Exposición del Libro de Job/Capítulo 41 exposición

1. No como cruel le despertaré, que ¿quién podrá resistir a mi cara? Prosigue en referir las condiciones monstruosas y fieras de la ballena para el propósito y fin que está dicho. Y porque decía agora que quien osase a entrar en estacada con ella, o verdaderamente quien tuviese ánimo para ponérsele delante y tocarla, no le tendría para resistir a su vista sola, contra quien no hay esfuerzo que baste, y que el más osada quedaría más escarmentado de haberse atrevido, y huiría de volver otra vez; pues porque decía esto, dice agora: No como cruel le despertaré. Que puede tener dos diferentes sentidos. Porque, lo primero, hablando Dios como en su persona y de Sí, quería decir, mas lo que los hombres no pueden ni usan hacer, y si alguno locamente a hacerlo se atreve, es cruel contra su vida y sí mismo; Yo sin ser cruel contra Mí, lo haré; que no solamente con seguridad, mas con suma facilidad pondré mi mano sobre este animal tan monstruoso, y le provocaré a ira, y trabaré contienda con él, y le venceré y le desharé, si quisiere. Porque como dice luego: ¿quién podrá resistir a mi cara?

O de otra manera, que no hable Dios de Sí mismo, sino que imite y refiera las palabras ajenas y diga: Mas cualquiera que no sea loco, dirá, no soy tan cruel contra mí que le despierte, esto es, dirá, que no tiene tan olvidado su bien, ni tan perdido el seso y juicio que quiera trabar pleito con él, ni despertarle o desafiarle riñendo. A que responden las palabras originales, que dicen: No hay cruel que le despierte, esto es, ninguno es tan cruel contra sí, ni tan falto de razón y de seso que le despierte, esto es, que le provoque y irrite.

Y añade: ¿Quién podrá resistir a mi cara?, como arguyendo de lo uno a lo otro, y diciendo: Pues si nadie es poderoso, ni para mirar este pez, ¿quién osará oponerse?, o ¿quién tendrá ánimo para parecer ante Mí? Y si tu saber se agota en el conocimiento de una criatura marina, ¿qué será puesto en mi competencia?

Y añade, como en probanza de esto postrero:

2. ¿Quién me donó para que yo después le diese? Cuanto hay debajo del cielo, mío es. Como diciendo que Él es primero que todos y adelantado en todas las cosas, y que no recibió nada de nadie, y que todos reciben y recibieron de Él todos sus bienes, y que ansí tiene sobre todos infinitas ventajas; y por el mismo caso ninguno es poderoso, no sólo para resistirle, mas ni para mirarle o para parecer en su presencia.

O como dice otra letra: ¿Quién me precedió y perficionaré?; que viene al mismo sentido. Porque en confirmación de su infinito poder pregunta si le precedió alguno, esto es, si hubo otro ante Él que le enseñase y industriase para hacer lo que hizo, esto es, si tuvo maestro alguno en la obra del mundo, o quien le enseñase poner en perfección lo que hizo; como diciendo que ninguno hubo, y afirmando por el mismo caso que Él de suyo es la fuente y el príncipe de todo el poder y saber.

Y añade:

3. No le perdonaré por palabras poderosas, y para aplacar bien compuestas. En que dice que, si acaso hay tan loco alguno que presuma de sí aventajársele en algo, que le irá tan mal de su presunción, que ni ruegos (que ésos llama, palabras poderosas y bien compuestas para aplacar) ni plegarias ni humillaciones no le librarán de su mano.

Mas la letra original mira, a lo que parece, a otra parte, porque dice: No callaré sus miembros, y palabras de fortaleza, y gracia de sus composturas. En que quiere decir y dice que torna a acabar lo comenzado, cuanto a las figuras y disposiciones de esta ballena que pinta; porque estando en la pintura dellas, rompió el hilo con otras pláticas, el cual agora ata y prosigue. Y para proseguir dice que no callará lo que por decirle le faltara, tocante a los miembros y fuerzas y composturas deste animal. Y ansí torna luego a ellas, y dice:

4. ¿Quién descubrirá la cara de su vestidura? Y en su boca, ¿quién entrará? Declarando por esta manera la fortaleza y dureza de su cuero, y la disformidad de su boca espantosa.

Como declara más en lo que luego se sigue, que es:

5. Las puertas de su cara, ¿quién abrirá? Al derredor de sus dientes espanto. Y llama bien puertas de la cara a la boca, porque por ellas entra al cuerpo el manjar que está fuera; y puertas también, por mostrar su desmesurada grandeza, más semejante a puerta que a boca.

