Exposición del Libro de Job/Capítulo 35 exposición

1. Y respondió Eliú, y dijo:

2. ¿Por ventura esto parécete de juicio, que dijiste: justicia mía más que Dios? Parécete de juicio, quiere decir, parécete cosa que acabe en juicio y razón, o parécete que no es digno de ser traído a juicio y de ser condenado esto que has dicho, conviene a saber, mi justicia es mayor que la justicia de Dios? No dijo esto Job, sino colígelo Eliú de lo que Job dijo, que es esto que se sigue.

3. Que dijiste: ¿Qué aprovechará a ti, qué fructo de pecado mío? Declaremos primero la sentencia de estas palabras, y después cómo se sigue lo que dellas colige Eliú.

¿Qué aprovechará a ti? Pónese aquí una persona por otra, la segunda por la primera, que se usa algunas veces en la Sancta Escritura, y decir a ti, es decir a mí. Porque Eliú, como hablaba con Job dijo a ti, y habló de segunda persona, aunque refería las palabras de Job, en las cuales él habló de sí y dijo, a mí, en la persona primera. Pues refiere haber dicho Job: ¿Qué me aprovechará a mí, conviene a saber, el volver mí corazón a Dios, y el ser justo? ¿Y, qué fructo de pecado mío? Pecado en la Escritura se toma algunas veces por la ofrenda o sacrificio con que se limpia el pecado, como dijo Sant Pablo: Al que no conocía pecado hizo por nosotros pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él mismo; y ansí se toma en este lugar.

Y dice Job por esto segundo lo mismo que había dicho por lo primero, aunque con diferentes palabras. ¿Qué fructos, dice, sacaré de satisfacer por mis culpas? Y quiere Job decir en esto una cosa, y entiende otra Eliú. Job, como dijimos, responde a lo que sus amigos decían y habla conforme a lo particular de su intento, que era decir, que no por ser justo uno se libra de ser algunas veces herido y maltratado de Dios. Y ansí para este fin de no padecer algunas veces trabajos, dice que no trae fructo el ser justo, porque los justos los padecen también, y ansí decía verdad.

Esto decía; mas Eliú hace sentido general deste dicho como si afirmara Job que el ser bueno era infructuoso del todo; y entendiéndolo ansí infiere bien, según su sentido, que Job notaba de injusticia a Dios. Pero infiere mal, según la verdad, porque de padecer calamidades el bueno, que es lo que Job en sentencia afirmaba, no se sigue que es malo Dios.

Mas Eliú sigue su imaginación, y conforme ella prosigue diciendo:

4. Yo replicaré a ti palabras, y a tus amigos contigo. Quiere decir, a ti, y a todos los que fueren de tu parecer y te ayudaren, yo los convenceré.

Mas veamos cómo. Dice:

5. Contempla los cielos y mira; alza los ojos a los estrellados, ensalzáronse más que tú. Hace Eliú como prudente médico, que acude a la raíz del mal; había propuesto dos cosas, la una, que decía Job que no aprovechaba el ser bueno; y la otra, que él infirió que Dios no era justo. No trata de esto segundo, sino arguye contra lo primero de donde esto nació, porque faltando este cimiento, caía lo que en él se fundaba.

Y ansí quiere probar que el ser bueno aprovecha al que lo es. Toda su razón consiste en este argumento: Ser uno bueno es bueno, como las palabras lo dicen, y no es bueno para Dios; luego para el hombre que lo es. Y prueba que no le importa a Dios, y para proballo comienza ansí: Mira los cielos y mira los estrellados, cuánto están más altos que tú. Y añade luego:

6. Si pecaste, ¿qué harás a Él? Y si se multiplicaren tus maldades, ¿qué harás a Él?

7. Si justo fuiste, ¿qué le darás o qué de tu mano tomará? Que es argumento que consiste en semejanza, sino que está la semejanza secreta y disimulada. Y descúbrese desta manera: Cuan lejos está el cielo de ti, tan lejos está Dios de tu bien o tu mal obrar; como no puedes tocar con la mano al cielo, ansí ni aprovechas ni dañas a Dios con tus obras.

