Exposición del Libro de Job/Capítulo 15 exposición

1. Y respondió Elifaz, el temanés, y dijo. Comienza Elifaz su razón de lo mismo que Job en el capítulo 13 había dado principio a la suya; y porque allí dijo de sí que era sabio y no menos que sus compañeros, lo primero que le dice agora Elifaz es que no es sabio, sino presuntuoso ignorante. Y es éste el argumento que hace: No dices sabidurías; luego no eres sabio. Y ansí dice preguntando, y no preguntando, sino negando so color de pregunta:

2. ¿Por ventura el sabio hablará saberes de aire, y henchirá el vientre de solano? Que es decir que el sabio no dice cosas de aire, esto es, vanas y falsas; tú las dices, luego no eres sabio. Y repite por otras palabras lo mismo diciendo: ¿Y henchirá el vientre de solano? Solano es el aire que se llama ansí, y vientre por figura es el entendimiento en aquesta Escritura.

Y ansí le dice, y mucho menos el que es sabio tendrá llena de aire la cabeza, como tú la tienes, según lo que tus razones demuestran. Y dice más solano que otro, porque es aire dañoso, como demostrando que los pensamientos y razones de Job no sólo eran vanos, sino también dañosos y pestilenciales.

Y ansí añade:

3. Arguyes con palabras al no tu igual; hablas lo que no te aprovecha. Hase de traer o tomar de lo de arriba la corriente diciendo: Y por ventura el que sabio es argüirá, esto es, dirá razones, no sólo fuera de propósito, sino llenas de error y de doctrina mala.

Y declara luego por qué lo dice:

4. Cierto, tú destruirás el temor y menoscabarás oración delante de Dios. Porque, dice, con tus razones abonándote a ti, deshaces o la justicia o la providencia de Dios, y das ocasión a que los hombres, cuanto es de tu parte, no le teman ni le rueguen y acaten. Y esto dice, porque en decir Job que Dios a veces da males a los buenos y bienes a los malos, entendía Elifaz, cegándose, que Job negaba la Providencia, y ni más ni menos que negaba la inmortalidad del alma o la vida advenidera; porque, decía, el morir para siempre, que cuanto es de su parte el pecado había traído a los hombres, y no descubría a la clara el misterio de la resurrección de los muertos a su parecer de Elifaz. Digo a su parecer porque, a la verdad, pareciendo que no lo dice, lo dice, como arriba apuntamos, y en los capítulos que se siguen lo confiesa con manifiestas palabras.

5. Porque enseñó maldad tuya a boca tuya, y escogiste lengua de mal sabidos. Aquí o declara más lo mismo que ha dicho, o lo dice por vía de pregunta, reprendiéndole y como diciéndole: ¿Que por qué desventura se ha querido cegar a que habiendo antes de agora hablado siempre como sabio y temeroso de Dios, y debiendo serlo más agora que nunca por razón de la calamidad en que estaba, escoja por mejor sentir de Dios como necio y hablar como impío y malvado?

Y llama lengua o labios de mal sabidos al estilo y lenguaje de los que lo son; y entiende por mal sabidos, unos presumidos que confían en su juicio y en lo que llamamos prudencia humana, que mide las cosas todas por su razón, y en todo quiere saber un punto más y hacer sentencia y juicio; a los cuales lo que la religión enseña, y toda la doctrina de la otra vida les parece cosa de burlería y de risa.

6. Condenarte ha por mala boca tuya y no yo; labios tuyos hablarán contra ti. Y esto que digo no lo levanto yo; tu lengua misma, dice, y tus razones son testigos contra ti y te condenan. Y alude en esto a su tema antiguo, y casi le dice: Agraviaste de nosotros que te ponemos culpa, y dices que te hacemos injuria en tenerte por pecador, pues Dios ansí te castiga. Ya no lo digo yo, sino tú mismo lo dices, y las razones malas y blasfemas de tu boca salidas lo pregonan, y te condenan a ti por malo y me absuelven a mí de calumnioso; porque nunca nace tanta blasfemia sino de grandes acogidas de mala y viciosa vida.