Dice más:

6. Su cuerpo como escudos de acero, apiñado de escamas que se aprietan. Que es argumento que habla de algún otro monstruo marino, más fiero y más desmedido que la ballena, porque ésta ni tiene escamas ni conchas, ni aun la dureza de cuero que ha dicho, ni menos lo que se sigue:

7. Una se junta con otra, ni un respiradero pasa entre ellas. Que es decir la juntura estrecha de unas conchas con otras. Y lo mismo dice luego por otra manera:

8. Una con otra se apegan, y asidas no serán apartadas; esto es, no apartará ninguno la una de la otra, por más fuerza que ponga. Prosigue:

9. Su estornudo resplandor de fuego, y sus ojos pestañas de aurora. Del estornudo dice que es fuego, para mostrar el ardor de su aliento; que como la vida de los animales está en el calor, los mayores y más fieros y fuertes tienen calor más sobrado, y ansí su aliento es muy mas encendido.

Mas de los ojos dice que son pestañas de aurora, para decir que son grandes por extremo y muy rasgados y juntamente sangrientos. Porque de ordinario, cuando amanece, la parte del cielo que se viste de luz, se colora con arreboles y parece ansí; y se descubre una veta de luz extendida y enarcada y bermeja, que es como los ojos o las pestañas con que nos comienza a mirar el aurora.

Dice más:

10. De su boca irán llamas de fuego como teas de fuego encendidas; lo cual dice por la razón que está dicha.

Y torna sobre él, y repite:

11. De sus narices procede humo, como de olla encendida y hirviente.

Y luego:

12. Su aliento encenderá brasas, y de su boca llama saldrá. Y pasa adelante:

13. En su cuello hace asiento la fortaleza, y ante sus faces va el asolamiento. El cuello grueso y macizo y nervoso es de cuerpos muy fuertes, y ansí, diciendo que éste tiene fuerte cuello, dice que todo él es fortísimo; y dice que el cuello es fuerte extremadamente, diciendo que la fortaleza hace asiento en él, como diciendo que la tiene y posee toda.

Y dice que el asolamiento va ante sus faces por figura poética, en que se da persona a lo que carece della, y se imagina que lleva al asolamiento como a su lacayo o alguacil delante de sí, para significar que lo asuela todo por donde pasa.

Dice:

14. Las partes de sus carnes apegadas entre sí; enviará rayos contra él, que no irá a otra parte. Que se sigue de lo que luego decía; porque a la fortaleza del cuerpo es natural la macicez de la carne, que los animales de carnes muelles no son señalados en fuerza. Pues dice que las de éste son macizas en sumo grado que un rayo no hará en ellas mella, no hará que se aparten.

Y lo mismo dice del corazón ansí:

15. Su corazón duro como piedra y será apretado como yunque de martillador. El hebreo dice como la piedra molar, que de las dos está debajo, que llamaban antiguamente la piedra yusana, y llaman agora [la cama]. Y entendemos aquí por corazón la parte del cuerpo que tiene este nombre, y la inclinación y afecto del ánimo, que también llamamos corazón por metáfora. Porque la razón pide que la carne de este animal sea durísima y maciza mucho en esta parte de su cuerpo; porque es el corazón la hornaza que contiene y conserva en sí el calor de la vida, y el lugar adonde por medio de este calor la sangre se convierte en espíritu, que derramándose por las arterias alientan el cuerpo; y ansí, cuanto el calor es mayor, tanto conviene que sea más macizo y duro el hogar donde arde, para que no se pierda y derrame. Y como visto habemos, es tan grande el de aqueste dragón, que lanza por la boca llamas y humo.

Y si esto es ansí, a ello se consigue por fuerza que el corazón en la otra manera, esto es, el afecto malo de su inclinación sea desapiadado y crudísimo; esto es, sea duro más que piedra y que yunque en la condición y braveza, porque siempre composturas semejantes de cuerpo acompañan en el ánimo semejantes afectos.

Dice más:

16. Cuando levantado fuere, temerán los ángeles, y los espantados se purgarán. Por los ángeles, otra letra dice los fuertes; y conviene esto bien con lo que hasta agora está dicho; que natural es que lo extraordinario haga espanto, y es muy extraordinaria la figura de este animal, y su fortaleza y fiereza. Por lo cual dice que, en levantándose esta fiera, esto es, cada y cuando que se descubriere y demostrare a la vista de algunos, sacando la cabeza y el pecho del agua, por más valientes y esforzados que sean, temblarán y se purgarán con el miedo; porque el temor, recogiendo al corazón el calor, deja fríos y desatados los cerraderos del vientre.

