristal de roca de los números 1 y 2, como del pedazo de pedernal citado en el 3, y del de las redondas del 4, se descubre o promete tanta conveniencia y riqueza, deberá con preferencia a aquéllos cargar el mismo cuidado en beneficiar, adelantar y promover el perfecto examen de éstos.

En esta inteligencia me manda Su Majestad prevenga a Vuestra Señoría disponga que se adelanten, todo cuanto sea posible, los trabajos de unos y otros minerales, y que sucesivamente vaya dando cuenta de lo que se ejecute, los efectos que resulten de ellos, y si, como promete la bien fundada conjetura de que después de las piedras redondas vengan diamantes, se encontraren algunos, o nuevos indicios de hallarlos más interiormente.

Como este asunto es en sí de la consideración y consecuencias que se dejan conocer, y requiere para la especulación una exacta menuda vigilancia en examinarle por partes, ordena Su Majestad que, si la distancia, obligaciones del empleo y demás encargos no impidiesen a Vuestra Señoría que pase personalmente a reconocer por sí los parajes y calidades de los minerales, lo ejecute; o que, en su defecto, dipute sujeto -17- de la mayor actividad, entereza y celo, que pueda evacuar el encargo a toda satisfacción de Vuestra Señoría.

En el caso de que, entre la mucha abundancia que se dice hay de la piedra ágata, se hallasen piezas grandes para mesas, columnas, chapiteles u otras de esta clase, dispondrá Vuestra Señoría que inmediatamente se aparejen y dispongan, de suerte que en las más prontas y oportunas ocasiones puedan embarcarse y venir a estos reinos, con la posible brevedad, porque desea Su Majestad tenerlas, con el motivo de la sobresaliente calidad y hermosura que ha descubierto.

Todo lo referido deberá Vuestra Señoría tener muy presente, y dedicar a su adelantamiento todos los auxilios y fomentos que le dicten su celo y prudencia, hasta conseguir la perfección de una obra tan grande y de tantas conveniencias.

Si alguno de los minerales referidos prometiere ventajosa y conocida utilidad, y el gasto que causare su labor y beneficio fuere soportable a esas cajas, sin faltarse a las precisas obligaciones de ellas, dispondrá Vuestra Señoría se ejecute de cuenta de la real hacienda, valiéndose en el caso referido del que en virtud de la adjunta cédula, que sólo en él dirigirá Vuestra Señoría a las oficinas reales de Potosí, pudieren éstas enviarle. Pero, si no hubieren evidencias de utilidad, y se hubiesen de beneficiar en la duda y contingencias que ofrece la labor de minas en esos dominios, dispondrá Vuestra Señoría se entreguen a particulares en la forma establecida por leyes y práctica, facilitándoles todos los auxilios necesarios para ello.

El mineral de diamantes, si fuere de ellos como lo indican las piedras remitidas, y los de cristal de roca, amatistas y ágata, podrán beneficiarse (si no fuere de mucho costo y prometieren segura utilidad) de cuenta de la real hacienda, enviando Vuestra Señoría, hecha ahí alguna experiencia y asegurándose de su calidad, los materiales en bruto, para que aquí puedan pulirse y ponerse en el perfecto estado que requieren; y los de oro desde luego podrán entregarse a particulares, y si conviniere también entregarles los primeros, lo ejecutará Vuestra Señoría, procediendo en esto según su prudencia y experiencia le dictasen. Pero, en cualquiera caso, si estos minerales se beneficiaren, ha de disponer Vuestra Señoría que las piezas de ágata y cristal que se envíen sean las mayores, respectivamente, que puedan sacarse y conducirse, dando Vuestra Señoría cuenta en primera ocasión de cuanto en esto se practicare. -18- Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años. Madrid, 2 de enero de 1750.

Marqués de la Ensenada.