​Lucano, Farsalia 1. 1-265)
Traducción de
Mario Colago Sánchez​
 de Lucano

Bella per Emathios plus quam ciuilia campos
iusque datum sceleri canimus, populumque potentem
in sua uictrici conuersum uiscera dextra
cognatasque acies, et rupto foedere regni
certatum totis concussi uiribus orbis 5
in commune nefas, infestisque obuia signis
signa, pares aquilas et pila minantia pilis.
      quis furor, o ciues, quae tanta licentia ferri?

  Guerras más que civiles a través de las llanuras de Ematia
y el derecho concedido al crimen cantamos, y un pueblo poderoso que,
con su diestra victoriosa, se revolvió contra sus propias entrañas;
y la batalla entre tropas unidas por la misma sangre y, rota la alianza,
lo combatido entre todas las fuerzas armadas, privadas de que se hubiese agitado el poder real,
hacia un crimen común; y estandartes que salen al paso de estandartes hostiles,
iguales insignias de las legiones y venablos que amenazan a venablos.
¿Qué locura, oh ciudadanos, qué desenfreno tan grande es ése que soportamos?


gentibus inuisis Latium praebere cruorem
cumque superba foret Babylon spolianda tropaeis 10
Ausoniis umbraque erraret Crassus inulta
bella geri placuit nullos habitura triumphos?
heu, quantum terrae potuit pelagique parari
hoc quem ciuiles hauserunt sanguine dextrae,
unde uenit Titan et nox ubi sidera condit 15
quaque dies medius flagrantibus aestuat horis
et qua bruma rigens ac nescia uere remitti
astringit Scythico glacialem frigore pontum!

¿El de ofrecer la sangre derramada latina a pueblos odiosos?
Y, cuando había de ser despojada la soberbia Babilonia de los trofeos
ausonios y al andar errante Craso en sombra no vengada,
¿os pareció bien hacer unas guerras que no iban a tener ningún triunfo?
¡Ay, cuánto de tierra y de piélago pudo adquirirse
con esta sangre que sacaron las diestras civiles,
de donde viene Titán y en donde la noche esconde las estrellas,
y por donde el mediodía se alza en llamas en horas ardientes
y por donde el rígido invierno, incapaz de derretirse con la primavera,
amarra con el frío de Escitia un mar glacial!


sub iuga iam Seres, iam barbarus isset Araxes
et gens siqua iacet nascenti conscia Nilo. 20
tum, si tantus amor belli tibi, Roma, nefandi,
totum sub Latias leges cum miseris orbem,
in te uerte manus: nondum tibi defuit hostis.

Ya hubieran ido bajo el yugo los seres, ya el bárbaro Araxes
y el pueblo, si está situado alguno allí, conocedor del nacimiento del Nilo.
Entonces, si amor tan grande tienes, Roma, por una guerra nefanda,
aunque hayas enviado el orbe entero bajo las leyes latinas,
vuelve tus manos contra ti: aún no te ha faltado enemigo.


at nunc semirutis pendent quod moenia tectis
urbibus Italiae lapsisque ingentia muris 25
saxa iacent nulloque domus custode tenentur
rarus et antiquis habitator in urbibus errat,
horrida quod dumis multosque inarata per annos
Hesperia est desuntque manus poscentibus aruis,
non tu, Pyrrhe ferox, nec tantis cladibus auctor 30
Poenus erit: nulli penitus descendere ferro
contigit; alta sedent ciuilis uolnera dextrae.

