Exposición del Libro de Job/Capítulo 33 exposición
1. Por tanto oye, Job, mis razones. Pídele que le esté ansí atento, que no le pierda palabra, encareciendo con esto lo que le quiere decir, como cosa en que todo lo que se dijere es necesario y importante, que si no lo oye dél, por ventura no se lo dirá tan bien ninguno otro.
Y ansí añade:
2. Ves; aquí abrí mi boca, habló lengua mía en mi gargüero. Como diciendo que lo que dice es suyo y nacido en su boca y no tomado de boca ajena, ni cual es la doctrina que se puede hallar dondequiera. O es un rodeo elegante para decir que quiere hablar, diciendo y como pintando la figura como se habla, que es abriendo la boca y meneando la lengua dentro de ella, y formando las palabras con su movimiento y con el aire que se despide por la garganta. Ansí que, pues abre la boca y menea la lengua, hablará; y hablará con su boca y en su lengua, esto es, lo que él sabe y conoce y lo que él concibe en su corazón, como luego lo dice.
3. Derecheza de mi corazón palabras mías, y saber apurado mis labios razonarán. En lo cual dice dos cosas: una, que dirá lo que siente y que concertará con el pecho la lengua; otra, que lo que siente es lo justo y lo bueno, y la misma verdad; con las cuales dos cosas se hace mayor atención y obliga más a que le crean y oigan, porque en ellas solamente se encierra todo lo que ha de tener el saludable orador que sienta bien y que declare y ponga en luz sin fingimiento o doblez lo que siente. Y confirma esto que ha dicho y prometido de sí para hacerse creer, dando por razón lo siguiente:
4. Espíritu de Dios me fizo, y espiráculo del Omnipotente me vivificó. Que puede hacer dos sentencias: o que diga que el espíritu de Dios le enseñó, y que ansí como discípulo de tal maestro conocerá la verdad, y dirá con verdad lo que conoce, como arriba decía; o que signifique que es obra y hechura de Dios, compuesto por su mano y vivificado por su soplo y espíritu, y que ansí como quien conoce que es criatura de Dios, y por consiguiente teme a su Criador, no osará ni sentir lo falso ni engañar con palabras, hablando diferentemente de lo que siente. O porque, en lo que arriba decía, que sentía lo bueno y diría lo que sentía, parecía decir de sí presuntuosamente más de lo que su persona y edad prometía, para descargarse de esta objeción, dice agora: Espíritu de Dios me fizo, y espiráculo del Omnipotente me vivificó; como diciendo que, si prometía sentir y hablar bien, que es cosa que apenas los muy ejercitados y muy ancianos la hacen, no les pareciese increíble; porque, aunque mozo, Dios le había hecho y dado su espíritu, y que como le dio la vida le podía haber dado aun en aquella edad mucha parte de sabiduría. Y porque confía en su razón no quiere que se dé crédito a sola su autoridad, antes para mayor demostración de la verdad y de su modestia, quiere que Job le replique y responda.
Y ansí dice:
5. Si puedes responderme, ordena, afírmate a mí. Lo que dice ordena es en el original palabra tomada de la guerra y facultad militar, y se dice de los escuadrones cuando se ponen en orden para acometer o romper. Y ansí dice ordena, conviene a saber, tus palabras y tus razones ponlas a punto de guerra, y haz alarde de todo tu ingenio y afírmate ante mí, esto es, y hazme rostro. Como si más claro dijese: Y aunque pido que me oigas y atiendas y que son la misma verdad mis razones, no quiero que porque yo las digo las creas; si pudieras responderme, esto es, si hallares que replicar, o si te diere el ánimo que podrás confutar mi verdad, agúzate bien, saca a luz tu saber, y como quien hace alarde, ponte con todo ello a punto de guerra y está firme delante de mí.
Y para dalle más ánimo añade:
6. Vesme aquí; según tu boca, por Dios y de lodo cortado también yo. Lo que decimos por Dios, podemos también decir de Dios, porque el original recibe lo uno y lo otro. Y diciendo de Dios, dice lo que siguió y trasladó Sant Hierónimo, que él es de Dios, esto es, hecho dél, como también lo es Job, y formado del mismo lodo; concluyendo por esto que no tiene por qué temelle, no por qué rehusar la disputa a que le desafía y le llama.
Mas leyendo por Dios, hace otro y no menos elegante sentido; porque se ha de advertir que antes de agora Job había deseado y pedido verse con Dios, y cara a cara y boca a boca ventilar con él su razón y oír y responder en defensa de su justicia. Mas porque sabía la majestad y poderío de Dios cuánto era, sacaba por condición que para entrar en este palenque pusiese Dios aparte su majestad y poder, y que no le espantase con lo uno, ni con lo otro le deshiciese, sino que las armas de una y de la otra parte fuesen solamente buena razón. Pues, esto presupuesto, dícele agora Eliú: Veme aquí; según tu boca, por Dios, esto es, según tu boca, que es lo que decías y deseabas, vesme aquí a mí, que quiero hacer las partes de Dios, y defendiendo su causa entrar contigo en esta disputa, no metiendo en ella otras armas más de lo que es habla y razón.
