Excomunión contra excomunión
De acuerdo con el Obispo de Trujillo don Carlos Marcelo Corni, el padre fray Dionisio de Oré, guardián de San Francisco, fray Juan de Zarate, prior de Santo Domingo, fray Lope Cueto, superior de San Agustín, y el comendador de la Merced fray Juan Rodríguez, resolvieron sacar en procesión solemne la imagen de san Valentín el dia 14 de Febrero de 1627, para que no se repitiese el terremoto que en igual dia del año anterior aterrorizó al vecindario.
Conviene saber que el ilustrísimo señor Corni fué el primer peruano que obtuvo mitra en nuestra patria, lo que disgustó mucho á los sacerdotes españoles que se creían con igual ó mayor mérito para obispar. Excepto el padre Oré (que era de Guamanga y que, corriendo los años, alcanzó también obispado) los otros tres jefes de comunidad eran peninsulares.
El 11 de Febrero, á las cuatro de la tarde, después de pomposo sermón que predicó en la Catedral el padre Zarate, salió la procesión con asistencia del Cabildo y con gran concurso aristocrático y popular. A media cuadra de camino se fijó el Obispo en que las comunidades iban mezcladas, y deteniendo la marcha envió á su secretario presbítero don Andrés Tello de Cabrera para que dijese á los superiores de las cuatro comunidades que colocaran á sus frailes procesionater, esto es, en orden de procesión. Los prelados dieron por respuesta que iban bien como iban, y sulfurándose su ilustrísima, les hizo decir que si no obedecían su mandato los excomulgaría. Los amenazados ordenaron á sus frailes que continuasen en la procesión, pero los cuatro la abandonaron y se fueron á su respectivo convento.
Ante tamaño desacato murmuró el Obispo:— Si san Dunstán sujetó al diablo cogiéndolo por la nariz, yo sujetaré á estos DeHae os cogiéndolos por el cerviguillo. Siga su curso la pro- » cesión.
Al siguiente dia, á la hora en que iba á principiarse en la iglesia de los dominicos una solemne misa cantada en honor de San Valentín, misa para la cual estaba invitada mucha gente de copete, se presentó el bachiller Juan de Morí quien, con vozarrón estufWíndo, dio lectura á im papel que así decía:
—«Téngase por excomulgados á los reverendos padres fray Juan de Zarate, fray Dionisio de Oré, fray Lope Cueto y fray Juan Rodríguez, p>or estar así declarados, en auto de ayer, por su ilustrísima el seflor Obispo, quedando suspensos de celebrar, confesar y predicar en este obispado. Y para que venga en conocimiento de todos el mandato de su ilustrísima, y so la misma pena de excomunión mayor ipso fado incurrenda, póngase en tablilla en la puerta de la Santa Iglesia Catedral».
Y volviéndose al concurso, gritó el bachiller Juan de Mori: —Hermanos míos, á su casa, prontito, todo el que no quiera excomulgarse.
Y la ijglesia quedó escueta. A la sazón las campanas de la Catedral tocaban los fatídicos dobles, cuyo sonido abre de par en par las puertas del infierno á los excomulgados.
Por su parte los cuatro prelados excomulgaron también al Obispo, fundándose en que su ilustrísima no había tenido derecho para entrar en el monasterio de las clarisas, sin previa licencia del guardián de San Francisco bajo cuya jurisdicción estaban esas monjas. Sólo que en esta excomunión no doblaron las campanas, porque el Corregidor de la ciudad, que era amigo íntimo del seflor Comí, había cuidado de dejarlas sin badajo. Esto quitó solemnidad é importancia al acto, y el \ecindario siguió recibiendo devotamente las bendiciones del Obispo y besándole el pastoral anillo. Excomunión sin clamoreo de campanas era excomunión boba.
El proceso (que es abultado, y que se encuentra entre los manuscritos de la Biblioteca de Lima) terminó dos años después en 1629, con el fallecimiento del Obispo. El Arzobispo y la Audiencia, procediendo discretamente, echaron tierra sobre él.