Exposición del Libro de Job/Capítulo 8 exposición

1. Y respondió Bildad, el sohí, y dijo: Este es el segundo de los amigos que vinieron a Job, el cual toma la mano agora y, vista la respuesta pasada, y menos contento della que de lo que oyera primero, sale él también a decir su razón, que es la misma que Elifaz tiene dicha. Y ansí le dice que no se justifique, porque, justificándose a sí, condena a Dios, dando a entender que le castiga sin culpa; y Dios no es injusto, y ansí es necesario que él se conozca por culpado, pues es notorio que Dios le aflige y azota. Y para probar que Dios es justo y igual, afirma que el malo se seca y el bueno florece siempre; y se muestra ambas cosas por dos comparaciones que trae, una del junco sin agua, y otra del árbol verde y bien gobernado.

Y comienza de esta manera:

2. ¿Hasta cuándo hablarás esto, y espíritu grande palabras de tu boca? En que le dice ser falso y soberbio todo cuanto razona; y que no le dicta la razón derecha las palabras que dice, sino la poca humildad de su espíritu y su corazón enconado contra Dios y hinchado.

Porque dice:

3. ¿Por ventura Dios tuerce el juicio?, ¿o si el Abastado tuerce justicia? En que pregunta aquello de que no duda, antes con la pregunta lo afirma; porque en todas las lenguas hay una manera de preguntar que hace afirmación y certeza. Pues dice ser negocio averiguado que Dios no es injusto, y no dice más sino deja por manifiesto lo que de esto se sigue. Porque si Dios no es injusto y castiga a Job, como por la obra se ve, Job es culpado; y ansí de esta verdad manifiesta, que Dios guarda justicia, y de lo que Job padecía, concluye Bildad su argumento. El cual argumento consiste en dos cosas: en una verdad que no se niega, esto es, ser justo Dios, y en un hecho que por los ojos se vía que era la miseria de Job: de las cuales dos cosas propone sola la primera, porque la segunda ella misma se avenía al sentido. Mas, aunque se avenía, estaba en ella de este argumento el engaño, porque el azote manifiesto no era castigo de culpa.

Dice, pues: ¿Por ventura Dios tuerce juicio?, ¿o el Abastado tuerce justicia? Por una de dos cosas tuercen de lo justo los hombres, amor o temor: el temor es flaqueza, y el amor dice falta; porque amar es desear lo que no se posee, y temer rehuir de lo que padecer se puede. Según lo cual Bildad prueba esta sentencia con las mismas palabras della; y esto en dos diferentes maneras: una, por formarla en pregunta que, como dijimos, el preguntar si es ansí es certificar que es ansí; otra, por decir Dios y Abastado, que en su original es tanto como el fuerte y el que es la abundancia, con lo cual no se compadece ni temor que le fuerce a lo injusto ni apetito de cosa que de ello jamás le desquicie.

Añade:

4. Si tus hijos pecaron a Él, y enviólos a la mano de su pecado; y es otra razón con que justifica Bildad lo que Dios hace con Job. Porque, dice, cuando fuera ansí que tú por tu persona pecado no hubieras, no me negarás que pecaron tus hijos, a quien Dios acabó con muerte tan desastrada. Pues como Dios suele castigar al padre en los hijos, ansí también castiga muchas veces por los hijos al padre, porque de los padres viene de ordinario a los hijos los vicios.

Dice, pues: Si pecaron tus hijos a Él. Este si no es condición de duda, sino afirmación de cosa cierta; como si más claro dijese: Pues es cierto que pecaron tus hijos. Y lo que añade, y enviólos a la mano de su pecado, puédese referir a Job, mudando la persona de segunda en tercera, como muchas veces se hace en la Sagrada Escritura, y ansí dirá: pues pecaron tus hijos, enviándolos tú a la mano de su pecado, esto es, imitándote a ti, o ciertamente disimulándolo tú. O sin duda diciendo: Si tus hijos pecaron, como por su desastrado fin se ve que pecaron, tu mal ejemplo, tu mala institución y descuido los envió a la mano de su pecado, esto es, los entregó a los pecados y vicios. O, de otra manera, puédese referir a Dios, y será aquéste el sentido: Pues pecaron tus hijos, y enviólos Dios, esto es, ¿qué maravilla es que los enviase Dios a la mano de su pecado, entregándolos al castigo que merecían sus culpas, o dejándolos andar por el camino del mal y llegar al paradero adonde él los guiaba? Porque el paradero del pecado, si se prosigue, es la muerte, según lo que dice Santiago: El pecado cuando llega a colmo engendra muerte.