Porque soy cortado, dice, esto es, formado del lodo, conviene a saber, hombre flaco, como tú y no más poderoso que tú; y siendo tal, no tendrás que temerte de lo que temías en la persona de Dios, en caso que disputases con Él, que ni te espantaré con grandeza ni te oprimiré con fuerza.
Y ansí añade:
7. Ves; asombro mío no te asombrará, y mano mía sobre ti, y no será pesada. Y le asegura que no le asombrará la majestad y grandeza maravillosa que en él hay, como si hubiese alguna en él; sino porque no hay en él ninguna, y ansí lo confiesa, porque, como dijo, es criatura y vil criatura, por eso dice que su asombro no le asombrará, esto es, que como hombre de lodo como él, no tiene en sí cosa alguna que le pueda poner asombro ni espanto, ni le haga violencia con fuerza demasiada; que era lo que Job temía en esta disputa que acerca de su inocencia quería trabar con Dios.
Mano, dice, y según la propriedad de esta lengua primera, mano se llama cualquiera fuerza o poder, ansí de la alma como del cuerpo, ejecutado por obra; y ansí Sant Hierónimo lo lleva a la fuerza del ingenio que se explica hablando, y según este sentido tradujo elocuencia. Pues, acabado ya el proemio y apercibidos los oyentes de todo lo que según el caso presente era menester, entra en lo proprio de su pendencia y propone lo primero cierta razón que dijo Job, de donde quiere él convencerle.
Y dice ansí:
8. Y dijiste (pues en mis orejas voz de palabras oyera yo). De los avisados y buenos es no condenar ni reprehender por oídas a nadie, ni tratar sino de aquello de que están enterados y ciertos, y ansí Eliú, sobre lo que quiere armar contra Job su querella, dice que él se lo oyó a él mismo.
Y lo que oyó es:
9. Puro yo y sin rebelión; limpio yo, y no maldad en mí. No dijo Job estas palabras ansí; mas parécele a Eliú que esto en sentencia era lo que por menudo y extendidamente dijo en defensa de su pureza en el capítulo 31. Lo que decimos rebelión, en el original es una voz que significa el pecado, y no cualquiera, sino el que se hace con una particular rotura y desenfrenamiento, como si no reconociese ni ley ni superior el que peca. Limpio en el original es nombre que quiere decir cubierto, y de allí se toma por lo que está limpio y reluciente, como suelen estar las cosas cubiertas y guardadas.
Dice más:
10. Ves, achaques contra mí halló; reputóme por enemigo suyo. También parece que dijo Job esta sentencia en algunos lugares, como diciendo, aunque no pequé, Dios se ha habido conmigo desechándome lo primero, y después afligiéndome tan ásperamente como quien, cansado de la amistad y no teniendo razón justa para apartarse della, busca colores para dejalla y quebralla. Y ansí en el hebreo lo que decimos aquí ocasiones o achaques, quiere decir quiebras o quebrantamientos, que es como decir colores para quebrar y romper la amistad. Dice:
11. Puso en cepo mis pies, y puso guardas a todos mis senderos. Como diciendo: Quebró lo primero la amistad por lo que le plugo; y no contento con dejar de ser mi amigo, volvióse en enemigo, y como a tal me prendió, y, preso, para que por ninguna parte huya, me tiene cercado con guardas. Pues de aquellas palabras de Job, las cuales refiere aquí Eliú, y Job dijo en sentencia, como arriba está visto, toma su principio y su fundamento Eliú para hacer con eficacia lo que los tres pasados no han hecho, que era convencer a Job, de pecado. Y ansí infiere diciendo:
12. Ves, ésta no fuiste justo; responderéte yo a ti, que muy mucho más Dios que el hombre. Como si dijese, cuando en lo demás de la vida no hayas pecado y seas hombre sin culpa, a lo menos pecas agora en esta sentencia tuya que he referido; en la cual ansí te afirmas justo que te quieres poner en cuentas y juicio con Dios, como agraviándote de lo que hace contigo y reprendiéndole por ello.
