Fakma y Acmét
I Las bodas de los hijos del desierto Libres son como bodas de las aves Que, unidas por amor, dan el concierto De sus gorjeos dulces y suaves. Libres sobre los nardos olorosos Se casan los insectos zumbadores, El cóndor en los Andes cavernosos Y de Febo a la luz plantas y flores. Los himnos del festín han resonado: Fakma se desposó y Acmét la adora: Mirad su fresca sien que han coronado Ricas perlas del golfo de Basora. Fakma es bella cual nube que camina Pintada por auroras boreales Y en el mar adormido se reclina Para mirarse bien en sus cristales: De una tribu enemiga muy guerrera Dio su fe al adalid que la servía Y al huir de sus lares, la siguiera Maldición paternal que así decía: «¡Que la sombra de tu cuerpo »Nunca cubra mis umbrales! »¡Que la luz que te ilumina »Veas de color de sangre! »¡Que si mía te dijeres, »Mil espectros se levanten »De las tumbas, que te digan: »Adúltera fue tu madre.» «¡Que si al tálamo te llegas, »Junto al tálamo desmayes »Y esperando el primer beso »Te sorprendan mis puñales! »¡Que las penas te atosiguen! »¡Que mi maldición arrastres, »Sierpe venenosa y dura »Que has crecido en mis rosales!» II ¡Los himnos del festín han resonado...! Oíd esas cadencias seductoras Que recrean con eco prolongado Y apagan la voz triste de las horas. ¡Armonía feliz...! ¡Tu origen fuera Cuando el primer mortal entre jardines Dio un beso a su dichosa compañera Cantando los aliados serafines! Fakma se engalanó con blancas flores Que llevan en su sien las desposadas Y quemó junto al tálamo de amores Los aromas en urnas cinceladas. Mas ¿quién turba tan plácidos conciertos...? ¿Es la voz del león que hambriento aterra...? ¿Es la voz del chacal entre los muertos? Es la voz de una tribu, es voz de guerra. Acmét deja la mano de la hermosa Que besaba en delirios de esperanza: Se estremece su frente desdeñosa Y olvidado el placer, toma la lanza. «¡Desposada! si tus flores »Mis ausencias marchitaren »Yo te ceñiré al volver »Los laureles del combate.» -«¡Acmét...! Adiós...: estas puertas »Que se cierran con mis ayes »Se abrirán a los placeres »Cuando vencedor tornares. »Si pereces, quiera el cielo »Que tu espíritu me llame »Y en las tumbas celebremos »Unas bodas eternales: »Allí te pondré mis flores »Abrazando tu cadáver, »Que si tú me las ceñiste »No es mucho que te las guarde.» III Acmét a sus valientes acaudilla Y enrojece la gasa en los turbantes La sangre que derrama su cuchilla... ¡Ruda es la lid en ánimos constantes! Mas del padre de Fakma los guerreros Son más que tus arenas, mar bravío, Solo resiste Acmét a sus aceros, Mordieron los demás el polvo frío. Sobre su corcel árabe encorvado Da la muerte y la busca, mas no la halla, Que el indómito bruto desbocado Lo sacó del lugar de la batalla. Vuela al punto a su hermosa. ¿El hado crudo Templará su dolor con dicha cierta...? Llegó por fin y del puñal agudo Con el pomo tenaz llamó a la puerta. -«¡Desposada de mi vida! »Flor de mis vergeles, abre, »Que si tardas en abrir »Te apresuras en matarme.» -«¿Cómo te he de abrir mis puertas »Si no te conozco...? ¿Sabes »Cuál ha sido en el desierto »La suerte de los combates?» -«Fatal, adorada mía, »Salió vencedor tu padre: »Solo yo tu esposo vivo, »De los míos ya no hay nadie.» -«Mientes, áspid venenoso, »Mientes, traidor y cobarde; »Mi esposo murió en la lid, »Que mi esposo morir sabe: «Del choque jamás huyó, »Que algo más su acero vale: »Dó los suyos perecieron »Mi querido esposo yace. »Voy a celebrar con él »Nuestras bodas sepulcrales... »Pero tú, extranjero vil, »Huye mi umbral, no me llames.» IV La puerta cedió por fin A los golpes del amante Que vio a Fakma por el suelo Revolcándose en su sangre.