Ahora, en cambio, el hecho es que penden las murallas de techos medio arruinados
en las ciudades de Italia; y rocas enormes yacen al pie de las murallas caídas,
y ningún guarda ocupa las casas,
y poco número de habitantes anda errante en las antiguas ciudades;
el hecho es que Hesperia está erizada de zarzas y sin arar durante muchos años,
y faltan manos que reclamen los campos de sembrado.
No serás tú, intrépido Pirro, ni será Aníbal el responsable de tan grandes desastres:
a ningún hierro le ha tocado descender profundamente;
las heridas profundas permanecen de la diestra del ciudadano.


 quod si non aliam uenturo fata Neroni
inuenere uiam magnoque aeterna parantur
regna deis caelumque suo seruire Tonanti 35
non nisi saeuorum potuit post bella gigantum,
iam nihil, o superi, querimur; scelera ipsa nefasque
hac mercede placent. diros Pharsalia campos
inpleat et Poeni saturentur sanguine manes,
ultima funesta concurrant proelia Munda, 40
his, Caesar, Perusina fames Mutinaeque labores
accedant fatis et quas premit aspera classes
Leucas et ardenti seruilia bella sub Aetna,
multum Roma tamen debet ciuilibus armis

  Pero si los hados no encontraron otra vía para la llegada de Nerón,
y en mucho los dioses aspiran al trono eterno,
y el cielo pudo servir a su Tonante
solamente después de las guerras de los enfurecidos Gigantes,
ya nada, ¡oh dioses del cielo!, nos quejamos. Los mismísimos crímenes y la impiedad
causan placer con este salario. Ya puede Farsalia llenar sus llanuras siniestras,
y los manes cartagineses saciarse con sangre;
los últimos combates pueden ya acudir en la funesta Munda.
A estos hados pueden añadirse César, el hambre de Perusa y las fatigas de Mútina,
así como las flotas que aprieta la áspera Léucade,
y las guerras serviles al pie del ardiente Etna.
Con todo, Roma debe mucho a las armas civiles


quod tibi res acta est. te, cum statione peracta 45
astra petes serus, praelati regia caeli
excipiet gaudente polo: seu sceptra tenere
seu te flammigeros Phoebi conscendere currus
telluremque nihil mutato sole timentem
igne uago lustrare iuuet, tibi numine ab omni 50
cedetur, iurisque tui natura relinquet
quis deus esse uelis, ubi regnum ponere mundi.
sed neque in Arctoo sedem tibi legeris orbe
nec polus auersi calidus qua uergitur Austri,
unde tuam uideas obliquo sidere Romam. 55

porque se ha tratado del interés de tu llegada. Cuando, acabada tu parada en la tierra,
te dirijas tardío a los astros, la residencia real del cielo que hayas preferido
te recibirá en medio de la alegría de la bóveda celeste. Ya si te complace sujetar el cetro,
ya si te complace subir a los carros inflamados de Febo
e iluminar con el fuego errante la Tierra, que no teme nada ante el cambio de sol,
toda divinidad te cederá su puesto, y la naturaleza de tu propio derecho dejará
cuál dios quieres ser, en dónde poner tu reinado sobre el universo.
Pero ni habrás escogido el asiento que tienes en el Círculo Ártico
ni por donde se inclina el cálido polo del austro que está al lado opuesto,
de donde verías a tu querida Roma con astro oblicuo.


aetheris inmensi partem si presseris unam,
sentiet axis onus. librati pondera caeli
orbe tene medio; pars aetheris illa sereni
tota uacet nullaeque obstent a Caesare nubes.
tum genus humanum positis sibi consulat armis 60
inque uicem gens omnis amet; pax missa per orbem
ferrea belligeri conpescat limina Iani.
sed mihi iam numen; nec, si te pectore uates
accipio, Cirrhaea uelim secreta mouentem
sollicitare deum Bacchumque auertere Nysa: 65
tu satis ad uires Romana in carmina dandas.

Si aprietas una sola parte del inmenso éter,
el eje del mundo sentirá la carga. Mantén el peso del cielo equilibrado
en el centro del orbe; que aquella parte del sereno éter
entera esté vacía, y que ninguna nube sea un obstáculo al César.
Entonces la especie humana, depuestas las armas, mire por sí misma
y sucesivamente todo pueblo ame; que la paz, enviada a través del orbe,
retenga los umbrales de hierro del belicoso Jano.
Pero para mí ya eres una divinidad; y, si te recibo en mi corazón como poeta inspirado,
ya no quiero agitar al dios que mueve los secretos de Cirra
ni encaminar en otra dirección a Baco desde Nisa:
tú bastante eres para darme fuerzas hacia cantos romanos.


  fert animus causas tantarum expromere rerum,
inmensumque aperitur opus, quid in arma furentem
inpulerit populum, quid pacem excusserit orbi.