Ves, ésta, quiere decir, en esto mismo que dices y en las palabras con que te abonas, no eres justo, porque en ellas en cierta manera arguyes y como desafías a Dios. Y prueba que haber dicho Job esto era culpa, y exceso, diciendo, responderéte yo a ti, que muy mucho más Dios que el hombre. Porque si Dios fuera otro hombre, dice, como tú eres, y igual en naturaleza y en sabiduría contigo, pudieras conocer sus intentos y llegar al cabo todos sus hechos, y pedille cuenta y alcanzalle en ella a las veces; mas Dios excédete a ti y a todos sin ninguna comparación; por donde debes aceptar lo que hace, como quiera que a ti te parezca áspero y duro, sin pesquisar cómo lo hace y entendiendo que Él sabe bien lo que obra. Porque género de presunción es, quien sabe tan poco en comparación de Dios, como saben los hombres, querer medir por su juicio las obras de Dios.
Y a la verdad en los trabajos esta sola razón es suficiente, como Sant Gregorio dice, para que tengamos paciencia en ellos y los llevemos callando, saber que vienen de Dios, cuyo saber y bondad nos excede sin medida ninguna. Porque de lo primero se colige que pretende algún fin, y de lo segundo que es bueno y justo el fin que pretende, el cual, aunque nosotros no le alcancemos, pero para sufrirnos y callarnos bástanos esto. Como usando de esta misma razón lo hacía David en el Psalmo diciendo: Callé, Señor, porque Tú lo hiciste.
Por manera que este argumento que hace Eliú, y en que estriba toda su razón principalmente, es bueno y eficaz argumento; conviene a saber, Dios excede sin medida en todo género de perfección a los hombres: luego en lo que Él con ellos hiciere, si no lo entendieren, están obligados a callar y a tenerlo por bueno. Y al revés, el hombre que, azotado de Dios se querella de Él, y quiere entender el fin por que lo hace y apear su saber, siendo como es en tanto exceso infinito, bien se infiere que ofende y que peca. Y conforme a esto se advierta que la razón de Eliú, si la queremos reducir a sus términos, procede de esta manera: Dios infinito no puede ser comprendido en sus fines y obras del hombre finito: luego culpa es del hombre ponerse con Él a cuenta.
Y va adelante: Job se pone con Él a cuenta, como vemos en este su azote; luego peca Job y no es tan justo como blasonó. En la cual razón esta conclusión postrera, que peca Job, nace y estriba en dos cosas: la una, en que se pone a cuenta con Dios; la otra, que es culpa ponerse con Él en esta cuenta. La primera probó Eliú de sus palabras mismas de Job, y ansí la deja por manifiesta y notoria; la segunda prueba, porque el saber y los fines que Dios infinito pretende, el hombre que es finito no los puede comprender, que es de donde comenzó a defender y a nacer este argumento todo.
Y ansí porque esta proposición y sentencia es la fuente de toda esta razón, y averiguada ésta queda concluido lo que se pretende (porque lo demás todo que sirve para la conclusión, como dijimos, del mismo hecho y de las palabras de Job se hace notorio), ansí que porque en esta proposición y sentencia está todo, insiste Eliú cuanto le es posible en probarla y hacerla cierta. Pero como dijimos al principio y diremos después, dejó el camino llano que pudiera seguir, y descaminado por otros y divertido, escurece su primer intento y propósito. Aunque lo que agora se sigue viene nacido y muy a pelo con él.
Porque dice:
13. ¿Por qué contra Él barajaste?, que no todas sus palabras hablará. Lo cual en dos maneras se entiende: o sin interrogación ni pregunta, como lo trasladó Sant Hierónimo, como diciendo: El porqué te has enojado con Él es porque no habla todas sus palabras, esto es, porque no responde a tus dichos, dándote cuenta de sus obras todas. Que en la propriedad de la Sagrada Escritura las palabras son obras, como es notorio a los que tienen de ella alguna noticia. Y dice esto con lo de arriba de esta manera: Dios en saber y ser excede tan sin medida al hombre, que no es comprendido de Él: y tú eres tan vano, que te enojas con Dios porque no se pone a cuenta contigo, como presumiendo de poderle entender.