Y añade:

7. ¿Por ventura primero que Adán fuiste engendrado, y en ante de collados fuiste hecho? A los ancianos y a las canas suele dar la Escritura nombre de sabiduría, porque, como dijo un sabio, el tiempo es padre de la verdad, porque con su luengo discurso la saca a luz y descubre; y ansí por esto como porque con la vejez se enfría la sangre y se marchitan las pasiones que anublan el juicio de la razón, y queda puro el entendimiento, la vejez se llama sabia. Pues como Job los había notado de poco sabios, y a su parecer de ellos, arrogádose a sí el entender y saber; pregúntanle agora, debajo de una mofa disimulada y como burlando de él, si nació él antes que el mundo, si es más anciano que todos, y por eso presume saber más que ninguno y desprecia a los demás como a discípulos mozos.

Primero que Adán; puédese tomar aquí Adán, o por el nombre proprio del primer hombre, o por nombre general con que significan los hombres, y de la una manera pregunta Elifaz a Job si fue criado primero que el primer hombre, y de la otra, si fue él el hombre primero.

8. ¿Por ventura en consejo de Dios metiste oído, y sabiduría menos que tú? La ciencia, si se adquiere por industria, es mayor de razón cuanto es más el tiempo y estudio; y ansí los más ancianos son más sabios, como dicho tenemos.

Mas puédese conseguir el saber por otra manera, en tiempo breve y en edad moza, cuando acontece que Dios le inspira y infunde, como aconteció a Salomón. Y ansí lo que agora dice es: Mas si dices que, sin ser anciano, eres sabio, serlo has por ventura, porque has tenido a Dios por maestro; dime, pues, ¿entraste por caso en el consejo de Dios?; ¿viste sus secretas sabidurías?

Y dice:

9. ¿Qué aprendiste, que no aprendimos? ¿Qué entenderás, y no con nosotros eso mismo? Descubre agora la cara a la burla disimulada y como mirándole con desprecio le dice: ¿No conocemos aquí quién es?; ¿y el discurso de tu vida desde la cuna hasta este punto no lo sabemos?; ¿qué aprendiste?; ¿de quién aprendiste? Lo que aprovechaste en la escuela del saber nos es manifiesto y notorio; tus compañeros fuimos y tuvimos los mismos maestros, y nunca aprovechaste con ellos tanto, que nos pesase a nosotros de nuestro aprovechamiento.

10. También viejo, también anciano entre nos, grande más que padre tuyo de días. Responde a lo que Job pudiera decirle, que si era verdad que mozos habían tratado de los mismos estudios, pero hombres y apartados ya unos de otros, había él aprovechado más porque tenía en su pueblo y en su compañía hombres muy ancianos y sabios. Y ansí le dice, ni en eso nos has hecho ventaja, porque también nosotros en nuestra gente estamos cercados de canas, que vencen a tus padres en días.

Hasta aquí ha respondido Elifaz por su honra y curado la llaga que le escocía, porque ninguna cosa siente más el presumptuoso que ser notado de poco avisado, y ansí como le dolía más aqueste veneno, echó afuera su ponzoña primero; y desenconado ya con haber ultrajado a su voluntad al afligido inocente, entra agora a tratar la causa de Dios, a quien Job, según su falso parecer, injuriaba. Y tomando ocasión de la postura y del rostro de Job (que entonces por caso, los ojos en el cielo enclavados y fijos y sin pestañear y muy encendidos, parecía reventar con dolor), y ansí que tomando ocasión de esto, y lo que nacía de justa congoja dándolo falsamente a coraje contra Dios y a desesperación y soberbia, dícele ansí:

11. Por dicha es gran cosa que Dios te consuele, mas tus palabras malas lo vedan. O como dice el original a la letra: Por ventura poco en comparación de ti consolaciones de Dios, y palabra secreta contigo. Que es como decirle: Parécete que Dios no puede reparar tus daños ni vencer tu miseria y que todo lo dulce suyo es meaja en comparación de tu grande amargura. Mira bien lo que piensas, atiende bien a lo que en cubre tu pecho; que tu cara nos lo descubre, y callando la boca, tus ojos y el ardor de tu rostro dan voces y nos dicen tu desesperada razón. Dices que tu hecho es perdido; que el Omnipotente no lo es para tu remedio; que pudo deshacerte, y rehacerte no puede, o que ni hizo lo uno ni cura lo otro, sino todo es acaecimiento y fortuna.

Y esto es lo que añade: y palabra secreta contigo, esto es, aunque entre ti lo comides y sientes, pero las muestras de fuera lo descubres; y aunque lo encubres lo vemos, porque reluce en tu cara; y no mereces ser consolado de Dios, porque en lo secreto juzgas mal de él; y no en lo secreto solamente, sino también en lo público, porque lo que el corazón siente y la lengua lo calla, el rostro lo vocea y pregona.

Conforme a lo cual dice luego:

12. ¿Adónde te solleva corazón tuyo, que pestañean tus ojos? Y luego reprendido ya el semblante corajoso y de soberbia lleno, a lo que a Elifaz parecía, pasa a disputar, o por mejor decir a argüir, no las semejas malas, sino las palabras blasfemas que Job, a su parecer había dicho.

Y dice:

13. ¿Qué se hincha contra Dios brío tuyo, y qué palabras heciste salir de tu boca? Esto dice, por lo que dijo arriba Job de su bondad y inocencia, cuando se prefería de dar cuenta de sí a Dios, como Dios quisiese de bueno a bueno y puesta aparte su majestad y grandeza, hablarle y oírle. Y que hable de esto Elifaz, vese de lo que se sigue, que es:

14. ¿Quién hombre para que limpio sea, y quién nacido de hembra para que justo sea? Lo que aquí decimos hombre, en su original es enos, palabra que significa el hombre, pero que trae la origen de su significación de lo que es olvido y bajeza y torpeza, y ansí en las mismas palabras hay una como contraposición elegante, como si dijera de esta manera: ¿Quién es la torpeza, para que sea limpieza?, ¿o el olvido, para que nunca se descuide y ensucie?, ¿o la bajeza, para que, siendo vecina del suelo, excuse las condiciones de él y vilezas?

Y usa de esta misma figura David en un psalmo, diciendo: ¿Quién es el hombre que de él te acuerdes? Adonde el hombre es enos, como aquí; y ansí vale como si dijese: ¿Quién es el olvido, para que tengas tú de él tanta y tan contina memoria? Y lo que añade y nacido de hembra para que justo sea, es, como si dijera a la clara, nacido de miseria y de pecado, y de desorden codicioso y ardiente, y en ninguna manera subjeta al freno, sino desenfrenada y desbocada del todo. Que todos estos males, como quien fue origen y fuente de ellos por su primera inconstancia y cobdicia, significa en la Sagrada Escritura la mujer y su nombre.

Y ansí en la cabeza de las miserias nuestras pone Dios siempre por principal el nacer de tal madre; y hace argumento de lo poco que se nos puede fiar en razón de virtud del salir de tal vientre, porque siempre responden a sus principios las cosas.

Dice:

15. Ves; en sus sanctos no puso firmeza; cielos no limpios son en sus ojos. No se contenta con probar que es pecador el hombre, porque es hombre, esto es, de mala raza y de sostancia baja y vil, sino también porque en el acatamiento de Dios las criaturas que parecen más libres de culpa, no son puras y limpias. Sus sanctos llama a los ángeles, en quien dice que no puso firmeza Dios, porque de su naturaleza pudieron pecar, y ansí muchos de ellos pecaron. Y los cielos que dice o son los mismos ángeles significados por otro nombre, o es manera de hablar por exceso.

