Eusebio Blasco y el Gil Blas

​Obras Completas de Eusebio Blasco​
Tomo I.
Eusebio Blasco y el Gil Blas
 de Manuel del Palacio


Nota:se ha conservado la ortografía original, excepto en el caso de la preposición á.

Eusebio Blasco y el GIL BLAS

Todos éramos jóvenes,
él era casi niño,
aragonés y rubio,
delgado y enfermizo.
Inquieto de carácter
y al par alegre y vivo,
los chistes en su boca
brotaban a porrillo;
siendo en él, el ingenio
muy superior al juicio,
cosa en que otros mayores
también nos distinguimos.
¡Qué redacción aquella!
siempre el petate listo
para ir al Saladero
ó para andar a tiros.
En casa y en la calle
cercados por esbirros,
y habiéndonos a veces
de tú con los Ministros.
Y pese a las denuncias
las multas y los líos,
Rivera tan afable,
tan culto Federico,
Roberto tan idólatra
de clérigos y obispos,
y Blasco tan contento
y Juan y yo lo mismo.
Aquel era entusiasmo,
y aquello eran peligros,
y censurar sin tregua
lo humano y lo divino.
Hoy del sagrado fuego
quedan sólo residuos,
y dos viejos vestales
del templo derruido
que a recordar sus glorias
se juntan en el Suizo.
Allí, Eusebio, se suele
llorar por los amigos
que logran el descanso
tras batallar prolijo:
allí con el recuerdo
renuévase el cariño,
y yo, que todavía
culto al pasado rindo,
yo, que fui en gratas horas
de tu niñez testigo,
al lamentar tu ausencia
por ti y por mí suspiro;
¡que eran tus años pocos
al lado de los míos!

Manuel del PALACIO