Fabio y Licori, ramera
De la astuta Licori á los umbrales
Te vió saliendo el sol, ¡oh Fabio amigo!
Creció en su luz el dia, y fué testigo
De tu lamento y quejas desiguales.
Oyó tambien el Héspero tus males,
La blanca luna se dolió contigo;
Mas el ingrato dueño, tu enemigo,
Ni aun de corta piedad mostro señales.
¿Cuál otro galardon en tal porfia,
Inútil yedra de su puerta, esperas?
¿Hasta cuándo tu propio engaño adoras?
Huye la fiera Circe y cruel arpía,
Que alegra en ver que por su causa mueras,
Riendo está lo mismo que tú lloras.