16. ¿Cuánto más aborrecible y podrido hombre, bebiente como aguas maldad? Concluye la razón, y dice maravillosamente bien, para mostrar la facilidad y gusto con que los hombres pecan, que beben la maldad como agua; porque ninguna cosa ni se hace con menos trabajo que el beber, ni más gustosamente ni más a todo tiempo.

Y porque Job había dicho también que los malos a las veces y los enemigos de Dios viven dichosos y prósperos, dícele agora Elifaz que se engaña; y pónele delante los ojos un hombre tirano, y descubre los dolores y males secretos que con él viven para que se entienda, que lo que parece próspero en el malo, no es próspero. Y antes que lo diga dispone los oídos de Job para que lo oigan y atiendan, autorizando y encareciendo lo que decir quiere, y diciendo que no es consideración suya, sino cosa ya vista y notada en escrito por los pasados y antiguos, y dejada a los venideros para perpetua memoria.

Y ansí dice:

17. Anunciaré a ti, oye a mí; y esto que vide, y contarélo.

18. Lo cual sabios lo manifestaron, y no ascondieron saberlo de sus antepasados. Dice esto, porque la antigüedad da peso a la doctrina; que la verdad, como no se muda, siempre es una y siempre hubo quien la supiese; pero las opiniones de error con los años se caen, y el tiempo las deshace y las borra, y ansí tienen siempre modernos principios. Por manera que la doctrina verdadera es duradera y antigua.

19. De los cuales solos era la tierra, y no pasó forastero entre ellos. Esto dice porque no se sospeche que fueron tiranizados de alguno, y que en odio del tirano escribieron lo que les dictaba su pasión.

20. Todos los días del malvado se ensoberbece, y número de años ascondido al tirano. Dice otra letra: Todos los días del malvado se estremece. Y viene bien a propósito, porque el temor es compañero de la maldad y que nunca de ella se aparta. Y cuando el pecador y el malo fuese feliz en todo lo que se desea en la vida, este temor y recelo de la consciencia secreto nunca de sí lo aparta. Porque el alma a quien el vicio corrompe y saca de sus naturales quicios, sin saber de qué y sin considerallo, está consigo misma inquieta y descontenta y se carcome entre sí; y por la parte que de divina tiene, adevina a sí misma siempre la desventura que la aguarda y espera. Y en particular en el tirano, que por violencia se hace señor de los otros, se verifica esto más, porque, allende del desgusto secreto que del pecado le nace en el alma, el saber, que es señor de forzados y de los que desean ser libres, hace que los tema a todos y a todas horas.

Y ansí en esto que dice Elifaz agora, casi dice de esta manera: Dices, Job, que los injustos y los que adoran los ídolos viven prosperados y ricos; no sé cuántos y cuáles son los que viven ansí. Mas ya que te concedamos que los malos tienen salud y riquezas, nunca te concederemos que gozan de ningún bien puramente; porque viven en desasosiego y temor, llenos de sobresaltos y de esperanzas malísimas, que son poderosas no sólo para aguarles su felicidad temporal, mas para mudársela en dolor y tormento.

Y número de años ascondido al tirano. Puédese entender de una manera, repitiendo la palabra de arriba, tiembla o se estremece, y diciendo ansí: El tirano tiembla número de años ascondido, esto es, toda la vida que le resta. Que se llama edad ascondida o años ascondidos, porque está por venir, y lo por venir está como ascondido en el seno del tiempo. O entendámoslo de otra manera, con añadir una palabra y decir: Al tirano son ascondidos sus años y el número de ellos; que es decir, que por el temor y peligro contino y cierto en que le tiene puesto su tiranía, y por el aborrecimiento que con él tienen sus súbditos, no tiene, como decir solemos, un día cierto ni una hora segura; y que le es ansí incierto y ascondido el fin de su vida que ni durmiendo, ni velando, ni asentado a su mesa, ni cerrado en su recámara, se puede prometer un punto de paz.