O de otra manera, se puede leer esto en manera de pregunta, que se infiera y derive de lo que luego antes de esto se dijo y afirmó, que Dios sobrepujaba infinitamente a los hombres. Porque, si es ansí como es, dice: Tú ¿a qué fin o en qué esperanza presumes entrar en baraja y disputa con Dios, que ni está obligado por su excelencia a dar cuenta de sí y de sus hechos, ni, si la diera, no la entendieras tú por tu rudeza las más de las veces? Que todas sus palabras, dice, no hablará. Sus palabras, esto es, sus obras todas no las hablará dando de ellas cuenta, porque no está a ello obligado. O sus palabras todas, esto es, no todo lo que dijere lo hablará, esto es, lo dirá de arte que pueda ser por ti, si Él no te alumbra, entendido; y como si dijésemos, muchas veces habla como si no hablase. De donde se prueba eficazmente quién es Él y quién somos nosotros, y cuán loco es el hombre que quiere entrar en disputa con Dios y ahondar sus juicios, pues sabe y alcanza tan poco que no le entiende aun cuando le habla. Y luego, como verificando esto de nuestro poco entender, aun cuando Dios se nos muestra y quiriéndolo confirmar con ejemplos dice y añade:
14. Que en una palabra hablará Dios, y en dos no mirará a ella. En una y en dos, según lo que usa esta lengua, son tres maneras o voces. Y dice ansí, insistiendo en su comenzada razón, que según esto podrá acontecer que hable Dios al hombre sobre algún caso tres veces y por tres diferentes maneras, y con todo eso el hombre no mirará a ella; esto es, no entenderá ni la primera ni la tercera manera. Pero Sant Hierónimo no va por aquí, porque dice: En una hablará Dios, esto es, como él traslada, hablará Dios una vez, y en dos no mirará ella, esto es, y a la segunda no tornará a decillo, conviene a saber, si de la primera no la entendistes. Lo cual está muy bien dicho, y las palabras lo sufren y puédese juntar fácilmente con la sentencia de arriba. Mas veamos qué maneras de hablar son estas de Dios, que, aun repetidas, apenas son entendidas del hombre, como Eliú dice y afirma.
Síguese:
15. En el sueño de visión de noche, en el caer pesadilla sobre hombres, en los dormires sobre lecho. Cosa sabida es, y de ello en las Sagradas Letras hay muchos ejemplos, que Dios habla en el sueño a los hombres y les avisa de muchas cosas suyas y ajenas; y es un género de profecía la que por el sueño se hace, y la más baja de todas, como se puede entender del libro de los Números, porque es ordinariamente la más revuelta y escura. Y de ésta habla Eliú aquí, no generalmente de toda ella, mas de la que se endereza para el aviso y amonestación del que lo sueña. En lo cual también comprende todas las inspiraciones y movimientos interiores, que para este mismo fin da Dios a la alma, los cuales por nuestra culpa y rudeza se nos hacen escuros.
Pues dice: En el sueño de visión de noche, que es decir, en las visiones que de noche hay en los sueños. En el caer pesadilla; la voz original significa un sueño grave y pesado, que sepulta los sentidos del todo; porque en este tiempo, cuando están atados del todo los movimientos y sentimientos del cuerpo, el ánimo, como suelto dél, está más dispuesto para recibir los conocimientos altos del cielo, como en el Génesis se ve en Adán y en Abraham en el capítulo 2 y 15, que opresos de este mismo sueño que dice este texto, como en los lugares alegados se ve, fueron capaces de visiones divinas. En los dormires sobre el lecho, esto es, cuando el hombre duerme en su cama.
Pues en este tiempo y sazón dice:
16. Entonces torcerá orejas de hombres, y castiguerío dellos sellará. Torcer oreja, quiere decir, hablar al oído. Castiguerío dellos, es la reprehensión de su mala vida, y el aviso y amenaza de la pena que, si no se enmiendan, les ha de venir. Sellará quiere decir dirá por enigmas y por rodeos y figuras ocultas; porque ansí como con el sello se cierra la carta, para que no vea y entienda lo que dentro contiene, ansí cuando la Sagrada Escritura de las profecías de Dios dice que son selladas o que las sellen, quiere decir que son escuras y dificultosas, y que su entendimiento dellas está encerrado y ascondido, como parece en Daniel. Ansí que el sellar lo que Dios dice, es decir que es escuro; y el abrir el sello es traerlo a luz declarando.
Por donde de nuestro bienaventurado Cordero, cumplidor y declarador de toda la profecía pasada, se dice en el Apocalipsi, que Él solo abrió los siete sellos del libro. Pues dice agora Eliú que entonces, cuando duermen los hombres y sueñan, suele Dios en visión tocalles la oreja y sellarles el castiguerío, esto es, el aviso y amenaza suya decírselo por imágenes revueltas y escuras.
Y esto hácelo a fin.
17. De hacer apartar al hombre de su obra, y cubijar altivez de varón. Obra, entiende mala, y por eso la llama suya, porque en las buenas la mayor parte es de Dios. Cubijar altivez es apartalle de pecado y hacer que dél alcance perdón. Porque el perdonársele los pecados a uno, la Escritura, con particular propriedad suya, lo suele significar diciendo que se le han cubijado, como en el Psalmo: Bienaventurado aquel cuyos pecados fueron cubiertos. Porque ansí como lo cubierto no se ve, ansí el pecado perdonado no ofende a la vista de Dios.
Y llámase cubijar este perdón, y no desarraigar, no porque quede después dél o en él disimulada la culpa, como en esta edad loca y engañosamente dijeron algunos, sino porque aunque en él la culpa del pecado se limpia en el alma, queda todavía en el cuerpo una mal raíz que es el fómite o concupiscencia, la cual, aunque en los justos no es culpa o pecado, pero está siempre cuanto es de su parte, si no se le resiste, fructificando pecados.