Prosigue:

17. Cuando te asiere cuchillo no prenderá, ni lanza ni coselete. Y dice otra letra: La espada del que le tocare no estará, esto es, no quedará hincada en él, sino saltará en alto, como si diera en la yunque; que responde a la dureza de su carne y conchas y cuero ya dicha.

Y a lo mismo pertenece lo que se sigue:

18. Reputará como pajas hierro y como leño podrido el bronce. Porque es de cuerpo impenetrable y ansí no le daña arma ninguna ni le teme; que, como dicho habemos, no conviene bien a las ballenas de que tenemos noticia. Mas en la mar hay otros géneros de monstruos fierísimos y grandísimos, de que hacen memoria muchos y diversos autores, y Galeno de algunas ballenas dice que tienen el cuero durísimo.

Y dice más en el mismo propósito:

19. No le ahuyentará hijo de arco, piedras de honda se convierten en astillas. Hijo de arco llama al flechero o a la misma flecha y saeta; y ansí dice que ni teme arco ni se espanta de honda.

Y ni más ni menos:

20. Como astilla estimará la pica, y burlará del blandear de la lanza. La palabra pica [cidon] en el original es ballesta de guerra. Y lo que añade, a lo que entiendo, pertenece a la misma macicez y dureza de cuerpo.

Porque dice:

21. Debajo de sí rayos de sol, y tenderá debajo de sí oro como lodo. O según otra letra: Debajo de sí puntas de teja, tenderse ha agudezas sobre lodo. Que está dicho a la vizcaína, y con falta de algunas palabras, que, si las añadimos, diremos de esta manera: Debajo de sí tiene puntas de teja, y se tenderá sobre agudezas como sobre lodo. Y esta letra y la de arriba vienen a un mismo sentido, que es de encarecer más la firmeza del cuerpo y dureza del cuero de este monstruo marino, que no siente más tenderse, cuando toma reposo, sobre agudísimas piedras que sobre tierra o barro blando y molido.

Pues dice: Debajo de sí rayos de sol, esto es, recuéstase, si le place o cuando le place, sobre los rayos del sol, que llama ansí lo que la otra letra nombra puntas de tejas; que por lo uno y lo otro entendemos las piedras y guijas agudas y ásperas, que suelen estar en lo hondo del agua, que por razón de su agudeza son aquí llamadas rayos, y por causa del resplandor que por la mayor parte muchas dellas tienen, son nombradas oro y rayos de sol. Sobre éstas, pues, hace cama esta fiereza, y descansa en ella como sobre lodo batido y blandísimo.

Dice más:

22. Hará hervir como olla el profundo del mar; ponerle ha como cuando hierven ungüentos. O como dice otra letra, como olla de ungüentos. Lo cual dice para demostrar la fuerza de su movimiento y grandeza, con que meneando el agua y cortándola parece que hierve, y la enciende y hinche de espuma.

Y ansí añade luego:

23. En pos de sí hace relucir la senda, y reputará a la hondura como lleno de canas. Que con la espuma que levanta, deja señalado y blanco el camino por donde ha pasado, y hace que el mar parezca cano y sembrado de espuma blanca, como lo está de canas un viejo.

Y reputará, dice; esto es, hará que parezca ansí a los que caminan y que le estimen por tal.

Y finalmente, concluyendo y resumiéndose, dice:

24. No hay sobre el polvo quien se le compare, que es hecho para no tener miedo. En que en una palabra pone toda esta pintura y encarecimiento en su punto, y antepone aqueste animal marino a todos los que huellan la tierra. Y diciendo no se ha hecho para tener miedo, dice que no tiene en sí parte flaca ni sujeta a peligro, porque en todas es extremadamente fuerte y robusto.

Y ansí fenece, diciendo:

25. Todo lo sublime verá él, rey sobre todos los hijos de soberbia. Verá, dice, esto es, despreciará; que en estas Letras el despreciar y desestimar a uno se nombra ver muchas veces, como en el Psalmo: [Porque de toda angustia me escapó, y en mis enemigos vio mi ojo.] Pues dice que desprecia lo más alto, porque es el mayor en cuerpo, y, más dotado de fuerzas y de fiereza que todos.

Y porque se aventaja a todo lo que es grande en fortaleza y fiereza, por eso dice que es rey sobre todos los hijos de soberbia, porque de ordinario lo valiente y animoso y fiero es soberbio; y llama ansí a todos los animales señalados en braveza y en fuerzas. Por donde algunos intérpretes latinos trasladan sobre todos los monstruos marinos. Los griegos dicen: ; todos los que moran las aguas. Y el que traslada en caldeo: sobre todos los hijos de los montes.

Salamanca, 19 de febrero de 1591.