Y con esto concierta bien lo que se sigue:

21. Voz de espantos en sus orejas; en la paz el destruidor entrará a él. Que en la guerra y en los alborotos de pueblo se roben y despojen unos a otros, la cosa misma lo pide; mas ser robado y destruido en la paz es estar subjeto con subjeción extrema a todo lo que es calamidad y peligro. Y no sólo quiere decir que los malos y tiranos cuando vienen a estar más prósperos, entonces suelen caer por el suelo, y que su prosperidad se les acaba cuando parecía estar más en su punto; sino dice también que, durando en ser prósperos, y estando al parecer de todos sus cosas en paz, el temor que les nace de su mala consciencia, y el verdugo secreto de la justicia de Dios se les entra en el alma, sin que se lo estorben ni las riquezas de ellos ni sus deleites ni su gente de guarda; y dentro los asombra y entontece, y verdaderamente les roba y destruye todo el bien de su gusto.

Dice más:

22. No creerá tornar de escuridad, y mira al derredor si hay cuchillo. Encarece por diversas maneras la misma sentencia, y engrandece más este peligro y temor de que habla; y ansí dice que no creerá o no tendrá por cierto, como dice otra letra, que ha de tornar de escuridad, esto es, que cuando se acostare de noche, no estará seguro ni cierto que llegará a la mañana; y que mirará y contemplará el cuchillo, esto es, que cuando amaneciere y abriere los ojos con la luz deseada, lo primero que verá o lo primero que el justo temor que tiene lo representará, para que lo vea y como si lo viese, será el cuchillo y el puñal libre y vengador y la merecida muerte.

23. Si va adonde está el pan, sabe que asentado en su mano el día escuro. Aquí parece puso en su punto y subió cuanto subir se podía la grandeza de este miedo y peligro; pues en la mesa misma y en el pan con que se sustenta la vida, allí temen los tiranos, más que en otra cosa, la muerte. Día escuro o de tinieblas llama a la muerte, como el poeta la llamó noche eterna, cuando dijo:

Y los ojos la noche eterna cierra.

24. Turbarlo han angustia y aprieto; rodearlo han como a rey aparejado al torneo. Concluye como amontonando las fuerzas de este temor y comparándole a rey puesto a punto de guerra, rodeado de soldados y de gente de armas, que de lo que vemos, es el poder mayor y que menos puede ser resistido.

25. Que tendió sus manos contra Dios, y contra Omnipotente se fortaleció. Tender las manos, unas veces es señal de humildad, como las tienden los que suplican y adoran; y otras de presunción y soberbia, como las tienden los que en alguno las ponen para dañarle, y ansí se entiende aquí. Y ya que ha dicho del temor y miseria secreta, que enturbia y hace agra la felicidad de los malos, descubre la fuente de donde les mana, para que, entendido cuán poderoso es el autor y la justa razón que le mueve, quede entendido y concluso cuán perpetuo es, y cuán cierto y cuán no evitable el miedo y temblor que padecen. Y ansí dice que, porque se mostró soberbio a Dios el malo, y quiso casi poner las manos en Él, y presumió poder resistirle, por eso:

26. Corrió contra él con cuello erguido, armado con gruesa cerviz. O como dice al pie de la letra: Correrá contra él en cerviz, en lo grueso de cuerpos de escudos dél. Que es, hablando en figura de hombre armado que pelea con otro armado también, decir que, sin que le valga ni armadura ni fuerza, le herirá Dios en lo más peligroso y en lo más defendido, en el cuello donde se degüella con un golpe la vida, y en el pecho que el arnés fuerte y acerado cerca.