Mas ¿por qué causa señaladamente dice altivez, hablando generalmente del aviso que hace Dios al hombre para apartalle del vicio? Porque en todo vicio y culpa hay altivez y soberbia; que el desobedecer a Dios y no sujetarse a sus leyes es un cierto engreimiento; y el amarse a sí tanto que anteponga a Dios el hombre su gusto propio, es amar su excelencia, lo cual es soberbia. Y ansí se halla en todos los pecados y es principio de todos, como la Escritura lo dice.
18. Estorbará ánima suya de fuesa, y vida suya de pasar a cuchillo. Como la sombra sigue al cuerpo, ansí al pecado sigue la pena y al fin la muerte que nace dél como de fuente. Pues avisa, dice Eliú, Dios al pecador en los sueños para que se aparte del pecado, y libre dél quede libre también de sus fructos, que son la fuesa y el cuchillo.
Dice fuesa y cuchillo para significar dos géneros en que se comprenden todas las muertes, el que nace de enfermedad y el que viene por violencia; porque acontece ansí que unos, por destemplarse pecando, enferman y mueren; y otros, por los daños que hacen a otros con sus malos hechos, vienen a ser muertos y ajusticiados por ellos.
Dice ánima y vida, y todo significa una misma cosa; porque en el lenguaje de la Escritura por el nombre de ánima se significa la vida muchas veces. Y ésta es la primera manera como Dios, según el dicho de Eliú, habla avisando a los hombres y por su bajeza y pecados de ellos muchas veces no es entendido.
Y, dicho esto, pone luego otra manera, y dice:
19. Y reprehenderá con dolores en su lecho, y baraja a huesos de él dará. Habla, dice, con inspiraciones Dios al hombre y no las entiende, y torna entonces otra vez Dios y háblale con enfermedades para enmendalle, en las cuales algunas veces tampoco el hombre conoce lo que Dios por ellas le dice. Y pinta, para decir esto, una enfermedad con todos sus accidentes, elegante y poéticamente. Dice reprenderá, esto es, suele avisar y reprender también Dios al hombre con dolores en su lecho, esto es, dándole enfermedades (que llama bien a la enfermedad, dolor en el lecho, porque siempre anda con ella el lecho y el dolor), y represéntase muy bien por esto su mal y graveza, pues aun en el lugar del descanso aflige.
Mas torna a declarar lo mismo por otra manera, diciendo y baraja a güesos de él dará, como si dijese: Y meterá en pleito y en ruido sus güesos, y hará que se muevan guerra contra sí mismos. Porque en la enfermedad los humores y todas las partes del cuerpo, roto el concierto y la armonía con que componen su misma salud, cada uno va por su parte y encuéntranse unos con otros y contradícense, y, peleando, destrúyense a costa y dolor del que padece.
Mas prosigue diciendo los demás accidentes:
20. Y aborrecerle hizo vida suya pan, y su alma de manjar suave. Dice el hastío del enfermo, que entre los demás es gravísimo mal. Hízole aborrecer, dice, vida suya pan, esto es, y con la enfermedad vendrá a aborrecer el comer. Pan llama a todo manjar, y llámalo vida suya, porque la vida del hombre está en el mantenimiento. Y lo que añade y su alma de manjar suave, está falto y hase de añadir no tiene apetito, o otra cosa semejante.
Más sigue:
21. Menguaráse carne suya a visión; saldrán afuera güesos suyos no vistos. Ansí era necesario que no comiendo se enflaqueciese, y que la flaqueza se siguiese al hastío; mas dícelo como poeta por elegante manera. Menguará su carne a visión, esto es, la carne florida y que se venía a los ojos de los que la miraban llena y hermosa; menguará a visión porque, adelgazada y consumida con el calor de la fiebre y mal del hastío apenas se verá carne, sino un cuero seco mal pegado a los huesos; y al revés los huesos que estaban antes vestidos con la carne y debajo de ella ascondidos, gastándose ella quedan descubiertos y públicos.
Y dice más:
22. Y acercará a la fuesa su alma, y vida suya a los matadores. Por sus pasos contados lleva Eliú a la sepultura este enfermo; porque después de flaco y consumido, ¿qué resta ya sino el boquear y los paroxismos postreros? Y ansí dice: Y acercará a la fuesa su alma. Su alma, esto es, su vida, enflaquecido y gastado llegará al punto postrero.