  Tengo la intención de sacar las causas de tan grandes hechos,
y se abre un trabajo inmenso: ¿qué empujó hacia las armas a un pueblo enfurecido?
¿Qué sacudió la paz al orbe?


inuida fatorum series summisque negatum 70
stare diu nimioque graues sub pondere lapsus
nec se Roma ferens. sic, cum conpage soluta
saecula tot mundi suprema coegerit hora
antiquum repetens iterum chaos, [omnia mixtis
sidera sideribus concurrent,] ignea pontum 75
astra petent, tellus extendere litora nolet
excutietque fretum, fratri contraria Phoebe
ibit et obliquum bigas agitare per orbem
indignata diem poscet sibi, totaque discors
machina diuolsi turbabit foedera mundi. 80

La envidiosa serie de los hados, lo negado, para lo más elevado,
de estar de pie largo tiempo, los graves derrumbes bajo un peso excesivo,
y una Roma que no se soportaba a sí misma. De igual modo, cuando, desatada la ensambladura
del universo, la hora suprema haya reunido tantos siglos,
volviendo por segunda vez al antiguo caos,
todas las estrellas chocarán con las estrellas mezcladas, astros ígneos se dirigirán al ponto,
la Tierra no querrá extender los litorales
y sacudirá el mar, Febe irá en sentido contrario al de su hermano
e, indigna para conducir sus bigas a través del oblicuo orbe,
reclamará para sí el día; y la máquina entera, discorde,
agitará las leyes del universo en descomposición.


in se magna ruunt: laetis hunc numina rebus
crescendi posuere modum. nec gentibus ullis
commodat in populum terrae pelagique potentem
inuidiam Fortuna suam. tu causa malorum
facta tribus dominis communis, Roma, nec umquam 85
in turbam missi feralia foedera regni.

Lo grande se desmorona a sí mismo: las divinidades
han puesto este límite de crecimiento a la prosperidad. Y en ninguna región
aplica la Fortuna su antipatía contra un pueblo dueño de la tierra y el piélago.
Tú eres la causa de los males,
Roma, convertida en común a tres dueños,
y los pactos funestos de una tiranía nunca enviada a la muchedumbre.


o male concordes nimiaque cupidine caeci,
quid miscere iuuat uires orbemque tenere
in medio? dum terra fretum terramque leuabit
aer et longi uoluent Titana labores 90
noxque diem caelo totidem per signa sequetur,
nulla fides regni sociis, omnisque potestas
inpatiens consortis erit. nec gentibus ullis
credite nec longe fatorum exempla petantur:
fraterno primi maduerunt sanguine muri. 95
nec pretium tanti tellus pontusque furoris
tunc erat: exiguum dominos commisit asylum.

¡Oh vosotros, no concordes y ciegos por el excesivo deseo violento!
¿de qué os sirve mezclar vuestras fuerzas y poseer el orbe
en el centro? Mientras la tierra fortalezca el mar, y el aire la tierra,
y largas fatigas hagan rodar a Titán,
y la noche siga al día en el cielo a través del mismo número de constelaciones,
los socios de la tiranía no tendrán ninguna lealtad, y todo poder
será incapaz de soportar a su hermano. Ni confiéis en pueblo alguno,
ni busquéis lejos ejemplos de hados:
nuestras primeras murallas se empaparon con sangre fraterna.
Ni la tierra ni el mar era entonces el precio de tan grande locura:
un pequeño refugio reunió a los dueños.


temporis angusti mansit concordia discors
paxque fuit non sponte ducum; nam sola futuri
Crassus erat belli medius mora. qualiter undas 100
qui secat et geminum gracilis mare separat Isthmos
nec patitur conferre fretum, si terra recedat,
Ionium Aegaeo frangat mare, sic, ubi saeua
arma ducum dirimens miserando funere Crassus
Assyrias Latio maculauit sanguine Carrhas, 105
Parthica Romanos soluerunt damna furores.
plus illa uobis acie, quam creditis, actum est,
Arsacidae: bellum uictis ciuile dedistis.

