Exposición del Libro de Job/Capítulo 2 exposición
1. Y fue un día, y vinieron los hijos de Dios a asistir delante de Él, y vino también Satanás entre ellos a asistir delante de Dios.
2. Y dijo Dios a Satanás: ¿Pues de dónde vendrás? Y respondió Satanás a Dios: De cercar en la tierra y de pasearme por ella. Hácese otra y segunda consulta, y aparécele al profeta que se hace, ansí para luz suya como para mayor entendimiento y gusto nuestro. Pues tornan en ella a aparecer los ángeles ante Dios, y con ellos también Satanás, a quien Dios pregunta otra vez, y él le torna a responder casi en la misma forma de arriba. Lo que de nuevo hubo es lo que agora se sigue:
3. Y dijo Dios a Satanás: ¿Por dicha pusiste tu corazón sobre mi siervo Job, que no como él en la tierra, varón simple y derecho y temeroso de Dios y esquivador de maldad, y aun agora asido de su bondad? Y incitásteme tú contra él para afligirle de balde. Que fue decir Dios al demonio: hízose la prueba que pediste, y el suceso ha mostrado que tu imaginación era falsa. Desnudástele de todo, y cuanto tú le quitaste más, tanto él está más asido a su bondad. Bien se ve que no colgaba de la riqueza, pues, ida la riqueza, la abraza, y, pobre, es rico con ella. Entrañada estaba en él y embebida en las venas; y aunque le has, dice, desasido de lo demás, no has podido desasirle de su bondad. Lo que decimos asido, en la palabra original es asir y aprehender esforzadamente; y dice no sólo allegamiento a aquello que se ase, sino fortaleza y firmeza en ello. Por manera que Job no estaba asido a su virtud con duda y flaqueza, sino con pecho valiente y con propósito esforzado y cierto, para no apartarse de ella por ningún suceso próspero, ni por ningún adverso caso que le avenga y suceda.
Mas tú, dice, me incitaste contra él de balde. De balde, dice, respecto del fin que el demonio pretendía, y de su imaginación y esperanza, que salió en vacío y burlada; que, en orden de lo que Dios pretendió en este azote y licencia, que fue esclarecer la virtud de su siervo y hacer prueba de su bondad y mostrar que no le servía por interés, y que era mayor que toda la desventura y desastres, no fue de balde este hecho, ni sucedió al revés ni en otra manera diferente de lo que Dios pretendía. Mas dice:
4. Y respondió Satanás a Dios, y dijo: Pellejo por pellejo, y todo lo que el hombre tiene dará por su alma. No se vence la malicia de una vez, a lo menos no quiere mostrarse vencida, para quedar después más confusa; y ansí halló todavía qué maliciar y qué argumentar el demonio. Pues dice en sentencia, que no es maravilla que persevere Job en ser bueno, aunque se vea caído y puesto en pobreza y miseria, porque hombres hay que, como tengan salud y fuerzas, llevan bien cualquier suceso duro y adverso. Ansí que la igualdad con que pasa Job por sus pérdidas, puede nacer en él no tanto de la virtud que Dios dice, cuanto de un natural suyo apocado y que con vivir sano pasa bien como quiera. Pellejo, dice, por pellejo. Manera de hablar es de la lengua en que se escribió este Libro al principio, y es manera no muy conocida, y ansí no declarada de un arte. Pellejo por pellejo dará, esto es, según dicen algunos, un pellejo y otro pellejo, esto es, todos sus pellejos; que es decir, cuanto tiene y posee dará por bien perdido por quedar con la vida. Otros dicen ansí: Un pellejo dará por otro pellejo, esto es, con la hacienda comprará la vida, y se tendrá por contento; y luego lo declara, diciendo: Y todo lo que tiene el hombre dará por el alma, que aquí significa la vida. Mas esto no sé si dice con lo que aquí quiere el demonio. Por donde podríamos traducirlo de aquesta manera: Pellejo en cuanto pellejo, y todo lo que el hombre tiene en cuanto la vida. Como diciendo: llevará el hombre con buen ánimo el perder el pellejo, esto es, su riqueza y hacienda, que con razón es pellejo, pues le rodea y abriga; en cuanto el pellejo, esto es, en cuanto le durare el pellejo, quiero decir, como el otro pellejo, que es la salud y la vida, le quede entero y sano. Y lo que dijo por figura y rodeo en esta parte primera, decláralo luego en la segunda sin él y con palabras sencillas, y dice: Y todo lo que el hombre tiene dará en cuanto su vida. Como si más claro dijera: En lo que digo de pellejo en cuanto pellejo quiero decir que el hombre, aunque pierda lo que tiene, lo pasa mientras queda con salud y le duran las fuerzas. Y con esto viene bien lo que añade, que es:
5. Envía tu mano, y tócale en la carne y en los huesos, y, si no blasfemare de ti, entonces podrás decir que me engaño. Tócale, esto es, tocando hiérele; en la carne y en los huesos, esto es, en la salud, quitándosela, y no como quiera, sino de manera que la carne le lacere y los huesos lo sientan; quiero decir, de arte que el daño y el dolor le penetre a los huesos. Dice:
6. Y dijo Dios a Satanás: Vesle en tus manos; solamente guarda su alma. Esto es, yo te doy licencia que le maltrates a tu voluntad, y que le llagues y enfermes; pero de manera que no le mates. Su alma, esto es, su vida te reservo, en que no consiento que toques; la salud te entrego para que hagas prueba de tus fuerzas en ella.
7. Y salió Satanás de con Dios y plagó a Job con postemas malignas desde la planta de sus pies hasta su colodrillo. Nunca pone en olvido el hacer mal el demonio; luego que se ve con poder lo pone en obra. De creer es que esta plaga de Job fue gravísima plaga, ansí por ser autor de ella el demonio, que es amigo de hacer lo peor, como por el enojo y envidia que le despertaba a llagarle, como también por el fin que pretendía en ello, que era traerle a impaciencia y mostrar con ella que era apariencia de virtud, como él decía, y no virtud verdadera, como Dios afirmaba.
Ansí que, sin duda, fue gravísimo mal el de Job. Y aunque algunos han querido señalar qué sería, no parece que se puede saber; y si algún camino hay para ello, es la palabra original en lugar de lo que dijimos postemas, que es sechin, porque a la verdad sechin son secas, como el castellano las llama, que es palabra que desciende de aquélla, y como se conoce de lo que en Esaías y en el cuarto Libro de los Reyes se dice de la enfermedad de Ezechías, adonde está escrita esta misma; que por lo que allí se dice y por la medicina con que el rey se curó, y por las ocasiones y las circunstancias del tiempo parece claro sechin ser secas o landres. Porque Ezechías enfermó poco después de la mortandad que sobre los asirios vino una noche; y como Josefo dice, aquella mortandad fueron landres, con que una noche murieron más de cien mil personas. Y ansí es verosímil que del aire corrompido Ezechías se inficionó de la misma manera, y por esto fue mortal su enfermedad y desesperada, como escribe Esaías; y la medicina con que él le sanó, que fue masa de higos, es medicina que se aplica a las postemas y secas, como lo enseñan los médicos.
Ansí que no se debe dudar sino que sechin es enfermedad de landres y secas; y que, como son en diferentes maneras, estas de Job fueron dolorosísimas y pestilencialísimas secas, y por eso dice el texto que le hirió con secas y postemas malignas. Y como quien sabía la fuerza mala de las enfermedades y males, escogió el demonio para atormentar más luengamente a Job y para traerle a impaciencia, entre todos, aqueste mal, como de mayor eficacia. Porque, si bien se mira, encierra en sí todo lo que en las enfermedades suele ser de dolor y trabajo. Porque muchas secas malignas y muy enconadas son clavos agudos de dolor increíble, que por sí y por la mala cualidad del humor enciende fiebres ardientes. Y cuando después se abren y rompen las llagas, hacen asco, y la materia, suciedad y hedor; y si cuando unas maduran, otras comienzan a reverdecer, como a Job sucedía, júntanse en uno asco, suciedad, hedor, dolor y fiebre continua. A los cuales males, como accidentes proprios, se le siguen otros cien mil males de vigilia; y ansí dice Job, que se le pasaban las noches sin sueño; y de hastío, y ansí dice, que aborrecía el comer; y de falta de aliento y estrecheza en el respirar y apretamiento de la garganta, y ansí pide también a Dios que le deje tragar su saliva. Y todo esto iba templado por una manera que le atormentaba y no le acababa, que fuera más ligero tormento; de lo cual él después se queja agramente. Y todo este mal tan doloroso y tan fiero, que parece que no puede crecer, crece incomparablemente con la pobreza extrema que se junta con él. Porque ni tuvo el remedio de la medicina, ni el alivio del regalo, ni el consuelo del servicio, ni el descanso de la cama, ni el abrigo del techo, que los enfermos tener suelen; sino la cama fue el polvo, y la medicina una teja, y el servicio los baldones de su mujer. Y ansí dice:
8. Y tomóse una teja para raerse con ella, y él sentado en medio del polvo.
9. Y díjole su mujer: ¿Hasta cuándo tú agarrado de tu bondad? Bendecir a Dios, y morir. Esto es, da de mano a Dios, y acaba y ahógate. Que como era culpa en la mujer hablar ansí con su marido afligido, y como era inhumanidad tanto más fea cuanto estaba obligada a ser más piadosa, ansí se debe creer que le afligió más esto a Job que cuanto mal padecía; y que de las saetas que le enviaba el demonio, fue ésta una de las más penetrantes, y el toque mayor de la virtud de este sancto. Y ansí, fortalecido con ella y más firme que roca, con respuesta grave y verdadera la reprehende, diciendo:
10. Y dijo a ella: Como hablan las tontas has hablado. También el bien recibimos de Dios, ¿y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job en sus labios. Reprehéndela, y dale doctrina. Y la reprehensión es: Como hablan las tontas has hablado; o al pie de la letra: Parlar de tontas parlaste. Y digo parlar porque la palabra original, según la fuerza de su orden y puntos, es hablar no como quiera, sino hablar mucho o como si dijésemos rehablar; que viene muy bien para lo que se habla sin atención y sin tiento, y para lo que ni la razón lo mide ni la consideración lo modera. Porque todo lo que ansí se habla, aunque parezca poco y aunque en palabras lo sea, es demasiado y muy largo; y el hablar sin considerar, siempre es mucho hablar.
Ansí que la reprehensión es ésta; y la razón de ella y la doctrina que dije es lo que luego se sigue: También el bien recibimos de Dios; ¿y el mal no le recibiremos? Que es como decir, si Dios agora nos azota, también nos favoreció en otro tiempo; y si recibimos aquello, ¿por qué no pasaremos por esto? O de otra manera: ansí que recibiremos el bien de la mano de Dios, y para eso extenderemos los brazos y el deseo; ¿y el mal no lo recibiremos? No es eso, dice, razón ni justicia; porque el bien no se nos debe, y el mal nos conviene para castigo o remedio. Luego si estamos alegres, cuando nos reparte Dios lo de que somos indignos, sin razón es mostrarnos enojados y tristes si nos quita lo que no se nos debe y nos da lo que nos viene de suelo. Que al hombre, como después se dice, el trabajo le es proprio como al ave el vuelo o como las centellas al fuego.
Y no está la buena dicha del hombre en ser próspero; la adversidad es la que de ordinario le hace feliz. Y a la verdad, saliendo de esta persona particular a lo que es general y a lo que a todos nos toca, ni conviene que nos alegremos con los buenos sucesos ni que nos angustiemos con los malos. Antes al revés, el buen suceso y la buena dicha, y el responder y obedecer a nuestro gusto las cosas, había de criar recelo en nosotros. Porque, demás de que el buen día siempre hace la cama al malo y es su vigilia, eso mismo que llamamos feliz es peligroso mucho y ocasionado a mil males. Que la felicidad naturalmente derrama el corazón con alegría y cría en él confianza; y de la alegría y de la confianza, por orden natural, nace el descuido, y al descuido se le siguen la soberbia y el desprecio de otros, y los errores y faltas. Y quien posee muchos bienes, con el gusto de ellos se les sujeta; y ansí comienza a servir a lo que había de mandar y regir; y de ser rico y dichoso viene a ser esclavo y a ser miserable.
