Floresta de rimas antiguas castellanas/Rimas sacras N° 82

Nota: Agustin de Castro, Conde de Lemus de un tomo de poesías manuscritas de mediados del siglo XVII. B.


N°. 82.°


Ay dulces soledades!
adonde goza el alma recogida
libre de adversidades,
de una tranquila y apacible vida:
dichosos los que os siguen
pues tantos bienes á la fin consiguen!
Cuan bien aventurados
pueden llamarse los que las habitan,
pues libres de cuidados
jamas á sus afectos precipitan
mundanas pretensiones,
ni hidrópicos deseos de ambiciones.
No envidian la grandeza,
ni las humanas glorias apetecen,
adonde no hay firmeza,
pues todas con el tiempo al fin perecen,
y el cetro del monarca
viene á igualarse con la humilde abarca.
Con esperanza incierta
de momentáneos y mentidos bienes,
anda de puerta en puerta
el pretendiente, expuesto á mil vayvenes,
y al fin de bien cansado
le viene á hallar la muerte mal premiado.

Cuan sin descanso vive,
y cuan sujeto siempre á mil azares!
sin algun gusto recibe
sele aguan, ya temores , ya pesares,
viviendo en tanto engaño
que aun no le desengaña el desengaño.
Él que en el alto asiento
se ve de la fortuna entronizado,
anda bebiendo el viento
por aspirar á mas sublime estado:
que no hay si bien se advierte
nadie en al mundo alegre con su suerte.
Solo él que se retira,
y con la santa soledad se abraza,
con dulce anhelo aspira
á bienes que la gracia da sin tasa,
y asi no le es forzoso
fingir, rogar, temer ni estar quejoso.
Cuan sosegado y quieto
pasa su vida sin querella alguna,
mirando cuan sujeto
está siempre a los golpes de fortuna;
el que la calle y plaza,
con fausto y vanas pompas embaraza.
Las púrpuras reales
coronas, cetros, tronos y grandezas,
las tiaras imperiales,
los reinos, los gobiernos, las riquezas,
viene á estimar en menos
que plátanos de verdes hojas llenos.
Las armas y blasones,
insignias, timbres, y ricos frontispicios,
los fuertes torreones,
alcazares y altos edificios,
en su opinion es todo
ceniza, estiercol, tierra, pulvo y lodo.