  Corto tiempo permaneció la concordia discorde,
y la paz existió no por la voluntad de los caudillos; pues la única
demora de la guerra venidera era Craso, que estaba en medio.
De igual modo que el grácil Istmo que corta las olas y separa doble mar
y no permite reunir sus aguas, si la tierra retrocediera,
rompería el mar Jónico con el Egeo, así, cuando
Craso, que separaba las crueles armas de los caudillos, con una muerte violenta digna de lástima,
manchó de sangre latina la asiria Carras,
los daños de los partos desataron las furias romanas.
Con aquella famosa batalla conseguisteis, Arsácidas, más de lo que creéis:
disteis una guerra civil a los vencidos.


diuiditur ferro regnum, populique potentis,
quae mare, quae terras, quae totum possidet orbem, 110
non cepit fortuna duos. nam pignora iuncti
sanguinis et diro ferales omine taedas
abstulit ad manes Parcarum Iulia saeua
intercepta manu. quod si tibi fata dedissent
maiores in luce moras, tu sola furentem 115
inde uirum poteras atque hinc retinere parentem
armatasque manus excusso iungere ferro,
ut generos soceris mediae iunxere Sabinae.

El poder real se divide con el hierro; y la fortuna de un pueblo poderoso,
que posee el mar, las tierras y el orbe entero,
no tomó ni a dos personas. Pues las prendas de una sangre unida
y las antorchas funerarias con siniestro augurio
se las llevó a los manes Julia, sustraída por la mano cruel de las Parcas.
Pero si los hados te hubieran dado
mayores demoras en la luz de la vida, tú sola
habrías podido retener de allí la furia de tu marido, y de aquí la de tu padre,
y unir las manos, antes armadas, al hierro vacío,
como las sabinas, que estando en medio, unieron yernos a suegros.


morte tua discussa fides bellumque mouere
permissum ducibus. stimulos dedit aemula uirtus. 120
tu, noua ne ueteres obscurent acta triumphos
et uictis cedat piratica laurea Gallis,
Magne, times; te iam series ususque laborum
erigit inpatiensque loci fortuna secundi;
nec quemquam iam ferre potest Caesarue priorem 125
Pompeiusue parem. quis iustius induit arma
scire nefas: magno se iudice quisque tuetur;
uictrix causa deis placuit sed uicta Catoni.

Con tu muerte se hendió la lealtad, y se permitió a los caudillos promover la guerra.
Dio estímulos el emular el valor.
Tú, Magno, temes que nuevas proezas oscurezcan tus viejos triunfos
y que tu gloria militar sobre los piratas ceda ante la derrota de los galos;
ya la serie y la experiencia de tus fatigas te
erigen, y tu fortuna, incapaz de soportar un segundo puesto.
Y a nadie superior puede ya soportar César
ni Pompeyo a un igual. Quién ha empuñado más justamente las armas
es impiedad saberlo; cada uno se sustenta con un gran juez:
la causa victoriosa ha causado placer a los dioses; pero la vencida, a Catón.


nec coiere pares. alter uergentibus annis
in senium longoque togae tranquillior usu 130
dedidicit iam pace ducem, famaeque petitor
multa dare in uolgus, totus popularibus auris
inpelli plausuque sui gaudere theatri,
nec reparare nouas uires, multumque priori
credere fortunae. stat magni nominis umbra, 135
qualis frugifero quercus sublimis in agro
exuuias ueteris populi sacrataque gestans
dona ducum nec iam ualidis radicibus haerens
pondere fixa suo est, nudosque per aera ramos
effundens trunco, non frondibus, efficit umbram, 140
et quamuis primo nutet casura sub Euro,
tot circum siluae firmo se robore tollant,