Mas la adversidad y el trabajo, allende del premio que merece ello por sí, si bien se mira, es apetecible y es dulce. Porque ¿quién no gusta de caminar para el bien y de negociar su salud y de salir de deuda y de atajar que no se encanceren y hagan incurables sus llagas, que son todos efectos buenos de lo que se nombra trabajoso y adverso? Lo cual, sin duda, preserva nuestra vida de corrupción y es propriamente su sal, y desarraiga el alma del amor de la tierra que nos envilece y la desapega, y como desteta de su pegajosa bajeza, y nos allana y facilita el salir de esta vida y cría en el ánimo no solamente desamor de ella, sino también un desprecio junto con una alteza y gravedad celestial. Porque el ser combatido cada día de males, y el hacerles cada día cara y vencerlos, le acostumbra a ser vencedor; y por el mismo caso le hace grande y señor y valeroso y altísimo hasta tocar las estrellas. Y si los que esquivan la adversidad entendiesen el bien que en ella se encierra (como algunos que han hecho de ello experiencia lo entienden), no sólo no la huirían, mas por ventura harían plegarias y promesas a Dios porque se la enviase a sus casas; que en el descanso del paraíso perdió a Dios el primer hombre; y en el trabajo y en el lloro oyó después la bendita promesa de su remedio; y en lo ancho del mundo se anegaron los hombres; y en lo estrecho del arca Noé se salvó. Y donde reinan los egipcios y Faraón reinan también las tinieblas; y en el rincón de Gesen, donde sirven y laceran los de Israel, resplandecía la luz. Y la prosperidad a Salomón le arruinó; y a Elías el ayuno y la desnudez y la persecución contina le subió en carro de fuego.
¿Qué diré de infinitos otros que resplandecieron por este camino? Que, a la verdad, es seguido y trillado camino por todos los amigos de Dios; y no hay prado florido, ni vergel cultivado con diligencia a do se vean tantas diferencias de flores, cuantos géneros de personas florecen hermoseados de virtudes en esta aspereza de la adversidad y trabajos. Que el placer, de los flacos es; y la abundancia de bienes, de los que son para poco; y el gusto y el suceso bueno a los que no nacieron para virtudes heroicas les vienen. Lo alto, lo ilustre, lo rico, lo glorioso, lo admirable y divino siempre se forjó en esta fragua. Y ansí dice bien aquí Job que no recibamos con triste cara el trabajo, que tanto nos vale, pues recibimos alegres la prosperidad, que las menos veces nos mejora y las más nos daña y desvanece.
Y conforme a esto justamente se sigue: En todo aquesto no pecó Job en sus labios; quiere decir, ni aun en sus labios y palabras, adonde se suele pecar fácilmente. Y luego dice lo que sucedió con la fama de este caso, que se derramó por toda aquella comarca.
11. Y oyeron tres amigos de Job toda la calamidad que vino sobre él, y vinieron cada uno de su lugar, Elifaz de Temán, y Bildad de Suhi, y Ofar de Naghaman. Y juntáronse juntos para venir a consolarle.
12. Y alzaron sus ojos de lueñe, y no le conocieron; y levantaron su grito, y lloraron y rasgaron cada uno su vestidura, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.
13. Y sentáronse en el suelo por siete días y siete noches, y no hablaron a él palabra; que vieron que su dolor era muy grande. Entiéndese que estos tres amigos de Job eran ricos y principales hombres, porque la Escritura, en otra parte, los llama reyes. Y hicieron oficio de amigos en acudir al trabajo, aunque el demonio, como enemigo, le convirtió a Job la visita de éstos en nuevo tormento. Dannos a lo menos bien a entender, con su espanto y con las demostraciones que hicieron de dolor y silencio, la graveza de los males de Job, que casi los sacaba de sí, considerando con una mudanza tan no esperada y tan súbita llagado en el polvo al que pocos días antes resplandecía como un sol en el cielo; y herido y abatido y desamparado, como malo y facineroso, al que siempre tuvieron ellos y todos por ejemplo de virtud, perfecto y rarísimo.
Donde dice a visitarle, el original dice a mover la cabeza, que es el meneo y visaje que hacían antiguamente los que se condolían con otros. Y lo que dice no le conocieron, al proprio quiere decir no le divisaron, o asemejaron; que es decir que, aunque le conocieron, le desconocieron, según del mal estaba desfigurado y deshecho.