Flores del alma (Arolas)

Flores del alma
de Juan Arolas


Al buen entendedor salud.

Si en la margen de arroyo que camina.
Suspende bello pájaro sus vuelos,
cuando bebe una gota cristalina,
levanta el pico de ámbar a los Cielos.
 
Suenan en el festín del potentado
los brindis a la suerte veleidosa,
al ciego amor y al rostro delicado
de las bellas que ciñen fresca rosa;
 
y mientras que retumban los salones
con cánticos de faustos parabienes,
no suben a dorados artesones
las gracias al dador de tantos bienes.
 
De injusticia cruel en un tormento,
de súbito peligro en un espanto,
se marca en nuestro ser un movimiento,
que es levantar la vista al Cielo santo.
 
Si no hubiese metal de acero duro,
nunca la piedra imán lo buscaría
para: estrechar un lazo tan seguro
con fuerza, recóndita que envía:
 
Si después de la tumba misteriosa
entre reinos de luz, gloria y recreo,
no existiese otra vida venturosa,
nunca la invocaría mi deseo.
 
Bajo la planta rústica oprimida
rinde olor la violeta, y embalsama,
y es como la virtud, que perseguida,
como no tiene hiel, perdona y ama.
 
Dominarse a si mismo es noble empeño,
sufrir la ingratitud es trance amargo
la vida del placer huye cual sueño,
pero un día sin pan es el más largo.
 
En el fuego se prueba la fragancia
del incienso de Arabia delicioso,
y en las tribulaciones la constancia
del varón esforzado y animoso.
 
Más grande que los mares extendidos
es el alma del hombre en sus arcanos
y el polvo de sus restos consumidos
no llenaría el hueco de dos manos.
 
De los grandes caudillos vi los nombres
en ciudades, y villas y desiertos
escritos con la sangre de los hombres,
que la guerra es la fiesta de los muertos.
 
Y del cielo en los ámbitos dorados,
con buril de diamante y rayos vivos
de los sabios los nombres vi gravados,
que su vida es la fama de los vivos.
 
Al impulso del aura procelosa
se desprende la nuez del cocotero
de su palma elevada y orgullosa...
Dios le señalará su derrotero:
 
Cayó en la inmensidad del Océano
y flota en los cristales errabunda;
la sublima y abate el mar insano,
la esconde entre sus senos y la inunda:
 
Tras agitadas noches con sus días
encalla en arena, en un paraje
do no hay vegetación ni sombras frías...
Dios señaló su término al viaje.

El sol la fecundó: ya va naciendo
la palmera feraz; crece y asombra,
y sus gigantes ramas extendiendo,
a mil renuevos suyos hace sombra.
 
El desierto es un carmen aromoso,
con toldos coronados de rocío,
y el ave tiene nido delicioso,
y el hombre tiene sombras en estío.
 
Así se desarrolla el germen puro
de civilización y de cultura,
que en el pueblo más bárbaro y más duro
pone esplendor, riquezas y ventura;
 
pues todo lo anivela y lo concilia,
y arrancando del mundo las murallas,
hará de todo el mundo una familia,
sin linderos, ni términos, ni vallas.
 
La virginal belleza candorosa
tiene la propiedad de sensitiva,
que si un dorado insecto en ella posa,
lo desdeña, y se cierra fugitiva.
  
Hay una Nación fuerte y aguerrida
y un sabio ha escrito en ella en dos renglones
que la pena de muerte irá abolida,
según el giro actual de las Naciones.