  Y no se juntaron iguales. Uno, con sus años inclinados
hacia la vejez y más tranquilo por el uso largo de la toga,
ha entregado ya con la paz el ser caudillo y, como solicitante de la fama,
da muchas cosas al populacho, lo empujan entero los favores del pueblo,
y goza con el aplauso de su teatro;
y no prepara de nuevo las nuevas fuerzas armadas, y mucho confía en su fortuna anterior.
La sombra de un gran nombre está de pie,
como sublime encina en frugífero campo,
que lleva sobre sí los despojos de un pueblo antiguo y las sagradas
ofrendas de los caudillos; y que ya, al no estar adherida a fuertes raíces,
ha quedado fijada por su propio peso; y que, al soltar a través del aire sus ramas desnudas,
produce sombra con su tronco, no con sus frondas;
y aunque haga señas de que va a caer bajo el primer Euro,
mientras alrededor tantos árboles con tronco firme se elevan,


sola tamen colitur. sed non in Caesare tantum
nomen erat nec fama ducis, sed nescia uirtus
stare loco, solusque pudor non uincere bello. 145
acer et indomitus, quo spes quoque ira uocasset,
ferre manum et numquam temerando parcere ferro,
successus urguere suos, instare fauori
numinis, inpellens quidquid sibi summa petenti
obstaret gaudensque uiam fecisse ruina, 150
qualiter expressum uentis per nubila fulmen
aetheris inpulsi sonitu mundique fragore
emicuit rupitque diem populosque pauentes
terruit obliqua praestringens lumina flamma:

a ella sola, sin embargo, se venera. En cambio, en César no sólo
había nombre y fama de caudillo, sino un valor incapaz de
mantenerse firme en un lugar; y su única vergüenza era no vencer con guerra.
Fogoso e indómito, donde le hubiera llamado la esperanza, también la ira,
atacaba y nunca ahorraba en profanar su hierro;
impelía sus éxitos, se dedicaba afanosamente al favor
de la divinidad, empujando todo lo que fuera un obstáculo a su búsqueda de lo sumo,
y gozoso de haber abierto camino con la destrucción.
De igual modo, el rayo que los vientos han hecho salir a través de las nubes,
con sonido del éter sacudido y con fragor del universo,
ha brillado, ha roto el cielo, y ha infundido pavor en las gentes,
deslumbrándoles los ojos con su oblicua llama:


in sua templa furit, nullaque exire uetante 155
materia magnamque cadens magnamque reuertens
dat stragem late sparsosque recolligit ignes.
hae ducibus causae; suberant sed publica belli
semina, quae populos semper mersere potentis.

está fuera de sí contra los lugares sagrados suyos y, con ninguna materia que le impida salir,
tanto al caer como volviendo sobre sus pasos,
da gran estrago anchamente y reúne sus esparcidos fuegos.

  Éstas eran las causas para los caudillos; pero semillas de guerra del pueblo estaban en el fondo,
las que siempre han hundido pueblos poderosos.


namque, ut opes nimias mundo fortuna subacto 160
intulit et rebus mores cessere secundis
praedaque et hostiles luxum suasere rapinae,
non auro tectisue modus, mensasque priores
aspernata fames; cultus gestare decoros
uix nuribus rapuere mares; fecunda uirorum 165
paupertas fugitur totoque accersitur orbe
quo gens quaeque perit; tum longos iungere fines
agrorum, et quondam duro sulcata Camilli
uomere et antiquos Curiorum passa ligones
longa sub ignotis extendere rura colonis. 170

En efecto, cuando, sometido el mundo, la fortuna trajo riquezas excesivas,
y las costumbres cedieron ante la prosperidad,
y el botín y las rapiñas sobre el enemigo aconsejaron la exuberancia,
ya no hubo límite al oro ni a los edificios; y el hambre despreció los platos precedentes;
vestidos apenas decorosos para llevar sobre su cuerpo
las mujeres jóvenes, los arrastraron consigo los varones;
se huye de la pobreza, fecunda de héroes, y se hace venir del orbe entero
lo que hace destruir a cada pueblo; entonces unen territorios largos
de campos, y propiedades rurales en otro tiempo aradas por la dura reja de Camilo
y sufridas a los antiguos azadones de los Curios,
las extienden largas al alcance de campesinos desconocidos.