Más dice:

5. Si tú madrugares a Dios, y suplicares al Abastado;

6. Si limpio y derecho tú, cierto agora despertará sobre ti y apaciguará la morada de tu justicia. Que se puede entender de una de dos maneras, o juntamente de ambas; o que sea aviso de lo que debe hacer agora para que Dios se le ablande; o que sea demostración de lo que no hizo Job y debiera hacer para no venir al estado y miseria presente; o que, pues las palabras lo sufren, diga lo uno y lo otro, lo que si hiciera no hubiera caído, y lo que si hace se podrá levantar. Si tú madrugares o Si tú madrugaras a Dios, si hubieras andado en su servicio con vigilancia; que el madrugar en esta escritura es diligencia, porque el diligente madruga. Y suplicares o suplicaras al Abastado; el original dice, y te apiadaras al Abastado, y llama apiadar el pedir piedad, refiriendo uno sus dolores y cuitas.

Si limpio y derecho tú, o fueres de aquí adelante, o hubieras sido hasta agora; despertará sobre ti, esto es, velara para tu salud, o sin duda hubiera estado a tu defensa, despierto y alerta. Y responde este despertar al madrugar que dijera, como diciendo: Si tú hubieras madrugado en su servicio, Él hubiera andado despierto y velara en tu ayuda.

Y apaciguará la morada de tu justicia, o de aquí adelante, si lo entendemos de lo venidero, o hubiérala apaciguado antes de agora, esto es, hubiera conservado en paz tu morada y conservado tu casa sin revés ni desastre, como casa adonde la justicia vivía. Porque el fructo de la justicia es la paz, y es compañero que jamás se divide de ella, como escribe un profeta. Y conforma con esto lo que luego añade, diciendo:

7. Y será tu principio poco y tu postrimería crecerá mucho. Que dirá, según el primero sentido, que la felicidad suya pasada será como cifra en comparación de lo que Dios le dará, si a Él se convierte; o, conforme al segundo, dice que el principio feliz de su vida, si hubiera perseverado en ser bueno, llegara a un colmo de felicidad nunca oída; porque siempre favorece Dios a los buenos, y como crecen ellos en la virtud, Él crece en mercedes; mas si descrecen, si vuelven atrás, si truecan o desamparan el verdadero camino, contiene Él su favor y apodérase de ellos el mal y el desastre, y ansí caen y perecen.

Y pruébalo con la autoridad y testimonio de sus antepasados, y dice:

8. Pregunta agora a la generación primera, y dispónte a pesquisar de tus padres. Remítele a lo que los antepasados han dejado dicho y escrito, y encarece su autoridad mostrando el crédito que se debe a sus dichos.

9. Porque, dice, de ayer nosotros, y no sabemos, porque sombra nuestros días sobre la tierra. Que es decir, que si no quiere persuadirse de lo que ellos le dicen, se persuada a lo menos por lo que los pasados dijeron; que es verdad que ellos no saben tanto, ansí por haber nacido ayer, esto es, por ser modernos y mozos, como también porque cuando fueron viejos, es corta su vida y breve a manera de sombra; y en vida corta no se puede adquirir mucha ciencia, lo que en los pasados no es, cuya vida fue larga.

Y por tanto:

10. De cierto ellos te avezarán y hablarán a ti, y de su corazón sacarán palabras, entiéndese en las obras que dejaron escritas. Y dice bien que sacarán, no de la boca, sino del corazón las palabras; porque las escrituras que por los siglos duran nunca las dicta la boca; del alma salen, adonde por muchos años las compone y examina la verdad y el cuidado.

