​Flores secas​ de Manuel Reina

No extrañéis que conserve, cual tesoro,
           esas pálidas flores;
 sus hojas son las páginas de oro
          de una historia de amores.

 Esas páginas traen a mi memoria
          la ventura perdida;
 el tiempo del placer y de la gloria,
          mañana de la vida.
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 El fuego en tu corola ya no arde,
         despedazada rosa;
 lindo adorno tú fuiste, cierta tarde,
         del pecho de una hermosa.

 Este mustio clavel, bella Dolores,
         borró nuestros enojos;
 aún me parece ver, en sus colores,
         los de tus labios rojos.

 Esos nardos, con pétalos brillantes,
         Adelina hechicera,
 bañaron en aromas penetrantes
        tu blonda cabellera.

 Amelia regalome esta camelia
           con lúbrico embeleso,
 dando a la flor la encantadora Amelia
           un encendido beso.

 Tus pétalos de plata, raso y oro,
          marchitada azucena,
 aún parecen regados por el lloro
         de la dulce Filena.
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 Las flores están ya tristes y yertas;
          sus hojas, en jirones;
 todo pasó; las flores están muertas
          como mis ilusiones.