non erat is populus quem pax tranquilla iuuaret,
quem sua libertas inmotis pasceret armis.
inde irae faciles et, quod suasisset egestas,
uile nefas, magnumque decus ferroque petendum
plus patria potuisse sua, mensuraque iuris 175
uis erat: hinc leges et plebis scita coactae
et cum consulibus turbantes iura tribuni;
hinc rapti fasces pretio sectorque fauoris
ipse sui populus letalisque ambitus urbi
annua uenali referens certamina Campo; 180
hinc usura uorax auidumque in tempora fenus
et concussa fides et multis utile bellum.

No era éste un pueblo al que complaciera una paz tranquila,
al que, sin movimiento de armas, su propia libertad apacentara.
De ahí, las fáciles iras y, cosa que hubiera aconsejado la pobreza,
el barato crimen; y gran decoro y, digno de intentar llegar con el hierro,
el haber tenido más poder que la propia patria; y la medida del derecho
era la violencia: de aquí, las leyes y los decretos de la plebe a la que se ha forzado,
y los tribunos, junto con los cónsules, agitando los derechos.
De aquí, las insignias consulares que el precio arrastra consigo; y cortador de su propio favor,
el mismísimo pueblo; y el soborno, letal para la Ciudad,
que hace volver cada año los enfrentamientos en el Campo venal.
De aquí, el goce devorador y, a su tiempo, el ávido interés;
y la lealtad sacudida; y la guerra, provechosa para muchos.


iam gelidas Caesar cursu superauerat Alpes
ingentisque animo motus bellumque futurum
ceperat. ut uentum est parui Rubiconis ad undas, 185
ingens uisa duci patriae trepidantis imago
clara per obscuram uoltu maestissima noctem
turrigero canos effundens uertice crines
caesarie lacera nudisque adstare lacertis
et gemitu permixta loqui: 'quo tenditis ultra? 190
quo fertis mea signa, uiri? si iure uenitis,
si ciues, huc usque licet.' tum perculit horror
membra ducis, riguere comae gressumque coercens
languor in extrema tenuit uestigia ripa.

  Ya César en su recorrido había rebasado los gélidos Alpes,
y había tomado en su espíritu enormes inquietudes y una guerra venidera.
Cuando se llegó a las aguas del pequeño Rubicón,
se le apareció al caudillo una enorme imagen de la patria estremecida:
brillante en la oscuridad de la noche, afligidísima en el rostro,
vertiendo sus canos cabellos desde una cabeza coronada de torres;
que estaba de pie con cabellera lacerada y con brazos desnudos;
y que, mezclada de sollozo, decía: "¿A dónde extendéis más allá?
¿A dónde lleváis, soldados, mis estandartes? Si vais con razón,
si vais como ciudadanos, hacia aquí siempre os está permitido." Entonces un temblor sobrecogió
los miembros del caudillo, se erizaron sus cabellos y, encerrando su paso,
una languidez sujetó sus huellas en la parte más exterior de la ribera.


mox ait 'o magnae qui moenia prospicis urbis 195
Tarpeia de rupe Tonans Phrygiique penates
gentis Iuleae et rapti secreta Quirini
et residens celsa Latiaris Iuppiter Alba
Vestalesque foci summique o numinis instar
Roma, faue coeptis. non te furialibus armis 200
persequor: en, adsum uictor terraque marique
Caesar, ubique tuus (liceat modo, nunc quoque) miles.
ille erit ille nocens, qui me tibi fecerit hostem.'