Y debía ser alguna escritura de este metal antigua y conocida aquesto que añade, que es:

11. ¿Si crecerá junco en no cieno, si crecerá junquera sin agua?, con lo demás que se sigue. En que el malo es comparado al junco, que en medio de su verdor sin ser tocado se seca; y el justo, al árbol bien plantado y de raíces firmes, que, aun cortado y arrancado, se renueva y renace. Que a su parecer es lo que agora pretende, que los desastres y sucesos malos nunca vienen al bueno. Pues dice: ¿Si crecerá el junco sin cieno?, ¿o la junquera sin aguas? Si crecerá, esto es, cierto es que no crecerá, porque es pregunta que afirma. Y quiere decir que, aunque el junco y las junqueras no nacen ni se crían sino en lagunas húmedas y cenagosas, por lo cual parece debían de durar siempre en verdor y frescura; mas con todo eso les acontece lo que luego añade y se sigue:

12. Aun él en su árbol, y no cortado, y antes de toda yerba se seca; esto es, que estando verde y en su vigor y puesto en el pantano do se mantiene, sin que la mano ni el hierro lleguen a él, se seca de suyo y viene a menos, aun cuando florecen las otras yerbas más flacas. Y dice árbol al junco, porque la lengua original llama ansí a todo lo que se levanta en alto y en su tronco, derecho.

Pues dice:

13. Ansí caminos de todos los que olvidan a Dios, y esperanza de falsario perecerá. Que es decir, que la condición y suceso de los que se gobiernan sin Dios es de la misma manera; que, aunque tengan en abundancia su cebo, aunque el favor les rodee, y los defiendan las riquezas, y sea suyo al parecer el mundo todo, cuando reinan, cuando triunfan, cuando están más en su flor, desfallecen y se secan y vienen al suelo en ocasiones tan ligeras y no pensadas, que parece se cayeron de suyo. Y viene bien que desampare, sin saber cómo, su fuerza a los que sabiendo quién Dios es, le desamparan y olvidan. Y es justo y es necesario que caigan los que no le tienen por fundamento y apoyo, y que perezca en su verdor la esperanza de que vive el falsario. Y llama falsario al que encubre su mal con apariencias de bien; porque falsea el oro del bien que muestra, con el cobre que encubre, y dora con sanctidad y con color de virtud la flor más apurada del vicio, y hace a la religión y al respeto de Dios tercero y encubridor de sus ponzoñosas pasiones, vicio de grandísima ofensa; y ansí no permite Dios que se prospere.

Porque como dice:

14. Despreciará su desatino, y casa de araña su fiucia. Despreciará, esto es, mirará Dios con desprecio y abominación un desatino semejante. Y decir que Dios lo mirará con desprecio, es decir un desastre muy grande, porque ninguna cosa tiene más ser que de cuanto Dios la acepta y mira con buenos ojos. Y llama bien necedad y desatino a la maldad del falsario y hipócrita; porque el que con apariencias de bien colora su interés y su vicio, él mismo con su hecho se condena a sí mismo, sentenciando ser malo lo que pretende (pues no lo muestra de su color ni como ello es, sino disfrazado de diferente manera) y ser excelente la virtud que desecha, pues se vale de su apariencia della para venderse por bueno.

Y dice que su fuerza de este tal es casa de araña, y quiere decir, que en lo que estriba (que llama fiucia, por manera de hablar conocida, al fundamento de lo que se espera) es flaco y quebradizo y engañoso, y que no recibe reparo, como es la casa de la araña, que ni la que la teje puede con todo su artificio hacer que dure, ni los otros para cuya presa se hace hallan allí cosa que los sustente, sino que los enlace y enrede.

Y ansí dice:

15. Estribará sobre su casa, y no estará; trabará en ella, y no levantará. Que se puede entender, o de lo que acontece a la araña en el edificio de su tela, o de lo que les aviene a los que en ella son presos. De éstos dice que, en metiendo en ella el pie, caen luego, y, en estribando para tenerse, les falta el suelo engañoso, y si asen de ella para levantarse, quedan atados y sin remedio caídos. Y de la araña dice que se desentrañará para añadirle fortaleza, y que para ponerle estribos hilará sus entrañas, y de hecho esto, no estará, esto es, la tela no tendrá firmeza que dure; y ni más ni menos que trabará en ella, esto es, que la fortificará multiplicando los hilos de su tejido, y trabándolos y enredándolos más, pero no levantará, esto es, no se hará firme con eso ni permanecerá duradera.

Y por el mismo modo lo que edifica para su defensa o para su descanso la vanidad y maldad, por más que lo repare y fortifique con consejo y con hecho, es ello eficaz para enredar y tener miserablemente presos los ánimos; mas para darles morada de reposo y asiento de descanso, es caedizo y flaquísimo.