Y su vida a los matadores. Matadores llama, a mi parecer, aunque otros dicen de otra manera, a los accidentes mortales que suelen preceder a la muerte y ser mensajeros certísimos de ella, como los desmayos y el perder la habla y el levantarse el pecho y parecer quebrados los ojos. Mas no pasemos ansí tan sencillamente por esto; porque esta obra que el pecado o por el pecado se hace en el cuerpo, en el alma se hace también por él mismo, y esto público y exterior es imagen de aquello. Porque lo primero la reprenden con dolores en su lecho, porque el pecado causa en el alma agudas punzadas de la consciencia; en su lecho, esto es, todas las veces que entra dentro de sí y a descansar en sí misma: y lo que le suele ser dulce reposo, el hablar consigo, y el pensamiento de la verdad, y principalmente la memoria de Dios y de su ley y bienes, se le convierte en crecido tormento.
Y ansí el gran pecador, de ninguna cosa huye más que de sí, porque de sus puertas adentro no halla sino pleito y ruido. Y por eso dice que le dará baraja en sus huesos, poniendo en contienda y en pelea unas con otras sus potencias y sus aficiones, como dicen los sabios; que no hay cosa más decaída ni contraria entre sí que la alma del malo; en que no sólo esto, mas también los pensamientos pelean, como a los Romanos dice Sant Pablo.
Y porque este tratar consigo le da tormento, aborrécelo y, aborreciéndolo, huye del pan de su vida, que es de lo que le era salud, y endurecido en el mal y yendo siempre en el mal adelante, y habiéndolo ya convertido como en gusto suyo y naturaleza toda la buena inspiración, todo el buen ejemplo y doctrina, todos los caminos para la gracia y el cielo, que son la misma dulzura, los hastía y los aborrece; y ansí creciendo por horas el mal y naciendo por natural orden unos de otros viene en todo género de bien y virtud a extraña flaqueza. La carne muelle, que es lo blando y lo tierno del alma que la hermoseaba y vestía, viniendo a mengua, se desparece; y lo duro de ella, los güesos, lo terco, lo despiadado, lo contumaz, que cuando vivía en gracia, cubierto con ella, no era ni parecía, brota entonces por momentos afuera. Y como el rostro consumido y, como suelen decir, desojado, es feísimo, ansí descubre el alma con el mal del pecar en sus figuras y modos una torpeza feísima, y llega al fin procediendo ansí casi a la fuesa y avecínase a los matadores, y comienza a sentir singultos mortales, y unos como anuncios tristísimos de su perdición, y un llegar casi a la postrera desesperación sin remedio. Pues llegado el miserable hombre a este punto, ¿qué?
Dice:
23. Si fuere sobre él ángel declarante uno de mil, para enseñar al hombre su derecheza. Si llegado, dice Eliú, el hombre triste a este punto, aún no entendiere lo que Dios por esta manera de tocamiento y de habla le dice (como muchas veces le acontece al hombre no lo entender, atribuyendo sus enfermedades a solas las disposiciones del aire o a otras causas de naturaleza), ansí que no entenderá las más veces el hombre esto que Dios en semejante forma le dice; mas si Dios le amare, hablalle ha de otra más descubierta manera. Y dichoso él si despertare el corazón de algún siervo suyo, y se le enviare como por su mensajero a que le interprete con discreta y dulce lengua en su enfermedad el secreto consejo de Dios, que el mismo enfermo no entiende; y ansí, descubriéndole el intento de Dios y revolviéndole a que mire con ojos limpios su pasada vida perdida, le haga ver la verdad reduciéndole al derecho y sancto camino.
Si fuere, dice, sobre él ángel, que es decir, y si llegado a este punto no se entendiere, como comúnmente no se entenderá, podrá ser que Dios envíe sobre él un ángel, esto es, algún su mensajero. Podrá ser digo (porque aquella partícula si, en la propriedad original y en el uso de la Escritura, muchas veces pone en duda y en condición a lo que se añade, y niega la certinidad del hecho o del suceso), ansí que podrá ser que se le envíe, y dichoso si le enviare un tal mensajero.
Declarante uno de mil; la palabra original melits quiere decir, entre otras cosas, intérprete elocuente y un discreto y dulce hablador, y que como halague y deleite el oído con la dulzura de la palabra. Uno de mil es como decir escogido entre mil, esto es, muy escogido y muy elocuente.
Para enseñar al hombre su derecheza; como si dijese, el camino derecho, y lo que Dios le habla y le cumple en la manera que he dicho. A esta tercera habla de Dios, como es por medio del hombre, y es habla clara y para fin de manifestar lo escuro que en las otras dos pasadas había, si el corazón del enfermo y pecador, cayendo en la cuenta, se rinde, o porque se rinde, sucede lo que se sigue:
24. Y será apiadado él, y dirá: Líbrale del descender a la fuesa, que halle aplacamiento. Estas palabras algunos las dan al ángel o mensajero que ha hecho el oficio que habemos arriba dicho, el cual, dice, viendo que el pecador enfermo ya se conoce y aborrece su vida pasada, apiadarse ha dél, y dirá, rogando a Dios, líbrale, Señor, de la fuesa y la muerte, porque ya veo y hallo en él dispusiciones para que puedas tornar con él en amistad, aplacándote, como son el conocimiento de su error y el arrepentimiento de su pecado por haber sido en tu ofensa.