Y está la fuerza de esta semejanza y de este argumento en que Dios está sobre el cielo y mora en él; y ansí, quien no puede dañar al cielo, menos podrá dañar al que vive en el cielo. Y de lo que es manifiesto, que es la distancia que de nosotros al cielo hay, arguye bien Eliú lo poco que sirven nuestras obras a la bienaventuranza de Dios, que está sobre el cielo. Y aún tiene fuerza por otro respecto nuevo aqueste argumento; porque decir Eliú a Job que mire los cielos cuán ensalzados están, es decille que están libres y muy ajenos de toda peregrina impresión; y si en los cielos esto es ansí, más lo será en el Señor de los cielos, cuya naturaleza es de la cualidad del lugar en que mora, y de muy mejor cualidad.

Y, dicho esto, concluye y dice:

8. A hombre como tú maldad tuya; y a hijo de terreno justicia tuya, hase de añadir, traerá o daño o provecho. Porque si aprovecha a alguno, y no es Dios a quien aprovecha, queda que aproveche al que lo hace, que es lo que pretende Eliú. A hombre como tú, esto es, a los hombres que están sujetos a daño, como tú estás, dáñales su maldad. Y dice tuya, porque a ti la tuya, y la suya a cada uno; o también porque el ser uno malo o bueno suele ser dañoso o provechoso, no sólo a él, mas también a los hombres entre quien vive.

Más prosigue:

9. Por muchedumbre de opresores vocearon; gritaron por brazo de poderosos. Ésta es una objeción que a su parecer le pudiera poner Job, y pónesela él a sí mismo para responder a ella después. Como si dijese: Pero dirás, si Dios es justo, y no toma gusto de lo malo que en el mundo se hace, ¿por qué hay tantos que griten y voceen porque los oprimen y despojan los más poderosos? ¿Por qué consiente que haya tiranos que agravien a mil mezquinos que se quejan a voces? [Porque siempre esta razón puso congoja y como agonía en los pechos sanctos, para en cierta manera querellarse de Dios, como es lo que dice Habacuc.]

A esto, pues, Eliú responde diciendo:

10. Y no dijo: ¿Dónde Dios, Hacedor mío, dador de cantares en noche? Es como si dijese, la causa de eso es no ser Dios injusto, sino ser, los que padecen, descuidados en llamarle. Y no dijo: esto es, y la causa de eso es porque el oprimido y el que da gritos y vocea y llama en su favor a los hombres, no dijo, no tuvo acuerdo de decir: ¿Adónde está Dios, Hacedor mío, dador de cantares en la noche? Porque si se acordara que había Dios en el cielo, esto es, en parte eminente, para ver cuanto bueno y malo se hace; y se acordara que le había hecho y criado, y que por la misma razón no había de olvidar y desamparar su hechura; y si tuviera memoria de cuán proprio le es dar cantares en la noche, esto es, en medio de lo escuro de la adversidad dar reposo, y regocijar el corazón y la boca con alegría, y finalmente dar buena salida y suceso, ansí que si tuviera el opreso todo esto en su memoria, y movido dello pidiera a Dios su favor, su trabajo se le volvería en descanso, y si no le sucede así, es culpa suya y no falta de Dios.

Y, a la verdad, pasa ansí muchas veces, y es ceguedad digna de compasión, que en nuestros trabajos, los que otros hombres nos causaron, no nos queremos desengañar de lo poco que podemos fiar de ellos, y buscando remedio, a cualquier cosa por flaca y por dudosa que sea, acudimos primero que a Dios. Mas entre las cosas que dice Eliú en aqueste lugar, merece ser advertida, que llama a Dios, como con proprio renombre, Dador de cantares en noche, porque es muy suyo acudir siempre cuando todo se escurece y cuando todo parece que falla.

Y ansí dice David de Él que ayuda siempre en el punto de la tribulación.