Añade:

16. Verde y jugoso él delante del sol, y sobre su huerto su pimpollo saliere. En que pasa Bildad a la segunda parte, donde, como dije, para testimonio de que Dios es igual, afirma que el bueno es siempre próspero, y lo prueba por semejanza del árbol verde y bien gobernado; ansí como la infelicidad del hipócrita la probó por semejanza del junco. Pues dice: Verde y jugoso él delante del sol. Es ordinario en las lenguas, como ésta es, cortas y breves, callar mucho de lo que conviene que se diga, y por lo poco que se dice, como por señas, dar a entender lo que se calla, librando la sentencia entera en el entendimiento de los que oyen y como remitiéndose a ellos. Ansí callan los verbos muchas veces; ansí se refieren, sin haber dicho a lo que se refieren; ansí ponen palabras que significan la cualidad de una cosa antes de nombrar lo que califican; y quieren que por la cualidad expresada entendamos el sujeto a quien la cualidad le conviene, como es este lugar agora. Porque diciendo verde y jugoso, quiere que vengamos en conocimiento de aquello a quien cuadran estas dos condiciones: que es sin duda algún árbol a quien el verdor conviene y el jugo. Y ansí como si entera y llanamente dijera: mas el árbol verde y que tiene jugo y que le ve el sol, esto es, y que no está puesto a la sombra, de este tal sobre su huerto su pimpollo saldrá, conviene a saber, sus ramas de éste se levantarán altas y largas, y como dicen los agricultores, éste arrojará sus renuevos con fuerza.

Y ni más ni menos:

17. Sobre montón sus raíces serán enredados, casa de piedras morará; esto es, lanzará las raíces tan hondas cuanto levantare en alto las ramas, y con el vigor que tiene, traspasará las piedras con ellas, y las enredará por las peñas, y penetrará hasta el centro, y, por el mismo caso, firme y bien arraigado, ni le faltará jugo ni le arrancarán las tempestades y vientos. Y porque lo que no hace la naturaleza hace algunas veces la voluntad libre del hombre, y corta la mano con hierro o arranca con artificio lo que de suyo estaba bien firme, pone también este caso, y dice ansí:

18. Si lo tragaren de su lugar, y dijeren en él no te vide. Si lo arrancaren, dice, por fuerza, o lo cortaren con hierro y hicieren que no parezca ni quede rastro dél allí donde estaba primero; ansí como se desparece lo que es tragado o sorbido, de arte que digan en él no te vide, esto es, de arte que su lugar mismo quede tan sin rastro dél que, si hablase, diría nunca le haber visto en sí mismo, diría estas palabras negando, yo tal árbol no vi (porque es costumbre de la Sagrada Escritura para mayor encarecimiento, hablar por exceso y dar a lo que no tiene sentido lengua y palabras), pues dice, si este caso aviniere, ¿qué será?, ¿qué?

19. ¿Ves? Ese es el gozo de su carrera, y de polvo otro pimpollecerá. Entonces, dice, será su gozo mayor, porque entonces mostrará más su fuerza y lo hondo y firme de sus raíces; que del tronco cortado, o de algún pequeño rastro de raíces dejadas y que quedan siempre en lo hondo, tornará a renacer más hermoso y más fresco, de manera que no le podrán deshacer ni la injuria del tiempo ni la violencia del hombre.

Y habiendo dicho esto Bildad, pasóse a otra cosa sin aplicar la comparación, y dejando la sentencia suspensa, o porque la aplicación estaba clara, o, como dije, porque todo esto del junco y del árbol es parte de alguna canción antigua y conocida, con cuyo testimonio Bildad quiso confirmar su propósito; y es costumbre lo que cita o refiere, solamente apuntarlo. De arte que, habiendo dicho el ingenio y condiciones del árbol firme, da por dicho ser lo mismo en el justo, que, cortado, crece, y, arrancado, se renueva y mejora.

Y dejándolo ansí, pásase a la conclusión de su intento, diciendo:

20. ¿Ves? Dios no desecha perfecto, ni trabará mano de malos. Que es el fin de lo que decir pretende, es a saber, que Dios en esta vida siempre prospera a los buenos, y a los malos los aflige y desecha.