Mejor me parece que las demos a Dios y las repartamos de esta manera: Y apiadóse dél Dios, conviene a saber, vista su penitencia, y apiadado, dirá el mismo Dios al ministro sobrenatural, por cuya mano le enfermaba y hería (que como se sabe de algunos lugares de la Escritura, estos castigos temporales que Dios nos da, nos los da por medio de algunos espíritus buenos a las veces, y a las veces malos), pues dirá, mandando al verdugo a quien tiene cometido la ejecución de esta pena, líbrale del descender a la fuesa, esto es, basta ya; no pases adelante, hiriéndole; no muera ni llegue a la sepultura el enfermo, pues ha ya conocido la causa de su enfermedad.
Que halló aplacamiento, esto es, que ya he aplacado con él, y tengo por satisfecha a mi saña. Y, a la verdad, en volviéndose el hombre con conocimiento de su mal a Dios y con verdadero dolor, aunque estas obras, por la parte que son del hombre, no sean poderosas para tornalle con Dios en gracia son, pero ayudadas dél, disposiciones suficientes para que Dios pueda poner y asentar en el hombre su aplacamiento, esto es, aquello con que él sola y verdaderamente se aplaca, que son Cristo y sus méritos. Porque las culpas de nuestros pecados siempre las perdona Dios por Él solo; y las penas que después de perdonados se deben a ellos, principalmente las remite por Él, porque nace de Él el valor principal de las obras que para satisfacción de nuestras culpas hacemos.
Ansí que dice bien, que halló aplacamiento luego que vio al hombre bien aficionado y dispuesto; porque halló entrada para poner en él lo que sólo en sus ojos es amable y hermoso, que es la imagen y la sangre de Cristo.
Más dice:
25. Enmolleció carne suya más que niñez; tornó a días de su juventud. Y como puso por su orden los malos efectos que hizo en el hombre el pecado hasta casi metelle en la fuesa, ansí agora, al revés, refiere ordenadamente los fructos del perdón alcanzado y de la justicia. Y lo primero, dice que sanó de la enfermedad que tenía, y dícelo ansí: Enmolleció carne suya como niñez, esto es, al momento despedidas y quitadas las causas del mal, la carne que estaba ya seca y tostada con el ardor de la fiebre. Enmolleció, esto es, reverdeció, como otros trasladan, y tornóse como carne de niño, blanda y fresca y jugosa, lo cual dice ansí para declarar una perfecta salud. Y declárase más con lo que se sigue, y tornó días de juventud, esto es, tornó sano como cuando era joven y mozo, y como en español decimos tornó a remozarse.
Pero esto es cuanto al cuerpo, que lo que sigue al ánima pertenece.
26. Rogará mucho al Señor, y serále amigo, y verá faces suyas con gozo, y volverá al hombre justicia suya. Lo primero que nace en el alma del que es perdonado de la culpa, y librado ansí milagrosamente de una semejante pena y peligro, es humillarse mucho a Dios con ánimo agradecido, reconociendo su beneficio y haciéndole gracias; y faltan muchas veces al alma en este artículo palabras y significaciones convenientes para declaración de este afecto.
Y por eso dice: Y rogará mucho al Señor, que, aunque dice rogará, la palabra original comprende todo género de oración y de gracias. En este reconocimiento y hacimiento de gracias, como el alma mira a Dios y le considera tan de balde piadoso y beneficiador para con ella, nace luego en ella y actualmente se enciende en amor para con Dios, entrañable.
Y por eso dice y será amigo suyo; esto es, amarále ardentísimamente, como a amigo, esto es, como quien le mira con amor; porque se ve mirado de él por la misma manera, velle ha, como se sigue, con gozo, o como dice el original, con júbilo, que es como un gozo amontonado que hierve y como rebosa, por la grandeza de su deleite, por todas las virtudes y sentidos del alma. Porque ansí que, como los que se ven en el pecado sumidos, o no alzan los ojos al cielo, o si los alzan y se ponen a considerar algo en Dios, acometidos luego de horror y temor con el mal testimonio que les da de sí su propria consciencia, se hinchen de tristeza y amargor; ansí, al contrario, los que se ven andar de paz ya con Dios, el velle, esto es, el consideralle y el traelle con el pensamiento delante los ojos, les es dulcísimo gozo.
Mas dice, y volverá a el hombre su justicia: que, o quiere decir que haciendo esto volverá el hombre a su buen estado primero, o que será pagado (porque la palabra volver, que originalmente está aquí, quiere decir pagar y restituir), ansí que será pagado de Dios lo bueno que ya puesto en este estado hiciere, porque lo que en el pecado se hacía no tenía valor para el cielo.