Luego, dijo: "¡Oh tú, Tonante, que contemplas las murallas de la gran Ciudad
desde la roca Tarpeya, y vosotros, penates frigios
de la familia Julia, y Quirinos, arrastrados a los lugares retirados,
y Júpiter Lacial, residente en la elevada Alba,
y fuegos de Vesta, y tú, oh Roma, tan grande como la divinidad suprema,
favoreced mis empresas! No os persigo con las armas de las Furias:
heme aquí, aquí estoy yo, César, vencedor tanto en tierra como en mar,
vuestro soldado en todas partes (a condición de que me esté permitido, ahora también).
Aquél, aquél será el culpable, el que me haya hecho enemigo vuestro."


inde moras soluit belli tumidumque per amnem
signa tulit propere: sicut squalentibus aruis 205
aestiferae Libyes uiso leo comminus hoste
subsedit dubius, totam dum colligit iram;
mox, ubi se saeuae stimulauit uerbere caudae
erexitque iubam et uasto graue murmur hiatu
infremuit, tum torta leuis si lancea Mauri 210
haereat aut latum subeant uenabula pectus,
per ferrum tanti securus uolneris exit.

Desde entonces, disipó las demoras de la guerra y a través del desbordado río
llevó con presteza los estandartes: como si en las ásperas llanuras
de la calurosa Libia un león, al ver de cerca a un enemigo,
se ha agachado indeciso, mientras concentra toda su ira;
luego, cuando se ha excitado con el látigo de su cola cruel
y ha puesto derecha su melena, y un grave rugido ha resonado de su vasta boca,
entonces, si una lanza que ha blandido el ágil moro
se le clava o venablos penetran en su ancho pecho,
sale a campaña a través del hierro, sin preocuparse de tan grande herida.


fonte cadit modico paruisque inpellitur undis
puniceus Rubicon, cum feruida canduit aestas,
perque imas serpit ualles et Gallica certus 215
limes ab Ausoniis disterminat arua colonis.
tum uires praebebat hiemps atque auxerat undas
tertia iam grauido pluuialis Cynthia cornu
et madidis Euri resolutae flatibus Alpes.
primus in obliquum sonipes opponitur amnem 220
excepturus aquas; molli tum cetera rumpit
turba uado faciles iam fracti fluminis undas.

  De un módico manantial cae y por pequeñas aguas es empujado
el rojizo Rubicón, cuando el férvido estío se ha puesto candente;
y por valles profundos serpentea y, preciso
el sendero, limita los campos de sembrado de la Galia de los campesinos ausonios.
Entonces el invierno presentaba sus fuerzas, y habían acrecentado sus aguas
la luna, ya por tercer día pluvial con grávido cuerno,
y los Alpes, al derretirse por efecto de los húmedos soplos del Euro.

  El caballo se expone primero al río oblicuo,
listo para recibir las aguas; luego el resto de la tropa, por un vado suave, hiende
las aguas tratables del río ya disminuido.


Caesar, ut aduersam superato gurgite ripam
attigit, Hesperiae uetitis et constitit aruis,
'hic' ait 'hic pacem temerataque iura relinquo; 225
te, Fortuna, sequor. procul hinc iam foedera sunto;
credidimus satis <his>, utendum est iudice bello.'
sic fatus noctis tenebris rapit agmina ductor
inpiger, et torto Balearis uerbere fundae
ocior et missa Parthi post terga sagitta, 230
uicinumque minax inuadit Ariminum, et ignes
solis Lucifero fugiebant astra relicto.

  César, cuando, rebasado el río, llegó a tocar la ribera opuesta
y tomó posiciones en los campos de sembrado de Italia que le estaban prohibidos,
dijo: "Aquí, aquí dejo la paz y las leyes profanadas;
a ti, Fortuna, sigo. Lejos de aquí estén ya las alianzas;
bastante hemos confiado en éstas; hay que hacer uso de la guerra como juez."
Tras decir así, el activo general arrastra consigo sus escuadrones en las tinieblas de la noche;
y es más rápido que el látigo girado de la honda balear
y que la flecha del parto enviada de espaldas;
e invade amenazador la vecina Rímini,
cuando los astros huían de los fuegos del sol, abandonando a Lucifer.


iamque dies primos belli uisura tumultus
exoritur; sed sponte deum, seu turbidus Auster
inpulerat, maestam tenuerunt nubila lucem. 235
constitit ut capto iussus deponere miles
signa foro, stridor lituum clangorque tubarum
non pia concinuit cum rauco classica cornu.
rupta quies populi, stratisque excita iuuentus
deripuit sacris adfixa penatibus arma 240
quae pax longa dabat: nuda iam crate fluentis
inuadunt clipeos curuataque cuspide pila
et scabros nigrae morsu robiginis enses.