Mas primero que digamos de esto, hagamos nosotros lo que Bildad no hizo, y apliquemos la comparación del árbol al justo. Y antes que la apliquemos, digamos que es comparación recibida y usada en la Sagrada Escritura decir que el justo es bien plantado árbol, como se ve en el psalmo primero y en Esaías en diversos capítulos los justos de que florece la Iglesia, son significados con nombres de árboles de géneros diferentes. Porque, a la verdad, el nacer los árboles, y el crecer y dar fruto, parece negocio que viene todo del cielo, y cosa no hecha por los árboles, sino que la hacen en ellos con pequeña ayuda de ellos, y por orden y eficacia de otros; que es muy conforme y semejante a lo que en el negocio de la virtud acontece. Y no sólo en el nacer y florecer y dar fruto tienen semejanza con los justos los árboles; mas también en el resistir a lo adverso, y en el mejorarse con la dureza del hierro, y con él, siendo heridos y cortados, tornar a renacer de nuevo mejores, como dice Bildad aquí; de quien parece haber hurtado Horacio aquesta comparación en el mismo propósito; porque compara lo generoso de la virtud que, enflaquecida de cien maneras, nunca se rinde, a una carrasca dura entre peñas nacida, que cuanto más la desmochan y cortan, tanto con más fuerza se repara y renueva Y dice de esta manera:

Bien como la ñudosa carrasca en alto monte desmochada con hacha poderosa, que de ese mismo hierro que es cortada, cobra vigor y fuerzas renovada.

Porque es ansí que, como el hierro limpia al árbol de las ramas viejas e inútiles que le gastaban el jugo sin fructo, y deja libre la raíz para que le emplee en otros ramos nuevos de más hermosura y provecho, ansí la firmeza de la virtud no se ofende de que la dureza de la adversidad le cercene lo que está fuera della y no le sirve sino de distraerla y de ponerla en peligro; antes se alegra con este daño y se esfuerza más y descubre sus bienes; porque lo bien plantado no teme estos casos. Y los escogidos, los cuales son de este linaje de plantas, como Sant Pablo escribe, en todo son prósperos, y caídos crecen, y abatidos se empinan, y desterrados son señores, y captivos son libres, y ninguna cosa les es más natural que, cojeando en estas cosas visibles, esto es, hallándose faltos y menesterosos dellas y afligidos del mundo, luchar a brazo partido con Dios, como de Jacob se lee con el ángel; esto es, abrazar a Dios en sí y, hollando el suelo, traspasar hasta el cielo y señorearse de él con los deseos del ánimo.

Pues de esta verdad, que ni el justo es vencido ni el malo prevalece, como ni el junco permanece ni el árbol bien gobernado se seca, Bildad, por no considerar en qué tiempo o de qué bienes se entiende, colige falsa conclusión, afirmando que los buenos siempre florecen en esta vida, y los malos, al contrario, descrecen siempre, no siendo ansí. Porque la felicidad de los buenos es verdadera, y aquestos bienes de la tierra son falsos, y por la misma razón más convenientes para que sean posesión de los malos y hipócritas, cuyo bien es fingido, y por lo cual es justo, si han de ser dichosos, lo sean no en la sostancia y verdad, sino en la sobrehaz y apariencia.

Y ni más ni menos debemos entender lo que añade:

20. ¿Ves? Dios no desecha perfecto, ni trabará mano de malos. Que es verdad, cuanto a los bienes verdaderos del alma, que Dios no privará de ellos al bueno, ni los entregará al malo jamás; pero cuanto a los del cuerpo y de la fortuna, que son bienes falseados y que tienen sola la vislumbre y la apariencia de bienes, no lo es en ninguna manera; antes por lo mayor parte es corto en ellos y como escatimado con los suyos Dios, y largo y liberal con los malos. Mas dicha ansí sin más distinción, y refiriéndolo al tiempo postrero, es verdadera sentencia que Dios ni desprecia al perfecto, o como podemos también decir, no aborrece al perfecto, porque es imposible que desdiga la regla de lo que está bien reglado; ni trabará mano de malos, ni para hacer amistad con ellos, ni para dar firmeza ni buenos sucesos a sus intentos perdidos. Y ansí como decimos trabará, podemos decir esforzará o fortificará; porque Dios, aunque permite que el malo florezca en esta vida y se prospere, pero sus intentos malos y los designios de su vanidad, y los consejos y los medios por donde camina a su bien, no los alienta ni esfuerza ni aspira a ellos con su favor particular y secreto, ni menos los defiende por de fuera ni los fortifica; y por esta causa siempre a la fin desfallecen, y como edificio mal fundado vienen con ruido a tierra; que, como por el sabio es escrito, la esperanza del pecador como flueco de cardo que el viento se lleva, y como espuma flaca que la esparce la tempestad, y como humo que se desvanece y esparce en el aire, y como la memoria del huésped de un día que pasa. Porque, dejados de Dios, a quien desobedecen y ofenden, apoyan sus intentos en sí, que es apoyo de carne, y por la misma causa corruptible y flaquísimo; y ansí queda confuso y es en la Escritura maldito el que en él se confía: Maldito, dice, el que pone su brazo y su fuerza en la carne.