Y dicho este pecado y la pena de él, dice luego otro:

27. Que cubrió faces suyas con grosura suya, e hizo rollos de carne sobre las ijadas.

28. Y moró en villas destruidas: casas que no moraron en ellas, aparejadas a montones de piedras. Lo primero del mal es el perder el temor a Dios, y el presumir soberbiosamente de poder valerse sin él, que es una dañada rebeldía. A esto se sigue luego soltar la rienda a los deseos, y coger el fruto de esta vida sin orden, y vivir en ella como si no hubiese después de ella otra. Y los que tropiezan en lo primero, luego caen y se extienden en esto segundo, lo cual todo encierra Elifaz debajo del nombre de dos cosas, que son comidas y edificios. Y en las comidas se comprenden todos los deleites del gusto y del sentido del tacto; y en los edificios todo el aparato de la delicadeza y soberbia. Dice cubrió, esto es, apacentóse bien; y declara por el efecto la causa, que es el ocio y regalo y los deleites, y las preciosas y abundantes comidas.

Moró villas destruidas; dícelo ansí porque los edificios necesarios para nuestra vivienda no se defienden ni reprenden. Pero los derramados en este vicio y en los que se encierran en él, no se contentan con lo necesario, sino en los desiertos, que son los campos que ansí los llama la Sagrada Escritura, en los bosques, en los montes, en los lugares perdidos y que no pueden servir más de para su antojo, levantan soberbios edificios.

Y dice destruidas, porque en aquellos lugares, como inútiles, no edifica nadie o, si edifica, lo deja perder luego, porque el antojo desordenado gusta siempre de andar al revés de los otros. O dice destruidas, porque, tomando un tiempo por otro, presto se destruirán, esto es, porque en muriendo sus dueños, morarán allí las aves y los venados, y se envejecerán y caerán sobre sus moradores, que ni quieren ni pueden vivir en ellas.

Y conforme a esto es lo que añade y dice, aparejadas a montones de piedras, porque de los edificios arruinados lo que queda son montones de piedras mal puestas.

29. No se enriquecerá, ni se afirmará su haber, ni lanzará por la tierra su raíz. Del pecado y vicio que ha dicho, esto es, que dice agora es la pena natural y que casi siempre se ve, pobreza y asolamiento de la hacienda. Porque en un pecho que no pone límite en sus deseos y antojos, un Pirú o un océano de oro que entre, se desagua luego y se consume y desaparece.

Y debajo de esta pena pública se entiende otra secreta, y también de pobreza de alma y de razón, porque, como crece el vigor del apetito desordenado y según que se va haciendo señor del hombre, ansí decrece y se amengua el uso de la razón y su clara y limpia luz.

Esto, pues, toca a la pena del malo en su persona; pero no se acaba con él el castigo, sino pasa a sus hijos porque sea escarmiento no sólo a los que vivieron con él, sino también a los que después le suceden.

Y de ellos dice:

30. No se apartará de tinieblas; pimpollo suyo secarálo la llama y será movido con resollo de su boca. Quiere decir, o no se logran, como decimos, o nunca vienen a prosperidad, viviendo siempre en trabajo y miseria. Y porque los llamó pimpollo, como se llama propriamente el ramo nuevo nacido del árbol viejo, perseverando en la misma manera de hablar de árbol y cosas de campo, dice que la llama le secará y lo moverá el soplo, porque las plantas nuevas se pierden, o quemadas de algún aire frío y agudo, o abochornadas del tiempo encendido que las seca y marchita.

Y dice resollo de su boca, y puédese entender, de su boca de Dios, y ansí está claro; o de su boca misma del pimpollo y del hijo, y ansí dirá claramente la mucha facilidad con que ha sido destruido, y cuán dispuesto y aparejado está el hijo del malo a la injuria y a los golpes de la fortuna, pues su soplo, esto es, él mismo a sí mismo se pone fuego y se seca.

Mas si alguno dijere, si tan grave mal padece el tirano, ¿cómo es posible que dure en su tiranía?