Y ya se levantaba el día que iba a ver los primeros tumultos de la guerra;
pero bien por voluntad de los dioses, bien que el agitado Austro
las había empujado, las nubes mantuvieron lúgubre el día.
Cuando el soldado tomó posiciones, con órdenes de dejar los estandartes en el foro, tras su conquista,
el estridor de los clarines y el son de las trompetas,
junto con el del ronco cuerno, produjeron al unísono toques impíos de guerra.
Se rompió el reposo del pueblo; y la juventud, hecha salir de sus lechos,
arrancó las armas que estaban fijadas a los sagrados Penates,
las que una paz larga daba: ya se echan sobre unos escudos lacios, con enrejado desnudo;
sobre unas lanzas encorvadas por la punta,
y sobre unas espadas rugosas por la corrosión de la oscura herrumbre.


ut notae fulsere aquilae Romanaque signa
et celsus medio conspectus in agmine Caesar, 245
deriguere metu, gelidos pauor occupat artus,
et tacito mutos uoluunt in pectore questus.
'o male uicinis haec moenia condita Gallis,
o tristi damnata loco! pax alta per omnes
et tranquilla quies populos: nos praeda furentum 250
primaque castra sumus. melius, Fortuna, dedisses
orbe sub Eoo sedem gelidaque sub Arcto
errantisque domos, Latii quam claustra tueri.

  Cuando fulguraron las conocidas águilas y estandartes romanos,
y César fue visto excelso en el centro de la formación,
se helaron por el miedo, el pavor ocupa sus gélidos miembros,
y hacen rodar estas mudas quejas en el silencio de su corazón:
"¡Oh murallas nuestras, en mala hora fundadas en la vecindad de los galos,
condenadas, ay, por su funesta ubicación! Paz profunda
y tranquilo reposo por todos los pueblos: nosotros, presa de los enfurecidos
y su primer campamento somos. Mejor sería, Fortuna, que nos hubieras dado
asiento bajo el orbe oriental o bajo el gélido Ártico,
y casas errantes, antes que proteger las cerraduras del Lacio.


nos primi Senonum motus Cimbrumque ruentem
uidimus et Martem Libyes cursumque furoris 255
Teutonici: quotiens Romam fortuna lacessit,
hac iter est bellis.' gemitu sic quisque latenti,
non ausus timuisse palam: uox nulla dolori
credita, sed quantum, uolucres cum bruma coercet,
rura silent, mediusque tacet sine murmure pontus, 260
tanta quies. noctis gelidas lux soluerat umbras:
ecce, faces belli dubiaeque in proelia menti
urguentes addunt stimulos cunctasque pudoris
rumpunt fata moras: iustos Fortuna laborat
esse ducis motus et causas inuenit armis. 265

Nosotros fuimos los primeros que los movimientos de los senones y al cimbro lanzándose
vimos, y al Marte de Libia y el recorrido de la furia
teutónica: siempre que la Fortuna acosa a Roma,
por aquí hay camino a las guerras." Así cada uno, con quejido latente,
sin atreverse a mostrar temor públicamente: ninguna voz se confió al dolor,
sino que, tanto como los campos permanecen en silencio cuando el invierno encierra a los pájaros,
y el mar, el que está en el centro, calla sin un murmullo,
así de grande es su calma.

  La luz del día había disipado las gélidas sombras de la noche:
he aquí que los hados añaden las antorchas de la guerra y los estímulos a una mente indecisa,
empujando hacia los combates, y rompen todas las demoras de la vergüenza:
la Fortuna trabaja en que justos
sean los movimientos del caudillo, y encuentra causas para las armas.



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