Más dice:

21. Hasta que se hincha de risa tu boca, y tus labios de jubilación. Falta algo que se ha de añadir en esta manera: y porque Dios no desprecia al perfecto y porque él, aunque le cerquen los trabajos y le cercenen, reverdece como bien plantado árbol y se renueva y mejora, por eso concluyo que, si tú fueras de ellos, no te dejara Dios como te deja, antes perseverara contigo hasta darte perfecto gozo. Y dícelo por figura de risa y de boca; porque cuando del pecho sale la alegría a la cara, y se hinche de risa la boca, y en la lengua no suenan sino voces de gozo, entonces el contentamiento es entero y colmado. Y con este rodeo dice que si Job hubiera perseverado en ser bueno, Dios no solamente le conservara en la felicidad que tenía, mas le confirmara también en el buen estado de ella misma; esto es, no sólo le mantuviera en el ser dichoso y feliz, mas le libertara del temor de ser desdichado. Porque el feliz receloso es feliz miserable, y es muy aguado su gozo y la risa no le hinche la boca. Y porque los enemigos son los que de ordinario derruecan los hombres, y Bildad decía a Job que si bueno fuera, ni caído hubiera ni tuviera temor de caer, dice bien lo que añade:

22. Quien te aborreciere, vestirá desprecio, y tienda de malos no ella. Como diciendo, tan seguro vivieras, tan firme en tu estado, que no te derrocara dél ninguna violencia enemiga. Bien pudieran, dice, tus adversarios descubrir sus dañados ánimos para contigo, bien pudieran hacer prueba contra ti de todas sus fuerzas, mas tú quedaras no dañado y alegre, y ellos vistieran desprecio, esto es, quedaran rodeados de confusión y de afrenta, que siempre viene cuando uno no sale con lo que mucho pretende.

Y lo que dice tienda de malos no ella, es el remate de todo aqueste descurso, y es aquello en que finalmente Bildad se resume; como si más claro dijera: Pero es por demás, y cuanto hablo es hablar en el aire; el caso es que tú eras malo, y ansí era forzoso que feneciese tu casa, y que tu felicidad pereciese.

Tienda llama la casa, porque los de aquella tierra vivían movedizos y en tiendas; y por la casa entiende el estado y las riquezas y la familia y la prosperidad de la vida, que, como Bildad dice, en los malos viene a no ella, esto es, viene a no ser del todo. Porque Dios los destruye tan de raíz, que no sólo perecen ellos en sí, mas también en sus cosas todas perecen; y la pestilencia de sus costumbres que los trujo a la muerte, queda como pegada en todo cuanto fue de ellos, en los bienes que poseyeron, en los hijos que engendraron, y aun en las paredes adonde hicieron morada; y ansí poco a poco lo corrompe todo y destruye, y derruécales Dios la casa y siémbrasela de sal, porque le fueron traidores. o, por decir verdad, no quiere dejarles ni aun esa memoria; y ansí dice Bildad no ella, y no dice y no a ellos, porque pudiera dejarla y no a ellos, esto es, no para su provecho ni honra, sino para su afrenta e infamia. Pero a la fin ni aun ése les deja, asolándolo todo y borrándolos de nuestras memorias, porque es justísimo que sepulte sempiternamente el olvido a los que, presumiendo en sí mismos, no tuvieron de Dios acuerdo, a quien miran, a quien buscan y de quien viven todas las cosas.