A esto responde, y dice:

31. No creerá, engañado, que con precio podrá ser redimido. O como dice a la letra: No creerá, vanamente engañado, que vanidad será su trueque; como si dijese, no se entienden a sí mismos, y el mal que padecen no piensan que nace de su malvado vivir, antes se imaginan que viviendo peor y añadiendo a deleites deleites, aplacarán o amortiguarán o siquiera embotarán aquel sentido interior; y van creciendo en ser peores, cuanto mayores dolores y desasosiegos sienten; y prométense grandes cosas, y como no creen otra vida, tienen por cierto que este deleite y mando y riqueza de que gozan agora, no se les trocará después en miseria.

Mas presto ven la falsedad de su pensamiento, porque como añade:

32. En día no suyo será acabado, y su ramo no echará flor. Día no suyo, llama cuando estando más para vivir y confiando más en su fuerza y poder, revolviendo Dios en un momento los tiempos, por un desastre no pensado perecen. Porque aquel día no era suyo, esto es, no era de la muerte al parecer, ni día que prometía calamidad o desastre, sino muy al revés.

Y dice que en aquel día será acabado, porque se acaba del todo su ramo, que es sucesión y esperanza, sin llegar a flor. Y declara lo mismo, conviene a saber, el ímpetu del desastre, no pensando que arruina los malos, por dos comparaciones tomadas del campo; una, de la viña que comienza a florecer, y otra de la oliva que está en flor. A quien suele acontecer muchas veces que, comenzando el día sereno y estando ellas como alegres desplegando al sol puro sus hojas y flores, de improviso se levanta un violento aire, y turba el cielo y envía una muchedumbre de piedra y granizo, que les derrueca al suelo toda aquella hermosura, quedando en un punto perdidas y pobres las que un poco antes estaban frescas y hermosas.

Y ansí acontece a los malos, porque dice:

33. Será destruido como viña de sus tallos tiernos y hará caer como a oliva su flor.

Y añade:

34. Porque congregación de hipócrita, desierta, y fuego, comerá moradas de don; en que concluye lo particular, haciendo sentencia general y diciendo, forzoso es que acontezca al tirano de esta manera, porque la ley de todos los hipócritas, y como su hado, siempre fue semejante. Y entiende por hipócritas, según el uso de la Sancta Escritura, a toda la universidad de los malos; porque no hay pecado donde no haya alguna disimulación falsa, y algún color de bien que encubra el mal y el engaño. Ansí que el hado de ellos es llama y fuego y último asolamiento y destrucción.

Dice casa de don, esto es, donde se compra la justicia con dádivas. Y aunque toca esto propriamente a los jueces que se cohechan, pero también se extiende a todos los que pecan en cualquiera manera, porque a todos los atrae algún interés o deleite presente, y todos sobornados de él, como con una dádiva rica, tuercen la ley de la razón, apartándose de ella.

35. Concebir trabajo y parir vanidad, y vientre de ellos ordenar engaños. Es conclusión y como un epílogo breve, que en una palabra comprehende todo lo dicho, cuanto a pecado y pena de este su tirano Elifaz.

Y ansí dice: Al fin, por decirlo más brevemente, todo el hecho y negocio de estos es concebir trabajo y parir vanidad. Conciben trabajo, ansí por el temor que interiormente padecen, como por sus voluntades, y determinaciones perversas.

Paren vanidad, porque el efecto de sus propósitos y hecho es siempre vanísimo; o porque, huyendo del trabajo que les causa el desasosiego concebido en el ánimo, se derraman fuera de sí buscando vanos alivios, esto es, pariendo vanidad y más vanidad; que ansí se llaman bien las obras que éstos hacen para buscar su contento, porque ni dan el contento que en ellas se busca, ni siquiera otro menor, ni son inútiles solamente, sino, como se descubre en la muerte, dañosas y pestíferas.

Y ansí, por esto, su vientre de ellos, esto es, su pensamiento y consejo y todo su aviso siempre ordena engaños y lazos; y no lazos en que los otros caigan, sino lazos que sean redes y duras prisiones para sus mismos pies.