Aunque podemos decir también de otra manera, que se dice de Dios que da cantares en noche, porque siembra entonces el cielo con las estrellas, las cuales con su claridad, hermosura y muchedumbre convidan a los hombres a que alaben a Dios. Y es ansí que nadie alza los ojos en una noche serena y ve el cielo estrellado, que no alabe luego a Dios, o con la boca o, dentro de sí, con el espíritu.

Y siguiendo esta manera de decir, tiene también su particular fuerza este argumento, porque si el hombre afligido se acuerda de que Dios tiene cuidado de alumbrar la noche con tanta variedad de lumbreras, bien tiene por qué esperar que no le desamparará a él en aquella su noche de trabajos, si confía en Él y le llama. Y el que para el cuerpo, porque no estropiece con las tinieblas, puso en el cielo con tanta claridad quien le alumbrase, mejor remediará una ánima injustamente oprimida.

Y conforme a este propósito es lo que añade después:

11. Que nos aveza allende bestias de tierra, y allende ave de cielos sabios nos hace. Va esto junto y apegado con el verso de arriba, y de todo ello se hace una sentencia seguida en esta manera: No dijo, o no se acordó de decir: ¿Dónde está Dios, Hacedor mío, y dador de cantares en noche, y qué nos aveza?, etc. Y como cada una parte de las del verso primero decía algo, que ello mismo despertaba al afligido y opreso para que esperase ser socorrido de Dios, y encerraba en sí alguna razón que concluía cómo Dios no podía faltar al socorro de los agraviados, por ser Hacedor y por ser suyo el despertar gozo en la noche de las tinieblas, ansí, ni más ni menos, lo que en este verso se dice todo ello alienta la confianza, en Dios, del trabajado, mostrando por nueva razón cómo Dios no le puede olvidar, porque nos aveza más que a las bestias y nos hace sabios más que a las aves del cielo; esto es, nos ha dado mejor ser y tiene su providencia más particular cuenta con nosotros. Y si cuida más de nosotros, y a las aves y a los animales de quien cuida menos, provee tan largamente como por los ojos vemos, cierto es que no nos faltará a nosotros en los casos ásperos y de trabajo.

Y es ésta una manera de argumento en la Escritura usada mucho, poner la proposición primera que en la Lógica llaman mayor, y la que después della se añade y la conclusión cállalas, dejándolas al sentido del oyente, mayormente cuando son manifiestas de suyo. Porque todo el argumento entero dirá ansí: Dios nos aventaja a las aves: y a las aves provee en sus necesidades: luego no nos olvidará en las nuestras. Semejantemente a lo que Cristo más a la descubierta arguye y prueba en el capítulo 6 de Sant Mateo diciendo: Mirad las aves que vuelan por el aire [que ni siembran, ni siegan, ni recogen en trojes, y vuestro Padre celestial las apacienta. ¿Por ventura vosotros no sois más que ellas?]

Concluye, pues, finalmente toda aquesta razón, y dice:

12. Allí vocearán, y no responderá, defendiéndolos de faces de altivos fuertes. Como si dijese, ansí que estos tales que no se acuerdan, como he dicho, de Dios, vocearán, pero en balde, porque no serán oídos, no les responderá Dios acudiendo presto para su defensa.

Allí vocearán. Allí, esto es, en esta manera que he dicho de afligidos y olvidados de Dios, se halla el vocear y no ser de Dios socorridos, allí, en aquel caso es verdad; de faces de altivos, que es del poder y de las manos de los soberbios y poderosos que los tiranizan.

Añade:

13. Empero vanidad no oirá Dios, y Omnipotente no mirará a nosotros. Es el remate de toda la conclusión, porque dice ansí: Allí, esto es, en aquel caso particular que habemos dicho, cuando el afligido voceando llama a Dios, es verdad que Dios no le responde ni le libra. Empero, dice, vanidad no oirá Dios; esto es, vanidad es y mentira decir en general que no oirá Dios a los hombres, ni el Omnipotente nos mirará con el cuidado de su providencia. Y juntó bien Omnipotente y no mirará, queriendo mostrar que no cabía en Dios el no ver y proveer nuestras cosas, porque, si es Omnipotente, claro está que puede vernos y proveernos.