O digamos que quiere decir que, venido el hombre a aqueste conocimiento, andará ya como debe, y hará y sentirá y obrará y dirá aquello que pide la condición y naturaleza del hombre; esto es, que sentirá vilmente de sí y altísimamente de Dios; y esto lo llama bien justicia del hombre, como si dijese justicia propria suya; digo que le dice y le conviene más propriamente, porque al hombre que por tantas maneras y razones es miserable, ninguna cosa le cuadra menos que la altivez y soberbia, ni le arma mejor que la modestia y que la humildad.
Y viene bien con esto lo que se sigue:
27. Contemplará sobre hombres, y dirá: Pequé, y derecheza pervertí, y no igualdad a mí. Que es decir que con el conocimiento de Dios y de los beneficios que tanto sin él merecellos le ha hecho, crecerá en el conocimiento de sí; y lleno de estos conocimientos y no pudiendo cabelle en el pecho, en las plazas y en los corros de los hombres, con cualquiera ocasión que se ofrezca, o sin que haya ocasión, testificará y publicará la mucha indignidad suya y la grandeza de la misericordia divina, diciendo que pecó y que pasó la ley de Dios, y que fue con piedad más que con rigor castigado.
Mas veamos cada palabra, porque hay en algunas de ellas escuridad. Y contemplará sobre hombres, esto es, mirará cuando se juntaren algunos hombres, para confesalles esta misericordia de Dios. Pero lo que decimos contemplará, y en el original se dice por esta palabra iasar, podemos, porque la palabra lo admite, trasladar de esta manera: Y rectificará sobre hombres, esto es, justificará la causa de Dios, cuando se le ofreciere hablar con los hombres; conviene a saber, con lo que se sigue (en que confiesa su culpa y justifica el castigo de Dios) y derecheza pervertí. Las palabras del texto son éstas: [vaiasar hahaviti], que harán este sentido también, y derechamente fue dado por malo. Y lo que se sigue, y no igualdad a mí, esto es, que fue su pena menor que su culpa (porque la palabra [sava] significa no sólo igualdad, sino también promesa o placer) tómase en dos otras maneras. Una, y no promesa a mí, que es decir, serví a la maldad y no me pagó ni respondió el mundo a mi servicio, conforme prometía al principio; que es la misma verdad, que los vicios debajo de grandes promesas dan malas pagas. Otra, que viene casi con ésta y no placer a mí; porque ninguna cosa saca menos el pecador del pecado, que es el deleite y contento que piensa, y de cuya esperanza movido le sigue; antes su verdadero fructo es desgusto y tormento.
Síguese:
28. Libró ánima mía de pasar a la fuesa, y mi vida en luz será vista. También son palabras de este enfermo restituido a salud, y se entienden como arriba está dicho. Y concluyendo Eliú con ellas aquí para dar fin del todo a esta parte de su razón, vuélvese a Job, como recapitulando lo dicho dice:
29. Ves; todo esto hace Dios veces tres con varón. Bien se entiende de aquí que Eliú en lo de arriba ha declarado tres maneras de hablar diferentes, de que usa Dios con los hombres; y que en lo que dijo arriba, una y dos veces, quiso significar no dos veces, como nosotros hablamos, sino tres, añadiendo el un número al otro, como habla el hebreo.
Dice:
30. Para reducir su alma de fuesa a luz, a luz de viviente. Como si dijese, para fin de sanar y salvar los hombres, que es el fin que para gloria suya mas principalmente pretende, y en el que pone y ha puesto más diligencia y cuidado. Pues para este negocio, que tanto ama él, habló tres veces, esto es, contadas veces con el hombre y ésas escuras, en la manera que he dicho. ¿Y piensas tú que en otras cosas y misterios suyos podrás entender las razones de Dios? ¿Ni presumirá criatura ninguna oílle, y respondelle y ponerse a cuenta con Él? Que es el propósito y el intento que Eliú pretende probar, como dijimos.
Y como contento de sí y como de habelle a su parecer concluido, dícele:
31. Advierte, Job; óyeme a mí; enmudece, y yo hablaré. Que es decir: Esto es; esto, digno de ser oído, óyeme a mí, que hablo a propósito, y no a estos tus amigos que iban por errado camino. No tienes a esto que replicar, enmudece.
Mas porque no parezca que le manda callar por huir la disputa, añade:
32. Si hay razones, replícame; habla, que me complace tu justicia, esto es, que te defiendas, si puedes.
Mas porque esto no puede ser, que tú te defiendas, dice:
33. Tú oye a mí, y calla, y enseñaréte sabiduría. Como diciendo que aún quiere añadir mayores y más sabias y hondas razones, como de hecho lo procura en lo que se sigue, aunque en decillo ansí no se excusa de parecer arrogante.