Fausto (Estanislao del Campo)/VI
VI.
—Pobre rúbia! Vea usté
Cuanto ha venido á sufrir:
Se le podia decir
¡Quién te vido y quien te vé!
—Ansí es el mundo, amigaso:
Nada dura, Don Laguna,
Hoy nos ríe la fortuna,
Mañana nos dá un guascaso.
Las hembras, en mi opinion,
Train un destino mas fiero,
Y si quiere, compañero,
Le haré una comparacion.
Nace una flor en el suelo,
Una delicia es cada hoja,
Y hasta el rocio la moja
Como un bautismo del cielo.
Allí está ufana la flor
Linda, fresca y olorosa:
A ella vá la mariposa,
A ella vuela el picaflor.
Hasta e viento pasajero
Se prenda al verla tan bella,
Y no pasa por sobre ella
Sin darle un beso primero.
¡Lástima causa esa flor
Al verla tan consentida!
Cree que es tan larga su vida
Como fragante su olor.
Nunca vió el rayo que raja
A la renegrida nube,
Ni vé al gusano que sube,
Ni al fuego del sol que baja.
Ningun temor en el seno
De la pobrecita cabe,
Pues que se amaca, no sabe,
Entre el fuego y el veneno.
Sus tiernas hojas despliega
Sin la menor desconfianza,
Y el gusano ya la alcanza....
Y el sol de las doce llega....
Se va el sol abrasador,
Pasa á otra planta el gusano,
Y la tarde .... encuentra, hermano,
El cadáver de la flor.
Piense en la rúbia cuñao,
Cuando entre flores vivía,
Y diga si presumía
Destino tan desgraciao.
Usté que es alcanzador
Afijese en su memoria,
Y diga: ¿es igual la historia
De la rúbia y de la flor?
—Se me hace tan parecida
Que ya mas no puede ser.
—Y hay mas: le falta que ver
A la rúbia en la crujida.
—¿Qué me cuenta? ¡Desdichada!
—Por última vez se alzó
El lienzo, y apareció
En la cárcel encerrada.
—¿Sabe que yo no colijo
El pórque de la prision?
—Tanto penar, la razon
Se le jué, y lo mató al hijo.
Ya la habian sentenciao
Amuerte, á la pobrecita,
Y en una negra camita
Dormía un sueño alterao.
Ya redoblaba el tambor,
Y el cuadro ajuera formaban,
Cuando al calabozo entraban
El Demonio y el Dotor.
—¡Veanló al Diablo si larga
Sus presas así no mas!
¿A que andubo Satanás
Hasta oir sonar la descarga?
—Esta vez se le chingó
El cuete, y ya lo verá....
—Priendalé al cuento que yá
No lo vuelvo á atajar yó.
—Al dentrar hicieron ruido,
Creo que con los cerrojos;
Abrió la rúbia los ojos
Y allí contra ella los vido.
La infeliz ya trastornada,
A causa de tanta herida,
Se encontraba en la crujida
Sin darse cuenta de nada.
Al ver venir al Dotor,
Ya comenzó á disvariar,
Y hasta le quiso cantar
Unas décimas de amor.
La pobrecita soñaba
Con sus antiguos amores,
Y creia mirar sus flores
En los fierros que miraba.
Ella creia que como antes,
Al dir á regar su güerta,
Se encontraría en la puerta
Una caja con diamantes.
Sin ver que en su situacion
La caja que la esperaba,
Era la que redoblaba
Antes de la ejecucion.
Redepente se afijó
En la cara de Luzbel:
Sin duda al malo vió en él,
Porque alli muerta cayó.
Don Fausto al ver tal desgracia
De rodillas cayó al suelo,
Y dentró á podir al cielo
La recibiesc en su gracia.
Allí el hombre arrepentido
De tanto mal que había hecho,
Se daba golpes de pecho
Y lagrimiaba aflijido.
En dos pedazos se abrió
La paré de la crujida,
Y no es cosa de esta vida
Lo que alli se apareció.
Y no crea que es historia:
Yo ví entre una nubecita,
La alma de la rubiecita
Que se subía á la gloria.
San Miguel, en la ocasion,
Vino entre nubes bajando
Con su escudo, y revoliando
Un sable tirabuzon.
Pero el Diablo, que miró
El sable aquel y el escudo,
Lo mesmito que un peludo
Bajo la tierra ganó.
Cayó el lienzo finalmente
Y ahi tiene el cuento contao ....
Prieste el pañuelo cuñao:
Me está sudando la frente.
Lo que almiro es su firmeza
Al ver esas brujerías.
—He andao cuatro ó cinco dias
Atacao de la cabeza.
—Ya es güeno dir ensillando ....
—Tome ese último traguito
Y eche el frasco á ese pocito
Para que quede boyando
Cuando los dos acabarorn
De ensillar sus parejeros,
Como güenos compañeros,
Juntos al trote agarraron.
En una fonda se apiaron
Y pidieron de cenar:
Cuando ya iban á acabar,
Don Laguna sacó un rollo
Diciendo:—«El gasto del Pollo
De aqui se lo han de cobrar.»