Dice:

14. Aun cuando dijeres: No mira a nosotros, juzgar ante sus faces, y esperarás en Él. Aun cuando dijeres; decir significa en la Escritura, no sólo el hablar por la boca, sino también lo que se dice en el pensamiento, como es manifiesto de muchos lugares. Pues concluida ya su razón, amonesta Eliú a Job y dícele ansí: Pues siendo esto verdad, como lo es [evidente], tú, Job, aunque te parezca algunas veces que se descuida Dios y que se ha contigo o con los hombres como quien no mira por ellos, entonces, cuando esto te viniere al pensamiento, cíñete con tener por certísimo que hay juzgar, esto es, juicio, ante las faces de Dios; que Dios juzga los hombres y tiene cuenta con ellos, y aunque te apriete el trabajo y te oprima, gimiendo y reventando espera siempre en Él.

Y digo gimiendo y reventando, porque la palabra del original, por quien pusimos en romance esperar, tiene significación de esperanza, no como quiera, sino la que se tiene con dificultad en casos de mucho peligro y dolor. Porque [thecholel] quiere de su primera significación decir parir, o el sentir los dolores del parto. Y ansí porque el que se esfuerza en esperar en los negocios que parecen perdidos y desesperados, va como reventando y pariendo, por eso esta palabra se pasa algunas veces a significar un sufrir y un esperar doloroso y lleno de agonía, como es este que he dicho.

Algunos, lo que dice juzgar ante Dios, no lo entienden del juicio en que Dios nos juzga, como lo habemos declarado, sino del juicio con que nosotros nos juzgamos delante de Él, condenando nuestras malas obras. Y ansí, según esto, dícele a Job Eliú: Cuando más te pareciere que Dios te olvida y no se acuerda de ti, entonces con más cuidado haz tú dos cosas: la una, examina tu alma, y como si estuvieses delante del tribunal de la justicia divina, sin que tenga voto allí la lisonja o el proprio amor, ansí te juzgas tú a ti mismo y te condenas; y la segunda, sufre y espera, que no te faltará Dios.

Y júntanse bien estas dos cosas, porque la segunda es flaca siempre, si no se funda en la primera; y para confiar de veras en Dios es menester que preceda en nosotros el conocer y aborrecer nuestra flaqueza y delictos, porque de la desconfianza de la fuerza propria nace el confiar de la ayuda divina. Ansí parece [en el segundo libro del Paralipómenon, capítulo 20, en lo que hacía Josafat en su tribulación y en lo que hace David en el Psalmo 141.]

Prosigue:

15. Y agora que no visitó ira suya, y no experimentó ni mucho mal. Y agora entiéndese, aunque se calla, había de decir Job a Dios que no visitó ira suya, esto es, que no envió su ira toda para que le castigase, ni le trata con enojo, ni le castiga con rigor, por lo que se sigue y no experimentó mucho mal. Mal aquí, como se conoce en la palabra original, significa el castigo y pena que se debe al pecado.

Y ansí dice que Job había de conocer y decir que no le visitaba con ira de Dios, porque aún no padecía todo lo que se debía a su culpa. Ansí que agora había de decir esto: como si dijese, juntando lo pasado con esto, cuando más le pareciere a Job que Dios le olvida, entonces había de creer firmemente que tenía providencia y había de esperar en él, y agora en este su azote había de reconocer que no era castigado cuanto merece.

Mas Job, como concluye y dice:

16. En vanidad, abre boca suya, y sin sciencia palabras amontona; esto es, siente mal de Dios y habla peor; ni es verdad lo que dice ni sabe cesar de decir mal.

Deo gratias.

Valladolid, 14 diziembre. Año 1580.